CRÓNICAS DEL CAFÉ #EPISODIO IX LO QUE PASA EN LA NOCHE DE BRUJAS SE QUEDA EN ...


What the fuck… Fueron sus palabras en cuanto me acerqué a abrazarlo. Finalmente me atreví a decirle a mi amigo heterosexual que me gustaba, pero lo hice de la peor manera: borracho. Y ni siquiera lo recuerdo. Él me lo recordó al día siguiente y después de conversar por breves minutos él decidió poner una distancia indefinida a nuestra amistad lo cuál puso en partículas diminutos mi corazón.

Octubre 2012

            Después de esa noche solo me dediqué a tomar shots y perder la conciencia cada sábado por la noche y perdí la cuenta de cuantos chicos conocí por grindr. Los primeros siete chicos están en los episodios anteriores. Después de semana santa pasó un mes y sucedió mi desatinado error de declararme a mi amigo hetero.
            
Me refugie en grindr y el alcohol, la peor combinación. Hasta que llegó octubre y cerca a la noche de brujas mis ánimos parecían desaparecer. Dante inesperadamente canceló uno de sus viajes y me dijo:
-        Saldremos esta noche.

-        No tengo disfraz – le respondí
-        No importa, igual saldremos. Necesitas salir esta noche.

Yo parecía un títere. No tenia voluntad y extrañaba a mi amigo perdido. Dante me llevó a un bar de moda en Barranco. Iba a ser cualquier noche. Pero me equivoque. Es Halloween.

Absolutamente nada me parecía familiar aquella noche. Entramos al bar donde la temática zombi era el centro de la fiesta. Dante trajo unas amigas y ellas otros amigos, los cuales hacían juego con la noche: puras calabazas. Habíamos tomado poco, pero lo suficiente para reírnos y fluir con el ritmo de la noche. Las calles se vestían de glitter, latex, mascaras, make up recargados y disfraces originales. Me sentí fuera de lugar. Yo llevaba solo camisa y pantalón.

-        Ponte esto – dijo una de las amigas de Dante.

Era un antifaz.

Luego la misma amiga nos llevó a una fiesta de disfraces en departamento de una de sus amigas. Dante acepto y yo lo seguí.

Llegamos a San Isidro. No olía a peligro por ningún lado, pero cuando el ascensor nos llevó al último piso de aquel edificio, la puerta se abrió y sentí como una ola de mujeres nos azotó. Era una fiesta de Halloween de chicas. Si, todas o casi todas eran lesbianas. Todas disfrazadas, chicas guapas, chicas sexys, chicas atrevidas, chicas que besan otras chicas y les gustaba. The taste of her cherry chapstick.

Mis tres amigos y yo nos sentíamos rodeados e ignorados. Bueno la naturaleza humana tiene divertidas formas de apoderarse de las personas. La chica del bar cerca a la piscina tenia tatuajes en los brazos, los cuales no disimilaba ni cubría para nada. Me senté en la barra y comencé a entender poco a poco (gota a gota) lo que sucedía.

Mis amigos conocían a varias de las chicas, y se distrajeron conversando con ellas. Yo no conocía absolutamente a nadie. Vodka y botellas de etiqueta azul me rodeaban. Alguna que otra sonrisa y todo me da vuelta. Conversaba con algunas amigas de mis amigos, eran todas muy amigables.

Éramos un lunar allí. Los únicos chicos gays: Dante, dos de sus amigos y yo. En ese momento pensé que quizá es mejor así. Alejarse del mundo gay homo por un fin de semana es una buena idea. Pero al mismo tiempo me sentía raro y aburrido. Seguía pensando en mi amigo. No respondía mis mensajes. Lo he perdido y eso me va a pesar.

No era mi mejor Halloween, pero era mejor que quedarse en casa, y cuando uno se resigna, así como cuando se te cuelga la computadora y nunca guardaste tu trabajo final, así estuve la mayoría de la noche. Observando y escuchando, caminando y a veces conversando, descubriendo besos clandestinos. A pesar de ser una noche tenebrosa jamás me imagine que sería sangrienta.

Dulce o truco, top or bottom. ¿Cuál era la respuesta correcta para esta noche?

Los disfraces fue la mejor parte de aquella noche. Hubo una chica disfrazada de Axl Rose y otra de Vilma Picapiedra.

Dante estaba borracho y se había encontrado con amigo de su trabajo. Él tiene novio, pero no pudo ir a la fiesta. Mientras sus dos amigos al verse rodeados de mujeres no tuvieron mas opción que besarse entre ellos y asegurarse un happy ending.

Me sentí atrapado. Era como estar en un infierno recibiendo un castigo bien merecido. Entonces al verme abandonado y solo recurrí a grindr. Y había un chico a seis metros de distancia. Definitivamente un invitado en la fiesta.

Yo había tomado, no estaba borracho, pero si muy picado. Y recuerdo que al entrar a ese departamento vi un chico, fue el único que vi además de mis amigos. Probablemente era él. Pero no tenia ganas de conversar. Peor que eso, no me salía conversación a alguna de mi boca.

Cerré a grindr resignado y solo me quedaba una opción: esperar que Dante se aburra para irnos, le prometí que me quedaría con él porque él si pensaba emborracharse y no podía dejarlo solo.

Tomé un par de vasos de whisky y luego le pregunté a una hermosa chica disfrazada de gatubela por donde estaba el baño.
            
Ella no me respondió solo me agarró del mentón, me dio un pico y me puso un shot de tequila en la boca el cual tuve que tragar. Luego se rio y me llevó hasta una puerta bajando unas escaleras
-        Ese es el baño – me dijo y regresó con sus amigas.

Pensando que no había nadie, entré sin tocar y ahí estaba el chico que vi al entrar a la fiesta de espaldas. Lo reconocí por su disfraz de Pedro Picapiedra.

Estuve a punto de salir y me disculpé por entrar sin tocar.
-        Perdón pensé que no había nadie.
-        Tranquilo – dijo él

Las luces se apagaron gracias a sus dedos, y gracias a sus labios los míos tuvieron algo que besar esa noche. Cerró la puerta del baño así de simple y sin ningún preámbulo. Me tocó el paquete y me mordió los labios. Me deje llevar por completo hasta que tocaron la puerta.

Al parecer los baños siempre son un buen lugar para cometer actos casuales. Pero estábamos en una fiesta. Obviamente tocarían la puerta.

Al escuchar el sonido de la puerta siendo tocada, me asusté.

Nuevamente Pedro Picapiedra me dijo:

-        Tranquilo. Yo salgo primero.

Y salió. Me quede en el baño unos segundos hasta que él regreso.

-        Ya puedes salir.

No regresamos arriba a la fiesta. Él me llevó a una habitación. Todo estaba oscuro lo único que podía ver eran sus ojos y su disfraz haría de mi noche una verdadera cacería de brujas.
Y ahí frente a frente, traté de moldear la situación con mi lengua. Su disfraz era el más fácil de quitar. Nos bañamos de besos vampíricos, haciendo realidad nuestras mejores pesadillas.

Ya no sabía dónde poner mis hormonas cuando abría los ojos y veía los suyos repletos de una lujuria sin precedentes. Aún no le quitaba ese disfraz de la era de piedra que tenía puesto, pero al menos a mí me ultrajó con la mirada, tan solo una mirada letal, sexual, llena de morbo que no conocía la palabra STOP.

De repente una extraña melodía comenzó a sonar, era el sonido que hace en la puerta un puño preguntándonos ¿Quién está ahí?

Nuevamente interrumpidos y avergonzados nos repusimos más rápido que veloz y esperamos. Luego de unos minutos salimos tranquilamente.

Antes de subir a la fiesta hicimos un pacto. Sin dar explicaciones iríamos donde nuestros amigos, nos despediríamos de ellos y huiríamos velozmente a su casa. Él vivía cerca.

Mientras se despedía de sus amigos, Dante me dijo que no había problemas él quería quedarse con sus amigas. Me dirigí hacia el pasillo a esperar a Pedro Picapiedra. En el camino me topé con una mesa llena de golosinas, gusanos de goma, caramelos rellenos y una inmensa y exuberante torta decorada al más fiel estilo Halloween, llena de telarañas comestibles, en color anaranjado y negro, con arañitas por aquí, calabazas por allá, y mi debilidad: trufas.

Mis manos aún ebrias no podían controlar mis antojos y se deslizaron hasta las trufas y me comí una. Quizá fueron dos. Estaban deliciosas, y no podía parar, cuando iba por la tercera trufa, una chica que me estuvo observando me miró fijamente. Indignada se acercó y me dijo:

-        Porsiacaso son happy trufas
-        ¿Cómo?
-        ¡Tienen marihuana!

No había letrero de precaución. Pedro Picapiedra llegó a mi encuentro y se llevó dos trufas consigo
-        Vamos

El efecto de las trufas llegó a mi cerebro minutos más tarde cuando estábamos bajando en el ascensor, al cual no sé cómo llegué ni como salí de ahí.

 Cuando salimos del edificio Pedro Picapiedra me dijo su nombre:

-        Me llamo Joan.

Él también comió las trufas. Como si fuese el país de las maravillas donde debes tener cuidado con lo que te metes a la boca y que camino sigues pues nunca sabes a donde te llevará. Así me sentí yo. Como Alicia. Quizá debí disfrazarme de ella.

Ya en la calle ambos estábamos ebrios y drogados. Caminábamos en zigzag y cargándonos de risa de todos los que regresaban a sus casas disfrazados y chorreándose por las calles. Joan me llevaba a su casa.  

Caminamos muy poco y entramos a su casa sigilosamente y fuimos a su garaje donde había un sofá y un televisor. Mis ojos se negaban a ver la realidad. Mis piernas habían agotado sus baterías, mi boca se enredaba y mi lengua le pertenecía. Yo no tenía disfraz que quitarme, cuando el me dijo “Ponte cómodo”.

Mi cabeza daba vueltas y me sentía como flotar. Luego regreso y se quitó el disfraz en un segundo. Es guapo y sus ojos son tiernos. Su cabello es castaño y semi ondulado. Tenia la barba al ras como recién afeitada. Tenia unos kilos de más lo cual estaba bien pues el disfraz de Pedro Picapiedra le quedaba a la perfección.

Se recostó encima mío y me beso hasta la ultratumba. Espanto a los espíritus y me hizo una ouija donde liberó a todos mis demonios eróticos. Me quitó la ropa como si fuera la envoltura de un caramelo, vacío mi cerebro de dudas como cuando se decora una calabaza. Aunque yo no tenía disfraz por un momento pensé que mis aullidos eran de hombre lobo.

Tiramos con toda la fuerza y pasión que te da el cannabis. Ambos intercambiamos roles lo cual me pareció la mejor de las ideas. Me encanta que sea versátil. No era verano, pero se sentía como el mejor helado que se derrite entre las piernas hasta hacerse crema.

El primer rayo de sol se asomó por la ventana, y como si fueran las doce de la noche al estilo cenicienta, corrí rápidamente en busca de todas mis prendas. Me envolví como una momia, y mi celular no dejaba de sonar con la voz de mis papás dentro. Me despedí con angustia, mi cabeza aún daba vueltas.

Antes de irme, Joan me detuvo del brazo y me robó mi número de celular, me besó una vez más y me dijo que nos volveríamos a ver. Yo solo quería desaparecer como un vampiro que no puede ver la luz del día porque me aterraba saber que ya era de día y dar explicaciones a mi mamá.

Llegué a casa y el drama me esperaba en la sala, pero el sueño pudo más que las explicaciones. Dormí todo el día.  

Durante la siguiente semana, no había día en que Joan y yo no habláramos por teléfono o nos escribiéramos por el WhatsApp. Me gustaba la idea de que después de un buen tiempo un chico se interesaba en mí. Y lo mejor de todo es que no fue alguien de grindr. Fue la casualidad. Me gustaba y mucho. No nos parecíamos en nada, y a decir verdad no pensé que se llevaría la medalla de oro a la persona más engreída.

Nos volvimos a ver una semana después. Me moría por vernos de nuevo, finalmente sucedió. Nos citamos en un café, pero la verdad es yo quería pasar a tomar una tacita de café en otro lugar. Y Joan claramente quería volver a tirar conmigo.

Nos fuimos a un ‘cuatro estrellas’ para ver más de cien. Recordar lo de la noche de brujas, pero sin brujas ni fantasmas del alcohol ni happy trufas.

Nuevamente se posesionó de mí como el espíritu más libidinoso. Su cabello tenía el efecto de una hiedra que me trepaba y me asfixiaba de deseo. Me tajó como a un lápiz hasta sacarme punta. Me convenció de entrar sin permiso e hizo lo que quiso. Fui feliz.

Después de esa noche solo pensaba que un loco como yo quiere un tornillo como él. Pero Dante es sabio y cuando le conté esta historia como un buen amigo me dijo:

-        Lo que pasa en la noche de brujas se queda con las brujas. Y el amor que crees conocer es el resultado de la magia de aquella noche, y como toda magia de una noche basta un par de “polvos mágicos” y un buen truco para desaparecer.

Dante era realista y yo idealista. Por un ligero instante llegue a pensar que de verdad podría pasar algo más que trufas y cuartos de hotel entre Joan y yo. Pero supongo que lo que mi espejo refleja no es lo mismo que ve los demás.  

Me puse necio con Dante y me molesté con él porque siempre me dice lo mismo. Lamentablemente el tiempo no tardó en darme la razón.

Luego de aquella tarde en la habitación de un hotel nos vimos una vez más. Él me invito al cine. Y eso alimentó mis expectativas. Pero dentro de mi cabeza sonaban las premoniciones de mi amigo Dante… Entonces quise definir cosas antes de tiempo. Y eso ayudo a espantar a Joan…

Yo durante toda la función estuve en mi cabeza pensando y pensando. Lo cual solo se manifestaba en una desesperación. Joan se percató de mi ausencia. Yo estaba muy metido en mí.

Cuando terminó la película teníamos planes de salir a bailar, pero Joan de inmediato advirtió que tenia que irse. Lo cual solo comprobó una cosa que Dante no se atrevió a decirme:

No son ellos, eres tú.

Una vez más quede como un astronauta, solo en el espacio, un espacio grande porque nadie lo quiere en la Tierra y va en busca de otros mundos.

Su despedida fue la peor de todas, no me propuso tomarnos un café algún día y quedar como amigos. Simplemente desapareció como lo hacen todos los espectros y muertos después de Halloween. Mis mensajes nunca fueron contestados

A partir de esa tarde tuve una nueva misión: dejar de ser enamoradizo. Yo quise un final diferente para esta historia de terror, pero al parecer el final feliz es alérgico a mí.

-        Te lo dije – Dante ya había perdido las esperanzas conmigo, así como las pierde Dante Alighieri en las puertas del infierno.
-        Sí.
-        Vamos a salir esta noche.
-        ¿A dónde me vas a llevar ahora Dante?
-        Cámbiame de tono cualquier que te escuche pensaría que te llevo por el mal camino.
-        Como Virgilio a Dante…
-        ¿Qué?
-        Nada. Iré a donde tu me digas amigo.

Acaba el 2012. Y con ello las historias del café. Nunca más permití que hicieran lo mismo. Cambié y me volví igual que los demás. No porque quería, mas bien fue un mecanismo de defensa. Y entendí porque la mayoría de gays en Lima son así. Solo tratan de defenderse y no salir lastimados.
            
Por que a veces hasta una mirada de desprecio o de reojo puede herir y hacerte sentir mal. Y en Lima esas miradas prepotentes y alucinadas abundan. Ahora entiendo porque existen esas miradas, pues ahora yo también las uso. No sé la historia de cada gay limeño, pero sé la mía. Sé que es mi mecanismo de defensa poniendo un muro alto para no salir lastimado. Supongo que algún día llegará alguien que trepe ese muro y me ayude a derribarlo. Y así creer nuevamente en el amor.

Fin.






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