CRÓNICAS DEL CAFÉ #EPISODIO I EL ENCUENTRO FANTASMA
Esta es una historia real, de un chico enamorado de otro, pero este amor no es correspondido. Entonces para olvidarse de él, decide conocer nuevos chicos a través de un app. No había de otra, porque cuando te enamoras de un amigo y a ese amigo no le gustas, tienes dos opciones: alejarte de ese amigo o conocer otros chicos de manera rápida y efectiva.
Les cuento un poco de
mi amigo, a él le gustan las chicas y a mí me gusta él. Complicada situación. Sin
embargo, él tuvo algo de culpa porque siempre me daba señales (al parecer
equivocadas) de que yo le interesaba.
Yo no quise perder su
amistad, y nunca le dije nada. Él hasta la fecha desconoce lo que siento. Necesitaba
olvidarme de él lo antes posible.
-
Tengo la solución a tu cojudez- me dijo un amigo al cual no veía en
meses.
-
¿Cuál?- pregunté- Y quizás ahí
empezó otro problema.
Ante tanta
insistencia finalmente decidí usar el "chat".
Con la llegada de los
teléfonos inteligentes, llegaron también nuevas formas de relacionarnos con
nuestros familiares, amigos, conocidos y, en este caso, con desconocidos.
Conocer gente nueva fue la recomendación unánime.
Cuando pensé que nada
podría sorprenderme, mi amigo me mostró en la pantalla de su celular un fondo
color anaranjado con un icono negro.
Señores, esa fue la
primera vez en mi vida que había oído hablar del grindr.
Mi amigo,
evidentemente emocionado y con algo de experiencia acumulada en estos temas, me
enseñó cómo usar la aplicación. Me mostró algunas conversaciones y algunas
fotos que muchos chicos le enviaron.
Estuve escéptico y
con dudas. Sin embargo, necesitaba distracción y conocer chicos como yo, y no
romances imposibles, especialmente si son amigos, sobre todo heteros. Finalmente
la descargué y, aunque para mí al inicio fue una inocente forma de conocer
chicos que le gustan chicos, en realidad fue mucho más allá de eso.
2011
La historia tiene su
inicio en una ciudad que cruza las fronteras de lo insano: Lima la gris. Donde
el arrebato, la fogosidad y el frenesí se apoderan del único átomo de sensatez
que tenemos y nos encamina hacia desiciones cachondas.
Fue un día
cualquiera, probablemente domingo, cuando exploraba los confines de esta
"maravillosa" aplicación. Una novedad para mí, no se hace cuanto
existe pero para mí era como descubrir el fuego.
El grindr es una especie
de radar, que te muestra a cuantos metros de distancia se encuentran las
personas que usan la aplicación. Y cuando menos me lo imagine, ya estaba
conversando con chicos. Y a tan solo unos 40 metros de distancia se encontraba Fabricio.
No tenía una foto,
como la mayoría de usuarios, debías pedir una para poder empezar una
conversación. Al menos esa fue mi técnica. Pero cuando él empezó a
hablarme, yo respondía todas sus preguntas, y estuve entretenido.
Sin solicitarle nada, me envió su foto para conocerlo. La verdad
me gusto lo que vi, llevaba una gorra y sus ojos eran de color mostaza o
verde, tenía barba y sonrisa de niño bueno. Pero lo que me encantaba es el
color de su cabello, entre castaño y rojizo. Era todo lo que necesitaba para emocionarme,
y lo mejor de todo, es mi vecino, lo cual derrumbaba mi teoría de ser el único
en mi barrio.
A la semana volvimos
a hablar, por la aplicación, y siempre me hacía reír o encontraba
la forma de mantenerme enganchado. Entonces, no lo dude, y decidí entregarle
mi pin de blackberry para conversar más
a gusto. Fabricio, parecía el chico que se interesa en ti a primera
vista. The boy next door. El ginger que quieres presentar a tus
amigos lo antes posible.
Luego de varios días,
la conversación se tornaba igual: “¿Cuándo nos conocemos?” era la pregunta
favorita de Fabricio. Siempre insinuaba un encuentro y conversar en persona. Yo
no estaba tan seguro de hacerlo, además había otros dos factores
claves que me lo impedían:
El factor número UNO:
aún no me olvido de "él" mi amigo hetero
y me costaba concentrarme en otra persona. El factor numero DOS: Fabricio y
yo, nunca coincidíamos con los tiempos. O yo estaba cansado o él
a punto de dormir. Hubo una ocasión en que me cito en un café pero no pude ir y
tuve que cancelar a último minuto, todo mal con eso. Hubo un factor TRES: es mi
vecino. ¿Que tan seguro es conocer a un vecino y que nadie se entere? Yo vivía
por primera mi sexualidad e identidad sexual y temía mucho a que la gente se
entere y lleguen chismes a la casa.
Un buen día,
finalmente, Fabricio me escribe, y yo me encontraba empacando para un fin de
semana al sur con mis amigos. No era verano pero queríamos escaparnos de
la rutina limeña y aprovechar la visita de unas amigas extranjeras.
Fabricio se hizo el
tonto conversando cosas que no tenían sentido, hasta que se animó y
me invitó a su casa.
-
"Estoy en mi casa, ven a visitarme" me dijo.
En ese momento antes
de que yo pudiera responder, el volvió a escribirme advirtiendo
"No vaya a pensar mal de mí por invitarte a mi casa".
Le conté mis
planes y que solo tenía una hora, quizás menos (parecía más
botado que una cascara). Él insistió, y la verdad es que me sentía mal dejarlo
plantado otra vez, además, él estaba de acuerdo con ese tiempo.
-
“No necesitaremos más…” me escribió riéndose.
O tiene gran sentido
del humor o con esa frase me invitaba a ser secuestrado voluntariamente. Yo
le había contado a mis amigos sobre él y todos me dijeron que lo conociera
primero antes de hacerme ilusiones. Pero fue demasiado tarde.
-
"Ok, voy en unos 15 minutos"- le respondí.
La suerte estaba
echada al igual que yo sobre su cama, en breves minutos. Caminé hasta su
casa, me tomó solo 5 minutos llegar a su puerta. Toqué el timbre y él apareció
por primera vez ante mis ojos.
Mi fantasía con
su cabello fue a primera vista, es pelirrojo y no me había dado
cuenta hasta ahora, nunca lo menciono. Fue lo primero que noté. Sin horquillas
ni frizz, encendió todas mis hormonas. Como una flama viva en su
cabeza, no podía dejar de mirarlo, es guapo.
Me invito a entrar y
camine por la sala.
-
“No te sientes, ven” dijo y me pidió que lo siguiera-
No soy el más santo
de la galaxia, y poco a poco me daba cuenta que él tampoco lo es. Entramos a su
habitación y nos sentamos cada uno a un extremo de su cama.
Conocernos en persona
resultó ser muy incómodo, pero gracias a su buen sentido del humor y
carisma, empezó a dejarse conocer nuevamente, de cero. Hablamos
de la vida bohemia, sus amigos y los míos. No había nada en común
pero eso no detuvo la charla, al contrario la alimentaba.
Las cosas que a él le
gustaban, no eran mis favoritas, pero él siempre tenía un as bajo la manga, y
sacaba nuevas conversaciones. Fabricio es irónico, sarcástico y muy hábil para
lanzar indirectas. Cada vez que hacia un comentario sexual lo disfrazaba de “es
broma” y se reía solo.
La ratonera habia
funcionado a medias, el raton ya estaba adentro pero aún no queria comerse el
queso. No puedo negarlo, me excitaba su mirada. Toda su arrechura se proyectaba
en sus ojos que me miraban en cada silencio de nuestra conversación.
Se dio cuenta como me
resistía ante semejantes labios que parecían una manzana rojita que pedía ser
mordida.
Recuerdo su primer
movimiento. Estábamos sentados en su cama, uno a cada extremo. Me pateó la
mano (él estaba recostado y yo sentado) yo regrese el golpe con un manazo
limpio y delicado. Nos reímos.
Yo estaba a punto de
ceder. Sabíamos que el tiempo de conversar se había agotado, él quiere acción
pero yo quiero una película romantica.
Poco después, nos quedamos en silencio y
me rozaron sus dedos. Sus cabellos que parecían de un color que se cocina
a fuego lento, quemaban su reputación.
-
“Tienes algo en el ojo” me dijo. Al ver que no pude sacarme aquella
pelusa de la pestaña, él se acercó para revisar mi vista, y con eso me di
cuenta de su boca acercandose a la mía. Una pelusa es una forma correcta de
“romper el hielo", pensé.
Y olvidé todos los
consejos de mis amigos. Las reglas se hicieron para romperse. Fabricio me besó,
justo como lo imagine, tierno muy tierno. Me acerque a su cabello mientras él
se concentraba en mi boca. Pero al rato, poco a poco esa ternura comenzó a
evolucionar. Su cabello se encendía aún más, y de un momento a otro, transformó
el ambiente romántico. Se levantó con fuerza y se colocó encima de mí. Me
agarró como a una guitarra en pleno “solo” y no me soltó, ahí prensado entre
sus piernas y con una flama viva sobre su cabeza, puso combustión en mis
músculos.
Su mano perdió todo
respeto y se deslizó por la parte trasera de mis jeans. Mientras yo me dejaba llevar por su barba y mis manos
abrieron uno a uno los botones de su camisa hasta llegar a su cremallera, la
cual deslice hacia abajo. Su lengua y la mía se conocían íntimamente. Él estuvo a punto de romper mi ropa de un
arrebato lascivo y potente. Pero ya había pasado más de una hora y mi teléfono
comenzó a sonar.
-
No respondas- dijo Fabricio.
Se calmaron las aguas
y me acurruqué en su brazo. Fabricio me abrazó y me dijo "No te preocupes"
cuando le dije que tenía que irme o mis amigos me iban a dejar.
-
¿A dónde vas?
-
A Santa Maria.
Se puso de pie, y se acomodó
sus cabellos de olor a canela y clavo de olor. Me dio una última mirada y se
mordio los labios inferiores. Se acercó nuevamente y me besó con mas fuerza que
la primera vez. Me sacó la camisa y me bajó los jeans en segundos estaba casi
desnudo frente a su cabello rojo. Me levantó hasta su cama y me besó los
pezones. No saben como lo disfrute.
Mi celular sonó
tantas veces que perdí la cuenta. Se bajó los jeans y tuve que detenerlo. Respondí
la llamada de mi amiga.
-
Me van a dejar.
-
Ve, no te preocupes.
Descalzo caminó
conmigo hasta su puerta.
-
Nos vemos- me dijo.
Quise despedirme de
un beso en la mejilla, pero Fabricio, volteó la cara hacia otro lado. "Nos
pueden ver" dijo asustado. Pero la puerta no estaba del todo abierta.
Me fui al sur por
tres días, y en ninguno de esos días tuve noticias de él. Luego de una
semana volvió a escribirme. Y no tardó mucho en proponer un nuevo encuentro.
Él no lo sabía, pero
yo había desarrollado en este tiempo mucha atracción hacia él. Y moría por un
mensaje suyo. Cuando finalmente llegó ese mensaje, mi emoción y mi alegría fue
tal que no dude en decirle que sí. Precisamente cuando me escribió yo estaba
solo con mi hermano. Lo invité a mi casa a tomar un vino. Aceptó, y llegó a mi
puerta en veinte minutos.
Luego de saludarme al entrar, su primera pregunta
fue:
-
¿Estamos solos?
-
No mi hermano está adentro- le
respondí.
-
Entonces de verdad quieres ese vino- respondió algo decepcionado.
Sentí a Fabricio incómodo y ansioso, como con
prisa. Volvimos a las mismas conversaciones de la última vez. Nada nuevo.
Y no intentó besarme esta vez. Todo parecía el presagio de un evidente punto
final, justo como lo habian dicho mis amigos cuando les conté de mi primer
encuentro con él.
Luego de 15 minutos, miró su teléfono y respondió
una llamada.
-
Es mi hermana, habia quedado en salir con ella al cine.
No le creí. Pero lo
besé y me lancé sobre él en el sofá. Y él, me agarró con fuerza y metió sus
manos dentro de mis pantalones. Su cabello rojo volvió a encenderse y mi boca
es combustible. Me deje llevar un buen rato. Sus manos se apoderaron de mis
piernas con tal fuerza que me costaba resistirme. Sentí como el bulto en su
entrepierna comenzaba a reaccionar y lo toqué.
Yo estaba consciente
que es probable que esta sea la última vez que lo vea, algo dentro de mí me lo
decía. Pero reaccioné y me valí de una enorme fuerza de voluntad y entonces lo
detuve.
Él me miró y su celular volvió a sonar.
- ¿Te vas?- le pregunté.
-
Depende.
Fabricio me mostraba
una faceta que no mostró en su carta de presentación. Aquel chico lindo y
divertido, hoy es la sombra de lo que tengo frente a mis ojos. En ese momento,
al ver que yo me aleje y me senté en el otro sillón, se puso de pie.
-
Ahora si me tengo que ir.
-
¿Cuándo nos vemos? – pregunté ingenuo.
-
Que te parece si nos tomamos un café otro día, yo te aviso.
Lo escuche tan seguro de sí. Tan
creíble todo lo que decía. Que no pude evitar responder. Literal, no pude
contenerme.
-
Bueno, divirtete en el cine con tu novio.
Fabricio volteó y
sonrió con esa expresión que tiene un mentiroso cuando le descubren una mentira.
-
No tengo novio- dijo riéndose, y me jaló el cachete - “Tontito”- agregó.
No tengo experiencia
en estas cosas, pero no soy idiota, pude escuchar algo. Fue evidente que
no fue la hermana llamando, a menos que tenga la voz gruesa como de chico.
Ese día
aprendí un nuevo idioma lleno de jeroglíficos que
tiempo después descifraría. Eso de "tomar café" resultó ser
una mentira blanca para despedirse sin tener que ser cruel ni dar mayores
explicaciones y evitarse dramas innecesarios.
Después de que salió
por esa puerta, no volvió a escribirme. Meses después volví a
saber de él, cuando me lo crucé en una fiesta que más parecía
matadero que otra cosa. Cruzamos miradas.
Pense que pasaria de
largo, pero no. Se acercó a saludarme. Fabricio estaba tomado y me explicó que
efectivamente tenía un novio, y le hizo borrar varios amigos de su
facebook, entre ellos: yo.
Sentí una lluvia
de excusas y explicaciones. Mientras más me hablaba más me decepcionaba. Yo
tambien estaba algo tomado y nuevamente no pude evitar responderle:
-
Fabricio, yo quise algo serio contigo y no te diste cuenta, o no te
importó. Y que hayas desaparecido me jodio mucho.
-
En verdad lo siento mucho. Yo pensé que…
-
¿Qué quería solo sexo? ¿Cómo tú?
Fabricio me miró con
culpa y por primera vez, se quedó sin palabras.
Me despedí de
él y no volví a verlo. Y decidí no contarle a nadie sobre lo que sucedió
esta noche. Para mí fue como un encuentro fantasma que me sirvió para darme cuenta
que no valía la pena.
Saqué mi celular y
estuve a punto de borrar el grindr.
-
¿Qué haces?- me decía mi amigo, aquel que me enseño a usar grindr.
-
Me aburrí.
-
No seas bruto. Solo has conocido a uno.
-
No me interesa conocer más por ahora.
-
BRUTO. No todos quieren algo serio. Tienes que darte cuenta cuando
quieran algo más y cuando no quieren nada.
Sus palabras me
dejaron pensando. Me compró un trago y me presentó aquella noche a un amigo
suyo. Mi amigo se fue a saludar a unas personas y me quede con su amigo, no es
la primera vez que bailamos y tampoco la primera vez que nos conocemos.
Continuara…
Por Carlos Gerzon
Blog : My Looking Glass Stories
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