EN LA HOGUERA DE MIS VANIDADES
"Uno solo de mis andares colorea lo gris citadino, dándole una fotografía al horizonte que se escurre entre mi mente voladora haciéndome pasear por la nebulosa mas cercana y chic. A estas alturas me siento como el nuevo Cristóbal Colon porque he descubierto el nuevo mundo, cargado de toneladas de prendas que son buscadas en el mapa mundi de las tendencias. En la moda, Septiembre es como un enero, donde las semanas se pintan del inusitado estilo donde todo comienza con un desfile inacabable. El trabajo aumenta para las hadas, duendes, genios de lámparas maravillosas y otros expertos en cumplir deseos. Es temporada de caza-tendencias y la primavera esta a la vuelta de la esquina murmurando colores que se estampan para siempre en las pupilas de las más audaces it girls. Esperemos que esta temporada traiga más que flores. Porque en nuestra grisácea ciudad, los buenos momentos no duran para siempre...
Pero usemos la lupa para ver lo minúsculo de lo bueno y agrandarlo a miles de pixeles. Por ejemplo tomen el taxi más cercano con una sola parada, Fashion Avenue. ¿Donde esta? En ciertos puntos cosmopolitas de la gran gris. Las compras ostentosas le quitan el sueño a cualquier caja registradora que traga y traga nuestras monedas. Es una catarsis sensacional deslizar la unlimited Golden card de papá. Y por supuesto cargar hasta que se te estremezcan los dedos, las bolsas llenas de etiquetas que necesitan ser cortadas y voila.
El olor a ropa nueva jamás se podría comparar con cualquier otro, es como la miel misma que atrae a los osos. Solo fragancias como chanel n°5, the one o quizás a puras luchas el chic de CH podrían emular el éxtasis que produce el “¡Me lo llevo todo!” que hace eco en las fashionistas que rodean los maniquíes más solemnes con una precipitada emoción que empuja a la adquisición majestuosa. No hay lugar para el titubeo. La emoción te consume a fuego lento y de lento no puedes tener ni un pelo (al menos no horquillado).
Ok, admito que hay cosas más importantes en el mundo (aparte de los Gucci shoes), como comer. Pero en este mundo mío, solo podría tener una dieta estricta a base de “banana republic” o “lacoste” entre otras carnes. Quizá Miuccia podría traerme un té mientras observo las vitrinas que a base de sus estatuas androides vestidas de alta costura, hipnotizan mis sentidos y arrastran mi masa humana hacia el otro lado del aparador y no podría evitarlo ni el mismísimo dios. Uno tras otro vuelan por encima del vestidor tallas S y M, junto a chaquetas tweed, estampados geométricos, bloques de colores, cinturones en camel y remeras en cuello V siempre.
Si me detengo es solo para acumular calorías nuevas en cualquier café con aire parisino. Si algún croissant se cruza en mi camino termina en mi plato, cualquier postre con nueces y avellanas es bienvenido a mi mesa. Una vez cargada la energía, pongo primera y hago la siguiente parada. No hay nada en los libros, la Belle Epoque revive en los rincones de mi buen gusto. Donde al más mínimo movimiento estas siendo acechado por un gigantesco microscopio, esperando el mas ligero desliz. El atrevimiento salio a jugar.
Y es que no hay que decirlo con palabras sino con color. Hay que detenernos a pensar, si somos iconos, si somos un ejemplo a seguir, si es que perseguimos la moda o ella es quien nos persigue. Si estuviera en ese lugar solo diría, HOT. Hay que estar alertas, al más mínimo movimiento estamos siendo observados. Os digo a vosotros, somos un altar donde las miradas de cientos de devotos atinan a una inspección de arriba a bajo de cada indumentaria manuscrita en nuestro cuerpo. Cada detalle, cada pedazo de tela es descuartizada en criticas afirmativas por nuestros followers que quedan con ganas de mas al ver nuestras vestimentas adheridas a músculos y huesos que saben como llevar estilo y miles de dólares. Es lo que es, damos rienda suelta a nuestro ego mesurado para inspirar. No hay lugar para el disimulo y arrepentimiento, cuando esos dos estén rondándote busca el hoyo mas cercano y desesperadamente, como un perro enterrando su hueso, esconde ahí tu timidez.
Cuando encontramos a alguien a quien admirar, admiramos el suelo por donde pisa. Observamos hasta su sombra. Le sacamos una radiografía a su look, y por lo tanto a su guardarropa. Se necesita tan solo un gesto o una mueca capaces de iluminar un salón oscuro para caer rendidos. Las modelos lo saben bien, por eso son musas contemporáneas, envidiadas por toda inconforme multitud. Esos cuerpos con languidez curvilíneos que parecen una débil estructura que con un leve soplido puede venirse abajo de la manera más glamorosa. Son las nuevas ninfas en un lago de asfalto y concreto nadando sobre miradas y bocas babosas que se abren desconcertadas anotando en su plagio para imitarlo.
Las temporadas pueden traernos lluvias de accesorios, hojas de revistas que huelen a vanidad. Un sol que brilla con efecto electro convirtiendo al ojo humano en su fiel servidor. Nos regalan aromas que emergen de ese mundo in, al cual muchos desearían tener el acceso que solo los insiders poseen. Aquellos afortunados del cielo empírico del glamour que se convierten en nuestros nuevos Mesías de la vanguardia que reinan ese nuevo paraíso terrenal y los santos visten alas de precios incalculables.
Cuando fallamos somos el hazme reír de todos esos tristes miserables desafortunados que se sienten amenazados, y que nos dan con palo y guillotina si ven el mas leve error. Esas fotos en formato de "raje" son tomadas para ser testigos de un momento clave donde reorientar el planeta de nuestra moda es la salida. Cada Outfit es una historia contada y nuestra misión es contarla de tal forma que quede para la posteridad. Cada década es definida por sus ídolos. Cada imagen es la oportunidad para dejar una huella indeleble en el fashion world. Desde Linda Evangelista hasta Kate Moss pasando por Naomi, Cindy, Claudia, Giselle, Coco, Raquel, y un sin fin de etceteras; todas son una fuente infinita a la cual pueden seguir aventando sus monedas, pues vuestros deseos pueden hacerse realidad.
Ya lo decía Carrie Bradshaw, “En lo clásico y simple esta la elegancia” y si no fue ella entonces lo escuchó de Coco Chanel, la cual debe estar revolcándose de felicidad en la tumba al ver que Lagerfeld está haciendo magia en su casa… Pero mejor volvamos a poner el dedo en la línea del tiempo actual donde aquella que brilla más que el terciopelo es la temida e intimidante Anna Wintour, por favor no se atrevan a preguntarme quien es; si no tendría que exiliarlos de este espacio sideral donde las estrellas son lentejuelas en un vestido de gala.
Todo está listo para un mejor año, si el 2012 decide levantar polvo, tendremos que mostrarle elegantemente el final de la pasarela y arrojarlo a los paparazzi. No pretendo detener mi hedonismo en nimiedades como esa. Roman holidays aguardan por mi y el Moulin Rouge esta listo para girar mi suerte a 360°, Manhattan para recordarme cuanto me gusta tomar un desayuno con diamantes en Tiffany´s el lugar favorito de mi querida Audrey Hepburn la cual dijo que nada malo podría pasar ahí, y le creo; ahí hare mi capsula de supervivencia, donde mis únicas prociones serán, joyas, cash, relojes,y mucho haute couture.
Tengo tantos nombres en esta cabeza llena de gracia, la elegancia es contigo, bendita seas entre todas las tendencias y maldito los jeans con sandalias gladiador y vaqueros, ¡En el nombre de Jesús! EW! Me lastima la retina. Abstenerse wannabes y erróneas seguidoras de la moda que creen que son modelos de Vogue (la Biblia) y se visten tal cual ¡Dios! No lo tomen literal, es arte puro. Don’t you dare.
Universalmente tenemos un lugar en este espacio donde las estrellas son lentejuelas bla bla bla, algunos afortunados lo tienen en las pasarelas bla bla bla, otros en el callejón. Pero no importa si usas piel o trapo sucio, si lápiz de labios YSL o un brillo de cincuenta centavos. De pie el ánimo, el estilo no se compra, se hereda; ya sea de legendarias dinastías o de la mano misericordiosa que tocó el vientre de tu madre antes de que nazcas. Eso es parte de ti con poco o mucho, esa es la carta de triunfo, “el buen gusto”. Puedes ser un pobre diablo pero si el oro te atrae como ratón al queso, perteneces a la dolce vita.
Para mi, la moda y vida bonita se lleva con personalidad, naturalidad, espontaneidad, dibujando el gusto con atino y “saber hacer”. Puede que Cleopatra, Afrodita o Mata Hari ardan en las tinieblas por su vanagloria y petulancia (nadie las culpa de ser hermosas) pero hoy en día todas las recuerdan, pues somos lo que vemos, y vemos perfección dijeron ellas. Probablemente todo es efímero y lo que realmente veo es mi idealismo haciendo travesuras con mi surrealismo. Los hechos transcurren no en vano, todo cambia todo ha cambiado.
La hoguera de las vanidades, puede arder cuanto quiera, yo no pienso arrojar ninguna de las mías allí dentro, si tiene que arder algo, que sean los celos de esas miradas verdes. Que arda Troya, que muera el marrón. Si algo no me gusta al hoyo hasta que se consuma. El sendero que escogido es más bien una alfombra roja, sin vuelta atrás, inculcando, difundiendo la cultura más vanguardista de este lado del universo. Lo sé, palos y piedras siempre me acecharan y buscaran mi lomo como el blanco perfecto. Pero yo vivo y sigo mi formula al pie de la letra,afirmo soy como el champagne, una vez abierto difícil no celebrar.
Pero usemos la lupa para ver lo minúsculo de lo bueno y agrandarlo a miles de pixeles. Por ejemplo tomen el taxi más cercano con una sola parada, Fashion Avenue. ¿Donde esta? En ciertos puntos cosmopolitas de la gran gris. Las compras ostentosas le quitan el sueño a cualquier caja registradora que traga y traga nuestras monedas. Es una catarsis sensacional deslizar la unlimited Golden card de papá. Y por supuesto cargar hasta que se te estremezcan los dedos, las bolsas llenas de etiquetas que necesitan ser cortadas y voila.
El olor a ropa nueva jamás se podría comparar con cualquier otro, es como la miel misma que atrae a los osos. Solo fragancias como chanel n°5, the one o quizás a puras luchas el chic de CH podrían emular el éxtasis que produce el “¡Me lo llevo todo!” que hace eco en las fashionistas que rodean los maniquíes más solemnes con una precipitada emoción que empuja a la adquisición majestuosa. No hay lugar para el titubeo. La emoción te consume a fuego lento y de lento no puedes tener ni un pelo (al menos no horquillado).
Ok, admito que hay cosas más importantes en el mundo (aparte de los Gucci shoes), como comer. Pero en este mundo mío, solo podría tener una dieta estricta a base de “banana republic” o “lacoste” entre otras carnes. Quizá Miuccia podría traerme un té mientras observo las vitrinas que a base de sus estatuas androides vestidas de alta costura, hipnotizan mis sentidos y arrastran mi masa humana hacia el otro lado del aparador y no podría evitarlo ni el mismísimo dios. Uno tras otro vuelan por encima del vestidor tallas S y M, junto a chaquetas tweed, estampados geométricos, bloques de colores, cinturones en camel y remeras en cuello V siempre.
Si me detengo es solo para acumular calorías nuevas en cualquier café con aire parisino. Si algún croissant se cruza en mi camino termina en mi plato, cualquier postre con nueces y avellanas es bienvenido a mi mesa. Una vez cargada la energía, pongo primera y hago la siguiente parada. No hay nada en los libros, la Belle Epoque revive en los rincones de mi buen gusto. Donde al más mínimo movimiento estas siendo acechado por un gigantesco microscopio, esperando el mas ligero desliz. El atrevimiento salio a jugar.
Y es que no hay que decirlo con palabras sino con color. Hay que detenernos a pensar, si somos iconos, si somos un ejemplo a seguir, si es que perseguimos la moda o ella es quien nos persigue. Si estuviera en ese lugar solo diría, HOT. Hay que estar alertas, al más mínimo movimiento estamos siendo observados. Os digo a vosotros, somos un altar donde las miradas de cientos de devotos atinan a una inspección de arriba a bajo de cada indumentaria manuscrita en nuestro cuerpo. Cada detalle, cada pedazo de tela es descuartizada en criticas afirmativas por nuestros followers que quedan con ganas de mas al ver nuestras vestimentas adheridas a músculos y huesos que saben como llevar estilo y miles de dólares. Es lo que es, damos rienda suelta a nuestro ego mesurado para inspirar. No hay lugar para el disimulo y arrepentimiento, cuando esos dos estén rondándote busca el hoyo mas cercano y desesperadamente, como un perro enterrando su hueso, esconde ahí tu timidez.
Cuando encontramos a alguien a quien admirar, admiramos el suelo por donde pisa. Observamos hasta su sombra. Le sacamos una radiografía a su look, y por lo tanto a su guardarropa. Se necesita tan solo un gesto o una mueca capaces de iluminar un salón oscuro para caer rendidos. Las modelos lo saben bien, por eso son musas contemporáneas, envidiadas por toda inconforme multitud. Esos cuerpos con languidez curvilíneos que parecen una débil estructura que con un leve soplido puede venirse abajo de la manera más glamorosa. Son las nuevas ninfas en un lago de asfalto y concreto nadando sobre miradas y bocas babosas que se abren desconcertadas anotando en su plagio para imitarlo.
Las temporadas pueden traernos lluvias de accesorios, hojas de revistas que huelen a vanidad. Un sol que brilla con efecto electro convirtiendo al ojo humano en su fiel servidor. Nos regalan aromas que emergen de ese mundo in, al cual muchos desearían tener el acceso que solo los insiders poseen. Aquellos afortunados del cielo empírico del glamour que se convierten en nuestros nuevos Mesías de la vanguardia que reinan ese nuevo paraíso terrenal y los santos visten alas de precios incalculables.
Cuando fallamos somos el hazme reír de todos esos tristes miserables desafortunados que se sienten amenazados, y que nos dan con palo y guillotina si ven el mas leve error. Esas fotos en formato de "raje" son tomadas para ser testigos de un momento clave donde reorientar el planeta de nuestra moda es la salida. Cada Outfit es una historia contada y nuestra misión es contarla de tal forma que quede para la posteridad. Cada década es definida por sus ídolos. Cada imagen es la oportunidad para dejar una huella indeleble en el fashion world. Desde Linda Evangelista hasta Kate Moss pasando por Naomi, Cindy, Claudia, Giselle, Coco, Raquel, y un sin fin de etceteras; todas son una fuente infinita a la cual pueden seguir aventando sus monedas, pues vuestros deseos pueden hacerse realidad.
Ya lo decía Carrie Bradshaw, “En lo clásico y simple esta la elegancia” y si no fue ella entonces lo escuchó de Coco Chanel, la cual debe estar revolcándose de felicidad en la tumba al ver que Lagerfeld está haciendo magia en su casa… Pero mejor volvamos a poner el dedo en la línea del tiempo actual donde aquella que brilla más que el terciopelo es la temida e intimidante Anna Wintour, por favor no se atrevan a preguntarme quien es; si no tendría que exiliarlos de este espacio sideral donde las estrellas son lentejuelas en un vestido de gala.
Todo está listo para un mejor año, si el 2012 decide levantar polvo, tendremos que mostrarle elegantemente el final de la pasarela y arrojarlo a los paparazzi. No pretendo detener mi hedonismo en nimiedades como esa. Roman holidays aguardan por mi y el Moulin Rouge esta listo para girar mi suerte a 360°, Manhattan para recordarme cuanto me gusta tomar un desayuno con diamantes en Tiffany´s el lugar favorito de mi querida Audrey Hepburn la cual dijo que nada malo podría pasar ahí, y le creo; ahí hare mi capsula de supervivencia, donde mis únicas prociones serán, joyas, cash, relojes,y mucho haute couture.
Tengo tantos nombres en esta cabeza llena de gracia, la elegancia es contigo, bendita seas entre todas las tendencias y maldito los jeans con sandalias gladiador y vaqueros, ¡En el nombre de Jesús! EW! Me lastima la retina. Abstenerse wannabes y erróneas seguidoras de la moda que creen que son modelos de Vogue (la Biblia) y se visten tal cual ¡Dios! No lo tomen literal, es arte puro. Don’t you dare.
Universalmente tenemos un lugar en este espacio donde las estrellas son lentejuelas bla bla bla, algunos afortunados lo tienen en las pasarelas bla bla bla, otros en el callejón. Pero no importa si usas piel o trapo sucio, si lápiz de labios YSL o un brillo de cincuenta centavos. De pie el ánimo, el estilo no se compra, se hereda; ya sea de legendarias dinastías o de la mano misericordiosa que tocó el vientre de tu madre antes de que nazcas. Eso es parte de ti con poco o mucho, esa es la carta de triunfo, “el buen gusto”. Puedes ser un pobre diablo pero si el oro te atrae como ratón al queso, perteneces a la dolce vita.
Para mi, la moda y vida bonita se lleva con personalidad, naturalidad, espontaneidad, dibujando el gusto con atino y “saber hacer”. Puede que Cleopatra, Afrodita o Mata Hari ardan en las tinieblas por su vanagloria y petulancia (nadie las culpa de ser hermosas) pero hoy en día todas las recuerdan, pues somos lo que vemos, y vemos perfección dijeron ellas. Probablemente todo es efímero y lo que realmente veo es mi idealismo haciendo travesuras con mi surrealismo. Los hechos transcurren no en vano, todo cambia todo ha cambiado.
La hoguera de las vanidades, puede arder cuanto quiera, yo no pienso arrojar ninguna de las mías allí dentro, si tiene que arder algo, que sean los celos de esas miradas verdes. Que arda Troya, que muera el marrón. Si algo no me gusta al hoyo hasta que se consuma. El sendero que escogido es más bien una alfombra roja, sin vuelta atrás, inculcando, difundiendo la cultura más vanguardista de este lado del universo. Lo sé, palos y piedras siempre me acecharan y buscaran mi lomo como el blanco perfecto. Pero yo vivo y sigo mi formula al pie de la letra,afirmo soy como el champagne, una vez abierto difícil no celebrar.
#G
Anoche, Gercar lo dijo
Fotografía: Gercar PhotograG https://www.facebook.com/gercarphotograg?ref=hl
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