EL CHICO DEL BUS Cap. #08 ELLA ES SU NOVIA



Empezar a olvidar, es un proceso con el cual estoy familiarizado. Estos días estoy confundido tratando de decidir si sentir rabia o celos. ¿Puedo tener celos de ella?

Ella tiene cosas que yo no tengo, evidentemente. Sería más fácil para mí tener celos de un “él” que de un “ella”. Aun así, es inútil estar molesto. Aquí la única salida es la puerta por la cual él me hizo entrar.

Por momentos me repito a mí mismo, “H no te cambió por otro” y luego pienso “H tiene a otra, y es su novia”. Solo quiso acostarse conmigo; y lo logró. Y ahora yo debo lograr sacármelo de la cabeza y tomarlo deportivamente. No hay más vueltas que darle al asunto. Él es uno de los miles de casos que abundan en la comunidad. Y era mejor descubrirlo ahora a que pasara más tiempo. Lo malo es que ya pasó el tiempo suficiente para enamorarme de él. 

Mientras tanto, el taxi trataba de encontrar una forma de evitar el tráfico. Estuve nervioso todo el camino, y cada vez que me llegaba un mensaje de Mía, diciéndome “Dónde estás” “Te estamos esperando”, mi corazón latía y saltaba hasta mi garganta. 

Cuando llegué a Starbucks, las dos estaban riéndose y conversando como grandes amigas de la vida. Me acerqué y me quedé estático frente a ella, como un robot al cual le falta un poco de aceite en sus extremidades.  Saludé a mi amiga Mía, y ella a su vez me presentó a Romina. 

Luego de cinco segundos, el silencio suele ser incómodo. Antes de que eso sucediera, disimulé todas mis emociones y no dejé que aquello me afectase. Al fin y al cabo ella, Romina, no sabe nada y no tiene por qué enterarse, ni yo tengo por qué contarle nada. No es mi problema, para nada. ¿Por qué debería ponerme nervioso? 

Debo estar tranquilo y contento que me elijan para hacer esta sesión de fotos. El pago es bueno. 

Es mi subconsciente tratando de sabotearme. Y hay una voz en mi cabeza que me grita “Te acostaste con su novio” “Te acostaste con su novio”…

Por otro lado, otra voz, un poco más indulgente me repetía “Tranquilo tú no sabías nada”. 

Sin embargo hubo una tercera voz, la más difícil de evitar escuchar, una voz más visceral y rencorosa “Cuéntale la verdad sobre su novio” “Cuéntale que es bisexual”. 

Espanté mis voces como cuando espantas las moscas y me enfoqué en el motivo de esta simpática y peculiar reunión.

La sesión de fotos debía realizarse sí o sí el próximo sábado. Romina tenía en claro que quería unas fotos con luz natural y dos modelos. La portada de su catálogo debía tomarse dentro de la piscina. Sus ideas me encantaron, es una chica muy creativa e inspiradora, tan carismática y su voz parecía la de un pajarillo inofensivo de la mañana.

De repente todas las voces que me hablaban en la cabeza desaparecieron, y me concentré tanto en el concepto de las fotos, que, incluso le propuse ciertas ideas que podrían funcionar muy bien con las de ella. Romina estaba fascinada, sus ojos destellaban. Tuvimos química creativa. Sinergia. 

Sacó una Tablet y comenzó a mostrarme las prendas que serían parte de la sesión de fotos, ropa de baño en su mayoría. Estuve fascinado con Romina, es una mujer impresionante, y muy hermosa. 

Se detenía en cada foto que me enseñaba y me explicaba lo que quería expresar con cada prenda, y cuál era el proceso creativo detrás de su colección. Solo escucharla hablar, mi cabeza empezaba a visualizar como quedarían las fotografías.  

Todo estaba bien, hasta que al deslizar sus dedos hacia la siguiente foto, sentí cómo una cachetada llegó hasta mi cara, como diciéndome “BAM! Toma esto”.

 La foto retrataba a Romina y su novio, abrazados en un día cualquiera. H sonriente y sexy como siempre.

Verlos así, me dejó helado. Mi cuerpo se desconectó del lugar y se transportó a la noche que pasamos juntos. Mi garganta comenzó a secarse, y mi lengua se enredó, mientras trataba de responder al comentario de Romina que con una risita pícara decía 

-Ups, foto equivocada-

Una semana después…

Casi como volando, pasó la semana. Es sábado otra vez. Llegué temprano a la dirección que Romina me envió, la de su casa. Poco después salimos en su auto, ella manejaba. 

La locación para la sesión de fotos es una hermosa casa de campo en Cieneguilla, algo alejado pero perfecto para escaparse un fin de semana o dos. Mía, tuvo algunas complicaciones en su trabajo y no pudo acudir, por lo tanto Romina se encargó de conseguir la otra modelo. 

Mientras estábamos en su auto, pude conocerla un poco más. Romina parecía la chica perfecta. Hermosa, sofisticada, talentosa y con visión de negocio. Solo con ver sus fotos en Facebook, uno se percata de lo bien que la pasa, y más cuando sube fotos con su novio. Hacen bonita pareja, tanto ella como él tienen suerte (así se pensaría si los vieran juntos).  

Su apellido es conocido y sonado en el medio de la moda. Colabora con una de las revistas más vendidas en Lima, y no contenta con ello, también asesora modelos; y además viaja constantemente. La foto de su familia es común encontrarla en las páginas de los sociales. Es una it girl de Lima.

Descubriendo el mundo de Romina, descubría también el de H. Y surgieron muchas dudas en mí.  Sobre todo una muy importante: Si H también tiene la misma vida que ella, con los mismos lujos y sin apuros económicos ¿Por qué lo encontraba en un bus todas esas ocasiones? 

Llegamos a la casa y las modelos llegaron detrás de nosotros. La producción comenzó. Prestar atención a cada detalle se volvió una exigencia. La química entre Romina y yo era estupenda. Parecía que teníamos la misma cabeza. 

La sesión de fotos tomó varias horas y fue agotador. Las modelos se fueron una hora antes mientras que Romina y yo nos quedamos un rato discutiendo y seleccionando las instantáneas que pasarían a post producción. 

Eran casi las 6:30 de la tarde y el cielo comenzaba a teñirse de anaranjado con azul. Además del auto de Romina hubo otro auto estacionado un poco más al fondo del jardín. 

Romina me pidió las fotos con un plazo máximo de 5 días. 

-Estoy enamorada de las fotos- me dijo. 

Me sonrió y yo le devolví la sonrisa, como dos cómplices que habían hecho la mejor de las travesuras. Parecía el inicio de una hermosa amistad, hasta que…

-Ya es tarde, debes estar apurado-
-La verdad que sí – le dije con un suspiro de exhausto. 
-Me tengo que quedar aquí, pero no te preocupes que mi novio te va a llevar hasta tu casa-

Y así, sin previo aviso, ella me disparó. (Y en mi cabeza sonó el soundtrack bang bang she shot me in the head). Y no contenta con eso, volvió a disparar. Sin dejarme responder o comentar algo, ella lo llamó:

-Helmut, ven-

A los segundos, por la puerta de la terraza del segundo piso, H salió. La música que imaginé sonaba al compás de sus pasos. Hermoso como todas las veces que él aparece. Pese a la hora sentí como si el sol hubiese salido en lugar de ocultarse. Llevaba esa barba que recuerdo me raspó todas las partes suaves de mi cuerpo aquella noche.  Mis músculos se endurecieron. Un frio entró por mis pies y subió hasta mis ojos. 

Me miró y no se sorprendió, sabe interpretar su papel en esta comedia. Estuvo observando mi trabajo e interacción con Romina en todo momento desde la ventana y yo ni enterado que él estaba aquí. Con todo el profesionalismo que pude y con el cinismo que me quedaba, trate de ocultar mi sorpresa a Romina, ella solo hablaba.

-Amor, como quedamos. Please, lleva a G_ _ _ _ _ _  hasta su casa-

En ese instante, se dibujó geométricamente un triángulo entre ella, él y yo; y si mi vida fuera una película, quizá este era el momento preciso para que suene el soundtrack  Bizarre love triangle.  Y aunque no estemos en los 80’s esto me hacía sentir como en una pesadilla de la calle Elm. 

Respiré varias veces para no decir nada, mi comunicación se limitó a asentir con la cabeza, sonreír con la boca cerrada en señal de conformidad y si pronunciaba alguna palabra solo iba a tartamudear.

H se acercó y me dio la mano como presentándose por primera vez y me clavó esa mirada de siempre, la cual no puedes dejar de ver y sentirte del tamaño de un pulgarcito.

Mi mano respondió a su saludo. Bajé la mirada porque si no, sentía que iba a salir fuego por mis córneas, por la ira acumulada que se apoderaba lentamente de mis vísceras.  Helmut le respondió a Romina.

-Sí, yo lo llevo- 

Desactivó la alarma del auto y abrió la maletera. Puso dentro todo el equipo de luces y la cámara.  Luego en silencio se fue al asiento del piloto mientras la puerta del copiloto me esperaba abierta. Romina se despidió de él con un beso en la boca. 

Sé que debí ser indiferente pero una erupción de lava subía a mi cabeza. Mi cara se transformó por completo. Me contuve. 

Subimos y él arranco el auto, salió en retroceso por el jardín hasta la calle.  Y no nos miramos, ambos teníamos la mirada al frente, en blanco.  Nos esperaban dos horas de camino, un largo camino a casa.


Continuará...


Leer Capítulo IX: ¿El camino a casa?




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