NECESITAS UN CLAVO


Al verme de mal humor y discutiendo con todo el mundo, un amigo me metió la mejor de las cachetadas para reaccionar, y sin ningún tipo de anestesia, me dijo: “Estúpido, ingenuo, desesperado” y lo más importante: “Necesitas un clavo”.  Alguien nuevo que te mantenga entretenido, y como la vida es una ferretería, puedes encontrarlos y empezar a construir nuevamente.

Pero yo me conozco.  Particularmente no resulta. Por el contrario, el problema se duplica. ¿Qué va a suceder cuando encuentre un inocente clavito y empiece a martillarlo?

Yo la pasaré bien y ese clavo también, hasta que empieza a mirarme de otro modo y se “clava” conmigo. No podré corresponderle de la misma manera. Ya me ha sucedido.

Para mí, eso de que un clavo saca otro clavo, como dice la canción, es pura rima. Sin embargo,  ya se me acabaron las opciones y, sobre todo, las teorías de la indiferencia. Cada tontería que se posa frente a mí, me recuerda mucho a los tiempos del primer clavo.

La verdad es que ganas no me faltan de andar clavando como loco de martillo, pero la mente es una desobediente. Lo que ordena tu cabeza de arriba puede ser desobedecido por los deseos de la cabeza de abajo.  

Es eso lo que hace falta, bloquear la mente y no dejarlo entrar. Salir a la ferretería y reunir todos esos clavos, y usarlos uno por uno. Salir a “clavar”.

Un clavo un día, otro clavito en la noche, y así arrasar con todo el stock hasta que tengas que recurrir a un tornillo…

Necesitas desaparecer esos pensamientos buenos que tienes a esa persona, para que hagas espacio a una nueva.

Puede comenzar como algo de una sola noche, una “buena clavada” y ya, pero como una vez escuche: “A veces así empiezan las mejores historias”.

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