ENCUENTRO EN MCDONALDS, ME ENCANTA
Esta es una historia real. Le sucedió al amiga de una amiga... es broma, me sucedió a mí.
Todo comenzó cuando Christina, repentinamente, terminó con quien hasta ese entonces creyó sería su futuro marido hasta que la muerte, la trampa y la quiebra los separe. Ella cayó y de esa depresión ahí abajo nadie la levanto.
Exageraba obviamente, parecía que puso cemento y agua en sus rodillas que suplicaban ser despegadas del suelo. Esta separación le afectó más de lo que ella calculó.
Todo comenzó cuando Christina, repentinamente, terminó con quien hasta ese entonces creyó sería su futuro marido hasta que la muerte, la trampa y la quiebra los separe. Ella cayó y de esa depresión ahí abajo nadie la levanto.
Exageraba obviamente, parecía que puso cemento y agua en sus rodillas que suplicaban ser despegadas del suelo. Esta separación le afectó más de lo que ella calculó.
Pobre mujer, pobre orgullo, pobre amor. Yo no conozco la historia de su tórrido romance, ni los inicios, ni los desenlaces. Lo que si sé es la versión de Christina después de superar esta decepción.
No hablábamos mucho en el trabajo, pero aquella tarde cuando fuimos a almorzar, los rumores resultados ciertos, me contó absolutamente todo lo sucedido. Ella estaba triste, pero decidida a que este acontecimiento no le afectará. Y yo me encargaría de ayudarla. Ella debía despertar su lado más femenino y alimentar un hambre que ella desconocía. Dicen que el hombre descendió del mono, la mujer desciende del hombre mientras lo provoca con besos de sabor a labial rojo.
Ella cambió. Bajo de peso y tiñó sus cabellos al azabache más hermoso. Su ropa pasó de ser inadvertida a un chic coqueto. Sus piernas tomaron formas de tijeras que cortaban miradas mientras pasaba; largas, esbeltas y bronceadas. La actitud hizo posesión de su cuerpo inerte, y se volvió diabla. Sus noches se convirtieron en una dosis por día. Sus vestidos fueron disminuyen centímetros de la rodilla para arriba. Ya no usaba ropa interior. Aprendió a decir “si” a cualquier propuesta divertida y anuló su etapa de romanticismo. Adiós chica ingenua.
No hablábamos mucho en el trabajo, pero aquella tarde cuando fuimos a almorzar, los rumores resultados ciertos, me contó absolutamente todo lo sucedido. Ella estaba triste, pero decidida a que este acontecimiento no le afectará. Y yo me encargaría de ayudarla. Ella debía despertar su lado más femenino y alimentar un hambre que ella desconocía. Dicen que el hombre descendió del mono, la mujer desciende del hombre mientras lo provoca con besos de sabor a labial rojo.
Ella cambió. Bajo de peso y tiñó sus cabellos al azabache más hermoso. Su ropa pasó de ser inadvertida a un chic coqueto. Sus piernas tomaron formas de tijeras que cortaban miradas mientras pasaba; largas, esbeltas y bronceadas. La actitud hizo posesión de su cuerpo inerte, y se volvió diabla. Sus noches se convirtieron en una dosis por día. Sus vestidos fueron disminuyen centímetros de la rodilla para arriba. Ya no usaba ropa interior. Aprendió a decir “si” a cualquier propuesta divertida y anuló su etapa de romanticismo. Adiós chica ingenua.
A la hora del almuerzo era un espectáculo verla caminar de puntitas con solo un pequeño plato de ensaladas: almendras, nueces, lechugas, tomates envueltos bajo sal y pimienta. El tenedor se excitaba de tan solo rozar sus labios húmedos del aliño.
Ella siempre fue bonita, pero descuidada. Su metamorfosis no paso desapercibida porque todos la adoraban. No cabe duda que una decepción amorosa puede ser la puerta para iniciar un cambio que quizá no tiene vuelta atrás.
La historia puede que comience recién ahora cuando Café Z en Miraflores había cerrado y por la prisa no tuvimos más remedio que ir al lugar más cercano. Ella había cambiado hasta su dieta, yo le di unos cuantos consejos, pero no creí que lo tomará tan en serio. Ella es determinante.
La historia puede que comience recién ahora cuando Café Z en Miraflores había cerrado y por la prisa no tuvimos más remedio que ir al lugar más cercano. Ella había cambiado hasta su dieta, yo le di unos cuantos consejos, pero no creí que lo tomará tan en serio. Ella es determinante.
- Te he dicho que no te pongas esa camisa, te hace ver gordo- Así es Christina ahora, una persona que no perdonaba crímenes de moda y tiene una actitud de perra. Y yo le respondí:
- He creado un monstruo. Ay Christina quien te ve ahora y te vio hace dos meses, no te reconocería.
- Todo es gracias a ti. Me despertaste.
- ¿Te desperté? - le pregunté.
- Así es - luego cambió la conversación.- Me duele la cabeza, hace tres días que no como nada más que barras de cereal y leche descremada, estoy aburrida.
- Todo es gracias a ti. Me despertaste.
- ¿Te desperté? - le pregunté.
- Así es - luego cambió la conversación.- Me duele la cabeza, hace tres días que no como nada más que barras de cereal y leche descremada, estoy aburrida.
- ¿Tu crees que a mi me encanta privarme de la grasa para disminuir un nuevo agujero a la correa cada mes? Me muero por comer pastas, pizzas y, sobre todo; papas fritas de Mcdonalds, pero...
- Pero la belleza cuesta - dijo ella.- Tú me lo dijiste - sentenció.
- Anoche tuve que fingir que estaba lleno cuando mi hermano trajo pollo a la brasa. Ojalá yo también escuchara mis propios consejos, aparentemente han funcionado bien contigo Chris.
- Y también contigo, vamos a McDonalds y comerás una ensalada como yo.
- Y también contigo, vamos a McDonalds y comerás una ensalada como yo.
- Entrar ahí es lidiar con mucha tentación. Quiero carne no hojas. - Le dije.
- La única carne que comerás es la d aun hombre el fin de semana, hoy me comes ensalada y punto.- dijo ella.
- La única carne que comerás es la d aun hombre el fin de semana, hoy me comes ensalada y punto.- dijo ella.
llegamos al local del fast food e hicimos la cola para comprar. Algo comenzó a sonar y moverse en el bolso de Christina, era su celular en modo vibrador.
- Oh no, tengo tres llamadas pedidas de mi jefe.
- Debe ser urgente.
Christina devolvió la llama y efectivamente, era tan urgente que me dejó solo en McDonalds.
- Amigo, discúlpame. Tengo que volver volando a la oficina, te veo allá.
- Bueno, ve, es trabajo.
- Señor dele una ensalada Cesar.- Dijo Christina al chico frente a la caja.
- No puedes con tu genio.
- No creas que te vas a librar. - dicho eso, Christina se fue.
Mi pedido salió de inmediato, tan rápido como Christina subiendo al taxi para regresar a la oficina.
- Señor dele una ensalada Cesar.- Dijo Christina al chico frente a la caja.
- No puedes con tu genio.
- No creas que te vas a librar. - dicho eso, Christina se fue.
Mi pedido salió de inmediato, tan rápido como Christina subiendo al taxi para regresar a la oficina.
Tomé asiento junto a las ventanas grandes del segundo piso y corté el pollo y las verduras con una paciencia envidiable en un mundo que se mueve a la velocidad de la luz. El chico de la mesa del frente hablaba por teléfono en voz muy alta y me distraía de mis propios pensamientos.
Miré por la ventana a la gente pasar, se consumían entre sí mismos, apresurados, lentos, contentos, serios, todos caminaban no había nadie quieto. Los buses pasaban por encima de todos, y todos por encima de los buses. El parque estaba lleno de globos. Los globos rodeados de niños, los niños rodeados de padres, los padres llenos de hijos. Era la hora del almuerzo en Lima, una gran migaja de pan llena de hormigas trabajadoras y explotadas.
Casi terminé de comer cuando levanté la mirada y me percaté que el chico que hablaba por teléfono en voz alta detuvo su mirada frente a la mía. Ambos teníamos el bocado en la mano esperando y nos mirabamos sin vergüenza alguna.
Mis pensamientos estaban mezclados, y solté el tenedor, me limpié el aliño de las comisuras con la servilleta y puse todo encima de la bandeja, me puse de pie, eché todo al tacho de asura y me dirigí al baño pasando por el lado del chico misterioso. Ya dentro de los servicios, me lavé las manos y la cara, al levantar el rostro me miré al espejo y encontré otro reflejo ademas del mío. Él entró, el chico del teléfono había esperado ese momento, lo noté en su mirada. Entró detrás de mí a por mí.
Me sorprendí porque sabia que él me seguiría, pero no creí que fuese tan certero en mi intuición. El chico tenia la cabeza rapada, muy guapo. El lunar en la mejilla lo hacía peculiar y fácil de recordar. Se metió a uno de los cubiculos y dejó la puerta abierta.
Todo quedó en suspenso, como un thriller ¿Es seguro? ¿Y si me hace daño? Hubo cierto peligro en el aire, pero no puedo negármelo, me encanta la idea.
No lo pensé demasiado, corrí hacia el cubiculo y sin dudarlo, cerré la puerta y lo besé. El hombre extraño me cogió entre sus suaves brazos. Mis manos calculaban unos 25 años, no más.
Me sorprendí porque sabia que él me seguiría, pero no creí que fuese tan certero en mi intuición. El chico tenia la cabeza rapada, muy guapo. El lunar en la mejilla lo hacía peculiar y fácil de recordar. Se metió a uno de los cubiculos y dejó la puerta abierta.
Todo quedó en suspenso, como un thriller ¿Es seguro? ¿Y si me hace daño? Hubo cierto peligro en el aire, pero no puedo negármelo, me encanta la idea.
No lo pensé demasiado, corrí hacia el cubiculo y sin dudarlo, cerré la puerta y lo besé. El hombre extraño me cogió entre sus suaves brazos. Mis manos calculaban unos 25 años, no más.
Intercambiamos ADN sin ni siquiera saber el nombre del otro, entre besos y caricias. Seguimos así hasta que el morbo asomó sus garras, y medio sus manos heladas bajo mi camisa y partí la suya que tenia botones a presión. La mano de él resbaló hasta los orígenes de mi humanidad, y mis manos escalaron hacia el pico más elevado. El lugar era limitado no hubo tiempo de extremos, pero los excesos se escurrían entre sus caderas ambos queriamos quitarnos la ropa, pero no funciona así. Llegamos a un acuerdo sin ni siquiera hablar. Era una película muda. Él tenia un mejor plan para terminar lo empezado. ¿Hay algo mejor que eso? Para mi es perfecto.
Salí algo nervioso y cuidadoso de que nadie se haya percatado de tremenda escena en el baño de McDonalds. Bajé la escaleras y me detuve en la puerta tratando de arreglar el cabello que él desordenó segundos antes.
En ese instante, comencé a dudar. Esperarlo o no. Él me dijo "Espérame en la entrada". Sin embargo, yo ya no estaba tan seguro. Es mejor huir con una historia interesante o convertir el final en un desastre.
Me percaté que él comenzaba a bajar al primer piso, y tomé una decisión: huí.
Me fuí sin mirar atrás, sonriendo por la travesura y sabiendo que es mejor dejarlo con ganas de más. Él no pudo siquiera preguntar mi nombre, ni mi número.
Tomé un taxi y desde la ventana del vehículo amarillo y los espejos retrovisores, ví como el extraño rapado y guapo me buscaba con la mirada.
Me percaté que él comenzaba a bajar al primer piso, y tomé una decisión: huí.
Me fuí sin mirar atrás, sonriendo por la travesura y sabiendo que es mejor dejarlo con ganas de más. Él no pudo siquiera preguntar mi nombre, ni mi número.
Tomé un taxi y desde la ventana del vehículo amarillo y los espejos retrovisores, ví como el extraño rapado y guapo me buscaba con la mirada.
Es una historia real, le sucedió a la amiga de una amiga, Christina... es broma, me sucedió a mí. Luego de contarle lo sucedido a mi amiga ella ahora padece de búsquedas de conductas sexuales y atracciones fatales con desconocidos en lugares públicos y arriesgados y no lo puede controlar. Y jamas, pero jamas se imaginó que habían cosas más ricas que las papas fritas en Mcdonalds.
Instagram: @elchicodelbusblog
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