TREN DE ILUSIONES - ESTACIÓN #04 DANZA CON BOBOS
Mis gritos tenían una misión cuando tenía 14 años, traerme a la vida cuando dormía profundamente pensando en alguien, tan real era que no quería despertar. Mis hormonas ya segregaban gran cantidad de feromonas en aquel tiempo y mi piel ya detectaba humanos compatibles, mi deseo de estar con alguien crecía tanto que mi cuerpo le quedaba chico.
Aun usaba uniforme de corbata y peinado raya al costado, escarapela al pecho y mochila de tirantes. El tercero de media era oficial, comenzaba el nuevo año sin rastros de Alexandra (Aunque ella seguía peor que el Curiosity, orbitando en mi mente). Su ausencia y mi cobardía habían logrado poner pintorescas canas en mi púber cuero cabelludo, ¿A esta edad? Si, por los incansables ataques de ira embotellada que yo mismo agitaba pero no dejaba escapar, porque en esos tiempos yo era algo así como mi Personal Jesus, nadie más que yo conocía mis secretos asi que me confesaba a mí mismo todo.
En consecuencia, la mayor parte del tiempo libre en el colegio, subía hasta el último piso donde no hay nada más que el mirador, que daba al patio. Me sacaba la chompa, la tiraba al piso (Techo) y boca arriba mientras fumaba mis primeros cigarros de la vida, me dedicaba a desencriptarnubes por sus formas y les daba letras tratando de señalizarme nuevos destinos para olvidar. Alexandra había terminado el colegio, los meses avanzaron y en mi cabeza poco a poco la mudanza de ella fue dejando más vacía su vacante. Y entonces la vi, sin tráilers, sin precisos momentos, la vi. Vi a Emilia.
Debo de admitir que parte de mi ser esta constituido en un 60% de dramageno dermomasacrador (Advertencia de en Enfermedad Próxima a Expandirse y recientemente Inventada) ya que me gustaba el látigo y auto flagelo. Hacia un big deal porque andaba más solo que la bandera americana en la luna. Pero todo eso se fue evaporando dando paso a unos labios carmesí, cabello color camelde algún oasis superior. Yo pensé que era el único freak que se aislaba de la manada colegial, mis ojos se hicieron chiquitos al verla de perfil como un diminuto rayito de luz, su cerquillo rebelde se alejaba de la cinta reglamentaria para las mujeres. Y sus ojos eran un revolver, one look one shot.
Nunca la había conocido en mi vida, pero desde ese día, la veía en todos lados, en la cafetería, sentada con un libro, en el mirador mirando hacia el patio del primer piso, en el pasillo entrando o saliendo de su aula que estaba a tres puertas de la mía. La encontraba solitaria en el tercer piso mientras yo fumaba y ella escuchaba música, pero cuando estábamos en otras áreas, siempre andaba en compañía. Era ella y dos chicas, juntas para todos lados.
Por alguna razón siempre he quedado paralizado al verla, ella con su arma blanca (sus ojos). Bastaba un reojo desde la esquina de su pupila para franco-dispararme una letal bala de retina que me hacia bajar la mirada.
Su mejor amiga por accidente era una chica de mi grado. No éramos muy cercanos pero tampoco nos tratábamos mal asi que por pura travesura empecé a juntarme, pegarme, unirme, cocerme y hasta ser su siamés si es preciso, porque era el único atajo más corto para conocer a Emilia. Aunque el cole era una isla pequeña donde no es muy difícil perderse y conocerse, con ella era distinto, mas parecía un Super Mario Bros World, tenía que pasar ciertos niveles para llegar a su castillo, y su mejor amiga era uno de esos.
Un buen día, con mi cara pálida de tanta sangre perdida en batallas no ganadas, poco a poco fue agarrando color gracias una noticia que para mi tenía el peso de la declaración mundial de la paz en el medio oriente. Los Sweet Fifteen de la mejor amiga, era la próxima semana, habrán invitados, champan, trajes, y ¡Las mejores amigas! ¡Black Jack!
Una de las invitaciones tenía mi nombre, y ese pedazo de cartón impreso y escarchado, se convirtió en mis dientes dándome una sonrisa de imbécil con altas tasas de interés. Era como una ofrenda de las dioses hacia a mí de tanto llorarles, como una especie de llave que me llevaría a la situación perfecta para hablar con esta especie de ser divino que quizás no vino del Olimpo pero estaba a una cuadra del mismo.
¡Che, como me gustaba esta mina!, ese gusto duro dos años, algo que muchos ahora catalogarían como enfermedad desértica, #PuroEspejismo. Me pregunto si alguna vez ella habrá sentido calor sin saber porque… es porque alguien pensaba en ella, créanme… a distancia de pocos metros, no me atrevía a dirigirle la palabra y no había forma en el planeta que le pidiera a su mejor amiga que nos presentara, me daba mucha pena pedirle eso… entre mares de uniformes y faldas escolares yo me camuflaba para verla de cerca. Esa fiesta de los 15 era la única oportunidad para afanarla.
Fue un sábado y llegue solo, había amigos de mi clase y estuve con ellos, disimulando tener todo resuelto… hasta que comenzaron los bailes… -y yo No Entender ese Idioma-, las chicas danzaban como buenas latinas que son, y yo bailaba como egipcio más recto y duro que una caja fuerte. Las caderas se me convertían en bloques de concreto sin ritmo. Por la puerta entro un tipo que definitivamente no era escolar, tendría 22 años, alto, rubio, ojos, porte de campeón, su corbata era genial, parecía que sus tríceps dijeran por si solos “ Im rugby player” y saludo a la mejor amiga de forma efusiva, y pensé… “Perfecto ella se distrae con el rubio y yo mientras conoceré por mi mismo a Emilia”
Entonces en cámara lenta mis pies se sentían como en la superficie lunar, a paso lento era mi acercamiento, y justo cuando ya estaba a dos “holas” de saludarla se me entrometió la mejor amiga que detecto mi nerviosismo como si fuera un olor, y me jalo del brazo y me puso frente a frente con ella…con Emilia. “¡A BAILAR!” -Grito la muy rufla…- (Que Oso Buey) y tuve que bailar con Emilia antes de conocerla, ósea me salte miles de pasos ( y a eso sumarle que yo de pasos y danzas soy un X).
Entonces sucedió, Spotted: ella y yo en la pista de baile, tratando de desatar la conversación, me presente y ella también, no hablamos mucho porque estaba tan rojo que parecía una luz más de la sicodélica fiesta. La mejor amiga y su novio me miraban como riéndose, y le gritaban a Emilia “Hazlo bailar, lo aburres” pero creo que yo la aburría a ella. Las otras amigas de ellas, me señalaba con mucho entretenimiento “Mira a ese bobo” – burlándose de mis pasos, y cada vez que cambiaba o trataba de darle más variedad a la danza ellas señalaban atentas como si tuvieran un control remoto y haciendo zappingconmigo para su diversión burlesca. Entonces me avergoncé y ya no bailaba solo movía los pies de un lado a otro, y la conversación aun asi no salía (Fue lo peor).Emilia estaba más que incomoda, estaba aburrida y comenzó a retocarse el maquillaje mientras “bailábamos”...(Bruja). Entonces le dije, -“Hey, ya pues baila”- … me miro con cara de interrogación y me respondió indignada “Bailaaa tu! Bobo!”… y yo no me quedaba más que callarme y solo le pedía a Dios que por favor mande un Moisés criollo para que separe la tierra y se asegure que me trague vivo!!! En plena danza con lobos, me sentí la presa al que todos tratan de aniquilar con solo burlas…
Luego para barrer mis escombros de vergüenza, al tratar de menearme para no parecer un bobo bailando al ritmo de enyesado, llego nada más y nada menos que el rubio y se llevo a Emilia de la mano. Se sentaron en la mesa de la agasajada, ordenaron mas cocktail, y cuando creí que la anatomía había dejado de sorprenderme me mostro un nuevo síntoma donde mi corazón tuvo el primer principio de paro sin fundamento científico. Los labios rojos que tanto yo quería se empezaron a mezclar con el del rubio (sentí que Atlas me pasó el mundo y se me caía encima…). Eran novios hace meses… Todo el mundo conocía al rubio menos yo!!! (Life sucks).
Después de ese día, mis piernas ya no querían responder mis órdenes, y caminaban desganadas a clases, las salidas del colegio por lo general eran increíbles porque me iba solo a casa, caminaba por el boulevard por donde todos pasaban, sobre todo ella. Pues bien, todo eso cambio, mis salidas se volvieron una marcha fúnebre llevando mi cadáver, cuando veía que el “erre con erre” (Rugby Rubio) venia por Emilia y se la llevaba de la mano, y a veces nada más y nada menos que en una Harley…(God Bless Bad Boys and Feel Sad for Dummies).
Los únicos momentos entre ella y yo, eran los recreos cuando se subía sola al último piso donde yo fumaba mis primeros cigarros y la expiaba cual rata buscando queso. Mi cobardía era como un imán que me jalaba hacia atrás. El año escolar termino y para ella el colegio paso a la historia, pues era su quinto de media. Mis ánimos decayeron hasta el subsuelo y salían por China… el verano empezó y cada vez que salía ya sea a comprar un helado y botar la basura o pasear con amigos, mi cabeza era un visor de submarino mirando por todos lados si es que de casualidad me la encontraba. Nunca sucedió…
Con la llegada del invierno mi corazón volvió a su temperatura normal, y como ella ya no estaba en el cole, era más fácil no pensar y dejar que el 2004 terminé. En el 2010 tuve noticias de ella, está en otro país estudiando música. Se volvió adicta a la tinta y a los tribales en la espalda #YoSoySexy-Sexy-Sexy. Un bombón que nunca pude tener en mi boca. Ni modo, si el tren se te va es porque te quedaste dormido en tus laureles… mi memoria ahora puede hacer lo que quiera con esos archivos de la Nikita (Femme fatale), si los elimina o los guarda me da igual, soy propenso a lostroyanos. Mientras no ocupe mucho espacio en mi disco duro… pues hay que dejar más espacio (memoria) para nuevos files.
#G
Anoche, Gercar lo dijo
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