2:30 AM Y NO LLAMAS



Son 2:30 de la madrugada de un sábado después de un viernes oscuro. Estoy boca abajo tratando de buscar entre las plumas de la almohada algo de sueño. No lo consigo. 

Te pienso y te pienso. Te pienso tanto que me olvide como dormir.

Junto a mí como un amigo sin vida (pero con toda mi vida en sus manos) está mi teléfono, esperándote. Esperando tu música para que llene de ruido mi habitación, la cual se ha oscurecido con tu ausencia.

No suena y no suena. No suena, y yo no sueño. 

Desde que te fuiste te llevaste tus acentos y tu susurro contigo dejando mi teléfono sin tu llamada. No suena ni de casualidad y me hago el dormido pensando que de manera inquieta y coqueta te asomaras mediante las infinitas líneas y cables audio-parlante que recorren todos los kilómetros incesantes entre nosotros. La ausencia de tu llamada hace parecer que estamos en los extremos del mundo.

Estoy seguro que te quedaste atrapado en esa telaraña gigantesca y yo quiero escucharte. Quiero saber que esta película en blanco y negro que estoy viviendo puede tener en algún momento algo de color y nitidez. 

¿Por qué no vienes y coloreas mis lienzos? El sepia no me queda tan bien como a ti.

Te cuento que ya tome varios vasos de agua, me he sacado las medias y todo el gel del cabello. Me he puesto mi pijama favorita (mi ropa interior) y ya hice mi ritual con las cremas. En mis ojos puse gotas de colirio, en mi boca pastillas y píldoras para seducir al sueño y venga en mi conquista. Sin embargo sigo esperando...

Me paro en medio de la noche para ir al baño. Ahí el espejo me entretiene con sus historias de autoestima y me hace muecas para pasar el tiempo. La luz absorbe mis pestañas porque las deja ciegas. Y el ring ring sigue en mi lista de espera.

El tiempo pasa más lento que nunca, dejo el reproductor encendido con electrónica muda para que me embarque a un viaje aquí nomas cerca. Mi cenicero está a punto de demandarme por mi desmesurada costumbre de aventarle todas mis mermas cigarrillescas. Hasta me invento palabras tontas como pasatiempo. Pero solo encuentro nuevas formas de pensarte.

La aguja golpea cada número y los minutos parecen horas con tiempos extras.  Este partido lo estoy perdiendo. Mi teléfono no habla, está como muerto. Le puse pegamento de larga duración a la palma de mi mano, me endeude con la compañía telefónica para que no me falte nada al momento de contestar. Aquel ultimo mensaje que envié aun espera su respuesta, pero a tu llamada no le importa. La respuesta se ha quedado a la deriva buscando su puerto de noche y de día. 

Te quiero, y quiero que me quieras como yo te quiero. Una forma fácil de salir de un laberinto es verlo desde arriba, ese el problema, estoy a tus pies.  Estoy en la parte baja de un gigante que no mira hacia este pueblo pocos habitantes: mi teléfono y yo. 

Un método para que esta fantasía de un paso a la realidad es que saltes en ella. Compartir es precioso, me gustaría tenerte a mi lado. Déjame ser uno contigo. Me has vuelto dependiente. 

La larga espera es sinonimo de indiferencia, no juegues con algo que puede hacerte feliz. No juegues.  Mi fecha de caducidad vence cuando menos puedas pensarlo. 

Quiero pensar que tu día estuvo lleno de inconvenientes, pero no puedo desvelarme pensando en todos los por qué de tu llamada que no llega. Yo creo que tu quieres que piense mal de ti y así poder dejar de pensarte. Una llamada también sirve para dejarnos ir. 

Es tarde, a esta hora las criaturas nocturnas toman la ciudad, ya estoy escuchando aullidos de lobos en busca de caperuzas rojas, verdes y violetas. Estoy viendo vampiros limando colmillos mientras salen los zombis a caminar a por los cesos ajenos. Vengan a comerse mi cerebro. 

Esperar tiene etapas, y ya me estoy rindiendo. Paseo por el espejo y nuevamente mi reflejo comienza a contarme historias. Miro un yo diferente. Ese no soy yo, es la espera usando mi paciencia. Saco un cigarro  y confio en la nicotina, quizás ella si se muestre mas afectuosa conmigo que tu. 

Ya fume dos y tres cigarros y no hay respuesta. Mi humor se ha irritado y me pongo violento con mis sabanas y aviento la almohada, y hago un berrinche en mi cama. Mis ojos están rojos y veo que el cielo cambia su color, el sol empieza a arrinconar a la luna, y ésta antes de ser desplazada, se retira voluntariamente.  

Luego de llorar finalmente empiezo a sentir dos bolsas de cemento sobre mis parpados. Son casi las 5 am. Mis sabanas hicieron un pacto con Morfeo y me acurruco en ellas. Estoy a punto de abrazarme al sueño pero entonces sucedió... sonó.  (Ring ring...)

Corrí hasta la ventana donde aventé furiosamente el teléfono momentos antes al notar que no sonaba. Miro la pantalla, y si : eres tu.. Finalmente. 

Después de días, meses, horas, semanas, tu llamada está en mis manos…y mi sonrisa crea un nuevo sol que amanece junto al otro allá en el cielo.  Pero... 

¿Debo contestar?

¿Vale la pena que conteste su llamada que espero años luz? Antes de Cristo fue que le mandé ese mensaje pidiendo una respuesta. Mande señales de humo, envié chasquis, telégrafos y  SoS. Escribí una carta. ¿Quien hace eso hoy en día?

Hoy llama después de tanto tiempo.  Mi mano toma el teléfono y lo acerco a mi boca… estoy a punto de balbucear, tomé aire y como un gatillo presioné el botón...Tuh tuh tuh, colgué. 

Ubique el modo “silencio” y puse el teléfono boca abajo. Lo deje lejos de mi cama y me fui a acostar. Me tape con las sabanas hasta la cabeza.  Busque mis gotas, los narcóticos y puse la música baja pero penetrante. Desde aquí podía ver como seguía parpadeando la luz rojita de llamada entrante. 

No debo contestar. Esta vez le toca hablar a mi silencio.





Madonna - I want You




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