CRÍMENES PERFECTOS

Una vez que la gallina puso el huevo y lo incubó cumplió su función  lo demás  queda en manos del ser que está dentro, donde mientras reposa en un lugar seguro tendrá que decidir, si rompe el cascarón y se atreve a caminar torpemente hasta erguirse o si simplemente se queda dentro esperando una sartén donde caerá inevitablemente para forma de fritura.

La última vez que recibí un manojo de reproches fue por parte de un amigo que hasta ese entonces jamás había hecho erupción. A
quella reciente noche fue un volcán que alimenté con mi pequeña madurez. Fue toda una avalancha de quejas de aquellas que escribes en un papel y depositas en un buzón y nadie las lee.  

Este amigo indignado, perfectamente pudo recorrer mi existencia desde mis miedos mas escondidos hasta mis realidades más embarazosas. Me condenó con mi propia verdad, aquella que niego a escuchar. No tuve excusa, por más que intenté no pude salir ileso de la situación, tuve que aceptar la condena y recibir una penitencia. Y no por parte de mi amigo sino por parte mía, esas son las peores.

Aunque lo drástico fue algo efímero, le sume algunos otros movimientos que se revelaron esa misma noche, desde todos los ángulos de mi geométrico ambiente y caí en mi propio hoyo, pero esta vez ya no podía flotar en ilusiones para salir de allí. Esta vez debía razonar concienzudamente y cortar los hilos de mi infantil imaginario.

Me puso en un caso hipotético del cual sentí vértigo, de repente la afinidad entre nosotros se vio violada por una indignación bastante preocupante, no quería afrontarlo, entonces llego una vez más el ultimátum. Cambias o parecerás. 


Sin embargo, no fue lo único que vino a mi cabeza esa noche, hice un recuento de daños y regresé a la escena del crimen de cada situación donde yo debía ser el asesino y el detective, con la enorme disyuntiva si entregarme o no. Desde que mi amigo empezó a tomarse en serio el echarme mis errores encima para corregirlos, no he parado de recordar cada uno de estos y las consecuencias de los mismos.

Antes lo tomaba como un desdén de situaciones que pensé eran envidias contenidas pero fue mucho más escalofriante descubrir que eres el culpable de un crimen perfecto. Desenrolle todos mis antecedentes y encontré todo un expediente de "cold cases". En ese segundo reconocí mi habilidad criminal y como siempre salí airoso de mis escenas de persecución de consciencia. Porque siempre disfrazo mis errores con un "no sabia" "no me di cuenta"  y seguía adelante, con un record criminal que crecía mas, convirtiendo en asesino en serie. 


Aunque aquella noche que mi amigo hizo de policía y me intervino, no pude mas. Corrí y corrí pero los muros eran cada vez mas ascendentes. Si no quería cadena perpetua debía corregir mis pasos y empecé una batalla contra mis esencias, la mas sangrienta que hayan escuchado, que emula solo a la 1era y 2da guerra mundial. Donde mis impulsos bélicos pudieron más que las banderas de paz.  Es casi imposible cambiar algo de uno mismo sobretodo cuando no sabemos que es.

Poco a poco ahora intento construir mis propias Hiroshima y Nagasaki. Pero fue asquerosamente difícil borrar mis cuerpos del delito. Ahora ya estoy "picoteando" el cascaron, por fin la luz golpea mis ojos para abrirlos a mas grados. Ya puedo asomarme fuera de mi coraza y aprender a caminar de la manera correcta. ¿Que quien me enseño? ¿Mi amigo? Él solo me soplo la táctica para desenredarme (algo que varios amigos me aconsejaron) pero soy yo quien debe desatar el nudo. Solamente sé que mi cabeza es un camisón de fuerza que debe contener toda la locura de mis ideas y emociones dignas del país de las maravillas, pero donde todos los personajes son solo sombrereros. Ahora si madurar esta convirtiéndose en una batalla para romper este cascaron de inmadurez. 



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