BUSCANDO DESESPERADAMENTE A ROSS
Después de un acontecimiento que marca tu línea del tiempo, pretendes que se repita, sin embargo cuando algo “no estaba escrito”, es allí donde empiezan los problemas. Esta es la historia de Ross y mi irremediable afán por toparme con sus besos una vez más.
Lo intenté todo. Incluso pensé en los anuncios del periódico y poner un titular que iba más o menos así: “Buscando desesperadamente a Ross” donde la recompensa era hacerme el hombre más feliz al menos por el hecho de que me gusta vivir el momento a la máxima potencia. Así que lo hice; el periódico publicó mi petición y debajo del título dictaba: la persona que lo haya visto o si él lo lee, debe dirigirse al puente ubicado al final de la bajada Balta. Ese sería el punto de encuentro.
Lo intenté todo. Incluso pensé en los anuncios del periódico y poner un titular que iba más o menos así: “Buscando desesperadamente a Ross” donde la recompensa era hacerme el hombre más feliz al menos por el hecho de que me gusta vivir el momento a la máxima potencia. Así que lo hice; el periódico publicó mi petición y debajo del título dictaba: la persona que lo haya visto o si él lo lee, debe dirigirse al puente ubicado al final de la bajada Balta. Ese sería el punto de encuentro.
Sé que suena a una película ochentena, no tiene sentido y carece de realismo. Me sentí como Rosanna Arquette, en Desperately Seeking Susan, y quizá a mi propia Madonna le gusta hacer travesuras por cada pasaje donde se esconde. Aun así, es mi última oportunidad para volverlo a ver. Fue la única idea sana y demente que tenía a la mano. Simplemente estoy usando mis astucias más empolvadas para hacer funcionar mi mecanismo de supervivencia de soltero.
Fue viernes, no tan lejano y decidí tomar la siesta tan esperada después de un ritual con las pinzas, caries, luces blancas y enfermeras despiadadas de mi dentista. Y como estaba tan cómodo en mi cama pensé que nada en el mundo ni siquiera un movimiento telúrico japonés podría sacarme de ahí. Cada vez que quiero descansar un ratito de las jornadas sociales, aparece una sonsacada a la calle. En mi iPod tengo descargada una aplicación y parpadeaba una lucesita acompañada de un peculiar ruido; y entre mis pestañas a punto de fabricar legañas asomé mi vista a ver quién me hablaba.
Llegaban mensajes subliminales desde un perfil con nombre R. Tenía insinuación felina y la foto de perfil dejaba a la vista un tatuaje en la zona del pecho, esos que no sabes dónde empiezan ni donde terminan. Respondí y seguí la conversación hasta el punto de hervir la tetera. Y sin poca razón y mucha curiosidad por aventarme al primer brazo ajeno que esté dispuesto a ablandar mi caída, salí de casa con poco perfume y mucha tartamudez. Mis nervios absorbían más rápido el frío y me hacían temblar dentro del taxi que me llevaba al encuentro con Ross.
No hablamos mucho, simplemente me atrajo fuertemente su mirada y su cuerpo tatuado. "Mejor conversemos en persona" dijo, y acepté. Sin pensarlo dos veces, decidí ir preparado, me introduje en una piel ajena, sentía que debía dar la impresión que nada me importaba. Porque si iba lleno de emociones comprimidas podrían explotar en la persona equivocada.
No hablamos mucho, simplemente me atrajo fuertemente su mirada y su cuerpo tatuado. "Mejor conversemos en persona" dijo, y acepté. Sin pensarlo dos veces, decidí ir preparado, me introduje en una piel ajena, sentía que debía dar la impresión que nada me importaba. Porque si iba lleno de emociones comprimidas podrían explotar en la persona equivocada.
No voy a entrar en detalles de como fue que nos encontraríamos. El punto de encuentro fue el Vivanda de La Encalada. En menos tiempo de lo que pensé, ahí estábamos frente a frente en el estacionamiento del supermercado no muy lejos de mi casa, pero lo suficiente como para no ir caminando. Recuerdo como pintura fresca su camisa turquesa estampada de cuadrados, unos pitillos que gritaban rock n roll, y seguro que le cortaban la circulación.
Ok si el actual “yo” hubiera estado conmigo en ese momento, lo hubiera arruinado todo. Entonces le di tregua a mi indiferencia moderada para con él. Luego de un cruce de palabras simples subimos al taxi cuando él me dijo: "Vamos a mi casa".
Veía como todo se alejaba por el espejo retrovisor, sus piernas querían salir de sus jeans y mis arterias en el pecho querían reventar de los nervios, mi voz titubeaba, pero le ponía firmeza. Conversamos un poco más, su olor era prestado de un rico perfume, en verdad buenísimo, si cerraba mis ojos me lo imaginaba desnudo, como si fuera una piel humectada de aromas y petalos a punto de ser víctima de un Jean-Baptiste Grenouille contemporáneo. Se interesó en mí con sus preguntas entretenidas, y con mis respuestas cortas no era que estaba intimidado, estaba asustado. Temía que en cualquier momento saliera de su boca “Pare chofer, mejor me voy.” Felizmente no ocurrió así.
Veía como todo se alejaba por el espejo retrovisor, sus piernas querían salir de sus jeans y mis arterias en el pecho querían reventar de los nervios, mi voz titubeaba, pero le ponía firmeza. Conversamos un poco más, su olor era prestado de un rico perfume, en verdad buenísimo, si cerraba mis ojos me lo imaginaba desnudo, como si fuera una piel humectada de aromas y petalos a punto de ser víctima de un Jean-Baptiste Grenouille contemporáneo. Se interesó en mí con sus preguntas entretenidas, y con mis respuestas cortas no era que estaba intimidado, estaba asustado. Temía que en cualquier momento saliera de su boca “Pare chofer, mejor me voy.” Felizmente no ocurrió así.
Su departamento estaba en lo alto de Los Alamos, podía verlo todo, mi casa y parte del distrito. El sillón de su sala era gigante y podíamos entrar ambos cómodamente, cosa que hicimos. Me ofreció alcohol, dije no. Me ofreció galletitas, dije sí.
La idea en la superficie fue ver unas películas tranquilamente y conocernos. Encendimos la tele e hicimos zapping, pasaban “Death becomes her” con la genial Meryl Streep, es una de mis favoritas le dije, “Si yo también la he visto, es buena” dijo él. Mis ojos se repartían entre el plasma y su camisa semi abierta. Su pecho me hablaba y como un zoom se acerco más y más, me percaté de más tatuajes en el brazo. "Me gustan tus tatuajes" dije, y acto seguido él empezó su exhibición como tour donde me contaba cada historia de cada uno de ellos: tenía en la muñeca, en el brazo, el antebrazo y luego fue bajando, en el tobillo y volvió a subir, en la rodilla; lo detuve y sin contemplaciones le dije: “y el del pecho”, “Ah si” dijo, y se desprendió de su camisa por completo. Sentí que me iba a sangrar la nariz (como al maestro Roshi) no mentira, pero no podía evitar recordar esos pectorales griegos bien esculpidos, sin duda él es una cosa que no se ve a diario.
Moría por tocarlo, pero tenía que parecer calmado y tomar la ventaja. Vi el inicio y fin del misterioso tatuaje del pecho de la foto de perfil que me había hablado hace una hora por la aplicación, luego me enseño el de la espalda y el hombro. Y me preguntó: “¿tienes?” y sin pensar dije: “Tengo lunares”… ay...
La idea en la superficie fue ver unas películas tranquilamente y conocernos. Encendimos la tele e hicimos zapping, pasaban “Death becomes her” con la genial Meryl Streep, es una de mis favoritas le dije, “Si yo también la he visto, es buena” dijo él. Mis ojos se repartían entre el plasma y su camisa semi abierta. Su pecho me hablaba y como un zoom se acerco más y más, me percaté de más tatuajes en el brazo. "Me gustan tus tatuajes" dije, y acto seguido él empezó su exhibición como tour donde me contaba cada historia de cada uno de ellos: tenía en la muñeca, en el brazo, el antebrazo y luego fue bajando, en el tobillo y volvió a subir, en la rodilla; lo detuve y sin contemplaciones le dije: “y el del pecho”, “Ah si” dijo, y se desprendió de su camisa por completo. Sentí que me iba a sangrar la nariz (como al maestro Roshi) no mentira, pero no podía evitar recordar esos pectorales griegos bien esculpidos, sin duda él es una cosa que no se ve a diario.
Moría por tocarlo, pero tenía que parecer calmado y tomar la ventaja. Vi el inicio y fin del misterioso tatuaje del pecho de la foto de perfil que me había hablado hace una hora por la aplicación, luego me enseño el de la espalda y el hombro. Y me preguntó: “¿tienes?” y sin pensar dije: “Tengo lunares”… ay...
Un minuto de silencio a mi idiotez multiplicada por “pi”. Afortunadamente Ross lo tomó como una broma, y yo insistí: “Quise decir que tengo lunares extraños y grandes, parecen tatuajes”. "Enséñame" dijo. Le enseñé el de mi pecho y en verdad se sorprendió “Parece un tatuaje, me gusta” dijo. Iba a enseñarle el de mi brazo, pero así como la lluvia que no avisa , cayó sobre mi boca la suya, y empecé a besarlo como si en cualquier momento me lo iban a quitar. Su perfume amarraba mi nariz y sus cabellos se hacían cómplices de mis dedos. “¿Tienes más lunares?” me preguntó. “Te los enseñare de a pocos" le dije y chocándonos con todo llegamos a su cuarto y nos desplomamos sobre su cama.
Las sábanas estaban des tendidas, el espejo parecía una cámara que grababa nuestros cuerpos que lucian como plastilinas bicolor convirtiéndose una sola. Abusivo, exuberante, dioso; me sacó la mierda, literalmente, me hizo ver las estrellas color rosa como dicen. No había espacio suficiente para desenredarnos. En cinco palabras “best sex of the year” como nominación, se llevó mi Oscar.
Las sábanas estaban des tendidas, el espejo parecía una cámara que grababa nuestros cuerpos que lucian como plastilinas bicolor convirtiéndose una sola. Abusivo, exuberante, dioso; me sacó la mierda, literalmente, me hizo ver las estrellas color rosa como dicen. No había espacio suficiente para desenredarnos. En cinco palabras “best sex of the year” como nominación, se llevó mi Oscar.
Después de que pasó el temblor, corrimos a la ducha. El agua lo dibujaba perfecto, los tatuajes me hacían ojitos, saboreaba con mi vista rayos equis sus esquinas. Era perfecto todo. Salimos reconfortados a la sala nuevamente donde todo empezó. La música que sirvió de soundtrack soft la apagamos, la película iba en la mitad, su cabello húmedo me dejaba high solo de olerlo como el más letal de los poppers.
Ok, paréntesis, se supone que era momento de la táctica de huida, ese momento en que no sabes si te dirá que te vayas de la manera más sutil; por el contrario su mano se deslizó hacia la mía, la cogió y no la soltó. Yo no sabía si debía desprenderla y seguir actuando como un hombre frío o de hecho decirle que me gustaba tanto que podía quedarme.
No debía cegarme, se supone que esto fue una especie de “no strings attached”. Entonces, luego de la acción viene la reacción y bye bye baby.
Estaba a punto de decirle que me tenía que ir, para quedar cool antes que él. Sin embargo, él habló primero: “Me gusta tu piel" y luego dijo lo que yo supuse: "Quiero volver a verte”.
No debía cegarme, se supone que esto fue una especie de “no strings attached”. Entonces, luego de la acción viene la reacción y bye bye baby.
Estaba a punto de decirle que me tenía que ir, para quedar cool antes que él. Sin embargo, él habló primero: “Me gusta tu piel" y luego dijo lo que yo supuse: "Quiero volver a verte”.
“Me gustan tus labios.” le dije y no pude decir más por los nervios.
Él insistió “Quiero volver a verte, al menos como amigos, porque estoy saliendo con alguien”.
¡Boom!
Esa granada no la vi venir, y cayó directo en mis ojos. Es decir, si yo me sentí mal por haber hecho lo que hice, el encontrarme con un extraño y tener sexo a primera vista; se imaginan como me sentí cuando me dijo que estaba saliendo con alguien, que vive por mi casa e incluso se llama como yo. DIOS ¿es posible?
Play cool, pensé. Le dije que no pasaba nada. Son cosas que pasan y que si quiere llamarme a lo que plan de amigos, que lo haga. Luego atiné a decirle que me tenía que ir. Me acompañó hasta la puerta a tomar un taxi. Insistía en volver a verme, yo sonreía y le decía “me gustan tus labios”, no podía decir más, tuve que contener mis bajos instintos para no comérmelo a besos y someterlo a un tercer round.
El taxi me dejó en medio del estacionamiento donde todo empezó. Dentro de mi quería gritar “Si, yo también te quiero volver a ver. Si no funciona lo tuyo con el otro fulano, déjame intentarlo”. Pero no podía caer más bajo. Y nos despedimos en ese viernes 23 del mes de septiembre. Nuestra despedida fue como si nos volviéramos a ver en un par de minutos de la manera más simple, así de frio, así de tímidos. Para variar pasa ligera la maldita primavera, inicia inepta su legado y me maldice solo a mí.
No me he perdido en razón por un perfecto desconocido y hermoso extraño, pero debo admitir que una vez más estoy solitario como un cactus abastecido de sí mismo. Como diría mi buena amiga Amy que ahora ya no está entre nosotros. “ You go back to him and I go back to black”. Azul y triste devuelta al negro de mi vacío, como un gato.
Esa granada no la vi venir, y cayó directo en mis ojos. Es decir, si yo me sentí mal por haber hecho lo que hice, el encontrarme con un extraño y tener sexo a primera vista; se imaginan como me sentí cuando me dijo que estaba saliendo con alguien, que vive por mi casa e incluso se llama como yo. DIOS ¿es posible?
Play cool, pensé. Le dije que no pasaba nada. Son cosas que pasan y que si quiere llamarme a lo que plan de amigos, que lo haga. Luego atiné a decirle que me tenía que ir. Me acompañó hasta la puerta a tomar un taxi. Insistía en volver a verme, yo sonreía y le decía “me gustan tus labios”, no podía decir más, tuve que contener mis bajos instintos para no comérmelo a besos y someterlo a un tercer round.
El taxi me dejó en medio del estacionamiento donde todo empezó. Dentro de mi quería gritar “Si, yo también te quiero volver a ver. Si no funciona lo tuyo con el otro fulano, déjame intentarlo”. Pero no podía caer más bajo. Y nos despedimos en ese viernes 23 del mes de septiembre. Nuestra despedida fue como si nos volviéramos a ver en un par de minutos de la manera más simple, así de frio, así de tímidos. Para variar pasa ligera la maldita primavera, inicia inepta su legado y me maldice solo a mí.
No me he perdido en razón por un perfecto desconocido y hermoso extraño, pero debo admitir que una vez más estoy solitario como un cactus abastecido de sí mismo. Como diría mi buena amiga Amy que ahora ya no está entre nosotros. “ You go back to him and I go back to black”. Azul y triste devuelta al negro de mi vacío, como un gato.
A los minutos me arrepentí. Tenia que volver a verlo. Si alguien lo ha visto dígale que ¡sí! ¡si acepto ser el otro! Me casaría sin pensarlo dos veces. Quiero que sepa que me mordía aquel día la lengua hasta que desapareció de mi boca, pues quería decirle cuanto me encantaría una segunda vez. Pero no podía, después de lo que me dijo era necesaria una amputación de amabilidad y cariño. Ahora que no sé nada de su existencia, siento que todo es invisible.
Asumo que siguió mi consejo, cuando le dije “no deberíamos hacer esto”, creo que eso pasó, entré en pánico cuando busqué su foto de perfil y ya no existía; aunque lo intenté no lo encontré en la aplicación, ni en la red, ni en el facebook, ni en ningún lugar, su teléfono no se lo pedí (porque quería quedar cool y desinteresado) se suponía que todo era efímero y pasajero. Me sentí un Ted que no tendrá nada que contar a sus hijos.
Lo sé, él estaba saliendo con alguien, pero no me importa ser el otro. Quiero entrometerme, “elijeme” “escógeme” “ámame”. Solo eso diré si lo veo nuevamente, y si él aún piensa en volver a lo suyo lo entenderé.
No he dejado de pensarlo, debe ser que esas palabras que no le dije necesitan salir ya, porque me está carcomiendo desde adentro.
No he dejado de pensarlo, debe ser que esas palabras que no le dije necesitan salir ya, porque me está carcomiendo desde adentro.
Mis últimas vistas han sido en el puente al final de la bajada Balta, donde ya se están contando leyendas sobre un chico (yo) que espera toda la tarde a que el anuncio del periódico buscando a Ross surja efecto, sin embargo nunca llegas Ross, sin darte cuenta has clavado tus espinas. Si por esas casualidades lees esto, tengo el antídoto perfecto para que florezcas entre hierba buena. Ya no me haré el fuerte ni el indiferente, si te vuelvo a ver lo diré: aunque estes con él, acepto tu propuesta. Puedo ser el otro, déjame ser el otro.
Por Carlos Gerzon
Instagram: @elchicodelbusblog
Me gusto!!!
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