DECRETO EN LA MONTAÑA DE OREGON
¿Cuánto es el tiempo mínimo esperado para extrañar a alguien? ¿Deben pasar horas, días, meses o años? Quizá tan solo veranos; ¿amor de verano?, no; ¿amor de invierno?, si. Un verano helado y un invierno cálido, no sé como describirlo. Sucedió hace cinco veranos y, hasta hoy que no nos vemos, ni tú, ni la montaña, ni la nieve, ni quien me trajo a ti; o qué me trajo a ti y convirtió esto en algo parecido a secreto en la montaña, una muy fría donde me hubiera gustado quedarme contigo en una Chair lift sin nadie que nos rescate, como en Frozen.
El avión despejaba de Lima, la cuál era un horno cuando salí en diciembre del 2007, era mi primera vez viajando solo y viajando tan lejos. No tenia miedo de llegar solo, tenia miedo de permanecer solo durante los tres meses que estaría fuera de casa y fuera del país. Horas más tarde aterricé en tierras anglosajonas, cruzando muros y fronteras por lo aires. Tenia dieciocho años y dentro de poco cumpliría diecinueve.
Me contrataron por tres meses en un ski resort llamado Mount Hood Meadows, al norte de Oregon, cerca a la frontera de Washington; aquel fue mi primer empleo, de hecho fueron muchas primeras veces juntas, desde jugar en la nieve y hacer un ángel recostado sobre ella hasta despertar todos los días temprano antes que el cielo se haga claro como lo conocemos, de color celeste. Un bus enorme nos esperaba en el paradero y recogía a todos los chicos de intercambios y residentes; algunos lo esperaban medio dormidos y otros no querían esperarlo nunca, hacia siempre mucho frío y, lo incomodo del viaje, es que duraba una hora desde el pueblo hasta la montaña donde los gringos acudían a esquiar y hacer snowboard.
Mi primer día fue un desastre, yo no entendía nada, a pesar de tantos años de haber estudiado ingles, estaba perdido, en la luna. Siempre preguntaba al resto "¿Qué dijo Elisa?", nuestra jefa, quien de seguro termino odiándome y deseando despedirme cada vez que hablaba conmigo, o cuando menos lo intentaba.
Nunca había deseado tanto la hora de refrigerio y, cuando al fin llegó, acudí al food court y fue allí donde lo ví por primera vez. Él estaba recostado sobre unas grandes ventanas de un pasillo, jugando con su respiración, opacando el vidrio y dibujando snowflakes, mientras comía unas papas fritas inapetente.
Mi primer día fue un desastre, yo no entendía nada, a pesar de tantos años de haber estudiado ingles, estaba perdido, en la luna. Siempre preguntaba al resto "¿Qué dijo Elisa?", nuestra jefa, quien de seguro termino odiándome y deseando despedirme cada vez que hablaba conmigo, o cuando menos lo intentaba.
Nunca había deseado tanto la hora de refrigerio y, cuando al fin llegó, acudí al food court y fue allí donde lo ví por primera vez. Él estaba recostado sobre unas grandes ventanas de un pasillo, jugando con su respiración, opacando el vidrio y dibujando snowflakes, mientras comía unas papas fritas inapetente.
Su nombre es Keeg y tenía la mirada del color del agua bajo cero, como dos témpanos mudos capaces de hundir dos veces al Titanic, inexpresivos. Usaba un peculiar chollo de cuál caían unas mechas rubias y se vislumbraba claramente un tatuaje que corría desde el cuello y se desconocía su paradero, mi acertijo diario; ¿Dónde terminaría esa tinta?
Pasaron unas semanas lo volví a ver en el bus de regreso al pueblo, ya era de noche y el único asiento en blanco era al lado de Keeg, no lo conocía y me senté a su costado porque aquel día no tenía humor para hablar con nadie, y pensé que jamas hablaríamos, pero me equivoqué. Detrás de nosotros estaban sentadas dos chicas que hablaban español, me hicieron una pregunta y respondí, y al escucharme hablar en español dijo: “No comprendo” y ese acento español disuelto en su lengua gringa, me sedujo. En ese momento, la pedagogía se convirtió en la mejor ciencia cuando decidí enseñarle un poco de español y él me entretenía con el conocimiento de mi idioma amateur. A los minutos descubrí que su palabra favorita era: Chalina.
La montaña nos unió, y nos convertimos en buenos amigos. No tenía a quien contar que comenzaba a gustarme, pero era suficiente sentarme con él en el bus. En mis sueños, sus hormigas dactilares me hacían cosquillas mientras recorría el llano de mi pecho con sus manos al momento que me enseñaba como perder la cabeza en un segundo. La era del hielo fue una raspadilla al lado de nuestra montaña llena de aventuras. Allí llegué para conocerte más no tenerte.
Pasó un mes y sucedió la primera fiesta en mi casa, en la cuál mis roomates y yo queríamos pasarla bien con nuestros nuevos amigos y, por supuesto, te invité sin pensarlo dos veces. Mis spanish lessons venían con pruebas difíciles, era hora que de verte en acción bajo el alcohol. Hice muchas amigos, pero esa noche solo quería verte, te asomasté por la calle y gritaste mi nombre, corrí hacia el balcón y te ví, venias con un amigo y llevabas un look estrafalario provocando cualquier tipo comentario, ¿Es gay? Creo que sí.
Entró a mi departamento en plena fiesta y se quitó ese sombrero tan cool que me encantaba, y me fasciné aún más al ver su cabello dorado; dejó sus lentes de sol puesto y dos pashminas que armaban un outfit único; estuve encantado de tenerlo allí. Se sacó la chaqueta de cuero y yo la use toda la noche. Hipnotizado por su estilo, no supe si tomar cerveza o vino; y el whisky que trajo poco a poco le quitaba espacio a mi organismo. Ebrio por él, ebrios los dos por la vida sin regla, eso es vivir fuera de tu país sin el permiso de tus padres. Shotgun Shotgun, gritaban todos a nuestro alrededor y una lata tras otra recorría nuestras gargantas. Perdí la consciencia, mi plan para besarlo se quedó en el vomito del balcón cuando comencé a sentirme mareado. Al día siguiente, lo chismes corrieron, alguien me besó, pero no fuiste él, al parecer fue su amigo, quien realmente si era el gay de la noche. No se que habrá ocurrido aquella noche, porque no lo recuerdo, y a pesar que lo veía a diario, Keeg empezó a alejarse de mí como si me partiera un rayo.
Mi amiga es su amiga ahora, y a ella le gusta Keeg, me lo confesó en pleno vuelo verde de la pipa en nuestros tiempos de ocio. Eso es malo y bueno; malo porque me gustas, y bueno porque ella es buena. Ambos salieron como si fueran amigos y yo me dediqué a aconsejarla, para que le vaya bien contigo y al mismo yo esperaba que gracias a ella volviésemos a hablar. Me castigué con verlos juntos y dándole tips a ella para que él caiga en sus redes, que también tenia un poco de mis hilos. El renacimiento y la poesía que solía leer, me soplaba las palabras bonitas para aventarlas a tus oídos a través de lo que ella te decía. Yo le decía a ella todo lo que yo hubiera hecho, lo decía todo ella por mí sin que ninguno de los dos sepan que es lo que YO siento. No fue su culpa, no es mi culpa; son las circunstancias.
Entró a mi departamento en plena fiesta y se quitó ese sombrero tan cool que me encantaba, y me fasciné aún más al ver su cabello dorado; dejó sus lentes de sol puesto y dos pashminas que armaban un outfit único; estuve encantado de tenerlo allí. Se sacó la chaqueta de cuero y yo la use toda la noche. Hipnotizado por su estilo, no supe si tomar cerveza o vino; y el whisky que trajo poco a poco le quitaba espacio a mi organismo. Ebrio por él, ebrios los dos por la vida sin regla, eso es vivir fuera de tu país sin el permiso de tus padres. Shotgun Shotgun, gritaban todos a nuestro alrededor y una lata tras otra recorría nuestras gargantas. Perdí la consciencia, mi plan para besarlo se quedó en el vomito del balcón cuando comencé a sentirme mareado. Al día siguiente, lo chismes corrieron, alguien me besó, pero no fuiste él, al parecer fue su amigo, quien realmente si era el gay de la noche. No se que habrá ocurrido aquella noche, porque no lo recuerdo, y a pesar que lo veía a diario, Keeg empezó a alejarse de mí como si me partiera un rayo.
Mi amiga es su amiga ahora, y a ella le gusta Keeg, me lo confesó en pleno vuelo verde de la pipa en nuestros tiempos de ocio. Eso es malo y bueno; malo porque me gustas, y bueno porque ella es buena. Ambos salieron como si fueran amigos y yo me dediqué a aconsejarla, para que le vaya bien contigo y al mismo yo esperaba que gracias a ella volviésemos a hablar. Me castigué con verlos juntos y dándole tips a ella para que él caiga en sus redes, que también tenia un poco de mis hilos. El renacimiento y la poesía que solía leer, me soplaba las palabras bonitas para aventarlas a tus oídos a través de lo que ella te decía. Yo le decía a ella todo lo que yo hubiera hecho, lo decía todo ella por mí sin que ninguno de los dos sepan que es lo que YO siento. No fue su culpa, no es mi culpa; son las circunstancias.
¿Me había enamorado? o solo necesitaba calentarme en esta montaña fría y su amistad era esa fogata que necesitaba. Porque verlo de lejitos me causa alergias a los ojos, los irrita. Zzz se escuchaban mis falsos ronquidos para que mis roomates no se percataran de que estaba pensando en voz alta en él. Estaba en peligro de extinción, era una criatura de sangre caliente en el círculo polar ártico.
Todos los días lo veía hablar con mi amiga y me torturaba escuchando la canción que él enseñó hace tiempo en su iPod, Fade into you; una balada intensa, y la convertí en el perfecto soundtrack mientras todo se hacía lento como la escena de la película más taquillera, como cuando cruzábamos miradas. Yo lo miraba y él me desvanecía.
Soy un mentecato al tratar de seguirlo, sabiendo que él es tan inalcanzable como las estrellas en Asgard, su indiferencia conmigo fue poderosa como Odín, mas fuerte que la mitología escandinava. Bajo cero puse mis sentimientos, a rajatabla y a cocachos me propuse a olvidar aquel romance idealista; sin embargo cuando veía a través de la ventana congelada del bus cualquier rostro, lo confundía con su cara. Solía perderme en cada una de sus estructuras al verlo pasar y mi sonrisa de idiota era la señal que estaba bajo un espejismo, porque lo sabia idealizado, tanto como el sueño americano o como algún héroe nacional.
Nos gusta lo que vemos cuando no podemos alcanzarlo. Es la ley del universo, siempre tu primera opción será la que otro consigue sin siquiera soñarlo. Y cuando los vi besarse a ella y él por primera vez, mi orgullo nació en ese momento y destruyó todo rastro de inocencia en mí, y con voz solemne y mucha pena hice una promesa, no volveré a fijarme en otro gringo de esa montaña, que quedé escrito en la nieve y no se derrita jamás. Es mi decreto en la montaña, porque no puedo pasar el resto de semanas de vacaciones pensando en un amor heteroflexible imposible. Bajo su máscara hipster, existe un ser intelectual al cual yo traté de conquistar, donde estaban las palabras rebuscadas para estampar litografías en las rocas de nuestra montaña rimando sus geografías musculares con mis nombres y mañas.
El día de la despedida, en esta montaña de mi vida, me hice una promesa, no volver aquí. Y solo me acerqué mediante un ángulo de miradas y lo rodeé para poder decir adiós decentemente. Y a modo de batid o jugo de naranja me tomé la resignación con chispas de amnesia bañada en jarabe de sosiego para hacer un zumo efectivo y embriagarme. Entonces di media vuelta y subí al bus.Bye bye blue jeans, blue eyes. La solución a este drama tenía nombre: boleto de avión el cual ya tiene mi nombre.
Nos gusta lo que vemos cuando no podemos alcanzarlo. Es la ley del universo, siempre tu primera opción será la que otro consigue sin siquiera soñarlo. Y cuando los vi besarse a ella y él por primera vez, mi orgullo nació en ese momento y destruyó todo rastro de inocencia en mí, y con voz solemne y mucha pena hice una promesa, no volveré a fijarme en otro gringo de esa montaña, que quedé escrito en la nieve y no se derrita jamás. Es mi decreto en la montaña, porque no puedo pasar el resto de semanas de vacaciones pensando en un amor heteroflexible imposible. Bajo su máscara hipster, existe un ser intelectual al cual yo traté de conquistar, donde estaban las palabras rebuscadas para estampar litografías en las rocas de nuestra montaña rimando sus geografías musculares con mis nombres y mañas.
El día de la despedida, en esta montaña de mi vida, me hice una promesa, no volver aquí. Y solo me acerqué mediante un ángulo de miradas y lo rodeé para poder decir adiós decentemente. Y a modo de batid o jugo de naranja me tomé la resignación con chispas de amnesia bañada en jarabe de sosiego para hacer un zumo efectivo y embriagarme. Entonces di media vuelta y subí al bus.Bye bye blue jeans, blue eyes. La solución a este drama tenía nombre: boleto de avión el cual ya tiene mi nombre.
Llegó marzo, llegó la realidad. Freddy me dejo sufrir mas no me mato en esta pesadilla. Mi amiga se despidió de Keeg como yo hubiera querido hacerlo, ojalá se me resbale su recuerdo de mis manos como mantequilla. Al talentoso señor Ripley interpreté en esta ocasión, logré que ella no sospechara de la situación. Tengo mi maleta, mil amigos dentro y un corazón glacial partido en dos. Subí al avión mirando la montaña por la ventana. Probably on your flight back to your home town.
Ya en Lima, luego de la cena de bienvenida con mi familia pregunté ¿qué hora es?, me fui a acostar y deben ser mis diecinueve años que me hacían creer que no conocería otro chico como él. Mi mamá entro a verme y yo la miré a ella. Creo que me quedé dormido con las lágrimas saladas pensando en todas las veces en la vida que tuve mala suerte. Cinco veranos fueron el tiempo mínimo esperado para extrañarlo y recordarlo, y no fue solo porque sí, es que al limpiar mi habitación en una caja la cual abro de vez en cuando, encontré recuerdos de la montaña, allí arrugado estaba el libro que Keeg me había regalado antes de despedirnos. Había olvidado que el último día, conversamos de regreso en el bus y allí él había terminado de leer Of mice and men de John Steinbeck. Abrí aquel diminuto libro que nunca terminé de leer y allí estaba con su puño y letra, un mensaje que él me había dejado hace años y yo nunca lo entendí, no era bueno con el idioma y no me molesté en traducirlo en su momento. Una lagrima se me cayó en ese momento, porque él se había dado cuenta de mi verdad mucho antes que yo me atreviera a aceptarla;
"Para Cg, un hombre entre ratones".
"Para Cg, un hombre entre ratones".
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