SIEMPRE NOS QUEDARÁ BUENOS AIRES Cap. #06 EL TANGO NO ES DE A TRES
Cuatro sabios una vez dijeron que debo quedarme para cosas buenas. Despertar antes que la alarma sonase era una señal de un buen día a punto de venir. Abrigo hasta las rodillas, un par de jeans rotos, cabello tirado con los dedos hacia atrás y una buena lata de red bull, solo para asegurarme de estar despierto y no soñando. Necesitaba aires buenos y la ciudad me los estaba dando. Polaroids frente al Obelisco de la ciudad autónoma, sonriendo para las fotos como si fuese la misma Evita. Caminando en lugar de tomar el metro, ejercitando las piernas mejor que Maradona. El museo de la Fragata por la mañana y la casa rosada por la tarde. Saltando por rincones de Buenos Aires como una Rayuela de Julio Cortázar, sintiendo una nostalgia poética digna de Borges.
Al día
siguiente, el clima amenazaba con cielo nublado y una regadera sobre nuestras
cabezas, pero eso no me iba a detener y armé mi propia revolución turística
anticlimática, digna del Che Guevara. Tomé un tren hasta El Tigre por la mañana
solo para darme cuenta que el cielo nublado me siguió todo el camino. De
regreso a la ciudad la lluvia cayó sin un paraguas sobre mí, dejando mi día con
muchas horas libres. Entonces decidí hacer otro tipo de excursión. Cerca al
departamento se encontraban unos baños turcos. Si voy a estar mojado que sea
con vapor y no con la lluvia. Eran cerca de las seis de la tarde e ingresé al
local que parecía un hotel por fuera pagué con unos cuantos pesos y me
entregaron una toalla y un par de sandalias. Caminé por u pasillo de luces
tenues. Dejé mi ropa y pertenencias en un casillero. Era una casona antigua con
escaleras de madera y techo de doble altura. Desfilaban frente a mí hombres
desnudos y algunos en toallas. Cuerpos
esculpidos, cuerpos fofos, cuerpos gordos, jovencitos, hombre maduros y guapos,
y viejos verdes.
Debió subirse
el vapor a mi cabeza o inhalé demasiado eucalipto porque en cuanto vi Ivo supe
que las coincidencias existen. Fue hace dos años en Florencia, Italia; en un
hostal mientras mi mejor amigo y yo nos quedamos un par de días para conocer la
ciudad. En la misma habitación se encontraba Ivo, proveniente de Córdoba,
Argentina y de inmediato no tuvo problemas en mostrarme sus intenciones. Luego
de intentos fallidos con otros chicos, termino en mis brazos en el baño de
nuestra habitación compartido, cuando los ronquidos de mi amigo disimulaban sus
gemidos mientras garchabamos con la luz apagada. Dos años después en Instagram
posteo las fechas de su vuelo a Buenos Aires, y la coincidencia es que estaría
tres días dentro de los diez días que estaré yo. No imaginé encontrármelo en el
cuarto de vapor, y obviamente nos reconocimos. Él estaba de salida y yo recién ingresaba,
sabia que nos veriamos en algún momento del viaje, pero no imagine que tan
pronto, por ello nos citamos en el jardín japonés para el día siguiente, no
solo para ver las flores y hablar de Florencia. Dicen que los “Remember” son
mejor cuando no se esperan. Mientras Ivo se iba entre el vapor de aquella
habitación, me queda conociendo más de cerca a un argentino de unos cuarenta
años que tenia cuerpo de jugador de lacrosse. Entre sus besos y cuerpo sin
toalla me quede adormecido y perdido entre el calor.
La mañana
siguiente llegué al jardín japonés y me encontré nuevamente con Ivo solo para
descubrir que no tenia tiempo para charlas, solo me dio su dirección y quedo en
verme en una hora en el departamento que había rentado al este de la ciudad.
Llegue cuarenta minutos después de lo acordado, porque no encontraba el
edificio correcto. Subí por el ascensor que me dejaba en la entrada del
apartamento con la puerta abierta. Escuché una voz que me invitó a entrar a la
habitación. A pesar de la luz de día afuera, las cortinas eran de tipo black
out, la habitación estaba inmersa en la oscuridad y me percate que había dos
siluetas. Uno estaba sentado en el suelo, y el otro sobre la cama, desnudo y
apoyado sobre sus rodillas. “Quítate la ropa” me ordenaron, aunque el tango no
es de a tres, en Buenos Aires no se puede decir NO a una canción de Gardel.
Obedecí sin preguntar. Poco después me percaté que el chico sentado en el suelo
no era un voyerista o un participante para un trio, tenía la mirada perdida y
respiraba con dificultad. “¿Estas bien?, pregunté” no tuve respuesta, vi a su
costado cigarros, y líneas blancas a medio terminar. “Déjalo, seguro se le paso
la mano” dijo aquel en la cama. No era la voz de Ivo, me di cuenta que había
entrado al departamento equivocado y tenia que irme con la misma cautela con la
que ingresé.
Escribí de
nuevo a Ivo, y me mandó la ubicación, efectivamente me había equivocado de
edificio, era uno en la calle de en frente. Cuando subí a verlo, omití mi
historia previa. Me invitó una cerveza y en poco tiempo estábamos desnudos en
su cama, teniendo el mismo sexo apasionado que tuvimos en el baño del hostal de
Florencia.
-
¿Cuántos días te quedarás en
Buenos Aires?
-
Me voy mañana.
-
Nos encontramos justo a
tiempo.
Me preguntó
por mi amigo con el que viajé en aquella ocasión.
-
¿era tu novio?
-
No.
-
Te miraba como si lo fueras.
-
No es gay.
-
Eso es lo que él te ha dicho.
-
¿qué quieres decir?
-
Mi amigo de Florencia
conversaba mucho con él y puedo decirte cuando dos personas tienen química.
Ellos la tenían.
Lo mismo creí
yo. Sin embargo, es un tema que me cansé de investigar. Si mi amigo
supuestamente heterosexual no quiere decirme nada de su doble vida, depende de
él. Aunque yo me muera por saber la verdad.
-
Debe ser bisexual.
-
Y nunca me lo dirá.
-
No hablemos de él.
-
Mejor. Tengamos un polvo más
antes de que te vayas.
A pesar que solo tenia a Ivo en mis brazos, con sus nalgas entre mi entrepierna, no podía dejar de imaginar a mi amigo heterosexual del que hablábamos hace un momento. El tango no se baila de a tres, aunque a veces hay excepciones. No siempre tenemos a la persona que queremos en nuestra cama, pero podemos ponerle su rostro con quien estemos en ese momento. No es justo, pero tampoco es ilegal.
Facebook: @elchicodelbusblog
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