EL CHICO BUENO ES MUY BUENO PARA MÍ parte 1
Cada cierto tiempo llega una persona especial
a nuestro entorno. Y desearíamos poder corresponderle de la misma forma. Esa
persona es simpática, buena onda, buena vibra, simpatiza con tus amigos y se
gana a tus padres. Parece el paquete completo, pero no nos interesa. No nos
gusta. Y parece que deberíamos intentarlo y no lo hacemos porque sabemos que el
verbo intentar suele estar de más cuando sabemos lo que queremos…
Cuando regresé de Europa, conocí a la persona
con todas las características que cualquier persona que me conoce diría: “Que
esperas para estar con él”.
No Pude.
Cuando nos vimos pro primera vez en la entrada
del cine, no entramos al cine porque yo decidí que deberíamos caminar y hablar.
Dentro de mí sabia que no duraría más de unos 10 a 15 minutos en esta cita. Nos
subimos a mi carro porque hacia frio. Una simple cortesía que tuve.
La buena vibra y honestidad que este chico
emanaba era super. No lo conocía mucho, sin embargo, fui capaz de detectar la
nobleza y buenos sentimientos que esta persona me transmitía. Decidí prolongar
la conversación con él. Poco a poco él fue captando mi atención.
Es lindo inclinándose para bonito y tierno.
Cejas pobladas y ojos grandes. Labios carnosos (si, si llegue a besarlo, pero más
adelante). Es esbelto, piel mestiza y
sedosa que mis manos al tocarlo se deslizaban con la suavidad de una pluma.
Esos 10 minutos limites que me puse se convirtieron
en 40. Casi una hora sin darme cuenta. Hasta que recordé que no importa que tan
lindo y buena gente es. No voy a seguir con esta farsa. La verdad yo solo quise
algo rápido, algo pasajero, algo que terminé en un: “te viniste?” y luego
marcharme. Cada uno por su lado.
Cuando sucede que el chico bueno aparece, deberías
darle una oportunidad. Pero simplemente no te gusta. No te emociona ni te deslumbra. No te provoca esas ganas de lanzarte y olvidar todas las reglas para empezar a
querer sin garantías sin importar lo que encuentres más adelante.
Eso me sucedió con este buen chico solo me
causaba ternura, al verlo tan frágil y de sentimientos de cristal que podrían
romperse al mínimo desprecio. No me emocionaba.
Y sucedió lo que me temía. En mi afán de ser
educado, atento y corresponder su nobleza, el chico bueno empezaba a emanar ese
brillo de emoción en los ojos, el cual reconocí al instante. Ese mismo brillo
es aquel que uno tiene cuando conoce a alguien que le gusta y gustaría conocer
un poco mas. Prospecto de saliente.
Sí, me di cuenta que le gusté más de la cuenta.
¿Ahora como salgo de este embrollo?
Puede resultar fácil salir y ya. Simplemente
con un “Me tengo que ir”. Pero no quería irme sin besarlo. Degustarlo como un
bocadito y catarlo como un vino.
Tengo que ser honesto, cuando alguien no me
interesa puedo ser cruel. Y no porque soy malo, al contrario, trato de ser frio
para dar una señal de desinterés. Y no me creo un actor o influencer de Instagram,
es solo un mecanismo.
Supe que el chico bueno querría salir e ir a
tomar algo o cenar. Entonces tenia que actuar y mientras él hablaba de sus
estudios en danzas artísticas, el ballet una de ellas. De ahí que tenga esa
postura y garbo. Habilidades que me mostraría dentro de poco. En mi cabeza yo
buscaba entre mis archivos algún pretexto creíble. No quería ser cruel y decirle:
“No quiero”.
El chico bueno tomó la delantera, hizo un
movimiento de ajedrez que no me esperaba. Me puso en jaque. Me besó el primero,
lo cual me sorprendió gratamente.
Mis demonios empezaron a salir. Mis manos
comenzaron a recorrerlo hasta su entrepierna. Él cerró los ojos y se dejaba
tocar. Luego él suspiraba y pensaba en voz alta: “Es la primera vez que hago
esto…” y yo le creo (Sé que muchos dicen lo mismo en el primer encuentro o
cita)
Yo le creo porque los 60 minutos antes de este
beso y manoseo, fueron suficientes para detectar sus intenciones. Él no buscaba
lo que estaba sucediendo, él lo encontró.
Me encargué de hacerle creer que yo tampoco había
hecho algo parecido antes. Mentí. Jugué con su inocencia, un poco. Pero tampoco
es un niño, aunque le llevo varios años.
Creo que es la primera vez que hace algo
parecido. Dejarse llevar por una buena conversación, donde los intereses y
temas de conversación surgían como en una maquina de tragamonedas luego de un
golpe de suerte.
Pasaron varios minutos de besos y manos. Definitivamente
el horno ya estaba lo suficientemente caliente, era hora de lo siguiente.
Ambos estuvimos de acuerdo en llevar nuestro
primer encuentro al último nivel: la cama.
Continuará.
Por Carlos Gerzon
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