UN REGALO CON MI NOMBRE parte 1


Anoche tuve unas de esas noches en que solo tenía ganas de abrazar a alguien, que no importe su nombre y si apenas intercambiamos dos palabras, solo que me abrace fuerte. Un abrazo de brazos,  de lenguas y  de piernas.  Desnudos y sin modales, sin mascaras sin inocencia. Crudo y efectivo que me lleve hasta Neptuno en abrir y cerrar de ojos. En un entrar y salir.

Hace semanas que conocí los brazos que estaba buscando y hace unas horas que le llame. Era el único abrazo que quería recibir esta semana, una semana que para mí vale más que cualquier semana en el año, porque me pongo sensible y emocional en estos días. Es como mi regla masculina, aunque solo dure un día para mi es el mejor. Los 26 son los nuevos 16.

La persona dueña de esos brazos que busco para mi abrazo me había prometido que cuando ese día llegue, me daría el mejor de los regalos. Yo le creí, porque a pesar de que solo nos buscamos para abrazarnos de lenguas, sé que en el fondo #yaparezcoquinceañera me tiene deseo combinado con ternura el cual comparto, el cual parece un nuevo coctel.  

Cada vez que nos vemos somos dos piedras que cuando rozan hacen chispas y pueden provocar cualquier fogata con gasolina. Me siento como niña escribiendo en su diario… literal.  Me encantan sus ojos. Les cuento un poco sobre sus ojos porque son mis favoritos en forma y color. Son pequeños y brillan, tienen ese brillo cinematográfico que me deslumbra.

 La piel de su rostro es tosca pero en mis manos sus vellos se hacen flexibles.  ¡Y no les he contado sobre su cabello! Es bello, es negro como el ébano más puro #SeMeSaleLaIndia su cerquillo cae cada vez que nos enloquecemos entre nuestros besos.  Detesta cuando se le cae el cabello en el rostro pero a mí me encanta, siempre se lo desordeno y siempre reniega por ello. Felizmente un beso y una voz engreída mía lo apacigua como una bestia calmada por música. Aquiles y Briseidas.

Cada minuto que faltaba era excitante cada golpe del minutero era un golpe en mi pecho que se aceleraba a ritmos de paro cardiaco. Se me acabaron todos los chicles de la ansiedad. Hasta que finalmente llegó la hora de encontrarme con mi abrazo.

Salí de clases y baje las escaleras. Ahí estaba, esperándome, quieto casi inmovil, como un regalo con mi nombre, bien envuelto (aun), solo le faltaba el moño pero no lo necesita para verse lindo, me miraba fijamente con una sonrisa picara como de un niño despues de robarse un caramelo. 

Nadie le obligaba, nadie me obligaba. Ambos esperábamos este día. Yo más, probablemente. Nos miramos seriamente, nadie sonrió, todo era clandestino, creo que ese ingrediente siempre da el mejor sabor a las cosas. Esperamos a subir al carro para poder atacar sus labios que me esperaban como una trampa para osos abierta.

No me fije si había luna o no, pero no era necesaria para hacer de esta noche memorable y protagónica. Paramos en un fast food a comprar algo de comer. Luego manejamos hasta donde la luz cada vez era más escasa. Las calles cada vez más oscuras y la noche cada vez más grande.

El hotel estaba en penumbras pero igual decidimos entrar.  Toda la calle estaba infestada de un apagón demasiado inoportuno. Parecía mi noche de abrazos un callejón sin salida, sin solución, Is Mr White out there? ¿Acaso estaba en un casting secreto de breaking bad? donde lo inesperado es el ingrediente secreto ¡Qué casualidad! ¡Esperando esta noche -  se va la luz!  #PeorQueMeme ¡Gracias dioses del Olimpo inútiles! ¿Dónde están los karmas que me debes destino mezquino?

Simplemente mi mal humor empezó a salir por los poros. El trato de tranquilizarme, pero ¿Cómo?! Es más hasta pensé que se trata de un sabotaje vil y manipulado. ¿Acaso mi amante no quería cumplir con su palabra? ¿Ya lo asuste?

Pero los dioses me lo pusieron en el camino y supo cómo tranquilizarme. Todo estaba hecho así. Toda tenía que pasar de esa manera. Así de anecdótico así de malcriado. Sin remordimientos ni arrepentimientos.  ¿Acaso no se hablara de esto? ¿Acaso no es algo que puedo contar a mis nietos?

Y entramos solamente entramos y dejamos que la noche alumbre nuestra hambre corporal.  Entramos en la cochera, felizmente todo era oscuro y nadie nos vio entrar. A veces tengo la sensación y paranoia de que mi mama me sigue para saber a dónde voy y con quien voy… ella y sus grandes delirios de investigadora privada. Siempre eme amenaza con seguirme porque cree que estoy metido en Dios sabe que…  Yo solo la dejo hablar.

El chino de la recepción tomo sus documentos y me entrego una llave. Tomo la linterna y estuvo delante de nosotros subiendo las escaleras, la luz lineal alumbraba cada puerta del pasillo buscando el número de la habitación. 349…

Bueno ya me harte de los detalles y están demás. Entramos al cuarto y dejamos la vergüenza afuera.
No esperamos ninguna iniciativa ambos nos desgarramos las camisas como lobos.

Me tomo de la cintura y me beso desde abajo hasta el cuello.

Empezaba a hervir mi sangre allá abajo, sentía que mis piernas temblaban, no sé si tuve miedo, quizás miedo a decepcionarme a decepcionarle… aun así seguí y seguía sintiendo esas cosquillas incomodas…

Me sentí raro los primeros segundos. Tenía que ser el placer y la adrenalina del momento. ¿Acaso no era esto lo que quería? ¿Has jodido tanto para este momento y te sientes así…raro?!  ¿Qué más podías pedir?  Tienes un hotel en medio de un apagón, mi “abrazo perfecto” que parecía más un  modelo de Calvin Klein.

Deje de sentirme como un idiota a los segundos que empezó a besarme el cuello y las tetillas. Su cabello rozaba mi ombligo mientras bajaba más y más. Sus manos eran despiadadas tocaban donde mi sistema epidérmico se daba por vencido.

El miedo del momento fue convirtiéndose en emoción y eso desataba energía  recorriendo mis muslos. Aun teníamos ropa, pero yo me sentía desnudo y con la mirada lobina directo a mi presa.

Un cosquilleo incomodo rozaba mi pierna pero su boca estaba en otra posicion. Me vibraba, pero era extraño porque no habia ni un dedo de él rozando mi pierna. Debe ser magico qu eme hace sentir cosquilla y nervios en todas aprtes. Seguia vibrando como un cosquilleo, pero no era de placer y cuando creí que el miedo de entrar a esa habitacion a osucras se había ido… volvió y con nombre propio, lo que vibraba en mi pierna era mi celular con, no una ni dos, sino ocho llamadas perdidas de mi mamá…

continúa...

#G



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