CRÓNICAS DEL CAFÉ #EPISODIO V EL RETORNO AL DADDY ISSUES



Breakfast at Tiffany's es una de mis películas favoritas. De ella aprendí que existen lugares que te pueden hacer olvidar todo, al menos por un instante. Y para olvidarme de mi amigo y su novia, una imagen que daba muchas vueltas en mi cabeza estos días, más que un lugar, yo necesitaba un escape.

Grindr fue la salida de emergencia que encontré en medio de aquel incendio que me consumía.

Sin embargo, las experiencias que tuve hasta el momento no fueron las mejores.  Aunque intenté buscar citas serias solo lograba todo lo contrario. Luego traté, sin éxito, hacer solo amigos, pero no puedes evitar encontrar ciertas joyitas: tipos como rubíes rojos de la arrechura, viejos verdes como esmeraldas. Los caletas y perfil bajo son como perlas que viven encerrados y protegiéndose dentro de sus conchas. Amatistas (solo porque riman con amateurs). Topacios al paso, y chicos fríos como un zafiro que solo quieren algo rápido y luego desecharte como un fósforo. Joyitas todos.

Diciembre 2011

Dos semanas después de lo acontecido con el vecino, traté de hacer dieta de chat, ya saben, evitar conectarme. Es difícil, la aplicación se ha vuelto tentadora. Y al acercarse mi cumpleaños tuve deseos de tener a alguien especial a mi lado. Quiero volver al dating o al menos intentarlo.  

Ya pronto se cumplen 365 días desde mi último cumpleaños, y en estas fechas me siento extra especial. Como con súper poderes, aunque de duración limitada a 24 horas. En estos días todos están dispuestos a engreírme y yo me dejo.  

Días antes de mi cumpleaños, quedé en encontrarme con mi amiga Alu, en el Café di Gianfranco. No tuve noticias de ella hace años desde que dejó la universidad para dedicarse a la fotografía. Nadie sabía de ella, ni de su boca y grandes ojos. Ella es difícil de olvidar una vez que la conoces debido a su estatura pequeña, sus pantis agujeradas y su inconfundible estilo neo-gótico con toques punk. Excéntrica, egocéntrica pero armónica.

Alu, es inquieta, y como en una película, es ese personaje que aparece y desaparece de tu vida cuando le da la gana, haciendo cameos esporádicos. Cuando yo la necesitaba como mi única alternativa para, literalmente, salvarme la vida; enviaba la señal al cielo nocturno, como el murciélago de Batman, y ella aparecía. Literal.

La he extrañado y quiero conversar con ella como los viejos tiempos. Llegué temprano a la cafetería, cerca de las ocho de la noche y me dediqué a esperarla. Ordené un café y solicité la contraseña de la red wifi para conectar mi Ipod touch y estuve chequeando grindr.

Pronto encontré mensajes de una persona. Se llama Junior y tiene el doble de mi edad. Es un sugar daddy. No es la primera vez que conversó con uno, aquel tenía la conversación necesaria para mantenerme interesado en lo que decía. Sin darme cuenta pasaron muchos minutos y mi amiga Alu no llegaba. No preste atención a la larga espera, poco a poco Junior y yo simpatizábamos por el chat.

Después de terminar mi café, recibí un mensaje de mi amiga, cancelando nuestra cita. Me sentí como un tonto esperando en vano. Me dejó plantado.

Mientras en grindr Junior me pidió mi número telefónico y luego me ofreció su facebook para ver sus fotos. Sin querer yo estaba en una cyber date. Hablamos tanto que agarramos confianza y se desarrolló una química extraña. Mis reglas sobre la aplicación no sirvieron. Aunque quise hacer amigos, se presentó un formato diferente y me sentí atraído por este hombre mayor.

¿Daddy issues? Maybe. Yo había prometido no volver a salir con alguien mucho mayor que yo. Pero las reglas siempre se rompen en la guerra, en el amor y en la cama. 

Casi una hora después de llegar al café, salí a tomar un taxi de regreso a casa. Tengo la costumbre ahora de poner todo en modo “silencio” porque existe cada sonámbulo que pernota en facebook, y el blackberry no deja de sonar. Antes de silenciar las notificaciones, Junior ya estaba dando like a todas mis fotos de perfil.

Comencé a revisar sus fotos. Ha viajado por muchos lugares, y en todas luce muy bien, es un “tío sexy” que ha llegado a sus treinta y ocho en perfecta forma. Sus ojos me gustaron, son expresivos.  Me excita su mirada.

En la semana de mi cumpleaños conversamos a diario y luego comenzamos a hacernos llamadas. Es gracioso, estimulante y su voz sonaba sexy por el teléfono, es como un lubricante que poco a poco humedecía mi ropa interior. Hubo una noche que me llamó tarde. La conversación era un poco escasa, yo estaba cansado. Y para que yo no me diera cuenta, todo absolutamente todo lo que él decía lo disfrazaba con doble sentido. Una ciencia que domina bien. A partir de esa noche supe que esto tendría un solo desenlace: la cama.

Desde ese instante, siempre mandaba sus indirectas a las cuales yo hacía oídos sordos. Estamos armando una delgada capa de hielo, muy delgada, que se podía romper en cualquier momento.

El día antes de mi cumpleaños, estuvimos conversando largo rato. Mi familia trabajaba, mis amigos también y algunos estudiaban, nadie podía acompañarme a desayunar. Yo hice una reserva pagada en Café 21 para ese día por la mañana.
  
-   Si nos vemos por primera vez, pues que sea mañana por tu cumpleaños- dijo él.

Yo no estaba seguro, pero acepté. Sin darme cuenta esto se convertía en una cita a ciegas y en un día especial: mi cumpleaños.

 ¿Acaso no era eso lo que yo quería por mi cumpleaños? Alguien que me haga sentir especial.

En la mañana de mi cumpleaños llegué a café 21. Junior se estaba tardando. Me llamó y lo escuche cantándome un pequeño estribillo del happy birthday. Me dijo que andaba algo retrasado en la clínica recogiendo unos análisis.

No había mucha gente, pero yo quería a toda costa algo más íntimo. En la terraza había dos mesas, ambas vacías. Ahí lo espere. A los pocos minutos llegó Junior. Vestía una camisa manga corta Slim fit que resaltaba los músculos y unos jeans que hicieron levantar hasta los huevos revueltos del buffet. Me saludó con abrazo de oso incluido y beso en el cachete. Su perfume me derritió al instante. Conversamos un rato y luego nos servimos el desayuno. Se sentó frente a mí y puso la servilleta sobre su entre pierna colándola con un gesto que excita.

La conversación fue extraña. Él tomó la palabra, yo estaba intimidado. Es interesante en persona, y es más joven de lo que pensé. Acabamos de desayunar, pero a mi se me abrió un nuevo apetito.

Me gusta, pero no sé que suceda después.

Salimos casi de prisa, él tenía que terminar de hacer muchas cosas que dejó de hacer por acompañarme.

-   No podía dejarte desayunar solo en tu cumpleaños.
-   ¿Cuándo nos vemos? – No respondió fecha, solo dijo pronto.

Luego de esa mañana no supe de él hasta luego de 3 días que me llamó para decirme que no pudo llamarme antes. La razón: su ex había vuelto de viaje y estaba viviendo con él.
Así de rápido y sin anestesia fueron sus palabras.

Ok pensé. No pasa nada. Pero si me entró un inesperado ataque de rebeldía disfrazada de celos.

-   Solo somos roomates – dijo en su defensa.

Le conté la historia a mi amigo Dante, y el fue cruelmente honesto: “Solo quiere tirar”.

Mi mecanismo de defensa se activó de inmediato. Al menos tengo que quitarme las ganas que me dejó cuando lo conocí en la mañana de mi cumpleaños; pero tiene que parecer que él lo planee todo. Y no quedar como una perra. Tengo que salir como Pilatos: con las manos lavadas. Poco a poco aprendí las maniobras para sobrevivir en este mundo…

Días después de navidad lo encontré en una discoteca, estaba rodeado de amigos. Me vio y se sorprendió. En su expresión vi cómo se sentía obligado a saludarme.

Antes me llamaba por teléfono par a conversar y enamorarme, hoy solo me saluda con un apretón de manos y nada más.

Luego me puse a tomar shots tras shots y a bailar como un trompo. No quiero quedarme con las ganas, es lo único que pensé. Lo vi bailando y me le acerqué, le bailé y sin reparos lo besé. Él me besaba con los ojos abiertos mirando hacia atrás, a su grupo. Ahí estaba el roomate.

Le despegué los labios y me fui con mis amigos. Dante lo conocía, o mejor dicho conocía al roomate (su ex novio supuestamente). Lima gay es un pañuelo. Y de pronto tuve en mis manos los antecedentes de aquella relación.

-   Ellos están hace años y que yo sepa están mejor que nunca – Dante me actualizaba.
-   ¿Regresó con su ex? – pregunté.
-   Nunca terminaron. Su relación es así…

Mi frustración e ira fue indescriptible.

Junior me llamó al día siguiente. Nos esforzábamos para quedar como amigos. No hice ninguna escena, pero ese encanto y madurez que vi en él se estaba desvaneciendo.

El viernes fui a bailar con Dante y sus amigos. Uno de ellos también usaba grindr y comenzamos a ver quiénes estaban cerca. Y apareció Junior.

-   ¿Lo conoces?
-   Si.

Junior estaba escribiéndole a uno de los amigos de Dante. Y enfurecí porque hoy hablamos en la mañana por teléfono y me dijo que su roomate ya se había ido. Recuerdo que confié en lo que me dijo. Junior quiere salir conmigo.

Cuando le dije para salir a bailar hoy, me dijo que estaba muy cansado. Aparentemente no tanto. No tenia energías para salir conmigo hoy, pero si para estar en grindr.

En mi borrachera entré a grindr. Estoy casi seguro que él va a pensar que soy otro chico si borro mi foto. Y así fue, le escribí y me saludo como si no me conociera.  Su ubicación estaba muy cerca del bar donde estábamos mis amigos y yo.  

-   Estas cerca – le escribí.
-   Estoy en mi depa ¿Tu vives por aquí? – respondió
-   No, estoy en un bar.

Pasaron unos veinte minutos. Y tomé más. El alcohol me puso arrecho y con ganas de desquitarme. Como si en él quisiera desquitar todas las experiencias pasadas.

Entré a grindr nuevamente y Junior me había escrito hace diez minutos:

-   Ven a mi depa.

Me escribió la dirección y estaba a solo dos cuadras del bar. Me despedí de todos y fui a verlo. Yo estaba furioso y excitado. Él no tenia idea de que la persona que estaba yendo a su depa, soy yo.

Cuando toqué el timbre el bajó a abrirme la puerta de afuera, la reja. Al verme se sorprendió.  

-   Hola – dijo.
-   ¿Me vas a invitar a subir? – le dije.

Subimos y me pidió que no hiciera ruido. Me llevó del brazo hasta su habitación. Tratamos de conversar un poco. Sus excusas estaban por salir por esa boca, pero no quise escucharlas. Lo agarre de la entrepierna y lo jale hacia mi boca. Él reacciono con la misma pasión y me agarró de la cintura y nos besamos hasta caer en su cama. Respondió su piel a cada uno de mis estímulos, y me devolvió con creces todas sus llamadas perdidas en besos azabaches. Infló y desinflo mi vértigo sensual. Y desarmó cada instalación de mi vestimenta. Nos revolcamos como dos puercos sobre su cama que era el chiquero donde el lodo es solo la adrenalina y lujuria en su naturaleza más pura. Me besaba la espalda y yo le lamí su cara.

Su mirada me ultrajaba. Que excitante esa forma de mirarme. Sus cejas negras y pobladas estaban fruncidas. No me queje para nada a pesar de la violencia de su acto. Fue rico, disfrute cada. Esa pasión-ira funcionó de maravillas en la cama.

Cuando acabó se recostó a un lado. Desde arriba se nos veía a ambos en cada extremo de la cama. Me levanté sin previo aviso y comencé a vestirme. Él se vio obligado a acompañarme desnudo hasta la puerta donde se despidió de mí.

-   Estas apurado – afirmó
-   Es tarde – le dije.
-   Nos vemos luego – dijo él, pero yo sabía que no era cierto y solo para comprometerlo y escucharlo mentir le pregunté:
-   ¿Cuándo seria eso?
-   Otro desayuno o mejor un café en la semana.

Cuando dijo café solo solté una risa sarcástica, que él no pudo ver.

Luego de eso nunca más lo volví a llamar y él tampoco. Aprendí rápido de su experiencia. Debo admitir que habría estado yo dispuesto a involucrarme creyendo que su edad podría ser sinónimo de madurez, y eso es justo lo que yo necesitaba. Me equivoqué.

Días después previas al año nuevo, le conté todo a mi amigo Dante. Y él siempre reniega por mis decisiones.

-   A esa edad solo quieren jugar con los chibolos, no seas bruta. – me dijo.
-   Sí, ya aprendí.
-   No digas eso. Por lo que me cuentas te gustó más de la cuenta. Te ilusionaste otra vez.
-   Puede ser.
-   Está bien. Sigue conociendo, sigue haciendo dating.
-   Todos me han tocado igual - le respondí resignado a mi amigo.
-   Ya llegará alguien cursi como tu. Que te lleve el desayuno a la cama.
-   Y con una sonrisa de diamante como la de Junior.

La ilusión es como un diamante, empieza siendo carbón y se va puliendo hasta convertirse en algo así como amor correspondido de 50 quilates.

-   Eres un cursi – dijo Dante
-   Lo soy.
-   Mejor cuéntame que harás por año nuevo. Yo estaré de viaje. – Dante siempre viaja.
-   No lo sé.
-   ¿Qué? ¡Pero si pasado mañana ya es 31!
-   Algo haré amigo. Algo aparecerá…

Y vaya que apareció.

Continuará…



Comentarios

Entradas populares de este blog

EL CHICO DEL BUS Cap. #45 NO SE PUEDE NEGOCIAR CON TERRORISTAS

EL CHICO DEL BUS Cap. #46 COMO UN PEÓN DEL AJEDREZ

SOLO ESTOY VIENDO