ANOCHE CREO QUE SOÑÉ CONTIGO


Hace exactamente tres días que no recuerdo lo que sueño, lo cual me causa una ligera preocupación en las mañanas cuando intento reconstruir con los retazos de la imaginación lo placentero que fue. Sin embargo, las imágenes se alejan en una amnesia que nace en el sonido incesante del despertador.

Cada vez que sueño algo lo consulto en mi libro de los sueños, un pequeño artilugio que duerme mi curiosidad de profundizar en el significado de los mismos. La mayor parte del tiempo no sirve, es mejor terminar el día y ver si se hizo realidad, y llegar a la conclusión si son o no charlatanerías. 

Haces tres días, insisto, solo conseguía capturar un pedazo de sueño, e intentaba reconstruirlo,  M veía a mi mismo caminando por el pasillo de un hotel  lujoso envuelto en un trench negro largo, debajo del mismo no llevaba nada puesto. Mi cabello despeinado y mis ojos rojos como dos cerezas, tenia cierto dolor de cabeza y caminaba tropezando con las paredes y puertas como si estuviera bajo el efecto de una droga o luchando contra un potente narcótico. 

Habra influido el hecho de que antes de dormir, estaba mirando videos en youtube, en especial,  justify my love de 1990. En medio de aquel sueño, una puerta se abrió, yo me detuve unos pasos más adelante, y sentí mis piernas débiles y caí de cuclillas, la ausencia de aire y el abrazante calor, me encendieron las teorías de la relatividad y otras ciencias mundanas que hacían hincapié a una sobredosis de deseos eróticos. No había aire acondicionado, procesar  sustantivos o verbos me resultaba casi imposibles, desvariaba. Mis instintos habían descendido. 

Detrás de mí sentí alguien respirando sobre mi cuello en cámara lenta, en medio de distorsiones que mis ojos adaptaban. Finalmente la imagen se hizo nítida, una suerte de high definition, él empezó a tocarme la entre pierna. Su saliva se mezclaba con mis labios rosas y el chicle que masticaba pasaba de una lengua a la otra.  Las narices se entrometían entre ellas, mi sudor abandonaba mi piel maniática descompuesta, que se abría y cerraba cual luz del techo antes de prenderse totalmente. No veía nada, pero sentía todo. Me costaba resistirme, pero disfrutaba no hacerlo. Mi cuello se convirtió en una especie de manzana acaramelada, con la misión de ser lamida hasta el último espacio seco.

Repentinamente estábamos en una de las habitaciones, y charlamos rodeados de encaje y seda, luego la conversación fue entre nuestras manos. La arquitectura de su cuerpo unían sus vértices a los míos dejando líneas puras y geométricas. Inauguré su presencia interior con mi saludo de mano, no quería hablar, quería no-hablar y vi que me intento no tenia impedimento.

¿Qué serán los sueños? El pasado sucio de alguien puede ser el futuro brillante de otro yo.  Seguía soñando con él y en esos momentos no tiene nombre, su universo se me cerró, me limitó a mostrarme todas sus estrellas de lejitos, pero me quemaban de cerca.

Me tomó por detrás y sentí todo su ser. Mi veredicto fue a su favor, con tres veces medalla de oro en la cama. Maldito el maestro, maldito el aprendiz.  Sus historias me cargaban de adrenalina jocosa que segregaba mientras su voz detonaba entre las cuatro paredes.  

Lo más inverosímil del caso es que yo me creía que estoy bien, cuando es todo lo contrario. Seguía con la visión borrosa, como si estuviera en una nube de humo color verde, rojo y amarillo; parecía que dentro de mi vaso hubieran pasado en fila india, ron, vodka, champagne o lo que fuera sin duda incluía  red red wine.

Trotaban mis neuronas para acomodar una idea, pero no podía decir nada. El calor seguía desamarrando los nudos de una pasión y los besos estaban regados en el piso, seduciendo a las partículas de polvo que levantamos con nuestras piruetas dignas del cirque du Soleil. Si mi paciencia estaba en minúsculas, debía ver más; pellízcame pellízcame, le decía a la criatura de otro mundo que sabía lo que quería en el mío, lo sabía todo. Dicen que debemos sucumbir, que las hierbas se hicieron para la tierra, sin embargo terminan en las inglesas tazas de té de las seis o, en este caso, en una pipa de vidrio.

Me siento en una selva, es matar o ser matado. Yo me dejaba hacer lo que él quisiese, como un péndulo, su collar en forma de cruz se columpiaba como niño en parque de diversiones sobre su pecho,  y hacia de mi cabeza un trapecio de un lado a otro, donde me hipnotizaba bajo los efectos del deseo.

Mi mente camina sin mi permiso y se hace especulaciones, vive de ellas. Mientras estoy viajando en los brazos de la inconsciencia, acurrucándome sobre su cuna perdiendo lógica y control. Esta todo callado hasta que un lejano susurro se convirtió en silbido exagerado y es el despertador arruinado la mejor parte. Mi yo interior se desconecta  del cable del surrealismo;  mi cama termina alineándose al despertador, la sabana húmeda y mi inocencia ausente. El día ha comenzado bien porque anoche soñé contigo, y hoy quiero buscarte para soñar despierto, después de todo los sueños dulces están hechos de eso, de ti. 

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