CRÓNICAS DEL CAFÉ #EPISODIO VI LA VENGANZA DE LOS EXS



Año nuevo es la excusa para hacer borrón y cuenta nueva. Quieres olvidar todo lo malo que hiciste y ser una nueva persona, y eso está bien. Mi amigo hetero se había peleado con su novia y eso me daba una oportunidad para consolarlo. Aún me gusta y creo que sigo enamorado de él, pero debo alejarme. Toda esta fantasía debe quedar en el 2011.

El año que viene me pondrá en las narices algo que huele a nuevo, recién envuelto y con la etiqueta por cortar.  Vendrán nuevas personas y oportunidades para olvidar, sin embargo, no todo es gratis ni libre de impuestos. No se trata de tomar lo que viene sin mas nada.

Al menos no en el mundo gay limeño. Aquí todo tiene un pasado. Y aunque te creas ajeno a veces eres parte del juego.

DICIEMBRE 2011

Todo empezó con mis planes de año nuevo totalmente arrasados por los ecos de un “NO” que todos mis supuestos mejores amigos empezaron a corear un par de días después de navidad. Mi plan original siempre fue viajar a Montañitas en Ecuador.

Preocupado gravemente por esta situación, busqué un back up. Y afortunadamente lo encontré en un amigo del trabajo: Darío, que con una entrada en mano me devolvió la fe en las fiestas de año nuevo. Hasta ese entonces yo la pasaba viajando. Las fiestas de fin de año en Lima no eran un plan atractivo para mí. Pero era eso o nada.

Sin pensarlo dos veces le dije: “OK, vamos”.

-       El tema es Black and Gray- dijo mi amigo.

La noche del 31 de diciembre del 2011 llegó. El día uno está a solo unas cuantas horas de la cuenta regresiva. Me vestí con una camisa Calvin Klein a rayas y un pantalón gris de Banana Republic y use las converse amarillas, mis favoritas en ese tiempo.
Mi amigo llegó a mi casa y pedimos un taxi.

En el camino nos pusimos una regla: ninguno se iría solo. Ambos esperaríamos por el otro. Y cerramos aquel pacto con el dedo meñique.

-       No me dejes mucho tiempo a solas con él - Me pedía mi amigo de favor.

Aunque en el fondo yo sabía que solo se disforzaba. Obviamente le encantaba la idea de que lo hayan invitado a esa fiesta.  Uno de los organizadores se moría por él.

-       No podemos ir sobrios – Advertí.
-       Tienes razón.

Fuimos a un bar y tomamos un par de shots a lo bestia. Y ya con el humor un poco más sazonado por el tequila, las reglas impuestas comenzaban a ser flexibles. El taxi nos dejó en la dirección indicada, es una casa. Yo estaba algo picado y no recuerdo mucho, salvó algunos flashbacks que cada vez que intento hacer memoria, vuelven a mí pedazos de esa noche, con versiones en remix, cada una peor que la anterior.

Año viejo
11.36 pm

Darío encontró al chico que lo invitó en la entrada. Este estaba acompañado de una drag queen que ofrecía shots a los invitados que recién llegaban. Ambos recibimos nuestra dosis. Estábamos listos para lo que fuere.

A mi amigo se lo llevó aquel chico que moría por él y lo perdí de vista. Afortunadamente dentro encontré “amigos” a los cuales me pude acoplar.

11:50 p.m.
Darío regresó de la mano del organizador y me trajeron una cesta llena de uvas y golosinas. Yo estaba picado y muy alegre, cogí un chupetín de la cesta y lo vertí en la copa de champagne.
11:59:50
Hora del countdown. Todos los deseos que había memorizado antes de venir para recordarlos a la medianoche, los olvidé. Recuerdo que mientras todos gritaban ¡Feliz año! En mi mente yo solo repetía: “Deseo que se cumpla todo lo que he olvidado”.
AÑO NUEVO 2012
00:23 a.m.
Eran más de las doce y mi mano estaba convertida en una copa de champagne perenne, y en la otra tenía un cigarro, fueron mis inseparables de toda la noche. Me movía de un lado a otro como ratón blanco en laberinto de laboratorio, como si estuvieran haciendo un experimento conmigo. Y en cada parada había un test: Conocer a la gente más peculiar.
01:09 a.m.
En la fiesta también hubo chicas, con serpentina en el pelo y vasos tamaño jumbo de cerveza o chilcanos. En el centro un grupo de chicos saltaban en circunferencias que no admitían a nadie que no sea de su grupo. En mi travesía por la pista de baile me topaba con amigos, conocidos y con todos corrí una suerte de diez minutos actualizando chismes, intercambiando números y haciendo planes que jamás se cumplirían. Y nunca faltaba un seco y volteado.

01:57 a.m.

No sé cuántas copas había tomado. Recuerdo el arduo esfuerzo de esquivar como obstáculos en video juegos a las personas para llegar a la barra donde los mozos te chorreaban el trago como manguera. Pedí otra copa de champagne. La de mi costado pidió lo mismo, se llamaba Nicole, una chica guapa y conversadora, pero sobretodo sexy.  Tenía los labios con kilos de rouge y los ojos de mapache. Vestida de negro y como accesorio de la temporada tenía a su mejor amiga. Los tres, gracias a que el alcohol convierte a la gente en tu prójimo, nos reíamos de la situación de la fiesta. Fulano de tal se besaba con mengano y zutano con perengano. La gente cedía al deseo cachondo sin discriminar. Y el baño era una fiesta aparte, el olor a hierba se escurría por debajo de las puertas, en el jardín las personas enlodaban no solo sus stilettos y zapatos sino también su dignidad. Las intrigas y malos entendidos fueron el telón de fondo.

02:41 a.m.

En plena flor de excesos me topé con varias caras que preferiría no pintar en mi memoria. Esquivar saludos hipócritas, se convertía en un deporte. Y entonces las dos chicas y yo hicimos algo mejor: coreografiar todas las canciones de Britney, Christina, Rihanna, y de más. Fue la mejor decisión en toda la noche.
 
03:00 a.m.

Luego de enrolar varios papeles y con las neuronas borrachas me levante de la silla. Y seguí deambulando por la fiesta. Era hora de buscar a Darío. Me había dejado solo mucho tiempo. El primer día del año era testigo secretario de la lujuria que corría en esa pista donde arde el baile y no solo ahí; los baños, las habitaciones de los pisos altos, había harto material para un reality show pero sin cámaras ni panelistas. Todos sacándose la vuelta con todos.

Yo juzgué todo, como si fuera intachable. Hasta que conocí al chico de la camisa gris.

03:25 a.m.

El chico de la camisa gris, estaba muy borracho al igual que yo. No recuerdo su nombre. Solo recuerdo que me jalaba a bailar y nos besábamos.

-       Me gustan tus besos - Lo repetía cada vez que despegamos los labios. No teníamos tema de conversación solo besos para darnos y así estuve buen rato.

04:15 a.m.

Fui al baño, y la puerta estaba abierta. Pero dentro había dos chicos besándose. Fue super incomodo porque realmente necesitaba ir al baño. De repente, un chico detrás de mí, que también esperaba usar el baño, me dijo que había otro en el segundo piso.

Ambos evidentemente mareados subimos. Solo recuerdo su voz decadente e inescrupulosa. Me hablaba, pero simplemente yo entendía lo quería entender. La fiesta estaba en su punto máximo de decadencia humana.

-       Vamos -  Me jaló del brazo al segundo piso.

Llegamos a una puerta, pero no era el baño. Era una habitación extraña. No tenía camas. El chico se puso delante de mí y me tocó la entrepierna. El alcohol estaba tan concentrado en mi cabeza que excitó rápidamente mis hormonas. Y le dije:

-       Cierra la puerta.

Tonteamos un rato intentando hablar, pero fue inútil. No queríamos hablar solo actuar.

04:25 a.m.

Tocaron la puerta, pero no respondimos. Esperamos que se fueran y entonces, comenzamos a besarnos como si el mundo se acabara. Con cautela de no ser descubiertos. Había una ventana que daba al jardín ya casi no había gente, solo esperpentos y trozos de animales que copulaban sin respeto.

Él mientras tanto insistía en bajarme los pantalones y chupármela. Quería hacer de las cortinas manchas difíciles de sacar. Sus labios mordían los míos convirtiéndolos en goma de mascar. Su cuerpo encendió todos los pirotécnicos cohetecillos y fuegos artificiales del año nuevo, aunque ya fueran las primeras horas de la madrugada del primero de enero.

¡Qué doce uvas ni que ocho cuartos! La mejor cábala era esa: Aquella habitación y sus piernas en pose de 180 grados junto a mi ángulo recto. Recorrí cada uno de los centímetros cuadrados de piel que conforman su espalda. Sus ojos me desafiaban y me daban órdenes que yo descifraba en una mirada lasciva con lujuria extrema.

04: 41 a.m.

Justo antes de que empezara la mejor parte, desde el fondo de su bolsillo sacó su teléfono que sonaba sin cesar, y leyó un mensaje. Me detuvo y empezó a recolectar y buscar en la oscuridad del pequeño lugar sus prendas.

-       No puedo, en verdad lo siento – dijo aquel extraño.  Nos vestimos y trate de ser afable y benévolo.
-       Cuéntame que pasa.

05:01 a.m.

-       Es mi ex, esta abajo besándose con mi ex mejor amigo. Los vi y no supe cómo reaccionar. Tuve ganas de vomitar y fui al baño. Entonces te vi y …
-       Y quisiste desquitarte haciendo lo mismo…- le interrumpí.

Me enseñó el mensaje de su teléfono: “Te amo, donde estás?”.

-       Se supone que hablaríamos - Dijo el extraño. Yo estaba muy ebrio y solo dije:
-       Bueno ya te vengaste ¿Ahora qué? Vas a ir a hablar con él. ¿Para qué? Tú estas borracho, muy borracho. No seas huevon.

-       Lo quiero demasiado, pero igual hice lo que hice porque me gustaste. Fue mi primer enamorado, luego mi ex, luego mi amigo, luego la luche hard para que volviésemos, incluso nos fuimos de viaje. No puedo aventar por la borda todo eso.

05:21 a.m. 
Traté de animarlo con pompones y todo, o al menos sentirme menos incómodo.
-       Se besó con tu “amigo”. Creo que eso pasa cualquier limite – le comenté.
Me miró pensativo y su rostro triste cambió a uno decidido y con fuego en la mirada. Me cogió de la mano y me jaló hacia la puerta principal.
-       Tienes razón. Vámonos.
05: 41 a.m.
Tomamos un taxi o, mejor dicho, él tomó un taxi y subimos.  Yo no sabía a donde íbamos. Su teléfono seguía sonando. El taxi se detuvo frente a la puerta de un hotel en Benavides con República de Panamá. Yo no quise entrar, él se adelantó. Luego de unos minutos me llamó y me llevó de la mano hasta el ascensor.
05:55 a.m.
Abrió la puerta de la habitación y entró al baño, abrió la llave del jacuzzi hasta que este se llenó. Y ahí volvimos a desnudarnos y recibimos los primeros rayos del sol del primer día del año teniendo sexo en medio burbujas de jabon. En medio de miradas culposas y vengativas.
Luego fuimos a la cama para continuar. Y su teléfono volvió a sonar. Esta vez respondió la llamada cerca a la ventana. Se tardó varios minutos.
Yo estaba desnudo en la cama aún erecto, esperando terminar lo que empezamos. Hasta que regresó con una expresión en llanto.
-       No puedo. Lo quiero demasiado.
06:15 am
Good Morning sunshine.
Salí del hotel y detuve el primer taxi que pasó. Ni siquiera supe su nombre, quizás me lo dijo, pero no lo recuerdo. Aún yo estaba algo mareado y de necio ingresé a grindr solo a ver que aparecía en el 2012.
Y esto lo recordare por el resto de los 364 días restantes. Encontré un mensaje en la aplicación, lo leí. Es él, aquel que había dejado en el hotel arrepentido. Me mandó una foto y su nombre: Gian Marco. Y su mensaje decía:
-       Me hubiese gustado conocerte más. Ojalá aceptes tomarte un café conmigo en otro momento. Discúlpame.
La primera taza de café del año. La primera mala decisión del año. Y yo que pensaba dejar grindr y todo lo relacionado con el año pasado, pero no pude. Supongo que en el fondo quería una historia romántica que iniciara en año nuevo para contarla a mis amigos y todos estuviesen felices por mí.

Pude haber hecho bien las cosas, pero el chip alerta del mundo gay limeño ya se había implantado en mi cerebro. Soy uno más, pensé resignado. Soy igual de malo que el ex de ese chico, pensé.


Es la primera vez que me sucede, eso de ser objeto de una venganza. Y no se sintió nada bien. Antes de esa noche, yo nunca decía NO a lo atractivo y desconocido. Pero hoy tengo una cicatriz en la lengua mordida que me recordará que no debo decir "SI" tan seguido. Que debo tener más paciencia. Algo mejor llegará.

Continuará...



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