EL CHICO DEL BUS Cap. #30 H-ISTORIA
El sueño se me pasó
rápido al igual que lo sucedido con A, cuando encontré en mi celular el mensaje
del impostor. Sin perder el tiempo, K se sumó a la misión; era hora de
descubrir a este farsante.
- ¿Qué más te dijo? – preguntó K.
- Me dijo para vernos en la tarde en Miraflores.
- ¿Por qué siempre Miraflores es el lugar de encuentro de estos cabros? No
entiendo. No tienen imaginación – decía K de manera sarcástica y agotadora.
- Lo cite en un lugar publico.
- Mejor, y ten cuidado; puede que sea un asesino en serie. Esos que matan
a los homosexuales y los descuartizan metiendo sus pedazos en maletas y luego se
reparten por toda la ciudad.
- No tengo miedo, tengo mucha ansiedad. Como que tengo un mal presentimiento.
- ¿Quieres que te acompañe? – propuso K.
- No será necesario. Como te dije lo cité en un lugar publico. Mira – le
enseñe mi celular donde tenia la aplicación de grindr abierta con la
conversación.
- ¿Y qué le dirás cuando lo veas? Por que se dará cuenta que no eres el
de las fotos que le hemos enviado para atraparlo.
- No lo sé. Por último, seria un conchudo si se molesta. Él comenzó esto.
Uno de los amigos
de K, se acercó y nos ofreció un porro.
- No gracias- le dije.
- Fuma, lindo. Estas muy sobrio. - Insistió aquel chico.
- Hace un rato estaba todavía mareado, pero se me pasó todo.
- ¿Y eso por qué? Toma con nosotros.
- Estamos en una misión, querida – le dijo K a su amigo y le mostró la
foto de H.
Me enfadé un poco
con K porque se supone que es un secreto, sobre todo para cuidar la identidad
de H.
- ¿Quien es? ¡Está buenazo! – dijo el amigo de K, y agregó un comentario
imposible de ignorar:
- Espera ¿Qué no es Helmut Veramendi?
- ¿Qué? – respondió el otro amigo.
- ¡Luca mira, nuestro es exjefe! – dijo el amigo de K dirigiéndose hacia una
de sus amigos.
K y yo nos miramos
y nuestros ojos se quedaron abiertos como si hubiésemos visto un fantasma.
- ¿Tu exjefe? – pregunté con la lengua entrecortada.
- Explícanos de donde conoces a este hombre – exigió K.
- Chica, el es jefe de contenido en “Metropolis”.
Cerré los ojos y
respiré profundo para no desmayarme.
- Todos los gays de esa oficina se morían por él – continuo el amigo de
K.
- Nosotras incluidas – dijo Luca el otro amigo de K.
- ¡Quiero saberlo todo! ¡Te escuchamos! – dijo K mirándome con recelo y
temor. Sabia que yo estaba molesto.
- Todos sospechábamos de él.
- ¿Se le notaba?
- Para nada, al contrario, tenia flaca y todo.
- Creo que siguen juntos – agregó Luca.
- ¿Como sabes? – preguntó el otro amigo de K.
- Porque la sigo en Instagram.
- ¡Me muero! Es un gay de closet, pensé que esos hombres estaban extintos
– replicó el amigo.
Yo me quedé mudo y
perplejo durante toda la conversación, tratando de hacerme ajeno. Mientras Luca
y el otro amigo de K contaban la Historia de H.
- Bueno todos creíamos que por ahí tenia sus cosas ocultas.
- A mi me contaron que se fue con su practicante a su casa.
- ¿Su practicante? – preguntó K.
No entendía lo que
estaba sucediendo. Para mi H era nuevo en todo esto, pero sin embargo ahora me
vengo a enterar que ya hay una historia.
Efectivamente H
tenia una historia antes de conocernos. Historia con H de hallazgo humano
homosexual.
Me había engañado
todo este tiempo. Mi preocupación por cuidar a H y su secreto se habían
convertido en una histeria y frustración. Ahora solo estaba intrigado por
conocer más.
- Cuéntanos todo por favor – les dije a ambos chicos amigos de K.
Los dos chicos se
sentaron a nuestro costado mientras nos ofrecían el porro, el cual acepté esta
vez. Comenzó a hablar el amigo de K, que se llama Sergio y luego agregaba datos
el otro amigo; Luca.
- Bueno, yo trabajaba en “Metropolis” en el 2014 hasta el 2016 aproximadamente,
como practicante. El señor Veramendi, bueno así le decíamos, era o aún es jefe
de contenido del suplemento sabatino de ese periódico. Absolutamente todos y
todas moríamos por él. Guapo,
carismático, inteligente, interesante y muy sexy. Los casual Friday venia con
polos y se le notaba lo bíceps. Literal todos queríamos con él o al menos ser
su practicante; Uno al cual despidieron.
- ¿Lo despidió? ¿por qué? – preguntó K.
- Ahí viene lo bueno chica. Una amiga de este practicante nos contó que
Helmut pidió que no le renovaran el convenio practicas. O sea, no lo
despidieron, mejor dicho, no le renovaron.
- ¿Por qué? – pregunté.
- No se sabe con exactitud. Pero esto es lo que se rumorea; dicen que el
chico se le lanzó en el baño de la fiesta de fin de año del periódico. Eso fue
en el 2014.
- Me muero – K empezaba a hiperventilarse.
- Pero ya tenían historia ah – agregó Luca.
- ¿Que historia? – pregunté entre curioso y celoso al punto de la histeria.
Sergio siguió contándonos:
- El practicante era de Ica, no recuerdo su nombre. Tenia
como un año trabajando en Lima. Era super capo ese chibolo, se ganó la
confianza de todos. Es mas, él empezó como practicante de la coordinadora de
Helmut.
- Helmut lo detestaba – agregó Luca que también
trabajó en Metropolis – Todos pensábamos que el señor Veramendi era homofóbico
porque al chico se le notaba lo gay hasta por los poros.
- En las reuniones, cada vez que Helmut tomaba la
palabra, este chico tenia algo que refutar y los demás le daban un silencio
aprobatorio. Como dándoles la razón – agregó Sergio.
- El rumor empieza cuando Helmut, su coordinadora y
dos practicantes (este chico y mi amiga) se quedaron hasta tarde terminando una
presentación. Mi amiga me contó que cuando ella se fue, Helmut se quedó conversando
con este otro practicante. Pasaron dos semanas y el chico pasó a ser
practicante de Helmut.
- Ese chibolo era tan evidente que se notaba que
babea por su jefe – agregó Luca.
- Cuando venía la novia de Helmut para almorzar, se metía
unos rajes intensos con mi amiga. Y así poco a poco Helmut comienza a entablar
una relación más laboral y cercana con el chibolo. Esta relación aumenta al
punto que siempre se quedaban hasta tarde trabajando, sobre todo los fines de
mes. Un buen día ambos se quedan hasta muy tarde en la oficina. Eran cerca de
las once de la noche. Mi amiga se fue un poco antes y nos contó que cuando se
fue, el chibolo se subió al auto de Helmut y se fueron.
K tenia la boca semi abierta y yo solo intentaba no
salir gritando. Sergio siguió con la historia.
- Mi amiga se hizo pataza del practicante de Helmut y
un día salieron a juerguear los dos con otros practicantes. Yo no fui porque
estaba enfermo. Y mi amiga le preguntó sobre esa vez que se subió al carro de
su jefe y el chibolo le contó, que Helmut lo llevó hasta su casa y entró porque
quería usar el baño y se quedaron horas de horas hablando.
- ¿Y que pasó? – preguntçe casi gritando y con un
nudo en la garganta, a puertas de la histeria.
- Bueno, mi amiga dice que estaba borracha, y el
chibolo le dijo que Helmut y él tuvieron algo.
- ¿Me muero, pero no tenia novia? – exclamó K.
- Querida ¿Eso cuando ha sido impedimento? – dijo
Luca y todos rieron.
- ¿Qué más? – insistí.
- En la fiesta de fin de año, el chibolo se emborrachó
como no tienen ni idea. Y se le pegaba al Sr. Veramendi. Algunos dicen que le
manoseaba- dijo Sergio.
- ¡Qué escándalo! – agregó Luca mientras le daba un
hit al porro.
- Y dicen que por esa razón lo despidieron. Bueno, en
realidad no lo despidieron, simplemente no le renovaron, casi lo mismo.
- Por perra – agregó K.
Me puse de pie y fui al cuarto de K. Él vino detrás de mí.
- ¿Qué te pasa? ¿Estas bien?
- Si, déjame solo porfa, quiero dormir – le dije
entre sollozos a K.
Dormí toda la mañana hasta la tarde. Como a las cuatro
desperté asustado. La cita con el impostor era dentro de una hora.
Regresé a mi casa, me bañé y me cambié. Salí de
casa rumbo a Miraflores, la cita era por el malecón cerca a “El beso francés”.
Yo le indiqué al impostor como iría vestido, pero al final fui con otra ropa
por si me arrepentía y no deseaba que me reconociera. Sin embargo, él me dijo
que iría con un pantalón de jean y un polo color verde.
A las cinco de la tarde en punto estuve en el lugar.
La ansiedad se había comido todas mis uñas. Estaba nervioso. De repente veo a
lo lejos un chico con la ropa que me había descrito el impostor. Debe ser él.
Había mucha gente ese día, mientras más me acercaba
más ansioso me ponía. Mi celular comienza a sonar y me pegó tremendo
susto, era H llamándome. Ignoré su llamada y llegaron más mensajes uno tras
otro. Nunca lo había sentido tan insistente. Yo estaba entre ardido y concentrado
en el impostor.
El impostor se sentó en el parque y me acerqué a
él. Mi celular volvió a sonar, y cansado de la insistencia, me dispuse a ponerlo
en modo avión, pero al ver la pantalla me di cuenta que no era H, esta vez era
K llamándome. Me extrañó un poco, así que le contesté.
- ¿Qué paso?
- ¿Ya te encontraste con tu impostor? – preguntó K.
- Lo tengo frente a mí.
- Ya averigüé como se llama el practicante de tu querido H, Sergio preguntó a su
amiga – dijo K.
- Bueno, luego me cuentas.
- No tonto, ¿no te das cuenta? Ese practicante es el impostor, quien más podría ser...
- Bueno, luego me cuentas.
- No tonto, ¿no te das cuenta? Ese practicante es el impostor, quien más podría ser...
Cuando K iba a decirme el nombre, el impostor se
puso de pie y al verme casi frente a él con el celular se acercó con una
sonrisa gigante.
- ¡Hola! ¿Cómo has estado? ¡A los años! – Dijo eso y
me dio un abrazo. Yo me quedé sin habla e inmóvil. Tieso como un cadáver.
- No te veo desde el colegio – agregó aquel chico.
En ese instante toda mi mente quedó en blanco. No tuve tiempo de reaccionar, solo sabia que yo
conocía esa cara y esa voz. Mientras la llamada de K seguía en línea y me dio
el nombre confirmando lo que yo temía:
- Se llama S.
Fin.
Por Carlos Gerzon
Instagram: @elchicodelbusblog
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