UNA MÁS DE LA LISTA
¡Ay Agustina, sos bastante pelotuda! te has metido en tal quilombo, tentador y nefasto. ¿Vos que te pensas? Noah no te iba a volver a dirigir la palabra never and ever. No, no y no; está re desubicado el pibe, nena.
Si querías exclusividad debiste decirlo querida, porque la otra persona no lee mentes, no lo entiende. En tu caso, sos vos la que no entendió que es imposible convertir al lobo feroz en una inocente como Caperucita, sino terminas dentro de su panza junto a su abuelita.
Al final tomaste el camino más largo, con un final inacabable, que parece un bosque más oscuro que la morgue misma. Y sin darte cuenta tu nombre, hoy, es uno más de la lista de Noah. En vez de darle todo, debiste darle la espalda y chau.
Al final tomaste el camino más largo, con un final inacabable, que parece un bosque más oscuro que la morgue misma. Y sin darte cuenta tu nombre, hoy, es uno más de la lista de Noah. En vez de darle todo, debiste darle la espalda y chau.
Noah es un caimán con cara de mosca muerta, así ha conquistado a varias. Recuerdo aquella noche en que se conocieron, te acechó toda la noche apaciguadamente bajo el leve umbral del boliche. Su ataque fue inadvertido, nadie lo vio venir, nadie excepto vos Agustina, lenta, pero divina, diosa carente de sesos, pobre y cándida.
El infeliz mente de pibe debe estar regocijándose entre sus sabanas las mismas que imprimiste ayer con tu presencia desnuda mientras el coreaba una que otra canción para retenerte.
Has sido añadida a ese trozo de papel negro donde las perras han jugado; en ese patio hediondo y lleno de sudor que sabe a mil diablos calatos pisoteando tu hermosura en el lodo. ¡No puedo con esto! Estoy re indignada con vos, creí que eras más lista que eso.
Yo siempre he salido con vos y verlo era sinónimo de caminar al lado contrario. Vos sabes que él se cree la alverjita que se niega a pincharse en el tenedor cuando casi ya acabas el plato de la cena.
Te dejaste engatusar por esa chaqueta de cuero que solo se le ve bien a James Dean y a él, y la heineken que te compró estaba más helada que sus sentimientos, él no sabe querer porque él no conoce ese verbo, y vos lo sabes bien, porque lo quisiste desde que lo conociste.
Sus saludos fríos eran alejados del sol que mereces; y tú funcionas así, cuando algo es extremadamente prohibido es gigantemente atractivo, y no te hagas, déjate de joder y no te hagas la loca, ¡andá a lavarte bien los ojos boluda!
No, no y no, andá a cagar boluda. Si seguiste esperando el amanecer para llamarlo nunca lo sabré, vos solo debiste limitarte a derramar lágrimas por tí o por mí que soy tu hermana adorada y papá, ambos que te queremos un mundo. Te apreciamos más que ese pánfilo, el no merece ni una sola sonrisa tuya, tus llantos son agua bendita para semejante trasto.
Recordás esa vez que te sentaste tras de él esperando que te saludará, viste que voltio y ni se acerco el asqueroso, es más, se alejaba como un telescopio que se reajusta para atrás con un minúsculo “hola” mudo e insonoro tomando forma física en su forzada levantada de ceja.
Nena tu castillo de naipes se vino abajo con el solo aliento agotado y desinteresado que emana de esa trompa asquerosa que llenaste de besos, ¡Ay, es que no puedo con mi vida, re indignada estoy! Eres experta gastando el tiempo que te falta y no el que te sobra con un tipejo como aquel.
Trato de entender, y yo sé que estar con él para vos era como respirar un aire recién creado; ¡Cristo Jesús como no estaba yo cerca para activar un detonador marca Acme y reducir sus encantos narcóticos en el polvo más austero!
Trato de entender, y yo sé que estar con él para vos era como respirar un aire recién creado; ¡Cristo Jesús como no estaba yo cerca para activar un detonador marca Acme y reducir sus encantos narcóticos en el polvo más austero!
Me da nauseas solo de pensarlo, mi estomago sube a mi boca y luego a mi cabeza y, después de ese trip, mi cabeza baja hasta mis pies y se apachurra mientras camino inconstante de un lado a otro dentro de tu habitación que huele a él sobre tus sabanas, porque él fue lo último que viste y no fuiste lo último que él verá.
Me queda mal el rímel oscureciendo mi cara con estas lágrimas que no van aparar jamás. No te buscó, no te llamó, no te quiso, no te tocó como un hombre toca, te tocó como un mastodonte que no piensa con la cabeza correcta, sino con la de abajo. Le odio, porque me repugna y juro le encontraré, solo para arrancarle las bolas e impedir sus genes hereditarios se reproduzcan y los haré masilla bajó mis tacones de Prada, esos que tanto me pedías prestado para ir a verlo; y no me agotaré mientras veo su rostro jadeando de mi piedad.
Seguí tranquila y duerme cálida, prometo no dejar ni una sola onza de polvo sobre tu lápida, diosa y divina, te fuiste ayer y no puedo culpar a tus tijeras, ni tampoco a tus muñecas. El arma es blanca y lo haré papilla con mis malos pensamientos que tomaran forma física en mis manos. Quedaté tranquila nena, quedaté ahí, ya no te hablaré más, ahora te rezo por las noches. Vos allá abajo, vos allá arriba, a mi costado o a mis costillas, no dejes de recordarme que me salvaste de ser la que debió estar ahí aquel día.
Por Carlos Gerzon
Instagram: @elchicodelbusblog
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