EL HUBIERA NO EXISTE
El hubiera lamenta a las personas de las desiciones que no tomaron desde hace siglos y condena a las neuronas a pensar en cada segundo que lleva tomar dicha decisión; porque irremediablemente piensas en que si las cosas HUBIERAN pasado de otra manera todo sería distinto. Es como una basurita en los ojos y los irrita de frustración hasta las lágrimas.
¿Será cierto el poder del verbo pretérito HUBIERA? ¿Puede realmente todo ser diferente si existiera una segunda oportunidad? Si fuera posible retroceder el tiempo por unos minutos antes de la fatalidad, todo HUBIERA sido distinto.
Es una total locura solo pensarlo, en mi caso me llenó de una ira que supera mis estándares de autocontrol. Me pongo a rojo vivo y me es imposible relajar la vena del cuello que está a punto del colapso, porque me gustaría conocer esa otra vida en algún otro universo paralelo donde pueda visualizar como hubiese sido todo si mi decisión fuese diferente.
Parece que un mecanismo secreto de autodestrucción se activara en esos momentos en que pierdes, te equivocas, dudas, haces, piensas, dices, ves, decides y arriesgas. Autosabotaje donde intentas que el partido termine con un marcador a tu favor, y es ese pequeño error en forma de acción o decisión, que arruina todo y el botón de aniquilamiento asesina tu ánimo dejándolo en el suelo.
Me llena de coraje solamente acordarme de aquellas ocasiones donde dije HUBIERA. Como la vez aquella en la universidad, ojala HUBIERA cambiado de carrera, y seguir comunicación o periodismo; no estaría estudiando finanzas ni métodos cuantitativos ni mucho menos macroeconomía. O aquella ocasión en la que hubiera sido mejor quedarme en la playa el año nuevo, así no me quedaba sin latidos, pues se vencieron latiendo por alguien que no lo merece. Ojalá hubiera terminado rápido mi carrera, así estaría estudiando lo que realmente me gusta. Ojalá mi madre no fuera tan comprensiva, así me hubiera dejado a mi suerte y seria un hombre realmente fuerte y luchador que no se acostumbra al bolsillo materno. Ojalá hubiera pensando ochocientos cincuenta mil setecientos sesenta y seis veces antes de besarme con el novio de mi amigo aquella noche de discoteca y borrachera. Ojala nunca jamás hubiera tenido sexo con la más repugnante persona que solo sabe manipular mis deslices para que curiosamente caiga rendido a su cama.
Hubiera deseado mudarme con mi mejor amigo y tenerlo cerca para usar nuestros hombros mutuamente y así formar una columna que sostenga nuestro pesar. Hubiera deseado (solo parcialmente) no viajar a Estados Unidos de América el verano pasado, así no conocía tanta gente maravillosa que después será difícil de volver a ver y por lo tanto no sentiría su ausencia a gran escala. Hubiera deseado portarme bien aquella vez que mi ex se besó con su ex y a su vez el ex de su ex se besó conmigo. O esa remota ocasión donde hubiera deseado aprovecharme de unos labios indefensos y embriagados en un bar lleno de rock donde mi rockero favorito me flechó de una vez por todas y nunca más le volví a ver, debí haberlo besado, ojalá lo hubiese hecho.
Ojala hubiera viajado más tiempo, de esa forma tendría más historias en mi file de casos impresionantes. Saben, no es difícil entender a los alcohólicos y drogadictos después de todo, ya no los culpo ni lo juzgo tan precipitadamente. Cuando los lacrimales se niegan a producir llanto porque se vuelven orgullosos es necesario beber para ayudar un poco.
Hubiera deseado vivir en el jardín secreto y llenarme de su magia espiritual y no tener que sentirme impotente. Llenar de brillo la pupila de las paredes europeas que emanan nostalgia que ni nosotros mismos sabemos de donde viene. Hubiera deseado encontrar esa llave porque la puerta la encontré, pero cerrada; y nunca pude ver ni siquiera un solo clavel por el ojal de la cerradura.
Hubiera llenado mi mente de ciencia ficción, regresar al vientre y hacer del cordón umbilical mi arma blanca y del útero mi cripta, a veces deseamos cosas impensables. Me hubiera gustado regresar cual efecto mariposa mismo Ashton Kutcher y cambiar algunos altibajos.
Sin embargo, la única verdad es que el hubiera no existe, solo lo inevitable de las casualidades y nuestras desiciones. Todo tiene un curso y no puede desviarse. Dice el gran sabio de la antigüedad que todo está escrito en alguna piedra apocalíptica profética hipotética y efímera. El hubiera, el desearía poderoso con estado superlativo lo tengo agotado, ya no creo en su poder porque no me sirve de nada pensar así, me hago daño, nos hacemos daño, nos llenamos de una frustración que disminuye la línea de la vida, nos bajonea hasta el subsuelo ¿Acaso cambia algo?
Ojalá fuera como un conjuro y desearlo tanto que se pudiera hacer realidad, concentrarme y decirlo en voz alta: Hubiera ido a verlo, quizá no se hubiera ido.
¡Presto cambio!
No se fue.
Ojalá fuera como un conjuro y desearlo tanto que se pudiera hacer realidad, concentrarme y decirlo en voz alta: Hubiera ido a verlo, quizá no se hubiera ido.
¡Presto cambio!
No se fue.
"El hubiera no existe, todo está en lo inevitable de las casualidades."
ResponderEliminarME ENCANTO la frase!!
Siempre tan Chuck Bass, siempre tan reflexivo y contrariado, encontrandole la profundidad hasta a algo de dos dimensiones.
Sabes que voy a hacer ahora? Voy a hacer que Gercar me lo diga en mi mail, prometo no desaparecerme de tu blog! :)
Gracias mafe!!! te mando un besote.
ResponderEliminarojala no hubiera dicho lo q dije hace un mes.
ResponderEliminarojala me hubieras dado una segunda oportunidad.
ay ay ay!
La 'unica frase que vale la pena con la palabra hubiera: 'Ama como si no hubiera mañana...'
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