EL CHICO DEL BUS Cap. #16 EL DECAPITADO

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En estos tiempos, es mucho más fácil para los chicos conocer otros chicos. No me imagino como debió ser para aquellos que vivieron en los setentas, ochentas, incluso noventas y principios de los años dos mil. Todos aquellos que vivieron sus años 20 en esas épocas, créanme que lo lamento desde el fondo de mi corazón. Lamento que no hayan vivido su juventud en estos tiempos locos y divertidos. Donde un like puede ser el inicio de una hermosa amistad o una relación a corto plazo. Donde un match en tinder puede convertirse en un matrimonio proveniente de una relación que todos pensaban que no llegaría lejos.

Estimados hombres gay adultos que no han encontrado pareja, déjenme decirles algo: nunca es tarde. La edad es lo de menos si el espíritu es joven. Y las ganas aún son las mismas que cuando tenías dieciséis y te escondías en el baño a masturbarte con alguna revista. No se desanimen. Los 40 son los nuevos 30 y los 30 los nuevos 20. A veces, una buena conversación con un extraño en un chat es mejor que tratar de ligar en una discoteca donde la bulla no permite conocer más allá del físico y conversaciones superficiales. En estos tiempos (mis favoritos) en la tranquilidad de tu cama por la noche puedes conocer a personas interesantes.

Lo raro de la conversación por grindr con el argentino es que parecía otra persona. Su personalidad divertida no se reflejaba en sus mensajes. Y lo extraño es que intercalaba el “vos” y el “tu”. Como si el tiempo en Lima le hubiese ayudado a corregir su español para que este parejo con el resto de Latinoamérica.

Me pareció extraño que el argentino me haya escrito por Grindr. Le di mi número ¿Por qué no usaría el whatsapp?

Muchas teorías pasaron por mi mente. Su amigo no parecía gay por ninguno de sus costados, es probable que Donato prefiera mantener un perfil bajo, o podría ser que no anotó bien mi número y recurrió a otras formas de encontrarme.

¿Estoy siendo egocéntrico? Probablemente sí. Pero creo que todos nos damos cuenta cuando le gustas a alguien, eso se nota. Y cuando no le gustas a alguien, se nota más. Y no es el caso.

Me emociona conocer a alguien nuevo y me gusta la idea de que Donato use la aplicación, eso solo afirma mis sospechas sobre sus gustos. Aunque mi perfil no sea del todo explícito, puede que me haya reconocido si es un buen observador. 

Su foto en el perfil está dentro de la categoría de decapitados. No podría reconocerlo. Pude preguntarle quien es, pero no quise arruinarle el juego. Simplemente asumí.

Han pasado veinte minutos desde que comencé a conversar con Donato en grindr, y en ningún momento me mencionó lo de la salida de mañana por la noche. Lo cual me pareció extrañó ¿Hubo algún cambió de planes? Si es así no lo culpo. Él está en una ciudad donde nadie lo conoce. Yo haría lo mismo, conocer y disfrutar la variedad de aventuras que conlleva todo viaje al extranjero. Yo no haría planes, dejaría que apareciesen solos.

Durante la conversación Donato parecía preguntar mucho sobre mí. Era tiempo de que yo también hiciese algunas preguntas.

-          ¿Y viajas mucho?
-          Si
-          ¿Por qué elegiste Lima? – le pregunté esperando cualquier respuesta corta. No me esperaba lo que estaba a punto de contarme.
-          Bueno, es una historia algo larga…
-          Tengo tiempo, cuéntame.
-          Hace un año aproximadamente conocí a un peruano. Yo le gustaba mucho.
-          ¿Y a ti te gustaba él?
-          Sí, pero no buscábamos lo mismo.
-          ¿Qué buscabas?
-          Nada. Solo quería divertirme. Tenía novia en ese entonces.
-          Ah, mira que interesante… - le respondí.

Este tipo de chicos “bindencisos”, como suelo llamarlos, me estresan. Son como un día de lluvia en Lima, nunca se sabe si después de mojarte saldrá el arcoíris…

-          ¿No te estoy aburriendo con mi historia? – escribió Donato
-          Para nada, continua. – dije resignado.

De hecho es mejor este tipo de conversaciones que las otras. Las de siempre. Las banales. Las cuales terminan en el envió del pack o nudes.

-          Bueno, terminé con mi novia hace como dos meses. Y lo primero que pensé fue en él.
-          ¿Han vuelto a hablar?
-          No es tan fácil. Me odia. Y lo entiendo. Fui mala onda con él. Y él siempre esperó que yo “saliese del armario”, y esa es una posibilidad que yo no consideraba en ese momento.
-          ¿Y ahora sí? ¿Ahora si piensas salir del armario?  - le pregunté con mucha curiosidad.

No lo voy a juzgar ni decirle lo que a mí me suelen decir “Ya supéralo”. No pierdo nada siendo amable y leer su historia. Yo también he tenido sin sabores. Pasaron varios minutos y Donato no respondió mi pregunta. Para no hacerlo sentir incomodo seguí la conversación.

-          A mí me sucedió lo mismo. Conocí a un chico con novia.  
-          ¿Y qué pasó? – preguntó Donato.
-          Dejé de verlo.
-          ¿Por qué? – insistió Donato.
-          ¿Te parece poco que tenga novia? Él me lo ocultó. Es una historia muy fantástica. No la creerías.
-          Bueno tengo tiempo, cuéntamela.  

No quise contarle nada. Dejé el celular un momento y me dirigí a la cocina por un vaso con agua. La noche soplaba una brisa fresquísima. Me paré en la ventana a fumar un cigarro.

La conversación con Donato me recordaba los mensajes que solía enviarme con H. Siempre lograba capturar mi atención y pasaba muchas horas mirando el celular, respondiendo cada mensaje y cada emoji. Enviando audios y riéndome en plena madrugada.

Regresé a mi cama y cogí el celular. Habían transcurrido como diez minutos y Donato había escrito:

-          ¿Sigues ahí?
-          Si, aquí estoy.
-          Ya no te pregunto más si no te voy a molestar. – dijo Donato al percatarse que no le respondí la última de sus preguntas.
-          No me molesta. Antes quiero saber más de tu historia. Cuéntame que pasó con el peruano.
-          Pensé en escribirle pero cambio de número.
-          ¿Instagram o Facebook?
-          No, nunca intercambiamos esos datos. Yo soy muy estricto con la privacidad.
-          Bueno tu privacidad es tu condena.
-          Lo sé, no puedo quejarme. Me gustaría encontrármelo.
-          Si te lo encuentras ¿Qué le dirías?
-          Le diría que lo extrañé luego de que se fue de mi casa la última vez que discutimos. Se fue molesto.
-          ¿Qué le hiciste?
-          Estábamos muy fumados y bueno, perdí la noción del tiempo. Había olvidado que mi novia llegaría esa noche. Pero no podía decirle eso, porque se enfadaría.
-          ¿En serio?
-          Si. Fue la última vez que lo vi. Me comporté como un patán. Le mostré indiferencia. No quise hacerlo pero tuve que hacerlo. Lo había ilusionado mucho. Fui egoísta y si le explicaba todo me hubiese perdonado, y yo no quería eso.
-          No querías que te perdone ¿Por qué?
-          Porque si lo hacía se ilusionaría aún más. Y yo no le podía dar lo que buscaba: Una relación.
-          Entiendo, entonces lo trataste mal para que él se fuera y te odiara.
-          Exacto. Yo no iba a cambiar.
-          Entiendo. Y ahora ¿Ya cambiaste?
-          Bueno eso depende.
-          ¿De qué depende?
-          De él.  

Me sentí estremecido por su historia.

-          Dices que todo esto fue hace un año, tranquilamente podrías olvidarte de todo esto – le dije haciéndome el insensible.
-          Es verdad. Pero los humanos somos egoístas y también caprichosos. Solo pensamos en nosotros y queremos lo que queremos – dijo Donato. Y esas palabras me recordaban a la forma de hablar de H.
-          Nos encaprichamos – respondí.
-          Bueno ahora quiero saber tu historia- Donato preguntó.

En ese momento me detuve antes de responderle. Mi historia con H es similar a la de Donato.

-          Bueno si quieres escucharla tendrá que ser en persona.
-          ¿En serio?
-          ¿A dónde iremos mañana? -  le pregunté esperando que Donato recordará lo que me dijo hoy en la tarde antes de despedirnos.
-          Bueno mañana podríamos hacer algo.
-          Si gustas nos encontramos en el hospedaje donde te estas quedando. ¿Saldremos con tu amigo?
-          No entiendo – respondió Donato.
-          ¿Estas fumando? – le pregunte al percatarme de su mala memoria.
-          Quizá.
-          Guarda un poco para mañana.

Donato actuaba como si no hubiésemos tenido la conversación en el parque.

-          Entonces mañana nos vemos. Pero antes cuéntame un poco.
-          ¿Por qué tanto interés?
-          Bueno no puedo dormir al igual que tú – respondió Donato.  

Ahí va otra vez. Donato no estaba escribiendo como un argentino. ¿Dónde estaban las palabras argentas que tanto empleaba hoy en la tarde? En lugar de "tu" no se supone que debe usar “vos”.

-          ¿Me vas contar? – insistía Donato.
-          Está bien. Te voy adelantar un poco de la historia.
-          Dale ¿Qué pasó con tu chico?
-          Al igual que tú, es bisexual. Tenía una novia y me hizo creer muchas cosas solo para acostarse conmigo. Y bueno al final nos peleamos y decidí no volver a hablarle.
-          Es la historia más rápida que me han contado – acotó él.
-          Te digo que mañana te cuento con lujo de detalles.
-          ¿Por qué se pelearon?
-          Me sentí como usado.
Donato no respondió nada por varios minutos. Luego de un rato escribió.
-          Tengo que irme ¿Te parece si mañana nos encontramos?
-          Si.
-          ¿Dónde?
-          Bueno para que no te pierdas en esta ciudad, te parece bien en el Faro de Miraflores.  
-          Perfecto. Mañana tenemos mucho de qué hablar.
-          Sí, pero tratemos de divertirnos en lugar de hablar del pasado ¿No crees?
-          Creo que será inevitable – respondió envolviendo la conversación en misterio.

Estaba por cerrar la aplicación pero Donato escribió un último mensaje.

-           ¿Dónde lo conociste?- su pregunta se me hizo rara.

Donato estaba muy interesado en mi historia. Me gustaba más la conversación que tuve con él en persona que por mensajes. Aun así logró su objetivo. le respondí:  

-          Lo conocí en un bus.
-          El chico del bus – agregó él.
-          Así le decíamos mi amiga y yo.
-          ¿Qué amiga? ¿Mía o tuya?
-          Mía.
-          Se llama Mía – respondió Donato…
-          De hecho si, se llama Mía – le respondí y hasta ese momento no me había dado cuenta de todas las pistas que estaba recibiendo. Luego se despidió.  
-          Bueno g, mañana nos vemos a las 10 donde quedamos. 

Cuando escribió "g", un sentimiento de asombro recorrió mi cuerpo y abrí tanto la boca de la impresión que al usar mis manos para taparla dejé caer mi celular sobre la cama.  Solo habia una persona que me llamaba así; ese mensaje fue como si hubiese visto el final de un episodio de Games of thrones, algo inesperado y que no podía creer que estuviese pasando.

Este no es Donato. Y aunque me haya dado cuenta tarde, creo saber quién es.

-          ¿Quién eres? – le pregunté directamente sin analizarlo.

Pasaron varios minutos y ya no hubo respuesta de ningún tipo, él se desconectó de la aplicación.

 Al día siguiente por la mañana del sábado, luego de hacer las compras para el almuerzo ingresé a grindr. El perfil de Donato había desaparecido sin rastro alguno. Me quedé desconcertado y me sentí algo estúpido. Como parte de una broma.

Él es tan inteligente y calculador que lo creo capaz de armar semejante pantomima. Ahora entiendo porque me contó esa historia. No es que se parezca a mi historia con H, sino que realmente ¡si es mi historia con H!

Puta madre es él.

Continuará…



Leer Capítulo XVII: Boomerang


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