CRÓNICAS DEL CAFÉ #EPISODIO VIII LA ÚLTIMA VEZ
God! I want so badly to be good. Es una de esas canciones que me
describen a la perfección últimamente. Cada vez que me veo al espejo ya no me
reconozco.
No sé en quien me he convertido. Bueno,
si lo sé. Me he convertido en todo lo que siempre detesté.
¿Por qué?
Estoy
sintiendo el síndrome de abstinencia. Necesito conectarme a la aplicación
nuevamente. Por más que he intentado moderarme y recatarme, ya sé como funciona
este micro mundo y me siento con la capacidad de controlarlo.
¿O me esta
controlando a mí?
Mis días sin
conversaciones divertidas y jocosas con extraños, son aburridos. Los días son
muy parecidos. Me siento como una cadena a la cual se le ha perdido un eslabón.
O una aplicación.
¿Qué me esta
pasando?
Dante se reía
de mí por el blackberry.
-
¿Ya te gustó? Adicto.
-
Quiero buscar a alguien – le dije tragándome la vergüenza.
-
¿Buscar o encontrar?
-
He conocido a alguien y quiero buscarlo. Quiero saber si lo
encuentro en grindr.
-
¿A quien? – preguntó Dante intrigado.
El génesis de
esta historia data del miércoles de semana santa, unas horas antes del jueves
santo. Y como si se tratara de una premonición, sentí frío en lo brazos, como
si mi piel fuera un oráculo prediciendo de que algo se acercaba.
A pesar de que
estábamos tomando desde hace horas, vino y otras sustancias, la noche recién estaba
por empezar. Mis humores subieron hasta los cielos. Estuve divertidísimo,
ameno, coqueto, travieso y muy necio. Regresar a casa no estaba en mi after.
En mi grupo de
amigos de siempre, había también gente que nunca había visto. Desde que una de
mis amigas esta saliendo con un chico nuevo, esté a su vez, trajo consigo otros
amigos. Una fusión de grupos.
Uno de ellos
era totalmente de estreno en la reunión, no lo había visto antes. A cada
comentario mío estaba él ahí a tiempo para refutármelo, y atorar de risa a la
multitud.
De trago en
trago y de pucho en pucho. Queríamos seguir celebrando la pasión de Cristo.
El fulano gracioso se hizo mi pata en tiempo record.
Recuerdo que cogió
su celular y marcó lo que parecía el número ganador. Lo único que escuché entre
mis destellos de lucidez fue:
“¡He conocido
a tu media naranja, tienes que venir!”.
Refiriéndose a mí.
En esos
precisos instantes la mamá de mi amiga salió como un sol que espanta a las
criaturas nocturnas que no soportan la luz del día. Nadie quería irse, pero era
hora de irnos.
De un momento
a otro estábamos todos en la calle a punto de despedirnos, como dando por
terminada la noche. Una misa de pecadores borrachos en semana santa. Sin
embargo, en plena calle y en medio de la madrugada, el saliente de mi amiga se
rehusó a dar por terminada esta ceremonia. Y como una luz que se abre del cielo
dando pie a la creación, tuvo las palabras adecuadas. Como una profecía que
todos esperábamos oír dijo:
-
Vamos a seguirla al depa de un amigo.
-
Vamos – dijimos todos.
Y así se hizo.
Mi semana
santa comenzó en ese momento. Y subimos al auto del chico de mi amiga y ahí fue
donde comenzó mi vía crucis.
I.
Jesús es
condenado a muerte
Éramos seis
personas y entrabamos apretados en el auto. El amigo gracioso que nos hizo reír
durante toda la noche no paraba de darme indirectas. Estaba feliz de conocer
otro gay. Al parecer a los heteros les encanta tener la cuota homosexual en el
grupo.
-
Te voy a llevar con alguien que te caerá muy bien - dijo él.
En ese momento mi suerte estaba echada. Como
unos dados. Yo no sabia hacia donde iríamos y a quien encontraríamos.
II.
Jesús lleva la
cruz a cuestas.
Cuando él dijo
eso, lo arruino. Porque inmediatamente las voces dentro de mí comenzaban a
predisponerme. A generar una ola de expectativas. Llegare a ese departamento
esperando conocer a alguien. Iré todo el camino cargando esa cruz. Si, me sentí
como Jesucristo reviviendo su pasión. Mientras las voces de mis amigos parecían
el pueblo de Jerusalén celebrando, como si yo fuera una ofrenda que prometieron
al dueño del departamento para poder ir con todo el grupo.
¡Hoy te clavan
como a Cristo!
¡Noche de
pecado!
Mis amigos estaban
inspirados por la semana católica. Y yo solo decía:
-
Me voy a portar bien.
-
No te hagas la Virgen María que eres más María Magdalena – Mi
amiga se encargaba de recordarme que no sea un “aburrido”.
Súbitamente el
pie derecho del conductor se enterró en el freno, en pleno estacionamiento
frente a un edificio en Miraflores. Salimos del vehículo y el ascensor nos
esperaba. Yo tuve la sensación que estaba por cruzar las puertas del infierno.
III.
Jesús cae por
primera vez
Entramos al departamento.
Tomé asiento, cogí un vaso y prendí un cigarro. Boté el humo y mientras este se
disolvía se fue manifestando poco a poco frente a mí el cuerpo de Cristo o algo
igual de desnudo.
Y entonces lo
vi.
Al otro lado
de la sala. Y sin percatarse de lo que le rodeaba, sacó su invisible revolver
cargado de feromonas y me disparó de manera letal. Caí ante sus encantos y dentro de mi ebriedad
mi único objetivo era acercármele.
Pregunté de inmediato por él.
-
¿Quién es él?
-
Ah, él es Jacobo, pero yo te quiero
presentar a otra persona – me dijo el amigo que planeo este after.
Me sentí como en
una epopeya bíblica. Jacobo, es un bonito nombre. Su rostro estaba adornado de
pecas y su barba estaba en el largo perfecto. Su mirada perdida y vacía me
excitó a tal punto que podía escuchar el coro de los ángeles.
IV.
Jesús se
encuentra con la virgen María.
Mientras tanto
mis amigos seguían llenando el hígado de pisco, vodka y ron. Yo comencé a
conocer a las personas que estaban en ese departamento. Soy el más sociable de
mis amigos. Pero Jacobo estaba muy lejos de donde nos encontrábamos. Solo sé
que vivía con un roomate. Uno de sus
amigos se acercó a mí.
-
¿Y tu quien rayos eres?
-
¿Cómo? – respondí sacado de onda.
-
No. No me digas nada. No escucho nada. Ven – El chico me jaló del
brazo y me llevó hasta el pasillo cerca al ascensor.
-
Ahora si dime ¿Quién eres? – insistió.
Estuve a punto
de responderle, pero el chico me puso su cara encima de la mía. Quería un beso.
-
No. No puedo. Estoy muy borracho – se detuvo.
-
¿Para eso me traes hasta aquí? – le pregunté, pero el chico quería
mantener su imagen intacta, digna e inmaculada, como una virgen María
disforzada.
-
Es que no te conozco – alegó.
-
Bueno entonces regresemos al departamento.
No era Jacobo,
pero también estaba muy lindo. Y, a decir verdad, Jacobo se mostraba
indiferente con nosotros que habíamos llegado a su reunión. Simplemente estaba
aislado al otro extremo de su departamento. Como si nuestra visita le hubiese
caído como una de las plagas de Egipto.
Su mirada era
petulante. Y no pude evitar comparar esta historia con las grandes leyendas bíblicas.
La mirada de Jacobo era como Ramsés cuando mostraba su odio hacia Moisés. Parecía
listo para autorizar nuestro éxodo y abrir la puerta como el mar rojo y
echarnos de su departamento.
Y lo entiendo.
Estábamos haciendo mucha bulla y llegamos tarde. Eran cerca de las cinco de la
madrugada.
Éramos doce
personas cuando llegamos. Mis amigos ya querían irse, pero la verdad es que yo
no quería moverme de ese lugar. Mi amiga sabia que me gustaba el dueño de la
reunión, aún así me besó en el cachete como Judas y se despidió de mí dejándome
a mi suerte. Poco a poco el número de personas en el departamento de Jacobo se
iba reduciendo, como los apóstoles abandonando a Jesús a su suerte. Dejándome
solo.
V.
El cirineo
ayuda a Jesús.
Uno de los chicos
que conocí horas antes en la casa de mi amiga, y que resultaba ser amigo de
Jacobo se acercó a mí y cuando escuchó que mi amiga se iba y me dejaba solo, intervino:
-
Yo me quedo. Si quieres quedarte, quédate. Sigamos chupando.
-
Sigamos – le respondí seguido de un: “salud”.
Desde entonces se volvió mi “nuevo amigo”.
VI.
Verónica
enjuaga el rostro de Jesús.
Una chica se
acercó donde nosotros era amiga de Jacobo y de mi “nuevo amigo”. Nos
presentamos y ella, como mujer que es, se percató de inmediato el porqué me había
quedado en una reunión donde no conocía a nadie.
-
¿Quieres una servilleta? – me ofreció aquella chica.
-
¿Perdón? – le pregunté intrigado.
-
Se esta cayendo la baba por Jacobo.
VII.
Jesús cae por
segunda vez
No podía negarlo. Solo
me reí y ella no insistió para no incomodarme. De repente solo quedamos cinco
personas en el departamento. La chica se despidió de mí mientras su amigo la
esperaba en la puerta. Mi nuevo amigo me dijo que volvía de inmediato que solo
los acompañaría al primer piso.
-
Espérame, ahorita subo – dijo él.
Nunca más
volvió.
Antes de salir
de casa, le dije a mi mamá que no volvería hasta el domingo. Recién era jueves.
Me había olvidado que no tenía donde dormir aquella noche. Se supone que dormiría
donde mi amiga. Pero ella se había ido.
El roomate de
Jacobo se fue a su habitación y repentinamente quedamos solos Jacobo y yo.
Jacobo tenía un
playlist de videos muy bueno. Comencé a hablarle.
-
Me gusta ese video.
-
Si es muy bueno – respondió él.
-
Luego no supe
que decir. Pero ya no seria problema. Jacobo comenzó la conversación. Los
videos son su debilidad, trabaja en publicidad.
-
Yo hubiese editado un poco más esa escena – me comentaba mientras
señalaba el video de Rihanna “We found love”.
VIII.
Jesús consuela
a las mujeres de Jerusalén.
Jacobo
comenzaba a explayarse, no sé si por culpa del alcohol o por que teníamos que
esperar a mi nuevo amigo a que subiera. Yo supuse que estaba esperando a que me
fuera. Pero no. Él seguía conversando conmigo. Aunque más parecía que conversaba
consigo mismo, yo solo me dediqué a escucharlo. Y de rato en rato le daba la
razón.
Luego me
preguntó que video me gustaría ver y escuchar. Elegí una ochentera. Jacobo, usó
su dedo como una moneda para hacer sonar el jukebox (su lap top) y cantamos con voces decadentes.
Muertos de risa. Al menos teníamos la música en común. Un lenguaje mas
universal que las señas.
De un momento
a otro solo éramos Jacobo y yo. Mi nuevo amigo nunca regresó y me había dejado
con el chico que me gusta. Ahora llegaba el momento de la verdad:
¿Le gusto
también?
IX.
Jesús cae por
tercera vez
¿Como puedo
saber si le gustó a Jacobo? Como hago para saberlo sin sentirme, en el peor de
los casos, rechazado. No tenía las pelotas para insinuarme. Yo no quería
empezar nada. Si sucedía algo quería que fuese pro iniciativa de él, así podría
lavarme las manos como Pilatos.
Necesitaba más
alcohol. Pero ya no había. Hasta que vi una botella de vino. Jacobo me miró y
yo le devolví la mirada.
-
Tomemos ese vino – invitó y sacó un cáliz para servirlo.
¿Saben cual
era mi debilidad?
Sus pecas.
Me fascinan.
Jacobo me
mostraba una mejor versión de sí. No era tan malo después de todo. Luego se sentó en un sillón frente a mí. El
sueño aterrizó en mis ojos y antes de caer dormido lo vi a él también quedándose
dormido.
-
¿Te molesta si duermo un poco antes de irme? - le pregunté
-
Para nada. Estas en tu casa – dijo él.
Él tenia más
sueño que yo. Luego todo sucedió como estaba escrito en las sagradas escrituras
de esta semana.
Solo recuerdo
haberle pedido un cojín para usarlo como almohada. Los dos únicos cojines
estaban en el mismo sofá donde él estaba a punto de echarse.
Jacobo cerró
los ojos y no respondió a mi pedido. Entonces, me acerqué al sofá donde dormía,
quise sacar uno de los cojines cerca a su espalda. Su rostro pecoso y su
respiración me provocaban mucha ternura.
-
Creo que ya estas dormido – murmuré mientras lentamente comencé a
sacar el cojín.
En ese
instante, su brazo prensó mi espalda y me pegó a su pecho, y entonces supe que
era el milagro de semana santa que estaba esperando. No lo dude ni un segundo,
derramé un beso sobre su boca y él hizo lo mismo.
X.
Jesús es
despojado de sus vestiduras.
La música en
la lap top seguía su curso y mis ojos nunca más se abrieron después de ese
instante, todo estaba borroso, mis manos las sentí húmedas y sumergidas en su
pantalón, él las había puesto allí. Su boca comenzaba a predicar el apocalipsis
en mis labios. El pasillo parecía el vía crucis hacia el monte donde estoy a
punto de ser crucificado por sus brazos tatuados.
Una puerta nos
esperaba abierta y entramos. Era la puerta del baño. Jacobo cerró con llave y
se arrancó el polo y luego como los romanos me despojó de mis vestiduras en un
abrir y cerrar los ojos. No despegaba sus labios de los míos.
XI.
Jesús es
clavado en la cruz
Bajó sus jeans hasta la mitad de sus piernas y
sus calzoncillos me esperaban listos. Entramos a la tina y la usamos como cama.
A diferencia del vía crucis, lentamente
y con mucho cuidado entró cada centímetro de él en mí. Sus manos grandes
agarraron mis nalgas y me cargó hasta el inodoro donde él tomó asiento para
apoyarse y sentí todo su apetito salvaje sobre la carne y el vino de sus
labios. Mis ojos seguían cerrados de la ebriedad, su fuerza parecía someter
cada partícula y átomo de mi piel a su voluntad ¿estaba escrito?
Lo único que sé es que liberé todos mis
pecados sobre sus piernas velludas y su pecho tatuado, sus pecas me mostraban
la manera de presionar sus estímulos más sensibles y eróticos. La puerta que
nos acogió nos encerró en una burbuja que se infló hasta más no poder. Me llevó
a la gloria como cuando se te erizan los vellos del brazo como cuando escuchas
el coro de una iglesia. Just like a prayer.
En pleno
momento de clímax religió-sexual, tocaron la puerta…
XII.
Jesús muere en
la cruz
En ese preciso
instante tanto él como yo nos habíamos venido al mismo tiempo. Un alivio se
acomodó en su rostro. Habíamos terminado de confesar nuestras pasiones. Nos
tardamos en vestirnos. Al salir del baño ya no había nadie tocando. Regresamos al sofá y literalmente morimos al
mismo tiempo de cansancio. Ya era de día.
XIII.
Jesús
desciende de la cruz y es llevado al sepulcro.
Luego de unos minutos
el roomate de Jacobo salió de la habitación y nos miró a ambos. Quise
saludarlo, pero me ignoró y se dirigió a la cocina.
Luego, ya no
pude dormir. Jacobo dormía como un bebé. Temblaba de frío. Nuevamente el
roomate de Jacobo apareció en la sala.
-
¿Tienes algo para taparlo? – le pregunté
-
Déjalo así. Él quiso dormir aquí en lugar de ir a nuestro cuarto…
Y así sin
previo aviso, las palabras del roomate me descendieron de mi nube. Como un
cuerpo muerto sentí que me descendían y me llevaban al sepulcro: la realidad.
Anonadado y confundido. Intenta decirle algo
al roomate de Jacobo, pero él tuvo la última palabra:
-
Disculpa ¿Cómo te llamas?... Bueno no importa. Mira tenemos un
desayuno, yo lo voy a despertar, así que por favor…
-
Yo ya me iba – Le respondí antes que él terminara la oración.
Humillado y
mudo, salí de aquel edificio. No pude despedirme de Jacobo.
Llamé a un amigo y me
dijo que podía ir a su casa.
-
Si se llama Julieta o Romeo ¡que importa!
-
Se llama Jacobo – le dije a Dante.
-
Bueno por lo que me cuentas el roomate
era su novio – aclaró Dante.
-
No lo sé. No se nada.
-
¿Y por él me has hecho venir hasta acá y buscarlo en grindr?
-
Vive por aquí.
-
Olvídalo. Ya fue. – Sentenció
Dante.
-
Si lo encuentro en grindr significa que esta soltero ¿o no? – traté
de justificarme.
-
No necesariamente ¿Aun no entiendes?
-
¿Qué?
-
Así son todos.
El comentario
de Dante era cruel pero cierto. Me hizo sentir que sí había algo más
desapercibido que una pluma en la espalda en ese momento, era yo.
No importa el
camino que tomé, mis ilusiones siempre serán los profetas que dicten mi camino.
Hasta que aprenda a pensar como una roca y ser frío como Dante o cualquier de
los chicos de grindr.
Ese era mi gran temor: convertirme en uno de
ellos.
-
Que sea la última vez que me cuentas lo mismo – Dante dijo
enfadado.
-
Será la ultima vez.
-
Que así sea.
-
Amen.
Continuará.
Por Carlos Gerzon
Para blog My Looking Glass Stories
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