EL NO AMOR EN TIEMPOS DE VALENTINES
Quisiera empezar diciendo que esta no es otra tonta historia de amor, cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia. El protagonista de estos reproches, por votación unánime es ese pedazo de ser hecho de residuos y migajas de ángeles: Cupido.
Puede alguien decirme si por fin dejó de cagar la existencia a los amantes caminantes de esta ciudad. Necesita con urgencia pañales nuevos.
Es de material tóxico la sustancia donde sumerge sus flechas que terminan en corazones equivocados. Llenan de esperanza inútil. Cupido tiene la cabeza llena de la más absoluta nada, y de seguro desconoce lo que la mitad de la población romántica anhela desde que existen los finales felices.
Se alimenta de rosas ricas en espinas y hongos asesinos que desgarran sus entrañas dejándolo sin ellas, y quien sufre las consecuencias es la flecha carente de puntería.
Se alimenta de rosas ricas en espinas y hongos asesinos que desgarran sus entrañas dejándolo sin ellas, y quien sufre las consecuencias es la flecha carente de puntería.
Existe una fecha bendita en el calendario que esta de más. Un día bastante innecesario, a menos claro que sirva para recordar a los solitarios su falta de compañía. A quien se le habrá ocurrido semejante sandez.
Que día para más majadero, que febrero para mas adefesio. El 30 es tu media naranja y como no lo conoces, te desquitas con los solteros usando el 14. Podría usar todas las velas de mi cumpleaños para un solo deseo, erradicar el catorce de febrero. No es suficientemente vergonzoso acabar en 28, a veces en 29 pero nunca en 31.
Que día para más majadero, que febrero para mas adefesio. El 30 es tu media naranja y como no lo conoces, te desquitas con los solteros usando el 14. Podría usar todas las velas de mi cumpleaños para un solo deseo, erradicar el catorce de febrero. No es suficientemente vergonzoso acabar en 28, a veces en 29 pero nunca en 31.
Al parecer todas las fuerzas del universo conspiran para que la Tierra se llene de globos rojos, chocolates ricos en glucosa y convertir el peluche en la textura más codiciada del planeta, sin mencionar las manos cortadas por las espinas de las flores mas asfixiantes que llenan de afecto tus pulmones para respirar y exhalar; tontería y media delante del otro ser. Disculpen mi intolerancia.
Como en la semana de la moda de las grandes capitales del glamour, siempre existe una fashion victim, y el día de l’amour no es la excepción. Es una trampa que te coge de la cola y antes de comerte el queso te das cuenta que no le importas al gato.
Quien se atreve hacer caso omiso a las parejas felices en la calle. Quien podría pasar por alto una sentada en la orilla arrojando piedras a las obstinadas aguas danzantes que reflejan sin remedio los astros que brillan para pedir deseos inútiles. Absolutamente necesaria es la idea de la persona ideal, el príncipe azul de las chicas rosa que aun dibujan corazones en los cuadernos cuadriculados y llenan las carpetas de cedro, casi apolilladas, con dos letras y en el medio una “y”.
Un buen dulce jamás empalaga, en el fondo todos quieren al 14.
Pero el sin sabor de un desprecio aquel día puede desatar una jungla de pensamientos que terminan en una cacería donde la presa es tu musculo cardíaco.
Aquel día nadie quiere estar solo. Es como una bacteria que se filtra en tus arterias y bombea al pobre pedazo de carne que no hace más que latir sin break alguno. Y creer en un sueño hecho realidad dura lo que un estornudo. La felicidad en el campo es posible si hay flores, sin embargo algunos están minados con decepciones.
Me cuesta sumarme al consumismo masivo de estas fechas, odio mi sensibilidad que cede ante las películas llenas de romance. Y es que, justo por estos días vuelven a mí las preguntas que ni Dios conoce.
¿Qué estará haciendo la media naranja en estos momentos? ¿Cuándo nos conoceremos? ¿Cómo es? ¿Existen personas que nacen para hacer feliz a otra?
El amor no discrimina, para cada roto hay un descocido. Un pie para cada zapato. Es más difícil tomar sopa con tenedor, que negar las ganas de susurrar romance a los oídos de esa persona que se escurre en tus sueños. Dicen que solo es cuestión de esperar.
Siempre que sonríes es porque piensas en ese alguien, siempre que le ves, tus pies saltan justo después de tu corazón. Cada vez que ese alguien llora, tus hombros se vuelven a prueba de humedad y dejas que se desmorone en tus brazos que esperan ansiosos la caída.
Pero el sin sabor de un desprecio aquel día puede desatar una jungla de pensamientos que terminan en una cacería donde la presa es tu musculo cardíaco.
Aquel día nadie quiere estar solo. Es como una bacteria que se filtra en tus arterias y bombea al pobre pedazo de carne que no hace más que latir sin break alguno. Y creer en un sueño hecho realidad dura lo que un estornudo. La felicidad en el campo es posible si hay flores, sin embargo algunos están minados con decepciones.
Me cuesta sumarme al consumismo masivo de estas fechas, odio mi sensibilidad que cede ante las películas llenas de romance. Y es que, justo por estos días vuelven a mí las preguntas que ni Dios conoce.
¿Qué estará haciendo la media naranja en estos momentos? ¿Cuándo nos conoceremos? ¿Cómo es? ¿Existen personas que nacen para hacer feliz a otra?
El amor no discrimina, para cada roto hay un descocido. Un pie para cada zapato. Es más difícil tomar sopa con tenedor, que negar las ganas de susurrar romance a los oídos de esa persona que se escurre en tus sueños. Dicen que solo es cuestión de esperar.
Siempre que sonríes es porque piensas en ese alguien, siempre que le ves, tus pies saltan justo después de tu corazón. Cada vez que ese alguien llora, tus hombros se vuelven a prueba de humedad y dejas que se desmorone en tus brazos que esperan ansiosos la caída.
Cada vez que mis amigos deciden llenar de dramas románticos las conversaciones amenas; me encanta perderme en el bosque y retomar el camino cuando los lobos dejaron de aullar. Por que ya no quiero saber más historias ajenas. Quiero mis propias historias. El 99% de mi tiempo estoy enamorado de mí y el uno por ciento restante me enamoro cada tres segundos de doscientas personas diferentes.
Sin labios no hay besos, sin besos las formas de demostrar caricias se reducen a miradas llenas de coquetería, sin esas miradas quedan las manos y el lenguaje corporal; y sin todo eso, aun existe el pensamiento que seguirá el uno al otro por doquier. Aunque lo disimule bien, tengo que admitir que yo también quiero celebrar.
Soy un amante empedernido, y un romántico en decadencia que se muere por morirse por alguien más, que entregó su ilusión a más de un mago y sin embargo no encontró nada en el sombrero. Persiguiendo conejos que me lleven a tierras absurdas y sin embargo terminé donde empecé. Es por eso que me gustaría que el año tenga solo 11 meses; pero como no es así, me iré fumando un ratito a la atmósfera cuando existe el no-amor en tiempos de San Valentín, esperando que sea el 15.
Soy un amante empedernido, y un romántico en decadencia que se muere por morirse por alguien más, que entregó su ilusión a más de un mago y sin embargo no encontró nada en el sombrero. Persiguiendo conejos que me lleven a tierras absurdas y sin embargo terminé donde empecé. Es por eso que me gustaría que el año tenga solo 11 meses; pero como no es así, me iré fumando un ratito a la atmósfera cuando existe el no-amor en tiempos de San Valentín, esperando que sea el 15.
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