EL EX DE SU EX
Fucsia es una amiga que veo muy a menudo por mi vasto mundo de la noche. Muchas veces recibí sus llamadas sonsacantes y ella las mías con propuestas innumerables, donde las luces parpadeantes son la compañía perfecta.
Ella se vio envuelta en un mal romance, del cual salió ilesa. Un día me llama para citarnos en un café, accedí sin titubeo alguno. En pocos minutos me vi envuelto en una chaqueta de cortes militares y una bufanda que ahorco mi cuello sutilmente. Ingresé, ordene lo de siempre un caramel macchiato con extra crema y muy, muy caliente. Fucsia me esperaba en la zona de fumadores con un cigarrillo quemando sus pulmones, inmediatamente lo apago y se dirigió hacia a mí. Nos sentamos y empezó el drama.
-Nunca me quiso, sin embargo yo pude haber dado aun más-se detuvo para beber de su cappuccino, y me tomo la mano.-Soy una torpe, porque siempre resbalo en el mismo charco-. Lejos de asentar una gran verdad, encendí un cigarrillo y puse el celular en vibrador.- Cuéntame más, le dije-.-Fue una oriental asquerosa la que acabo con mi ilusión pasajera- respondió ella. Luego de una ronda de confidencias y desahogos estábamos listos para despedirnos, y concertar una nueva cita con los tragos del algún club. Paso un mes y medio de aquella conversación y decidimos no estirar mas las distancias, un plan estaba echado en juego.
Aquella nueva noche, llegamos al lugar de siempre a la hora de siempre. Cuando menos lo imaginamos teníamos un par de apple martinis en las manos listos para empezar la casería. De repente como si la situación confabulara en contra de Fucsia, llego Boter, su ex.
Ella estaba superadasa, y él era mi amigo, se sentó a nuestro lado, ordeno un vodka puro, y sin pensarlo dos veces, termino en su garganta en menos de 4 segundos. En otros tiempos Fucsia hubiera emigrado a otra zona del bar, como si una especie de pestilencia abordara su nariz. Pero esta vez muy al contrario, ella se divertía mucho conversando con Boter, aparentemente habían quedado en buenos términos.
Habían pasado algo más de 7200 segundos y éramos ya unos trompos de madera. En eso aterrizo una mujer al grupo, su nombre Hall, la nueva conquista de Boter. Fucsia y yo sobrios de la impresión recibíamos a aquella figura que se dibujo frente a nuestros madrugados ojos. Ella era muy carismática y bastante simpática, no tuvo problema alguno en adaptarse al grupo, en menos de lo previsto. Hall enroscaba sus brazos en el cuello de Boter, él no dudaba en moldear su cintura con suaves deslices. Esa misma noche eran oficialmente novio y novia; Fucsia y yo estábamos muy contentos por ambos.
Hubieron salidas muy amenas luego de aquella, éramos un cuarteto bastante pícaro, alcohólico y nocturno. Hall se había infiltrado en nuestras paredes como la humedad mas intima. Boter y Fuscia eran nuevamente amigos. Todo seguía su curso como el agua corriendo en un riachuelo que terminaba en cataratas altas y profundas. Un día estaba yo sobre mi escritorio con ciento-un bosquejos, para un proyecto muy importante; cuando paralelamente el teléfono sonó. -Podemos vernos- una voz con un nudo increíble en la garganta raspaba la línea. Era Hall. –Si por supuesto-, le dije. Llegó a mi departamento a golpe de 10.30pm, saque dos vasos y los lleno de té helado. -Boter, es el peor de los hijos de puta, no lo entiendo, no sé qué quiere, no sé quién es, el tiempo es algo que no está dentro de sus virtudes- dijo una Hall bastante dolida y encorajinada. Simultaneamente una especie de dejavu recorrio mi electricas neuronas, lo pase por alto. Luego de repasar la para nada brillante carrera de Boter, concluimos que era hora de una vuelta de hoja y cambio de tinta.
Dos semanas después recibo la llamada de Fucsia, para terminar beodos en algún bar; le dije sí sin titubeos. Y decidí que sería buena idea invitar a Hall. Ella acepto encantada. Y yo experto en cuentos griegos, los dioses no me permitieron concretar mi cita, un manojo de disculpas hice llover sobre ellas, ambas en la barra con copas en manos llenas de uñas escarlatas esperando por mí. Mi ausencia fue como una pluma en la espalda, afortunadamente, ambas coquetas y muy divertidas se demostraron abundante similitud, era una sinergia que dio como resultado el inicio de una amistad bastante cautivante. La una y la otra, empezaron con los dardos empapados en veneno a lanzarlos hacia un blanco en común, Boter.
Era fascinante la descripción de la escena, aun mas que una mano de poker, eran dos martillos en stilettos clavando al pobre individuo, él mientras, se encontraba en el extranjero buscando a aquella novia cibernética que no era más que una burla a su ingenuidad latente. La tipa para nada guapa, no le dio chance alguno y en sus narices regalo su anatomía a cualquier varón amable que quisiera dedicarle unos masajes muy sugerentes en plena pista de baile.
A la mañana siguiente, la llamada de Fucsia me hizo el día, era una voz radiante. Pude sentir el sol dentro de mi línea telefónica. Hall y Fucsia habían hecho y deshecho de las suyas. Una traviesa complicidad que termino en desenfado, ambas con historias llenas de sabanas, torsos esculpidos y besos que elevan las banderas menos flameantes. Me sentí como el tercer ojo que todo lo ve, el hilo entre texturas totalmente diferentes. Alegremente colgué el aparato comunicador, desnude mi cuerpo y deje la ducha recorrerme, mientras el agua hervía y mis tostadas saltaban cual conejos con relojes, era hora de unos de esos días insistentes de papeles, los cuales tienen su paréntesis cada noche de los sábados.
Ella se vio envuelta en un mal romance, del cual salió ilesa. Un día me llama para citarnos en un café, accedí sin titubeo alguno. En pocos minutos me vi envuelto en una chaqueta de cortes militares y una bufanda que ahorco mi cuello sutilmente. Ingresé, ordene lo de siempre un caramel macchiato con extra crema y muy, muy caliente. Fucsia me esperaba en la zona de fumadores con un cigarrillo quemando sus pulmones, inmediatamente lo apago y se dirigió hacia a mí. Nos sentamos y empezó el drama.
-Nunca me quiso, sin embargo yo pude haber dado aun más-se detuvo para beber de su cappuccino, y me tomo la mano.-Soy una torpe, porque siempre resbalo en el mismo charco-. Lejos de asentar una gran verdad, encendí un cigarrillo y puse el celular en vibrador.- Cuéntame más, le dije-.-Fue una oriental asquerosa la que acabo con mi ilusión pasajera- respondió ella. Luego de una ronda de confidencias y desahogos estábamos listos para despedirnos, y concertar una nueva cita con los tragos del algún club. Paso un mes y medio de aquella conversación y decidimos no estirar mas las distancias, un plan estaba echado en juego.
Aquella nueva noche, llegamos al lugar de siempre a la hora de siempre. Cuando menos lo imaginamos teníamos un par de apple martinis en las manos listos para empezar la casería. De repente como si la situación confabulara en contra de Fucsia, llego Boter, su ex.
Ella estaba superadasa, y él era mi amigo, se sentó a nuestro lado, ordeno un vodka puro, y sin pensarlo dos veces, termino en su garganta en menos de 4 segundos. En otros tiempos Fucsia hubiera emigrado a otra zona del bar, como si una especie de pestilencia abordara su nariz. Pero esta vez muy al contrario, ella se divertía mucho conversando con Boter, aparentemente habían quedado en buenos términos.
Habían pasado algo más de 7200 segundos y éramos ya unos trompos de madera. En eso aterrizo una mujer al grupo, su nombre Hall, la nueva conquista de Boter. Fucsia y yo sobrios de la impresión recibíamos a aquella figura que se dibujo frente a nuestros madrugados ojos. Ella era muy carismática y bastante simpática, no tuvo problema alguno en adaptarse al grupo, en menos de lo previsto. Hall enroscaba sus brazos en el cuello de Boter, él no dudaba en moldear su cintura con suaves deslices. Esa misma noche eran oficialmente novio y novia; Fucsia y yo estábamos muy contentos por ambos.
Hubieron salidas muy amenas luego de aquella, éramos un cuarteto bastante pícaro, alcohólico y nocturno. Hall se había infiltrado en nuestras paredes como la humedad mas intima. Boter y Fuscia eran nuevamente amigos. Todo seguía su curso como el agua corriendo en un riachuelo que terminaba en cataratas altas y profundas. Un día estaba yo sobre mi escritorio con ciento-un bosquejos, para un proyecto muy importante; cuando paralelamente el teléfono sonó. -Podemos vernos- una voz con un nudo increíble en la garganta raspaba la línea. Era Hall. –Si por supuesto-, le dije. Llegó a mi departamento a golpe de 10.30pm, saque dos vasos y los lleno de té helado. -Boter, es el peor de los hijos de puta, no lo entiendo, no sé qué quiere, no sé quién es, el tiempo es algo que no está dentro de sus virtudes- dijo una Hall bastante dolida y encorajinada. Simultaneamente una especie de dejavu recorrio mi electricas neuronas, lo pase por alto. Luego de repasar la para nada brillante carrera de Boter, concluimos que era hora de una vuelta de hoja y cambio de tinta.
Dos semanas después recibo la llamada de Fucsia, para terminar beodos en algún bar; le dije sí sin titubeos. Y decidí que sería buena idea invitar a Hall. Ella acepto encantada. Y yo experto en cuentos griegos, los dioses no me permitieron concretar mi cita, un manojo de disculpas hice llover sobre ellas, ambas en la barra con copas en manos llenas de uñas escarlatas esperando por mí. Mi ausencia fue como una pluma en la espalda, afortunadamente, ambas coquetas y muy divertidas se demostraron abundante similitud, era una sinergia que dio como resultado el inicio de una amistad bastante cautivante. La una y la otra, empezaron con los dardos empapados en veneno a lanzarlos hacia un blanco en común, Boter.
Era fascinante la descripción de la escena, aun mas que una mano de poker, eran dos martillos en stilettos clavando al pobre individuo, él mientras, se encontraba en el extranjero buscando a aquella novia cibernética que no era más que una burla a su ingenuidad latente. La tipa para nada guapa, no le dio chance alguno y en sus narices regalo su anatomía a cualquier varón amable que quisiera dedicarle unos masajes muy sugerentes en plena pista de baile.
A la mañana siguiente, la llamada de Fucsia me hizo el día, era una voz radiante. Pude sentir el sol dentro de mi línea telefónica. Hall y Fucsia habían hecho y deshecho de las suyas. Una traviesa complicidad que termino en desenfado, ambas con historias llenas de sabanas, torsos esculpidos y besos que elevan las banderas menos flameantes. Me sentí como el tercer ojo que todo lo ve, el hilo entre texturas totalmente diferentes. Alegremente colgué el aparato comunicador, desnude mi cuerpo y deje la ducha recorrerme, mientras el agua hervía y mis tostadas saltaban cual conejos con relojes, era hora de unos de esos días insistentes de papeles, los cuales tienen su paréntesis cada noche de los sábados.
#G
Anoche, Gercar lo dijo
Comentarios
Publicar un comentario
Continua leyendo