EL CHICO DEL BUS Cap. #42 NO ES TU FIESTA, PERO LLORA SI QUIERES





El espejo se muestra más amigable que nunca conmigo. La camisa y el pantalón me quedaban perfectos. Al salir de la ducha y luego de una rutina con el peine y la cera mi cabello luce sobresaliente y atractivo. Si iba a ir a la fiesta de Mía, lo haré a mi manera, no quiero seguir el dress code, me aburre y a Mia no le importa como vaya vestido, siempre y cuando vaya a su cumpleaños en la Terraza del Hotel Radisson. Encontré varias opciones, pero quise estar cómodo, de modo que opté por zapatillas blancas y una corbata desalineada.

En el Uber camino a Miraflores, me percaté que el tiempo estaba volando, sin darme cuenta ya es primera semana de junio y no tengo noticias de S; quizá se largó de la ciudad otra vez para el bien de todos. Alucinar que ese tipejo esté al acecho buscando algún momento de debilidad para atacar me provocaba inquietud y un poco de temor. No quiero ser chantajeado por él como lo hizo con H

Bajé del taxi y al entrar me encontré a Mía en la recepción del Hotel. A pesar de que es jueves acudió bastante gente y aun viendo lo mucho que sus amigos la estiman me sentí obligado a estar allí porque no tenía ganas de venir aunque ella sea mi mejor amiga, pero se me olvida lo convincente y pesada que es Mía cuando quiere algo. 

-       Amigo me encanta que estés aquí – me saludó con un beso que me dejó marcada la mejilla.
-       Wow Mía te ves espectacular, me encantas – le dije al verla impecable de pies a cabeza luciendo un pantalón palazo con cuñas altas, un top ceñido y una cola de caballo inmensa y bien peinada, impactante.
-       No tenia ganas de usar vestidos y quise algo cómodo, sin perder lo chic, ya me conoces.
-       Totalmente de acuerdo. Y ¿conozco a alguien además de ti?

La cara de Mia se transfiguró drásticamente y me condujo hacia la terraza.  

-       Bueno no quería decirte antes.
-       ¿Qué cosa no querías decirme? - hice una pausa y agregué- Ay, no me digas que…
-       Romina.
-       ¿Invitaste a Romina? – le pregunté resignado.
-       Es mi amiga igual que tú, tenía que invitarla.
-       Lo supuse.
-       Amigo, no sé como decirte esto, pero Romina no esta viniendo sola.
-       No me jodas Mía.
-       Él viene con ella, acabo de enterarme cuando le escribí hace un momento para saber si viene y me dijo eso.
-       ¡Me hubieses advertido! ¿Qué voy a hacer con H y su novia aquí?

Mía se tomaba todo de manera relajada y sin importarle mucho o poco lo que sucediera. Era su fiesta y no era el momento para decirle algo. Parecía divertirle la situación.

-       Te digo que acabo de enterarme, te iba a escribir, pero llegaste justo en el momento que leí el mensaje de Romina, ademas si te avisaba ¿acaso hubieses venido?
-       Probablemente no.
-       Exacto, además así tienes oportunidad de hablar con los dos.
-       ¿te estas escuchando? – le dije indignado.
-       ¿Por qué? – decía Mía mientras me hablaba a mí y al de seguridad advirtiéndole que solo debe dejar subir a la terraza a aquellos que estaban en la lista. Su mirada estaba desorbitada, parece que ha estado tomando desde temprano, pero sus ideas no habían perdido la locura que la caracteriza, todo lo contrario, el alcohol las incrementa e intensifica. 

-       No tengo nada que hablar con H ni con ella y menos en público.
-       No me refiero a Romina.
-       ¿Cómo?

Mis ojos se abrieron a su máxima expresión, mientras Mía y yo subimos por el ascensor hasta el último piso donde se encuentra la terraza del hotel. Mía permaneció callada y no quiso responderme de inmediato. Cogió su celular y pretendió escribir a alguien.

-       Mía, ¿a quién más invitaste? – demandé una respuesta sin rodeos.
-       Bueno, solo a algunas personas del colegio.
-       ¿Qué personas?
-       Te acuerdas de Fiorella Leguía.
-       Puta madre, Mía acaso es lo que estoy pensando…
-       Bueno resulta que va a venir con A. Y bueno no le vi nada de malo, yo solo…
-       Tú solo te volviste loca – exclamé mientras me sobaba los ojos.

Mía solo se reía y me daba empujoncitos en el hombro tratando de calmarme y luego acomodó mi corbata a la vez que hacíamos ejercicios de respiración.

-       Cálmate, es mi cumple tienes que perdonarme todo. 
-       ¡Cómo no me vas a avisar de que H y A van a estar en el mismo lugar!
-       Cálmate, toma – Mía me puso una pulsera – con esto tienes barra libre, pide lo que quieras, y yo estaré aquí si me necesitas.
-       Tener alcohol ilimitado a mi disposición ¿te parece la mejor solución?
-       No es tu fiesta, pero puedes llorar si quieres.
-       Ok Mía Winehouse, cuando acabe tu cumpleaños recuérdame matarte.

Mía se fue a recibir a sus invitados mientras yo dirigí a la barra a esconderme de las letras, me sentí como en mi primer día de clases en el colegio, tratando de pasar desapercibido para evitarme malos ratos. Estuve muy nervioso y lo único que podía ayudar a tranquilizarme era fumar un poco de marihuana, si tan solo tuviese un poquito. Dentro de poco rato voy a tener a dos chicos que afectan mi razonamiento, juicio y nublan mi perspectiva de la realidad, y todo eso se va a intensificar con los tragos y la presencia de ellas, la novia y la ex. Nuevamente traté de calmar mi furia, porque no es mi cumpleaños y no quiero arruinar la noche de Mía aunque ella parece que esta dispuesta a arruinar la mía. 

Aún temprano supuse que el resto de invitados incluidos H y A llegarían luego y bajé por el ascensor mientras me descargaba una vez más la aplicación que juré nunca más usar; grindr. En esta ocasión no estuve en búsqueda de algo casual ni conocer chicos, ahora esa aplicación ha extendido sus fronteras y es un buen lugar para encontrar todo tipo de drogas: poppers, coca y mi incondicional hierba. No tarde mucho tiempo en encontrar justo lo que necesitaba, el perfil de un chico guapo que gusta fumar y vive a unos pocos metros del hotel. Es perfecto, podría ir a conocerlo, fumar y luego regresar con todo el efecto en mi cabeza y, de ese modo, resistir aquella noche que Mía me había aventado encima. Presioné el botón del ascensor para bajar, y cuando las puertas se abrieron, un amigo que no veía hace meses se apareció y me detuvo para conversar.

-       ¡Hola!
-       Hola Jojo ¿Como has estado?
-       ¡Bien! ¿vienes a la fiesta de la terraza? 
- Si, es una amiga del colegio. 
- Ah, te presento a un amigo, R.
-       Hola – dijo aquel chico de mirada color verde y pestañas rizadas.
-       ¿ya te ibas? – preguntó Jojo.
-       Pues no exactamente.
-       Ven, vamos a tomar.

Y así, mi noche cambió totalmente. Me quedé con Jojo y su amigo R, al menos con ellos tenía una trinchera donde esconderme cuando lleguen ese par de letras. El problema es que Jojo es muy sociable y de inmediato nos abandonó a su amigo y a mí cerca a la piscina para saludar a todas las personas que conocía. R no hablaba mucho, solo lo necesario. La verdad es que yo esperaba cantar pronto el happy birthday a Mía, despedirme y regresar a casa.

-       ¿Vives cerca? – me preguntó R.
-       En San Borja.
-       Y ¿a que hora piensas irte?
-       Acabo de llegar, pero no creo que aguante mucho.
-       Igual yo. Y ¿a qué te dedicas?
-       Pues hace poco tuve una entrevista para un puesto en marketing y además soy fotógrafo.
-       ¡Qué genial! precisamente salgo de una sesión de fotos.
-       ¿en serio?
-       Si, de mi perfume.
-       ¿tienes una marca de perfume?
-       Si, y Jojo me ayudó con la sesión de hoy.
-       Tengo que olerlo.
-       Claro, luego te pasó un poco. Creo que te gustará.
-       Genial.

R es un chico de carácter tranquilo y parece ser de aquellos que saben escuchar. Me recuerda a D, de hecho, en ese momento decidí escribirle a D, el chico del Instagram, para que me aconsejará como siempre. Le conté que es el cumpleaños de Mía y que H y A están invitados y no sabia como lidiar con ellos si llego a encontrármelos. Luego de enviar el mensaje a D me di cuenta que las esperanzas de que él los leyese esta noche y me responda son casi nulas, lleva semanas sin escribirme.

Los nervios invadían mi cuerpo lentamente. La última vez que hablé con A, él estuvo a punto de preguntarme algo y, yo sospecho de que se trata de Melisa y todo lo que sucedió en el colegio. Por otro lado, tengo a H con quien no habló desde la noche del reencuentro cuando Romina llegó a su departamento y tuve que irme como un vil ladrón a escondidas para que ella no me viera.

-       Oye quiero bajar un rato – dijo R buscando unas llaves.
-       ¿ya te vas?
-       Quiero fumar.
-       ¿fumar?
-       Lanzar un poco jeje - dijo R.
-       Te acompaño – le dije entusiasmado, porque él tenía lo que yo necesitaba.

Bajamos por el ascensor y R revisaba su celular mientras yo trataba de escribir un testamento a D para que me respondiera pronto e informarle de mis nuevas experiencias. Ojalá D viviese en Lima, me sería muy agradable tenerlo cerca como un pepe grillo que me dice lo que tengo que hacer. La última vez me dijo sobre A: “Las personas no son un paño de lágrimas, tú no sientes nada por A, eso sucedió en el colegio. No lo lastimes”. He tomado una copa de gin, estoy a punto de fumar y cuando esa combinación sucede muchas veces suelo perder el control. El ascensor llegó al primer piso y al abrirse la puerta allí estaba ella, despampanante y hermosa junto a él, eran Romina y H. Mi mirada se desvaneció y mi garganta le dio forma a un nudo difícil de desatar. H ni siquiera intentó saludarme, se puso nervioso y entró al ascensor mientras yo salí del mismo; en cambio ella me reconoció a pesar de que había pasado bastante tiempo desde que hice las fotos para su marca de ropa.
      
-       Hola ¿Cómo estas?
-       Estoy bien, Mía está arriba – les dije mientras el ascensor cerraba sus puertas y se los llevaba a la terraza. Salimos del Hotel hacia el carro donde R guardaba su troncho junto a un bolso lleno de perfumes.
-       ¿Estos son los de tu marca? – pregunté cuando me senté en el asiento del copiloto.
-       Así es ¿quieres olerlos?
-       Claro.

Los perfumes emanaban aromas agradables, sin duda usaría alguno de ellos. Mientras yo rociaba las muestras sobre mi brazo, R terminó de preparar un troncho de marihuana a la vez que me explicaba la fórmula e ingredientes de cada uno de sus perfumes.

-       Este tiene almizcle, almendras y pachuli.

R y yo olfateamos tanto la hierba como sus perfumes. Me sentí mucho mejor, me tranquilicé gracias al troncho que él me invitó. Probablemente H busqué un momento a solas para hablar conmigo o quizá me ignore toda la noche. Eso es precisamente lo que odio de esta situación, lo impredecible del comportamiento de H y el desconocimiento que no me permite anticiparme. D siempre me decía eso: “Ese huevon te tiene en el limbo, ni un astronauta esta tanto tiempo en orbita como tú por culpa de él”. Me conmovió recordar aquello, sentí que las lágrimas de impotencia salían por mis ojos, podía llorar si quisiera como dijo Mía, pero no quería que R me viese así, recién lo conozco, sin embargo, me siento cuando hablo con él me siento muy calmado y tranquilo.  

-       Regresemos al hotel – me dijo R.
-       Si.
-       Antes un par de hits más ¿o no?
-       Jejeje – solo sonríe.
-       Creo que ya me voy en un ratito – dijo R – si quieres te llevo.
-       Genial, yo también creo que debo irme.
-       Vámonos en treinta minutos ¿te parece?
-       Perfecto- le respondí al amigo de Jojo, quien antes de bajar a fumar marihuana con él me advirtió “R no es gay”, sin embargo, su mirada era tan dulce y tierna que me parecía correcto dejarme llevar por lo que parece y no por lo que es.

Entramos al hotel y tomé una decisión, tomaría un trago más y me despediría de Mía aunque me odie. Si se pone pesada le haré creer que me quedaré, pero al menor descuido de su parte me escaparé. R y yo subimos al ascensor y, antes de cerrarse la puerta automática, una mano detuvo la subida.

-       ¡Hey!
-       ¡Hey! – respondí – ¿cómo estas?
-       Bien.

Ese era A junto a Fiorella, su ex. La llegada de ambos solo marcaba el ritmo de la noche que estaba a punto de empezar.

Continuará.

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