MEMORIAS DE UNA PRECIOSA
Ahí parada como un soldado herido estaba ella, agitando la mano a un gran pájaro de acero. Y sus lágrimas hacían del rímel una corriente turbia que desembocaba en sus labios que ya no tenían más palabras que los silencios del adiós. Y él seguía caminando sin mirar atrás porque si lo hacia ella se convertiría en piedra y nunca la hubiéramos recuperado.
12 meses antes…
Una costa, mucho whiskey y la bendita hoja hecha bolas. Todo el panorama solo indicaba una salvajada. Un ataque masivo sin compasión al hígado y las neuronas que contadas hacían solo mil. Ya le quedaban pocas horas de vida a la noche. Cuando unas palabras conversando se quedan mudas, es porque algo las detuvo, el beso del comienzo. Que duro unos instantes mientras el sol asesinaba a la madrugada.
De esa noche hasta el mes. Pasaron muchas horas con elevadas dosis de travesuras. Dos niños jugando a enamorarse. Dos adultos jugando a ser niños que juegan a enamorarse. Dos corazones que en algún momento fueron uno solo, pero por razones místicas del otro espacio sideral, tuvieron que romper la delgada línea roja entre ellos.
Y ¿Quién soy yo? Que hago en una historia que parece sacada de la mente desecha de un guionista de la era dorada del cine mudo. Cuando los daltónicos vivían su momento de blanco y negro. Y la actuación era arte. ¿Quien soy yo? Solo el narrador con cameos esporádicos.
Ella era hermosa, bella y preciosa todo a la vez. Pero lo que tenia de belleza lo tenia de terca, malcriada y caprichosa. Él no era muy amigo de la ducha que digamos. Sus cabellos hacían fiesta sin el jabón. De colores simples y ropas con más de cincuenta puestas. Él era el que todo lo podía, pero en realidad nada pudo. Era un rostro que todos veíamos con una larga raya dibujando una sonrisa que calma. Pero por dentro ardía Troya.
Hace dos octubres, yo bebía de la soledad de un sábado inmóvil, en la incomodidad de mi cama que se desesperaba por echarme a la calle. Ahí fue donde una llamada cambio mi rumbo. Era Ella la preciosa, diciéndome que soy el peor amigo monstruo de la ciudad, que no había justificación alguna de mi ausencia en sus días. Y bueno, me hizo sentir como un gol en el último minuto, esperado para una noche de desenfreno. Camine a pasos sencillos y desganados, y llegue a donde ellos.
Ahí estaban, vistos en una taberna que parecía una olla llena de grillos. Gritos, rock y mucha función que ver. Ahí conocí a Él. Como todo nuevo en el grupo se bautiza la confianza con el apodo mas a la mano que calce con su perfil. En fin. Pasamos de cómo conocí a Ella a como se conocieron Ellos. Fue la primera vez que escuchaba la versión del cuento de hadas más lunática. Ahí estábamos él, ella, yo y el resto. Haciendo rituales con la cebada malcriada y la hoja verde que evoluciona a nueva forma. Ahí saltando hasta los techos, y gritando al oído más cercano para destruirlo en pedazos de delirio. Ahí murieron nuestras almas que pasaron a mejor vida al día siguiente. Cuando se va la sombra blanca de tus fosas nasales y despiertas oliendo a nuevo.
Pasaron tres meses, y el año estaba contando sus días. Mi idea de pasar la víspera del nuevo año era la más predecible de todas. Pero una vez más la llamada de Ella, mi preciosa amiga, cambio todo lo que el universo había trazado para mí. Acepte el destierro a tierras norteñas, donde el sol te da la mano cuando amanece y el mar se convierte en tu confidente cuando de amar se trata. Primera parada Trujillo, el predestino. Ahí estábamos El, Ella y yo. Los demás andaban repartiendo pena etílica por otros lados.
Una especie poco vista de la santísima trinidad del infierno más grotesco. Llenando la playa de nuestras voces y huellas perdidas. La noche de año nuevo se acomodaba sobre nosotros. La preciosa, estaba viviendo el idilio del momento. Estaba feliz y yo feliz por ella. Como buen amigo que soy, apoye sus cimientos destruidos por el cambio de año. Luego de dos días de recuperación, arribamos a Mancora. La preciosa seguía en lo suyo, respirando y destilando hormonas llenas de dicha. Él solo podía llevarla a rumbos inhóspitos y lugares que solo pocos hombres han pisado. Siguieron su rumbo por un norte que ni conoces.
Noche mataba noche, y día a día, todo el verano se consumió dejando una sequia de aventuras. Lima era el regreso, y termino con su proyecto de luna de miel. Pero la prosa continúa hasta convertirse en verso. Siguieron su camino tal como estaba escrito. No importaba los clavos en la madera siempre acudían a la misma puerta para llenarse de lagrimas o de besos. Cantaron hasta que sus lenguas desistieron, creyeron en todo pero al mismo tiempo no se creían entre ellos. Aquí empezó la bajada a un agujero sin otra salida más que la fragmentación.
Yo lo veía todo desde mi palco. Ellos desencadenaban tormentas eléctricas, él y ella eran alados, y por lo tanto migraron cada uno por su cuenta. Donde quedaron todos esos otros días de complicidad ¿Por qué se escondieron las caricias tan gozosas de verse al aire? El final es algo que toda fabula posee. Y es inevitable imaginar desenlaces alternativos. Pero para este solo había uno y solamente uno.
Y ahí estaban, cada uno en su refugio. Cada uno en su estado de molestia, insatisfacción y decepción. Cada uno intentaba drenar las gotas de tristeza que se ocasionaron el uno al otro. Dos caminos que se volvieron paralelos y nunca más chocaron, hasta el día de la despedida. Ahí estaban diciéndose lo que no se dijeron. La preciosa se veía aun más preciosa con las lágrimas dominando su carácter. El vuelo estaba a punto de despegar, él embarco inevitablemente. Hubiera podido regresar pero si lo hacía, el nuevo final habría sido mucho más complicado, donde ambas partes tendrían más que dar y en definitivo… ¿Él la extrañaría? , ¿Ella lo esperaría?, ¿Ella juraría que no se casaría antes de su regreso?
Llegaron al año con los obstáculos que atolondraba sus decisiones. Pero al fin y al cabo eso debía ser de esa forma. La preciosa seguiría su rumbo, nadie duda que mañana o pasado o ahora, anden muchos queriendo pretenderle. Pero ella no tenía más cabeza para otra cosa que no sea su prioridad. Sentirse bien con ella y guardar todo esto en un cofre bajo arena en una capsula de tiempo. Esto y más cruzaba por sus ojos al momento que veía a él haciéndose más chiquito mientras caminaba por el túnel. Ella escribía todo en su mente para luego recordarlo cada vez que veía sus pertenencias con la ausencia de él. Ella derramó hasta la última tinta en su diario. Y prometió que nadie lo contaría mejor que ella. Pero se equivoco. Yo lo conté antes que cualquiera.
#G
Anoche, Gercar lo dijo
primera posteada que entiendo likee
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