CRÓNICAS DEL CAFE #EPISODIO VII DESPERTARME A LA FUERZA
No puedo seguir flotando por las calles. A veces, las malas decisiones parecen nunca acabar ¿Cómo puedo mantener ambos pies en tierra? Detener esta necesidad de encontrar a alguien especial en una aplicación presuntuosa. Un micro mundo que es un inacabable monopolio, lleno de avenidas y callejones sin salida. Dónde se está dispuesto a pagar el precio cuando la paciencia cae en quiebra y se alquilan las dignidades.
Luego de un mes de la noche loca de año nuevo, me reuní con mi amigo Dante para contarle todo lo que sucedió esa noche. Le conté sobre Gian Marco y resulta que lo conoce. Como pueden ver los secretos no están a salvo en este micro mundo que es Lima gay.
Dante me dijo una frase que no he olvidado: “No importa que tan perra seas lo importante es que todos lo sepan y se hable de ti. Así es.”
Yo no quiero ser parte de esa sociedad. Sin embargo, sentí que tal vez podría ser un poco tarde para salir.
FEBRERO 2011
- Si sientes que es lo mejor, hazlo.
- Antes de eliminarlo quiero contarte que he conocido a alguien que creo tú conoces.
- Cuéntame todo desde el principio – Dante entró en curiosidad.
El año pasado luego de la fiesta de mi cumpleaños. Dante y yo estábamos muy borrachos. Era tarde, pero no queríamos ir a casa. Estábamos con muchas ganas de hacer algo diferente y atrevido. Él sabía todo lo que había que saber sobre este tipo de lugares al cual me llevaba.
- Vamos a un bar.
- ¿A otro bar? – pregunté escéptico y con ganas de abortar misión.
- Este es diferente…
Llegamos a este bar que más parecía una casa. No salía música ni bulla desde afuera. El barrio era muy callado. Lo primero que pensé fue que me estaba llevando a una reunión o fiesta de algún amigo, pero no.
Entramos por un pasillo largo que desembocaba en una barra donde pagamos una cuota mínima por estar allí. Habían hombres tomando y conversando.
- Ok, ahora tú mismo descubre este lugar- me dijo Dante y caminó hacia una terraza.
Me senté en la barra y un chico se acercó a hablarme, yo no estuve interesado. Mi cabeza me dolía, y ya casi era de día. Me levanté y decidí buscar a Dante para irnos. Lo vi subiendo por una escalera y lo seguí.
Otro pasillo lleno de chicos, algunos se besaban y otros tenían los pantalones abajo.
Había habitaciones y una de ellas estaba abierta. Escuché la voz de Dante y entré. Lo encontré con otro chico besándose sobre una cama ambos en boxers.
Me fui.
Desde esa noche, aquel lugar había causado una impresión sorprendente en mí.
Hace una semana sobreviví el 14 de febrero. Estuve algo inquieto y nostálgico. Mis amigos estaban emparejados menos yo. Son en esas fechas en que vuelvo a recordar con fuerza a mi amigo hetero, aún cuando lo veo pienso: “Si tan solo fueses gay”. Su nombre empieza con una vocal y termina con una consonante. Es todo lo que puedo decir desde el inicio de cada una de estas historias.
Ya casi se acababa febrero y no podía sacármelo de la cabeza, nuevamente volvía a mí la idea de hablarle, y podía hacerlo, ya que él no sabe nada sobre lo que siento por él. Pero él no es idiota, sabe que algo extraño pasa conmigo y lo sospecha. Yo aún no estaba listo para volver a ser su amigo como antes. Tenía que verlo con otros ojos, pero aún no puedo.
Ya casi se cumplían dos meses desde que elimine el grindr. Nuevamente. No era el mejor lugar para conocer gente seria. Pero aquel domingo por la mañana lo volví a descargar y a los segundos que creé un nuevo perfil me llegó un mensaje.
Poco a poco un nuevo chico y yo nos conocíamos a punta de mensajes. Y fue al primero en pedirle vernos el mismo día. Es decir, no hubo necesidad de hablar varios días para “conocernos más” y luego citarnos. Yo quería conocerlo ya mismo.
- Si vamos a conversar más tiempo que sea en persona ¿no crees? - fue mi propuesta. Y él acepto.
Me mandó una ubicación y quedaba cerca a mi casa.
Cuando llegué al lugar que marcaba el GPS, me parecía familiar.
Toqué la puerta, y salió un señor. Me dejó entrar sin preguntar mi nombre. Caminé por un pasillo largo y ahí encontré a Franco. Así se llama.
- Llegaste rápido - me dijo él.
- Vivo cerca.
- ¿Quieres tomar algo? – ofreció aquel que conocí por grindr.
- No, estoy bien.
Habló con el barman y luego me dijo:
- Sígueme.
Subimos al segundo piso. Yo reconocí el lugar al instante, pero no dije nada. Franco abrió la puerta de una de las habitaciones y me invitó a entrar.
- ¿Ya habías venido antes? - me preguntó franco.
- NO – Le mentí. Sentí que si le decía la verdad pensaría mal de mí. Aunque no importaba lo que él pudiera pensar de mí. Yo ya tenía una idea que pensar de él, y no era nada bueno.
Franco tiene la actitud de un caballero. Te ofrece, te invita y te pide permiso para cada cosa que desea hacer o decir. Tiene algunos kilos de más, pero sus ojos verdes lograban cautivarme. Me hablaba suave, sus labios gruesos susurraban. Conversamos mucho. No era tan desconocido después de todo. Resulta que comenzó a hablarme de su trabajo, y bueno descubrí que trabajamos en la misma empresa. Esto convirtió el hecho de ser desconocidos en algo menos peligroso y más entrado en confianza. Me sentí más tranquilo y seguro.
Esa conversación en la cama con él parecía el inicio del fin. Sus labios y su bigote, me llenaban de provocaciones. No aguanté más y lo besé. No tardó o no tardamos mucho en manifestar nuestro instinto animal. No haré argumentos. Pasó lo que tuvo que pasar cuando dos cuerpos sobre una cama causan un corto circuito. Dos completos extraños, sincronizados como un buen reloj suizo, donde cada pulsación estaba dictada por una mecánica detonación de TNT en ese espacio cúbico. Me arrancó la camiseta y avanzó por mis pezones. Franco se transformó en un depredador sexual. Sus poses de caballerosidad se habían esfumado como el humo de un cigarro.
Sus labios succionaban y me estremecían todos los recovecos. Sus besos tenían una fuerza sexual-animal única. Torturó los míos haciéndome confesar mi delito, su sabor era a fruta fresca. Las lenguas se extraviaban en gargantas profundas. La cama fue un parque de diversiones y nuestros cuerpos desnudos un carrusel que daba vueltas. Entonces, hizo algo que nunca nadie había hecho conmigo. Sus labios negros bajaron hasta mi entrepierna y un poco más atrás. Y lo que sentí cuando me besaba allí abajo, no lo había sentido nunca. Mis uñas se clavaron en el colchón, tratando de no agujerarlo, fue delicioso. Mis piernas eran toboganes y él se deslizaba por ellas. Sus ojos podían causarme vértigo. Cuajando su cuerpo al mío pude entender porque lo prohibido es tan rico.
Detuvimos la pasión, expulsando la culpa al mismo tiempo. Es allí donde descubres el momento de la verdad. Si el chico realmente quiere conocerte más o empieza a despedirse y de seguro, como siempre me sucede, me propondrá verme para tomar un café luego.
- ¿Estas bien? - me preguntó con una genuina cara de preocupación al verme agitado y algo adolorido.
- Si.
Me abrazó y me dio un beso en la frente y así nos quedamos varios minutos. Nuestra conversación antes del sexo, trató sobre la vida de Franco. Ahora él quiere saber más de mí. Yo tuve mis dudas antes, ahora al verlo tan cómodo conmigo en una posición algo romántica, decidí sorprenderlo con la verdad.
- Yo también trabajo allí.
Los ojos de Franco se abrieron más de la cuenta. Se acomodó y se colocó a mi costado.
- Es broma, ¿no? – preguntó.
- Creo que no te gusto lo que te dije.
- No es eso. Solo no me lo esperaba.
- Tienes tus reglas sobre meterte con gente del trabajo ¿es eso?
- La verdad sí, pero nunca te he visto.
- Ni me veras. Soy practicante y trabajo en otra sede.
Franco preguntaba como investigador privado. Como si hubiese descubierto la gran pista de algún crimen.
- Y conoces a …
- Si
- Y a este otro chico ¿También lo conoces?
- Si
La cara de Franco parecía preocupada.
- Tranquilízate, no diré nada. Es más, esto nunca pasó si es lo que quieres- le dije y me puse de pie recogiendo mis bóxers para vestirme nuevamente.
- No, quédate. No es eso. Solo estoy sorprendido de esta gran coincidencia.
- Yo también. Pero no me preocupa como a ti.
- ¿Cuántos años tienes?
- 23
- ¿Tú?
- 28.
No sé qué le preocupaba más, si la edad o el que dirán.
- Eres chibolo- replicó.
- Tampoco eres un viejo. Le respondí.
- Quédate. Sigamos hablando – insistió.
Franco volvió a ponerse cariñoso y me abrazó. Y así no quedamos largo rato. Conversando hasta que oscureció. Como a las ocho de la noche salimos de aquel lugar juntos. Y me pidió mi teléfono.
- Nos veremos pronto- dijo él.
- ¿Para tomar un café? - le pregunte irónico, y casi programado. Hubo algo de temor en mi pregunta, yo pensé que me saldría con la misma excusa que los otros.
- No. Nos veremos en el trabajo. La próxima semana tengo que ir para allá a una capacitación.
- ¿En serio?
- Así es. Espero verte.
- Yo también.
Lunes
Ya era marzo y el día lunes por la mañana entró vestido con camisa y pantalón. Franco se veía joven y atractivo. Cerca a la hora de almuerzo me invitó a almorzar y acepté. Fuimos a comer a un lugar cerca, y ahí fue donde comenzaba a repetirse la misma historia de siempre.
- Vivo con mi ex.
- Wow - No lo miré a los ojos y seguí cortando el pollo de mi ensalada. En el fondo sabía que nunca nada bueno sale de grindr.
Como diría Dante: “Tiene anillo en dedo”. Convivía con aquel que fue su novio por muchos años, ahora su ex. Pero ya sabemos que significa eso.
- Hace semanas que no hablamos. Casi ni nos vemos.
- Ok – no sabía que decir después de eso.
Me sentí mal conmigo. Su confesión era digna de un número de aves marías y padres nuestros de castigo semejante a los años luz de duración. Si hubiese estado ebrio quizá hubiese sido algo menos culposo, pero no. Yo estaba sobrio cuando lo conocí.
- ¿Estas molesto? – me preguntó luego de un largo periodo de silencio.
- Se me pasara.
- Me gustas. Ese día que te conocí la pase muy bien.
- Yo también.
- No me esquives.
- No te esquivo – le dije y de repente como en la película mena girls: word vomit: Pero siento que solo quieres tirar conmigo otra vez.
- No te hubiese invitado a almorzar. Y no te hubiese dicho nada de mi ex. Pero quiero hacerlo.
Eso no significa nada. Puede ser algo así como la primera cuota para la firma de un TLC (Tratado de Libre Coito), seguro quería lo que está de moda últimamente: un amiguito con beneficios.
Martes
Al día siguiente empecé a recordar all the things he said: una por una. Quise creerle, pero esto me olía a una vieja historia que se niega llegar al punto final.
Cuando Franco dijo: “Estamos en un momento difícil de la convivencia, y hemos decidido darnos tiempo”. Eso tiene traducción y Dante me ayudó a interpretarlo: Es un acuerdo en que cada uno podría salir con otra persona mientras la situación se regulariza.
Llegó tarde a las capacitaciones, pero se detuvo unos minutos a saludarme. Su mirada tenía un brillo vampírico, y sus dientes filudos estaban listos para clavarse en mi cuello.
Luego cuando yo me encontraba en el primer piso sacando copias, él enviaba sms a mi móvil. “Se te ve bien rico con esos pantalones”. Admito que me gustaba la idea de morbo en el trabajo a escondidas de todos.
Miércoles
Al tercer día bajé del taxi y visualicé una cortina de humo en la entrada de la empresa. Mis ojos hicieron dos manos en el aire y separaron el humo para dar paso al renacimiento mismo. Allí estaba Franco vistiendo de negro, gafas oscuras y el pelo más ensortijado. Me vio y esperó a que me acercara mientras como una diva retro acomodé mis lentes en cámara lenta.
Jueves
Al cuarto día llegue y lo ví en la entrada, nuevamente fumaba el cigarro como si se tratase de una profesión, en aros y parecía que el humo me estuviese escribiendo sus propuestas. Su boca estrambótica y deliciosa. Destilaba el perfume todo el camino hasta mi nariz. Y sus ojos fueron como la entrada a la lujuria en su estado más puro y bruto. Acabó el cigarro y a continuación dejo caer la colilla. Desintegró hasta el último añico del tabaco bajo sus oxfords color camel. Como una Penélope, tenía un bolso de piel marrón y meneando unos documentos como un abanico. Permaneció sentado en la estación y definitivamente yo detuve mi reloj en esa tarde de verano. Nos miramos y no saludamos con los ojos.
Viernes
Para ese día los mensajes de texto eran mutuos. Llenos de propósitos e intenciones rojas. “Que más da si están peleados y hacen de su vida cada uno lo que quiere” pensé. Se acercó a mi escritorio y me dejo un post it en la pantalla.
“Baño”
Al rato fui al baño y lo encontré peinándose. Me acerqué y él me metió dentro de uno de los cubículos y me besó. Me agarró el paquete con fuerza y también el trasero. “Me encantas” repetía una y otra vez.
Me dejé llevar. Estar cerca de él era como ser un drug dealer, mirando a todos lados, cuidándome de que nadie viera la mercadería entregada: "besos clandestinos”. Hoy es su ultima día de capacitación, no volvería a verlo por aquí. Por ello, él me propuso lo siguiente:
- Mañana estaré solo en mi depa, ve a visitarme.
- ¿Y tu ex?
- De viaje.
Sábado
Mientras el taxi me llevaba a la boca del lobo. Los nervios enredaban mis dedos. Era un crimen, ir a ese lugar, pero la voluntad me desamparó esa tarde. No quería detener este tren, Dostoyevsky lo hubiese entendido mejor; y sin castigo.
Llegué al departamento en San Isidro y miré hacia arriba. Me sentí en una escena de Madame Bovary. Entré al edificio, y me recibió con una copa de vino. Supe que habría consecuencias si bebía con él. Le pedí usar su baño un momento y frente al espejo me miré fijamente, y pensé varias veces.
“No debería estar aquí. Voy a salir de este baño y le diré que me voy” fue mi plan. Tenia que despertar mi fuerza de voluntad como sea.
Cuando salí, Franco estaba desnudo esperándome en su cama. Traté de intercambiar palabras con él, pero solo hubo intercambio de saliva, y si lo multiplicamos por una cama al cuadrado por dos individuos entre una relación prohibida y le restamos un ex novio ausente, el resultado es un sexo a la séptima potencia. No pude resistirme ni un poco.
Luego de tirar, ahí estábamos sobre la cama sin nada que decir. Me sentí incómodo. Solo quería irme, pero no sabía cómo. Él se acercó a abrazarme y yo me dejé. Me besó la frente y ahí nos quedamos. Aun así, solo quería irme. Mi instinto me decía que lo correcto es irme. ¿Como hago una retirada?
En ese momento entendí todo. La excusa del café. Por fin la entendía. Es mejor ser el primero en irse antes de ser dejado, pensé. Todos hemos sentido la necesidad de no quedar como el “perdedor”. Ahora entiendo aún más este mundo. Y repito: no me gusta ser parte de él.
Al anochecer me fui. A la semana el verano ya casi estaba acabando y Franco me envió el mensaje que yo sospechaba:
- Volví con mi ex.
- ¿Y todo bien con eso?
- Creo que si.
- Que bueno.
- ¿Somos amigos?
- Supongo que si.
Antes de despedirme pasaron por mis ojos todos aquellos chicos que conocí en estos meses. Todo lo que hice por tratar de olvidarme de mi amigo heterosexual. Si me pongo a analizar, todos tenían más que la excusa del café en común. Todos tenían novio o estaban en medio de una relación complicada. ¿Por qué con Franco todo sería diferente?
Todos felices y yo: #ElNovioDeNadie
Nuevamente estuve conversando hasta altas horas de la noche en el café de siempre con mi amigo Dante. Él me escuchaba sin sorprenderse.
- ¿Ahora si ya aprendiste la lección?
- Creo que si amigo.
- ¿Ya entendiste que no puedes buscar una relación seria de esa manera?
Llegado el momento, mirar hacia adelante es el único consuelo para algunos, y a veces mirar hacia atrás y sonreír de costado en señal de “La pase bien y aprendí”:
- Te falta ser más mierda. Eres muy …
- ¿Buena gente?
- No ¡Eres huevon!
- Reconozco que el grindr me llenó de expectativas.
- ¡Despierta querido! ¡Deja de soñar!
- Aunque no quiera debo despertar, a la fuerza si es necesario.
- Tampoco seas un aburrido. Equilibrio es la palabra.
Me despedí de Dante y llegué a casa cerca de la una de la madrugada. Con el sueño acumulado de días de juerga será mejor que me vaya a dormir antes de hacerlo mañana en la oficina, aunque bueno, eso tiene remedio. Si me dan ganas de soñar nuevamente puedo recurrir a un café.
Continuará.
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