BAILARAS EN MIS MANOS


Si cada vez que estuvimos juntos me hubiera acariciado honestamente, sin hacerme sentir el miedo a perderlo todo... entonces quizás ahorita estaríamos de la mano.

Estariamos cortando flores y soplando los pétalos débiles. Estariamos recostados sobre el césped del malecón, mirando el farolito, quemando un cigarrito y forcejeándonos por un beso o dos. 

Me tuvo. Siempre fui suyo. Me encantaban sus palabras que, ordenadas y escogidas, terminaban regalando a mi oído una poesía. Yo me hipnotizaba, cual serpiente del medio oriente bajo la música de su flauta con verdades maquilladas. Yo le creía todo, porque él fue mi todo. Estuve ciego pero a la vez estuve conforme. Me sentí equilibrado. Él estaba hecho a mí medida, a mi calzado, a mis costillas y hasta mis huesos. Éramos uno, aun siento que somos uno. Aun creo que “uno” siempre vamos a ser.

Perpetuamente hubiera aceptado todas sus condenas. Si se ría, yo también. Si se caía a mi me dolían sus raspones. Si lloraba sus lágrimas recorrían mis mejillas. Si temblaba, yo lo abrigaba para calmar su frio.  

Él me tuvo bajo control siempre y yo nunca me opuse, todo lo contrario, cada vez que se abría la caja musical, yo bailaba como una bailarina de plástico, mientras sonaban acordes de Sergei Prokofiev. Yo bailaba en sus manos, porque me tenia en sus manos.  A su ritmo, girando y girando sobre mi eje alrededor suyo, como la luna a la Tierra. Siempre le creí y él sabia eso. Sabia que me tenia asegurado.

Todo lo malo que hacía yo lo justificaba, solo veía lo bueno. En aquella época las vendas hacían su trabajo adecuadamente. Tuve una lógica rara: Si yo fui capaz de encontrar el amor en el lugar y espacio más desalentador ¿Por qué me cuestionaría? ¿Por qué creer que se irá tan rápido como llego? ¿Por qué temer ser feliz? No me he pasado por encima de nadie, no le he hecho nada a nadie, ¿No merecía acaso vivir esta fabula sin pensar en un final?

Uno tras otro los puntos blancos casi consecutivos hacían una línea, no precisamente recta, en realidad no importaba la forma, de todos modos terminaban en el fondo de las vías respiratorias de un inhale profundo y seco; que removía cada recoveco de su cerebro. Y yo veía bien todo lo malo que él hacía. Lo justifique. Yo aprendí instruido de su mano.

“Las perras no tienen nada que perder… ya perdieron todo de la cintura para abajo" así hablaba cuando se drogaba. Cosas sin sentido.

“Sos desagradable “(le decia cambiando mi voz a la de un argentino afónico, en mi afán de sacarle una sonrisa.

Nuestras conversaciones eran puntos de vista. Un día le tocaba ser el bien y a mí el mal. Cada uno defendía el punto de vista de esos dos polos, otros días cambiábamos de roles.  Eran nuestras noches de insomnio donde perdíamos el tiempo en situaciones ficticias. Si no estamos de acuerdo en algo, un roce de mis dedos sobre sus nalgas y su boca bajo mi ombligo calmaban las chispas, para incendiarnos por completo.

Cuando  llegaban los días azules nos alejábamos, nos despertábamos uno distante del otro a vivir el día a día en solitario. Hasta que en la mayoría de casos yo, caminaba hasta sus pies para buscarle un beso. Cuando le tocaba arrepentirse, no hablaba, lo único que hacía era escribir con lápiz y papel todas sus tonterías y poesía chatarra en un sobre y lo camuflaba sin esfuerzo bajo mi almohada. Algo medieval y prehistórico como una carta funcionaba para mí.; las leía y me dormía. Por las mañanas doblegaba ante su indómita mirada.

Cuando nos amistábamos, eran los días dorados, se sentía maravilloso jugar como dos niños que no pensaban en el mañana, en la oficina, en la rutina, en el desayuno ni en la cena. Solos, teniendo sexo todo el día. Imitándonos. Uniendo nuestros fragmentos mientras los lanzábamos al viento.

Él conseguia y presentaba un “descanso medico” de fiebre ficticia mientras que yo pedía mis vacaciones; y abracadabra: el mundo era nuestro.

Pero las mentiras iban entrando por debajo de la puerta y aunque me puse una venda en los ojos, ya no pude evitarlo. Al principio disimule. Me hice el loco, es lo que mejor me sale.

Pasaron días, y descubrí mas engaños y mentiras perfectamente construidas. Era como encontrar el arma homicida del crimen perfecto, con sus huellas digitales. Y una vez traté de encararlo, sin embargo él es experto en llevarse el Oscar a mejor actor de drama y victimización. Él manipulaba todas mis respuestas a su favor.  Él siempre encontraba salidas a los laberintos que le puse enfrente.

Todas las noches de ahora recuerdo aquella noche. Cuando llego al depa borracho y su piel estaba mordida, morada y manoseada. Habían besos que no eran míos, no eran mis caricias la que su piel tatuaba sobre sí. Y se lo dije:

"Dime como se llama el chico con quien te estas acostando ademas de mí"- Se lo dije sin anestecia previa, simplemente exploté, ni yo mismo me esperaba esa reacción al verlo lelgar a esa hora y con ese olor a trago.

Su reacción fue mas fresca que una lechuga. Solo se río como cuando escuchan un mal chiste.

En el fondo del estomago al lado del diafragma o en el hígado, donde mierda fuera, mi intuición me lo decía a gritos: "Es su ex"...

Y le volví a preguntar, él respondio:

“Diles a tus falsos amigos que te cuenten nuevos cuentos, siempre me convierten en el lobo feroz para su amiga caperucita .” Se burlaba.

Ante su desfachatez, entendí tarde lo que me advirtieron mis amigos… ellos trataban de descoser  mis pestañas hechas hilos que mi amor zurció, oscureciendo mi vista. Yo me sentía feliz en mi ceguera. Yo sentí que podía soportar cualquier cosa pero hay situaciones que te recuerdan que cualquiera puede quebrarse y que la caída es dolorosa.

- No es necesario que alguien me cuente, mirate. Ademas siempre veo la misma llamada del mismo número que no has guardado. Y el otro día dos amigas te vieron con él.-  Le dije.

-Y yo que te he dicho… ODIO quedarme sin mi espacio, ósea que ahora no confías y me espias. Seguro le pides a tus amigos que me sigans… ellos no te besan ni te hacen el amor ¿Por qué les crees antes de hablar conmigo?

-Si el rió suena es porque perras trae- Le respondí en mi sarcasmo característico. 

- Entonces ve a preguntarle al río- Respondió. 

-Sabes a que me refiero, esas habladurías no nacieron del aire.

-No pues, nacieron del orto de tus amigos celosos. 

-¿Por qué me engañas? - le pregunte con la sinceridad mas inocente.

-No te he engañado. ¿Acaso huelo a alguien más? Acaso este beso (se acerco y me besó) sabe a otros labios?

Su aliento apestaba a cerveza y con qué talento mentía, parecía actuado como Mr. Ripley.


-¡Mírame! y dejas tu ocultarte en tu pantomima. Toma agua o algo, quiero que estés sobrio cuando terminemos. 

-When work is done, the bitch must go…- empezó a cantar. 

-Nadie te está corriendo- le dije.

-No necesito de tu buena voluntad. Quédate con tus amigos, y despídete de mi confianza.

Y se fue. Sin llevarse sus cosas, solo una casaca, que le regale en año nuevo....

Él tenia razón desde el inicio, y me refiero al inicio de nuestra relación. Cuando recién salíamos, entre bromas y risas fue que me conquistó y siempre me decía: “No te enamores de mí”
“Te voy a hacer daño” “Bailaras en mis manos” me advertía entre más risas gileras y picos de amante bandido. Dos niños que recién empezaban un romance travieso. Como dice Amaia Montero, "El amor verdadero es tan solo el primero, y los demás son solo para olvidar"

“Tengo mis momentos, puedo ser mas perra que tu” le respondía con piconeria a su humor negro.  

Aun con la foto en mi smartphone, la prueba de su cinismo, aun así seguía sosteniendo su mentira como a un caballo de fuerza que domaba para que no se les escapara. Pero no quise enseñársela. ¿Para qué? si estaba borracho y cínico.

Ahora que los meses han hecho su trabajo y su desaparición ha sido como una amnesia oportuna para olvidar esa novela que me hizo vivir, siento que tuvo razón... quizás yo seguiría bailando en sus manos si pudiera; pero ahora lo hago sobre su tumba, porque cuando alguien necesita ser erradicado de tu vida tienes que enterrarlo en tu memoria.





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