NO TODO LO QUE BRILLA ES G@Y

Anoche, saliendo de la oficina, tuve muchas cosas en la cabeza: las fiestas, los regalos, las nostalgias y la soledad. Mientras esperaba un taxi, vi la gente apurada y concentrada en sus celulares. El chico que tenía la camisa dentro del pantalón y zapatillas converse era un lunar en medio de aquella multitud y me llamo mi atención de inmediato. Mi cuello dio una vuelta completa siguiendo su caminar. 

Pensé en caminar a casa al no encontrar un taxi vacío, no vivo tan lejos. Sin embargo decidí cruzar la pista hacia el otro lado de la calle donde pasaban más taxis. Una vez del otro lado, mire al frente hacia el lado de la calle donde estuve hace unos momentos, y aun estaba ahí el chico de los converse. Esperando en el otro lado. 

Mientras jugaba con mi celular, levante la mirada hacia el frente y me topé con la mirada del chico de los converses. Sus ojos mirando fijamente los míos.

Conexión visual poderosa e inesperada. Baje la mirada al sentirme intimidado. ¿Será que me conoce? ¿Lo conozco?

Baje la mirada y la dirigí hacia mi celular. Estuve así unos segundos pero mi curiosidad incrementaba. Creo que es un conocido, y he sido grosero por no saludarlo. 

El chico de las converse miraba hacia mi dirección, y se topaba con mi mirada. 

Me olvide de esperar un taxi y me concentre en mirarlo fijamente. Quizás así se animaba a saludarme, si mi sospecha es cierta. Quizás si es un conocido.

Él seguía al otro lado de la calle, y sentí que sus ojos se quedaron quietos en mi dirección un buen rato, como si me hablaran: “ven”.  

Mis sospechan estaban incorrectas, no lo conozco. Ahora tengo nuevas sospechas, y todo por culpa de su mirada. No tengo garantías pero esa mirada es de otro tipo, la misma que puedo encontrar una noche en la discoteca.

A eso sumado el outfit que lleva puesto, es mas apretado que un guante quirúrgico; y esas cejas están perfectamente depiladas. Su cabello esta estático por la cantidad desmesurada de gel y las converse de color amarillo me encantan. Es mi tipo. Tiene que ser. Creo que "es". 

Entonces me encontré en una paradoja: Se acerca él o me acerco yo. Uno de los dos tenía que hacer algo. Porque esas miradas ya eran demasiado. 

Esas miradas son así: como cuando piensas que alguien te mira y te haces el que no ve y de repente volteas para saber si te está mirando o no y resulta que si te está mirando y él también baja la mirada cuando tú lo miras.Tremendo trabalenguas. 

Solo nos separan un par de buses y autos. Todo menos taxis.

Había olvidado que tenía prisa por irme a casa, pero ya no podía hacerlo. Tuve curiosidad y me decidí. 

Me sacudí las inseguridades y moví mi cabeza dándole una señal de saludo. Pero que miedo tuve al hacerlo.  Sentí como mi garganta hacia un nudo espeluznante. Qué tal si no es lo que yo pensaba. 

Todo se quedo en suspenso un buen rato. Para mi sorpresa el chico de los converse respondió el saludo.Y en cámara lenta empezó a caminar hasta el lado donde se encuentra las rayas blancas del cruce peatonal. Esperó que el semáforo se pusiera en rojo y cruzo la pista…

Mis ojos se quedaron incrédulos. Se estaba acercando. ¿Qué hago? 

Había respondido mi saludo y ahora se acercaba. Sentí una mezcla de arrepentimiento pero a la vez una adrenalina en su estado más puro. Un extraño con converse amarillas viene hacia mí. 

Me quede inmóvil y espere que se acercara. Los números se reducían,me refiero a los metros de distancia. Ya lo tenía casi frente a mí pero él pasó por mi costado como un ventarrón de aire y siguió de frente. Me quedé así: ?

Cuando volteé para verlo, mi cara se puso roja tanto que no sabía donde ponerla. Fue uno de esos momentos incómodos en los que quieres que se abra la tierra y te trague entero. El chico de las converse estaba saludando a la chica detrás de mí que salía de una tienda, la beso en la boca y se fueron de la mano a tomar un taxi…

Por Carlos Gerzon