DÉJAME CONTAR LAS PECAS DE TU ESPALDA



Cuando te vi, tú sonrisa me paralizó como una mamba negra saltando directo hacia mi rostro, envenenándome y controlando la situación. Fui tú presa desde el día uno y  ni Beatrix Kiddo podría vengarme.

Ya he encontrado antes innumerables miradas y sonrisas, pero las tuyas tenían esa magia que solo los magos de Hogwarts pueden lograr. No necesitas una varita para tenerme bajo tu hechizo; contabas con un par de trucos bajo la manga, y también bajo la camisa que te saqué la primera vez que pasamos una noche.

Fue poco el tiempo, pero fue suficiente para dejarnos llevar como dos hojas de otoño por la corriente del sur. 

Qué bello es dejarse conocer rápido y sin titubeos. 

No hicimos preámbulos innecesarios, hicimos lo que quisimos y a ambos nos pareció perfecto.

Encontrarte sin buscarte fue la mejor parte de todo, como el fuego lento que calentó mi invierno, abrigandome no solo con abrazos, también con besos nuevos.

Eres bello.

 Todo entra por los ojos, pero también entraste en mi cabeza. Tu conversación interesante combinaba con mis oídos. Te presté atención como un niño a una función de títeres.

Te digo todo esto, porque mi vagabundo corazón ha andando por todo el mundo dejando amores pasajeros en las estaciones, aeropuertos y centros comerciales. Tu me hiciste sentir especial desde que me preguntaste la hora en un paradero de bus. 

No importa cuales fueron tus intenciones cuando te acercaste a mí. Esas intenciones cambiaron cuando me escuchaste y cuando nos miramos. Llevamos nuestra historia hasta el capítulo más interesante, cuando nos encerramos bajo mis sabanas y desatamos todos los nudos y nos saltamos todas las normas.

Me dejaste contar tus pecas en la espalda y enredar mis dedos en tus rulos. Me dejaste conocerte y también lograste que yo me dejase conocer, porque normalmente es difícil que yo salga de mi burbuja.

Nos acurrucamos en cucharita mientras te canté en voz baja las letras de something to remember. Poco a poco nos llenábamos de una historia para contar luego.

Y justo cuando pensé que la noche había acabado y que el hechizo terminó, ambos decidimos dar un paso más. Varios pasos más.

Bailamos bajo varias luces y gritamos nuestros nombres varias veces. Nos besamos con frenesí porque sabíamos que, al salir el sol, desapareceríamos; porque las mejores historias románticas no tienen que durar toda una vida, basta con una gran noche.

Van a pasar muchos meses, y aun tengo memorizadas tus pecas. Las conté cuidadosamente. Pasarán dos o tres inviernos y me acordaré como nos conocimos, en aquel paradero bajo la fría noche de la mágica ciudad de Buenos Aires.

Come on Marty Mcfly préstame esa maquina del tiempo,  la necesito para volar hacia sus brazos, esos brazos también me extrañan. Llévame a ese agosto tan bonito.

En mil seiscientas vidas voy a reencarnar y cada una de ellas lo va a recordar, la cantidad de pecas que conté, los besos que te di, las historias que te conté. Es difícil de olvidar a alguien que te dio tantos momentos para recordar en tiempo record. Bienvenido al Guinness.


Esa noche fui otro contigo, uno que ya no soy.



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