QUE BUEN IDIOTA SOY


Otro día, otra noche, otra razón, otra tontería. Así cruzaban por el calendario del mes toda mi existencia resumida en pedacitos de una foto que se tomó meses atrás. Aquí una vez me lleva la suerte o el maestro titiritero de la vida.  Fui al sur de Lima el año pasado con la idea de revivir mi aventurera mente.  Éramos solo dos amigos y yo.  Al final del camino términos siendo cuatro.

Cada vez que tomas una maleta y la rellenas de cosas básicas como el cepillo de dientes, champú, polos, calcetines, calzoncillos, jeans guerrerasos, te imaginas el viaje de tu vida donde habrá muchas cosas que contar al regreso, donde acumularas experiencias, anécdotas sugestivas  pero indiscutiblemente para los pobres imbéciles románticos como yo, no  podemos empacar  sin pensar en que quizás conozcamos a ese alguien que nos hará compañía los domingos frente a una gran pantalla plana comiendo pizza frente a  un Dvd pirata con lo último de la cartelera.

Lo que ocurrió en el sur no se compara en nada a lo que conocí el último día antes de regresar a Lima.  Ahí estaba mi cuerpo pero mi mente quizás andaba en Venus pensando en mis versos girando más rápido que una llanta suicida hacia un acantilado. Hasta que ella tropezó sobre nuestra mesa, derramando la cerveza y haciendo bulla con el vidrio roto de los vasos.

Lo primero que pensé cuando vi que se asomaba ente sus cerquillos esos ojos únicos en su especie: “wtf...” Fue odio a primera vista, como que pensé: “ sáquenla de aquí por favor!”  Pero a diferencia de mi mala educación, ella se mostro apenada y compró no  una ni dos jarras nos hizo la noche con una botella de whisky que francamente no se dé donde la saco en medio del precario hostel. Se sentó y en menos de microsegundos ya formaba parte del grupo.  Llegaron amigos suyos y gracias a las rocas del trago, todos nos queríamos entrañablemente.

Números telefónicos por aquí, nombres de contacto  pro acá, ya teníamos data suficiente para una secuela. De regreso a Lima me toco sentarme con ella todo el camino. Cierto, olvide contarles que tenía auto y sus amigos igual. En uno fuimos nosotros en el otro mis amigos y sus amigos. La división no sé quien la decidió, pero no me queje.  Kilometro tras kilómetros se quedan en el espejo retrovisor mientras regresábamos a la civilización con mucha energía renovada y vibras que repartir. Sinceramente, Olenka (así se llamaba) era muy amena,  interesante, sarcástica y manipuladora. Pero lo que más me gustaba eran sus historias carentes de bases.

Tiempo después mis amigos y yo nuevamente juntos hacíamos de las nuestras en cualquier esquina que tenga cero humanidades. Y con varias repeticiones llamábamos a los forasteros del sur que ahora eran nuestros camaradas. Es lo rico de la vida, te regala gente y tantos paisajes que se acumulan en un collage de sabiduría terrenal que queda como tesoros para la arqueología de los tiempos futuros. Como buenos adictos que somos. Recaemos con facilidad a la calle y sus altibajos.

Por las rutas del desenfreno juvenil ambos grupos  éramos una fusión de dos universos paralelos pero que al mismo tiempo giraban en un mismo espacio y tiempo. Olenka se convirtió en mi patasa, a la cual le podía contar desde el último polvo que tuve hasta las arrugas de mi vieja por mi obstinación.  Pero a pesar de ser casi mi mejor amiga, había cosas que simplemente uno observa y no dice nada, porque espera un malentendido.

Aunque yo nunca le he dicho algo, siento que constamente me miente, y se apodera de mi confianza para convertirla en un niño al cual le dices que los unicornios existen.  Siento que era su mejor manera de probarse que podía actuar de una forma totalmente diferente. Yo sabía que ella era una mentirosa de primera pero mientras no me afectara por ningún rincón… fresh.

Pasaban los meses y los sábados tan fugaces como el sonido o los años luz. Y todo lo que tengo al frente se convirtió de amistad a algo más dangerous. Sí. Me empecé a sentir atraído hacia la fuerza gravitacional de Olenka. No era su físico (sepan que es una mujer extremadamente hermosa), yo me sentía como una larva a su costado (nunca tanto).  Estamos conscientes que todos (me refiero a nuestro grupo) estamos carentes de el tornillo de la cordura.  Pero Olenka dentro de eso era noble, desprendida y sobretodo yo sentía que era la primera mujer en la galaxia que no dudaba en preferirme para contarme ciertas cosas, a tratarme como ninguna otra chica me trato, sentía que me cuidaba pero no lo admitía porque su lado glucosa-lindo no lo demostraba con los chicos, yo era “the only exception” y eso me hizo un impacto en mi superficie sentimental.

Así pase mis soles, raspando mi suerte haber si obtenía algún premio pero nada, todo intento por obtener algún acierto  de ella fue en vano.  Pase mas sábados intentando que confiara mas en mí pero era inútil seguir pidiendo peras al olmo.  De pronto sentí  que mi juicio y mi utopía jalaban de mi por ambos lados como si fueran dos agujeros negros a mis extremos  apunto de aniquilarme. No sabía que costado sucumbir. Pero en efecto ella ocultaba cosas que yo quería saber, sentí que tengo el derecho de saber, no era justo que ella cargara con mis cruces y yo no con la de ellas. Pero siendo la mentira su ciencia, era imposible sacarle una triza de verdad. De tanta mentira uno mismo empieza a creer, y se convierte mi conversación con ella en un efecto invernadero, donde se condensa su calentamiento global sobre mi atmosfera y no la deja ir. A contra de todo eso, siempre la veía con lupa y encontraba lo mejor de ella en diminuto y lo agrandaba en mis pensamientos.

Hace meses que no sé ni de su sombra, pero aquel ultimo ritual juntos con los demás en la fiesta de su cumpleaños lo recuerdo como el estornudo de ayer. Entré  y lo primero que vi fue su cara medio  wasted que me dijo: “que buena camisa,  que buen pantalón y   que buenas tabas, que tal churro” y luego su direccional apunto a su derecha.  En medio de su sala congeniaba con los invitados  especialmente aquellos con altas dosis de testosterona. Pues sus estrógenos estaban  inquietos.  Yo no ardía en celos, porque siempre me ha gustado su amistad mucho más que su cuerpo. El físico es materia, no me sirve de nada aunque ayuda de sobremanera. Yo estaba con mis amigos pero de repente sentí la necesidad de perseguirla con la mirada, y me vi mirándola desarmarse ante los brazos de un pata equis, según ella su primo…

Me quedaría en una pequeña esquina del universo antes de creer en esa mentirita. Olenka no es chica de honestidad, y mucho menos siente el menor remordimiento ante una farsa montada como solo ella sabe.  Como les dije, conmigo era algo así como “la cosa más dulce”, pero con el resto era una basura, pero la queríamos, no lo niego me hace reír. Lástima que solo eso llegue a conocer,  vi que el primo se la llevo al segundo piso. Lo admito los seguí hasta que escuche la puerta de su cuarto cerrándose entre risas rojas y otros ruidos fogosos. Y mi garganta pidió sed añeja del bar, descendí lentamente dibujándolos en mis pensamientos tristes.

Como el filósofo Mick Jagger una vez dijo “No siempre obtenemos lo que queremos” en mi caso eso parece ser mi pan de cada día. A veces si no tienes una imagen será mejor que obtengas mil palabras para compensar.  Todas las pistas le señalan como culpable  de mi soledad, sin embargo estaré devotamente lavando sus pies con mis cabellos sin mirar a arriba. Pregunta: Se puede ser ambas cosas,  imbécil y buen amigo… indudablemente Yo puedo. Nefasto final que no se lo deseo ni al más hijo de puta que me haya hecho daño ever. Lo decidí,  fui capaz de abrir las corneas a sus anchas. Ya no podía seguir corriendo tras de un camión de esperanzas ficticias. Muerte al optimismo sin fundamentos.

El aire se me acababa, salí al jardín a fumarme el último pucho. Ahí me quede contemplando la nada. Desde adentro lo único que se podía distinguir era mi meñique  con los aros de humos adornándolo, y ella bajó las escaleras y  supo que eran mis dedos, pero siguió con el primo y él con la prima hasta que gima...Pero me rindo oficialmente, mi licencia de vuelo está suspendida de por vida. Acabaron las ideologías de lo que queremos ver. Adiós a las  ilusiones ópticas.  No importaba que ella reconociera o no mis mínimos fragmentos.

La desición estaba tomada, decapité mi inconsciencia. El pucho le termine en cenizas entre mi suela y el piso, mientras camine hacia la salida y sentí que por fin literalmente era una salida. Crucé la puerta detuve un taxi y entre mi visión opaca antes de decirle al chofer donde vivo, me mire en el vidrio de la ventana y me dije: “que buena camisa… que buen pantalón… que buenas tabas… que buen idiota soy”. 

#G
Anoche, Gercar lo dijo

Comentarios

Entradas populares de este blog

SEX O'CLOCK Cap. 8 EVIDENCIAS

SIEMPRE NOS QUEDARÁ BUENOS AIRES Cap. #04 EL TIEMPO NO ES IGUAL PARA TODOS

NO SHAVE NOVEMBER