NO ERES MI SUPERHÉROE


Cada vez que tu nombre está en peligro de extinción en mi cerebro,
llega tu recuerdo. Recordar los momentos felices,
en lugar de rescatarme lo único que hace es darme el golpe final.
He ahí el pequeño detalle,
que siempre pienso que tú eres la solución
a todos mi problemas porque,
por alguna razón cósmica sin sustento científico,
siento que si mi vida está al filo del acantilado
 serás tú el indicado para jalarme hacia atrás
 y evitar mi caída.
¿Por qué?

¿Acaso tienes súper poderes para salvarme?
Además de tu súper don de hacerme babear por ti cada vez que te veo.
A veces cuando estoy bajo depresión por algún acontecimiento desafortunado,
pasa por mi mente la idea nada inteligente de llamarte,
a pesar de que entre nosotros el punto final ya fue puesto
 ¿Por qué?

¿Acaso vas a volver a por mí?
¿Entrarías en mi edificio en llamas?
Si no se de ti hace semanas, sería suficiente si algún día me llamas.
Sueno como un devoto de tu religión,
al parecer estoy pendiente tras de ti como la procesión.
E insisto ¿Por qué? 

Porque será que quiero que estés pendiente de mí
como si yo fuera aire o agua indispensable para ti.
Todos mis problemas no tienen tu firma.
No debería involucrarte ni invocarte.
La bati-señal no nos sirve.

Son excusas para llamar tu atención, lo admito,
no estoy en peligro como las victimas en los comics de marvel.
Supongo que no soy tan inteligente 
como lo dice mi licenciatura que más parece un DocTARADO, 
cuando se trata de quererte.
Cuando se trata de ti, me vuelvo bruto, cero absoluto.
Repruebo todas las materias,
desde la química entre nosotros
hasta tu anatomía la cual extraño.
Enredas mi lenguaje, inmovilizas mi cuerpo
y falla mi biología,
hay mucha historia de ti en mis neuronas.

¡Qué tonto soy! he permitido que tu partida
me haga tan pequeño que me ahogo en mis lágrimas
y pido a gritos tu auxilio.
Quiero llamar tu atención solo para que regreses como un superhéroe
a salvarme del problema en el que tú me metiste: tu ausencia.

En parte no me culpo, es naturaleza humana,
todos queremos tener a alguien donde acudir,
donde derramar accidentalmente cariño en su estado más puro,
porque poseemos demasiado y tenemos que sacarlo.
No obstante, ya entendí que no eres batman ni superman.

Queremos a ese alguien
solo porque creemos que tenerlo
cerca significa felicidad a domicilio.
A veces hasta lo acosamos como una sombra
que no se va ni con el más potente rayo de sol.
Es nuestro gran problema (mi problema),
nos volvemos dependientes de ese alguien
que es nuestro peor estupefaciente.
Somos incapaces de estar solos.


Porque siempre vemos a ese alguien
como nuestro héroe Salvador Mesías,
pero se parece más a un anticristo,
recuerda que el diablo alguna vez fue un ángel,
no podemos confiar en la primera cara bonita.
Supongo que tendremos que aprender
a no poner las manos al fuego por alguien que no ha estado en nuestra vida lo suficiente.
Porque ese alguien es pasajero y momentáneo.
No tiene tatuado “por los siglos de los siglos”, amen.  

Instagram: @elchicodelbusblog 

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