LOS HILOS DEL DESTINO 1
Un auto se desvía, una ventana de edificio cae, una bala perdida te atraviesa... En mis momentos de ocio a mi mente le gusta perderse y cae en una inercia tan aguda que imagino sucesos desafortunados a partir de presagios, señas, avisos, letras, palabras, imágenes, recuerdos y coincidencias que me hacen creer que algo se avecina pero en realidad nunca pasa nada.
Me quedo con las ganas de ser el elegido y poseer el don de ver más allá de lo evidente; ver el futuro y cambiarlo o prevenirlo, y quizá simplemente vociferarlo para que todos digan “wooow como sabes esoooo”…
La muerte es tan celosa y discreta que nunca cuenta a nadie sus planes, pero a mí me ha usado como cura en confesionario y me ha llenado de ideas de cómo podría ser mi gran final, y es tensión a cada paso que doy.
Felizmente esas ideas han ido desapareciendo de mi cerebro holgazán que solo se dedica a practicar el raskingball profesional cuando esta distraído en algún lugar. Sin embargo, hace tiempo me vienen sucediendo cosas que me hacen dudar de mi tiempo en el planeta.
Todo comenzó en septiembre del año pasado, era un sábado hermoso. Se lucia a leguas que la primavera ya estaba haciendo de las suyas con el cielo regalándole muchos rayos y brillo al cemento que pisamos, y que mejor que acompañar un perfecto día con una perfecta canción y mis audífonos.
Todas esas hormonas llenas de adrenalina me empujaron a tomar la sabia decisión de caminar un poco y dejar a los buses que pasen y pasen y se atropellen entre ellos.Hace tiempo que no camino hasta mi casa.
Caminé una dos tres cuatro cuadras por toda la Benavides, y llegué hasta el trigal frente a Starbucks, ahí trabajaba una amiga, y como para no perder la costumbre entré a saludarla y de pasadita robarle un frappuccino. Me detuve en la puerta para fisgonear y encontrarla. No había señal de ella, así que entré y caminé hasta la barra y me saludó uno de los baristas. Ya me había visto antes y siempre pregunto lo mismo por tal motivo al verme me dijo: “Hola Pia no está, hoy no viene”.
Jajaja me reí por dentro y me fui agradeciéndole la información. En ese momento fue donde todo se arruinó.
Maldita sea la hora que conocí a Pía (Es broma amiga). Usemos el "hubiera" por un momento… si Pía hubiera estado trabajando ese día, yo tendría mi juguito o mi frac y no solo eso, me hubiera entretenido tanto con ell en una loreada update necesaria de tal magnitud que jamás hubiera experimentado lo que a continuación he de contarles.
Salí de Starbucks y cruce la pista, decidí no caminar más y tomar el bus para regresar a casa. El sol me seducía con su calor, el día anterior había llovido horrible, era comprensible mi decisión de quedarme un rato parado en el paradero frente al café esperando el bus más bonito así no me iba tan rápido, yo no tenia prisas, ojalá la hubiese tenido.
- - Buenas tardes jovencito ¿conoce esta dirección? – un papel apareció en mi cara con un croquis confuso y mal hecho, un señor me señalaba con su dedo la calle que buscaba.
- - No señor, bueno si. Creo que si. No, no estoy seguro, sorry – respondí y volví la mirada a mi iPod a todo volumen.
- - No te muevas que aquí tengo un arma – el hombre me hablo señalando un bulto con la silueta de una pistola a la altura de su vientre - Quédate quitecito y nada te pasará.
- CONCHeDESUMAReLAGRANP*TAQUELOPARIOPORLACONCHADEDIOS. Mis miedos y frustraciones estuvieron a punto de salir en formato de grito, pero me quedé congelado. Sentí como todo se detuvo. Lo único que pensaba era "por favor que no me quiten el iPod". Mi celular estaba viejito y mi billetera no oscilaba más de los cincuenta soles. Por desgracia llevaba dos tarjetas de crédito, la de mi vieja con su cuenta en dólares y la mía.
Cuando pensé en salir corriendo, mi suerte me abandonó.
- - ¡No te muevas conchetumadre! - un saco de huesos y pellejos se interpuso en mi fuga. Era el otro ratero, esperando mis nervios para ponerlos de punta. Boo Boo las onomatopeyas eran insuficientes para describir mi pena.
- - Dame tu plata- decía el tío del croquis, que debo decir que fue muy amable y calmado todos los cuatro minutos que duro el altercado. El otro más joven, ese si era un desgraciado hijo de puta. Me pidió el ipod, el celular sin dejar de gritarme todos los insultos del pueblo. Yo solo pensaba "Que acabe ya", "porque rayos no tome mi bus", "porque mierda Pia no estaba ahí".
Sentí que ese desgraciado me iba a matar. Parecía drogado y no deja de insultarme y amenazarme, ya no lo hacia para asustarme, en verdad sentía que quería hacerme daño. Tenia miedo que me dejara noqueado o me metieran un disparo antes de irse. A los alrededores no había ni un alma. Se llevaron mis cincuenta soles, me devolvieron la billetera porque les supliqué que no me dejaran sin documentos. Hubiera deseado que se lleven mis apuntes de clase así tenía un pretexto para no dar el examen del lunes.
Dibujaron mi peor ángulo cobarde posible. El arma, supuesta ratonera, me tenia de la cola. Sentía que si movía el ojo a cualquier lado en busca de ayuda una simple bala a esa distancia acabaría con mi presencia y regalaría mi ausencia a los que me quieren. Era la primera vez que me asaltaban, y más que dinero también se llevaron dos cosas importantes: mi ingenuidad y mi música, que era como el combustible para hacer andar mis tuercas del alma y del cuerpo.
Sentí que ese desgraciado me iba a matar. Parecía drogado y no deja de insultarme y amenazarme, ya no lo hacia para asustarme, en verdad sentía que quería hacerme daño. Tenia miedo que me dejara noqueado o me metieran un disparo antes de irse. A los alrededores no había ni un alma. Se llevaron mis cincuenta soles, me devolvieron la billetera porque les supliqué que no me dejaran sin documentos. Hubiera deseado que se lleven mis apuntes de clase así tenía un pretexto para no dar el examen del lunes.
Dibujaron mi peor ángulo cobarde posible. El arma, supuesta ratonera, me tenia de la cola. Sentía que si movía el ojo a cualquier lado en busca de ayuda una simple bala a esa distancia acabaría con mi presencia y regalaría mi ausencia a los que me quieren. Era la primera vez que me asaltaban, y más que dinero también se llevaron dos cosas importantes: mi ingenuidad y mi música, que era como el combustible para hacer andar mis tuercas del alma y del cuerpo.
Antes de irse, el más joven dio señal de alto y detuvo un bus, el otro, el que tenía el croquis,vulgar anzuelo, me dijo:
- Vete y no te quiero volver a ver.
Me hicieron subir a cualquier bus, con los miedos haciendo de mi boca una raya con curvas altibajos que no dejaban de temblar, y solo atiné a reírme como idiota, no sé si del susto o el disgusto.
Subí al bus como me indicaron, aliviado de que me dejaran ir. Bajé a dos cuadras y corrí hacia una camioneta de serenazgo. Les dije lo que sucedio y preguntaron: "¿Donde están los ladrones?" "Por allá" les indiqué, y fueron tras de ellos, pero jamás los encontraría ni a ellos ni a mi música.
Es la primera vez que amenazan con matarme con un arma, fue horrible. La segunda vez fue peor. Dicen que si invocas tres veces algo es suficiente energía acumulada para que se vuelva realidad, como cuando Lydia invocaba Beetlejuice. Espero no exista una tercera vez.
Nunca vi la señal ni nada parecido para impedir este mal momento, a pesar de todo el tiempo invertido en tratar de ganarle al destino y los hilos con que nos mueve.
Por Carlos Gerzon
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