VACACIONES ROMANAS
Cuando llegué a Roma, no sentí la emoción de inmediato. Me tomó algunas horas procesar el hecho de arrivar a uno de mis lugares favoritos en el mundo, ¿es posible amar un lugar sin haber estado ahí antes? Supongo que las fotos y películas en Roma que rodearon mi infancia han alimentado este amor romántico e idealista hacia la ciudad.
La falta de emoción al llegar a Roma, se debió a que mi vuelo aterrizó cerca de la medianoche, tenia dos maletas muy pesadas y sin transporte a la vista. Tuve miedo de estar tan lejos y tan solo.
Necesitaba o, mejor dicho, sentí en ese momento la necesidad de tener unos brazos fuertes que sostuvieran mi caída de ser necesario; de enamorarme como en las películas.
Ingreso a Napoleon Guesthouse
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Al día siguiente, aquella emoción ausente de mis primeras horas en la capital italiana, brotó de mis pupilas solo de contemplar un hermoso sol que se colaba por la inmensa venta de madera de mi habitación. No tuve dudas ni preguntas, sabia exactamente a donde quería ir; el coliseo romano.
Lo primero que hice fue coger mi cámara (ambas, la digital y la instantánea) pedí un mapa en la recepción y salí rumbo a la estación de Metro a tan solo una calle de distancia. Los romanos son amables y muy expresivos, por fortuna algunos hablaban español, de ese modo no hubo mayor inconveniente en cuanto a la comunicación. La estación tenia salida exactamente frente al coliseo, así que fue lo primero que vi al subir, ese momento fue increíble. Me sentí como Sabrina cuando paseaba con Salem en la película "vacaciones en Roma".
Lo primero que hice fue coger mi cámara (ambas, la digital y la instantánea) pedí un mapa en la recepción y salí rumbo a la estación de Metro a tan solo una calle de distancia. Los romanos son amables y muy expresivos, por fortuna algunos hablaban español, de ese modo no hubo mayor inconveniente en cuanto a la comunicación. La estación tenia salida exactamente frente al coliseo, así que fue lo primero que vi al subir, ese momento fue increíble. Me sentí como Sabrina cuando paseaba con Salem en la película "vacaciones en Roma".
Existen muchos tours de varios precios y en varios idiomas, [yo pague 27 euros que incluye Coliseo y Foro Romano, ademas de dos museos dentro del foro] Un #datocurioso es que el primer domingo de cada mes el ingreso al coliseo es GRATIS, eso si, madrugar debes, pues las colas son interminables.
Uno de los lugares más impresionantes de ese día fue ingresar al Foro Romano, tuve la sensación de entrar a una maquina del tiempo y trasladarme hasta los años A.C. porque se siente una mezcla de magia y nostalgia.
El día tres fue elegido para recorrer algunos museos. Tenia en mente uno en especial desde hace años. El museo de Hendrick Christian Andersen, el cual se caracteriza por sus estatuas de mármol y el color blanco; esta visita fue inspirada por la sesión de fotos que tuvo Mario Testino para Vogue US en su ejemplar de setiembre del 2007 con la modelo Siena Miller.
Mi siguiente parada es uno de los lugares que moría por conocer, desde el avión ya pensaba en el deseo que iba a pedir cuando este frente a la Fontana di Trevi. Llevé dos monedas, según la tradición, un deseo debe ser el regresar a Roma, y así lo hice. Mi segundo deseo es un secreto...
Los deseos en Roma se ven multiplicados por tanta belleza. Puede que tengas uno en mente pero al estar allá desearas tener muchos más. Desde amor hasta un mejor empleo, más viajes y muchas salud para disfrutarlo; fama y fortuna. Y el dolce far niente se convertía en mi nueva filosofía de vida, o al menos temporalmente.
Una de las cosas que siempre quise hacer ( y estando en Roma es casi una obligación) es rentar una vespa, el precio es de 50 euros 24 horas, eso si hay que dejar un deposito de 150 euros como garantía y es fácil conseguir una cerca a la plaza de la Basilica di Santa Maria Maggiore (a dos calles de Roma Termini), una de mis fantasías fue recorrer las calles romanas montado en una de estas motos, sin embargo mi sueño de ser Audrey Hepburn en Roman Holiday, quedo solo en un sueño, porque no me atrevía a manejar la vespa aunque los romanos dijeran que era sencillo. Así que solo me tomé una foto para recordar lo que aun esta pendiente en algún futuro, espero, cercano.
Italia es un país para enamorarse de su historia, es un museo al aire libre con cada rincón y cada calle. He visto muchas películas sobre esta ciudad y sin duda valió la pena. Si quieres viajar en el tiempo y la nostalgia, definitivamente todos los caminos llevan a Roma.
Yo fui con uno de mis mejores amigos, pero él se fue antes que yo a otra ciudad y a mí me quedaban dos días más por conocer. Recorrí plazas, museos y calles diminutas con olor a pizza y pasta. Las calles me envolvían y me adentraban en un sueño, solo faltaba algo más o alguien más que compartiera conmigo estos paseos y poder llenarme de besos bajo el cielo de Italia.
Andiamo, mangia pasta ragazzo
O algo así escuchaba de los viejos meseros que invitaban a enamorarse de los platillos. Y yo solo quería enamorarme de quien sea para vivir el momento aún más intenso; fue así que conocí al chico de Australia.
Era blanco como la nieve, pecoso como una galleta, barba recortada, nariz de payaso y frente amplia; estatura promedio y con un acento ingles peculiar. Lo conocí por una aplicación de citas y vivía muy cerca a mi hospedaje.
Nos encontramos a las ocho de la noche, mi última noche en Roma y para nuestra sorpresa descubrimos que esa semana se celebraba un evento lgtb enorme, como un festival de música. Tomamos un taxi y fuimos hasta dicho festival.
El chico del australia, me atría. No por su físico, era su amabilidad, quizá todos los que vienen de la tierra del canguro son así, no me importaba, moría por besarlo, y cuando me contó a que se dedica mucho más aún. Su día a día es cuidar a personas que no pueden valerse por si mismas. Me explicó como cada una de estas personas con retrasos, o parálisis del cerebro, a pesar de que no pueden comunicarse y aunque parece que no entienden nada, entienden todo, sencillamente son incapaces de expresarlo fisicamente, textualmente o emocionalmente. Es como cuando hablas con personas en estado de coma, ellos te escuchan.
Cada vez más creció mis ganas de besarlo y la atracción hacia él, sin embargo no soy ciego ni estupido, me doy cuenta cuando le gusto a alguien, y cuando no le gusto a alguien, me doy cuenta aun más. Y lamentablemente, él se encargaba de demostrarme que no le estaba interesado en nada más que una buena amistad; y me dijo algo que me dejo tranquilo: De esta ciudad puedes enamorarte tranquilamente, no te romperá el corazón.
Luego de bailar regresamos a la ciudad y no lo volví a ver nunca más. Me quedo un buen recuerdo de él y su grata compañía, y sobre todo sus consejos. Al día siguiente, antes del medio día acudí a la estación de trenes y compré mi pasaje a Nápoles; pero esa es otra historia.
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