EL CHICO DEL BUS Cap. #41 EL CHICO DE LOS MENSAJES POR INSTAGRAM
Necesito estar solo por un tiempo para que mi cabeza termine de procesar mis emociones y sentimientos, y de ese modo encaminarlos hacía un lugar seguro. En estos días, basicamente bajo un limite de tiempo, le he ordenado a mis neuronas una misión, dejar de pensar que en algún momento H estará conmigo porque a su lado no hay tierra firme. Es como una zona telúrica donde todo el tiempo estoy tambaleándome,
tropezándome y cayéndome una y otra vez por él. De hecho, estar con él
es la opción que todos mis amigos me recomiendan evitar; "olvídate de él", "tiene
novia", "no sabe lo que quiere", "no te toma en serio", "te usa", y un sinfín de
motivos válidos que mis amigos no se cansan de repetir. Sin embargo, solo existe una persona que cree
en H; y sostiene la teoría de que el momento adecuado aun no llega, por lo tanto, no debería
renunciar a él. Esa persona cree mucho en la sabiduría del tiempo y como éste arregla nuestros instantes para que sucedan en el espacio y lugar correcto. Esa
persona es la única que realmente cree que H y yo funcionaríamos en una relación
escabrosa y distante del presente. Esa persona es mi amiga Mía.
-
Esa forma en que se conocieron H y
tú no le sucede a cualquiera – Mía me había llamado por teléfono y empezamos a
hablar de él.
-
A mí me pasa todo el tiempo y siempre es lo mismo; conozco a
alguien, pero suceden dos escenarios, o vive lejos o tiene a otra persona ocupando un espacio
significativo en su cabeza.
-
Son muchas casualidades.
-
Él tiene una enamorada y te
recuerdo que esa chica es tu amiga.
-
Romina no está enamorada, está cegada.
-
Obviamente. Debe estar ciega para
no darse cuenta con qué clase de hombre está relacionada. No es que él sea malo,
es que aún no decide que camino tomar.
-
La quiero mucho, pero todo sabemos
que su relación con Helmut es pura pantalla. Todos saben que siempre andan
peleando, no importa si sonríen para las fotos o aparecen en los sociales de
las revistas, ellos dos son el ejemplo de una relación superficial.
Mía conoce a Romina hace años, aunque no
tantos como me conoce a mí. Ella siempre estará de mi lado y yo del suyo. A pesar de lo que pueda pasar hoy, debo ir a su cumpleaños. Me digo esto frente al espejo como una advertencia porque
mi sentido de la intuición es preciso como un reloj. Sé que hoy los veré
juntos. Mía de seguro ha invitado a Romina quien vendrá de la mano con H, pero
no me atrevo a confirmar mis sospechas con ella, sería muy egoísta de mi parte decirle todo esto a mi amiga.
-
¿Y que vas a hacer con Sergio? –
preguntó Mía.
-
S me preocupa. No sé nada de él
desde el reencuentro.
-
¿por qué te preocupa tanto?
-
Es muy intenso, más que yo.
-
¿se puede ser más intenso que tú?
-
Tarada – ambos reímos.
Había pasado una semana desde el reencuentro
de exalumnos, y Mía y yo no pudimos reunirnos para chismosear de todo lo que había
acontecido, tuve que contarle por teléfono algunos detalles de aquella
noche loca mientras a ella le hacían la manicura. Atendía mi llamada y pienso que
no me presta mucha atención, y lo entiendo, tiene poco tiempo para quedar
lista para su fiesta.
-
No sé como hicieron para quitarle el celular a Sergio y no se diera cuenta.
-
Borré todo.
-
Aún así, puede guardar copias en
la nube o su lap top.
-
Lo mismo dijo él.
-
¿Y si negocias con él?
-
Imposible, no se puede negociar
con terroristas. No confió en él.
Ambos nos quedamos callados, y luego oí como ella le
decía a la manicurista que tuviera cuidado con sus uñas; su fiesta será esta
noche en la terraza del Hotel Radisson. Eran las seis de la tarde y yo aún no
tenia idea de que me iba a poner. Estoy más preocupado por encontrar trabajo,
eso me ayudaría a concentrarme en otros asuntos.
-
Quizá deba esperar a que S haga algo
para reaccionar- dije.
-
No, haz algo mejor – dijo Mía
mientras le gritaba a la manicurista que al parecer le estaba haciendo doler
las uñas mientras ella hablaba conmigo por teléfono.
-
Mía mejor hablamos luego
-
No escúchame. Esta idea te va a
gustar.
-
Te escucho.
-
Dices que la noche que A fue a devolver el celular, Sergio lo confundió contigo y por eso besó a A ¿algo asi?
- Pues sí.
-
¿Y si lo enamoras? Así lo puedes
controlar.
En el momento que dijo eso, me impresionó la manera en que menospreciaba los sentimientos de las personas. Pienso que es horrible y de mal gusto usar el
amor o lo que una persona siente por ti para controlarlo, sin embargo, no me
puedo indignar con la idea que sugiere Mía, ni tampoco puedo hacerme ajeno al
asunto, ya he hecho eso antes, con D.
2016
Ocurrió durante el tiempo de luto que pasé
como una viuda negra cuando H me echó de su departamento aquella noche. Estaba
molesto con él y conmigo mismo porque yo me puse en aquella incómoda situación. Si es verdad que nuestras decisiones nos definen, entonces soy un gilipollas. Recuerdo que no tenía ganas de estar en mi casa mientras caminaba sin rumbo, porque mi mamá parece como si pudiera leer mi mente o me conoce más que yo mismo, estoy seguro que si entraba a
mi casa con esa cara se daría cuenta que andaba sufriendo de mal de amores y, a
decir verdad, entre ella y yo las conversaciones sobre chicos son nulas.
Caminé por la parroquia blanca y me detuve a
fumar el último cigarro que le robé a H y, mientras revisaba mi instagram,
encontré un perfil que había dado like a veintisiete fotos mías, algunas
recientes y otras de años anteriores. La persona que había revisado todo mi
perfil se sumergió en él hasta llegar al inicio de mis fotos del 2013 y 2014.
Regresé a casa y entré por curiosidad a dicho
perfil @diegospaceboy y no tenía foto de perfil ni publicaciones. Un misterio
el cual tuve ganas de resolver. Seguí el perfil y de inmediato él me escribió varios mensajes.
-
Hola.
-
Hola.
-
¿Despierto tan tarde?
-
Apenas son pasadas la medianoche,
no es tan tarde.
-
¿no tienes sueño?
-
No mucho.
-
¿por qué?
En ese momento decidí que contarle tus
problemas a un extraño podría ser algo catártico. No veo porque no liberar mi
mente de todas las palabras que H había dicho hace unas horas. Todas las
oraciones que salieron de su boca alteraron mis nervios y colapsaron mi
autoestima.
-
Es por culpa de un chico ¿no? –
dijo aquel internauta antes de responderle.
-
¿por qué piensas eso?
-
Porque en mi caso cuando no puedo
dormir es por tres razones: tomé mucho café, tengo que terminar de ver una
serie o porque no puedo dejar de pensar en alguien.
-
Adivinaste. No puedo dejar de
pensar en el alguien.
-
A veces para dejar de pensar en
alguien necesitas encontrar otra persona en quien pensar, o en español: un clavo
saca otro clavo.
-
Quizá.
-
¿por qué no puedes dejar de pensar
en él?
-
Es complicado…
-
Tengo tiempo.
-
Tiene novia.
-
Entiendo, ¿no podrías escoger
mejor los chicos que te gustan?
-
Mi especialidad es elegir a los
equivocados.
-
Hasta que llegué el correcto, o
como dicen: comer mandarinas hasta que llegué tu media naranja.
-
Quizá ¿cómo te llamas?
-
Diego, o solo dime D.
Una letra más a la sopa, pensé. Tengo la A, la
H, la K, la S y ahora la D, de Diego space boy.
-
¿Nos conocemos?
-
No. No vivo en Lima.
-
¿por qué no subes fotos a tu
Instagram?
-
Soy tímido.
-
Aún así, ¿puedo saber con quien
estoy hablando?
-
Claro, pero ahora no. Dejemos un
poco de misterio.
-
Como gustes.
-
Sígueme contando…
Me pasé una hora hablando con Diego space boy,
un internauta misterioso, quizá un gay de closet que no quiere ser expuesto,
otro H. Mis ánimos estaban tan decaídos que acepté seguir conversando con él a
pesar de que no tengo idea de como es su aspecto físico algo que a cualquier persona le interesaría saber si conoce a alguien en las redes sociales. La pasé bien aquella noche, debe ser que D sabe escuchar o, mejor
dicho, sabe leer y empatiza muy rápido. No tuve reparos en contarle lo que
había sucedido con H. Sabe dar buenos consejos y encontrar la segunda salida, aquella que puede salvarte, pero muchas veces no queremos escoger. Gracias a él
fue que me alejé casi un año de H, porque cada vez que quise escribirle o
buscarlo, D siempre me advertía “Ni se te ocurra”.
Durante ese año que H estuvo ausente de mi
vida, D y yo nos convertimos en buenos amigos cibernéticos. Él me contaba sus
problemas y yo los míos; nos aconsejábamos y nos entendíamos. Sin embargo,
siempre fue muy sospechoso, nunca subió una foto a su perfil, y solo una vez
hicimos video llamada, pero la luz en su habitación estaba apagada y no pude
verle el rostro nítidamente. No me importaba ese detalle, solo sé que D es necesario en mi vida porque me
escuchaba todo lo que no me atrevía a contarle a nadie, ni siquiera a Mía o mis
amigos.
D tenía un pequeño problema, desaparecía muy
seguido. Simplemente se desconectaba de las redes y no volvía a saber de él
hasta semanas después. Cuando lo necesitaba con urgencia no aparecía y, luego
de muchos días, regresaba con un gran saludo y respondía tarde todas mis
preguntas que le había dejado en su ausencia y esperaban por un consejo o
comentario. A veces me daba miedo confiar tanto en él, sabía muchas cosas de mí
al cabo de un año de amistad y desaparecía como un fantasma en fechas claves en
mi calendario sentimental. D inventó el ghosting
mucho antes que se hiciera popular.
Durante el tiempo en que H volvió a cruzarse
en mi camino, D se volvía menos interesado en hablar del tema, solo respondía
monosílabos. Al principio creía que lo había aburrido o hastiado, quizá ya no
tenia nada que decirme al respecto porque al cabo de un tiempo los consejos se acaban y
depende de la persona aconsejada de tomarlos para que realmente surtan efecto y
ya no los necesite. Ese era el problema, durante el regreso de H, los consejos
de D no eran tan poderosos y efectivos como las aspirinas en plena migraña, sin
duda funcionaban mejor durante la ausencia de H.
D buscaba cambiarme de tema y, cuando yo
llegaba abatido por un mal día con H, siempre me daba ánimos.
-
Eres lindo y de seguro conocerás a
alguien más pronto de lo que crees o a lo mejor ya lo conociste y ni cuenta te
das. Si yo viviese en Lima hace rato te hubiese dicho para salir o para tirar.
-
Jajaja.
-
En serio, no te me pongas triste
por ese huevon.
-
Intentaré no hacerlo - le respondí
a mi amigo D.
Porque no tenia otra forma de mirarlo más que
un buen oyente, sabio consejero e incondicional; hasta que ocurrió lo que temía,
D dejó de responder. La última vez que hablamos le conté sobre el argentino que
conocí y que luego resultó ser una broma de H para volver a hablar conmigo. Esa
manera de manipular las cosas le daba asco a D, entonces entendí que quizá
había llegado a incomodarlo con más conversaciones del mismo tema. Además,
sentí que él se había enamorado de mí y aun así leyó todo lo que yo sentía por
otro. No me daba cuenta en ese entonces, pero desde que dejó de responder mis
mensajes entendí que D si sentía algo por mí, pero no importaba, solo quería
ser escuchado, aconsejado y mimado. D hacía todo eso.
Habían pasado varias semanas sin tener noticias de D, y aun así, continué contándole todo y escribiéndole con la esperanza de que se conectará, lea y
responda. Era como mi diario virtual y, sin darme cuenta, habían pasado casi
tres meses sin saber de él.
Recién anoche D volvió a aparecer conectado al
instagram y me había dejado escrito un mensaje corto:
-
Hola G, perdón por la desaparición,
pero estaba pasando por unos temas familiares horribles, te escribiré pronto,
prometo no desaparecer.
En ese momento me di cuenta que había sido un
terrible amigo con él. D siempre estaba allí para mí y yo nunca presté mucha
atención a las cosas que me decía, todo el tiempo acaparé la conversación con
mis problemas. Fui egoísta con el chico de Instagram, siento que lo he usado.
Y fue entonces que se me ocurrió un plan que podría ser solución para este nuevo problema con S.
Y fue entonces que se me ocurrió un plan que podría ser solución para este nuevo problema con S.
-
Mía tengo una mejor idea.
-
¿Cuál?
-
Si S quiere molestarme es porque
se siente solo.
-
O simplemente es mala gente.
-
Bueno hay que encontrarle alguien
con quien distraerse.
-
Si no eres tú ¿Quién?
En ese momento me quedé pensando en lo que
había ocurrido la noche del reencuentro de ex alumnos, y solo se me podía ocurrir
una persona apta para ese trabajo. Obviamente no me gusta la idea de enviar a
un soldado a la guerra, porque ese soldado ya me ha demostrado lealtad y
confianza, pero si el problema con S resulta grave, tendré que pedirle su
ayuda.
-
Tengo a la persona indicada.
Mía dejó a la manicurista y atendió el
teléfono atenta a lo que estaba a punto de decirle.
-
No me digas que se lo pedirás a
él.
-
Sí.
Continuará.
Por Carlos Gerzon
Instagram: @elchicodelbusblog
Facebook: @elchicodelbusblog
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