TE DEJO EN MADRID parte 2



Han visto el episodio de Grey's anatomy cuando Mark Sloan a.k.a McSteamy, abre la puerta de su departamento recién salido de la ducha y un halo de vapor lo rodea como dibujando la silueta definida por sus músculos y las fantasías de media comunidad lgtbiq+ 


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El postre

Asi fue el recibimiento de aquel hombre en su departamento, en toallas dejando ver su cuerpo muy cercano a la perfección. Es blanco como el yogurt griego y músculos hechos como con moldes. No es muy alto, quizá un par de centímetros más que yo. Tiene el cabello rapado, pero sé que es pelirrojo porqué su barba tenia esos tonos marrones y cadmio, como el ladrillo en la facha de aquel edificio. Es lo más sexy que he visto en mucho tiempo.

Mis ojos se dilataron al igual que mis músculos cuando lo ví. Me atrajó más rápido que un clavito frente a un iman. 

- Hola, pasa. - dijo él.

Al escuchar su voz, aterrizó mis pies nuevamente al planeta Tierra. Hablaba en español, pero claramente no es de Madrid, no es hispanohablante. El tono de su voz parecia el de una persona del norte de Europa hablando español muy rápido. Masticado, pero aún así se podia entender.

Entré al departamento. Es pequeño, con un kitchentte y dos puertas, una la del baño la otra un closet. La ventana era enorme y con un gran sofa. Solo eso. 

Me invitó a tomar asiento y sin más preámbulos se arrancó la toalla de las piernas dejando ver toda su humanidad esculpida al detalle. 

Hablemos del tamaño. No era memorable, pero tampoco era decepcionante. Fue un standar que se vio recompensado por el resto de su cuerpo. Perfección, con abdominales de acero y pectorales marcados, briceps y tríceps esculpidos y espalda y piernas ejercidas. Parecía un Ken.  

Caminó hacia su celular y comenzó a textear. Es atractivo. Yo estaba con los nervios y el pantalón en punta.

- ¿De donde eres? - le pregunté
- Vivo aquí en Madrid, pero nací en Rusia. 

De rusia con amor...sin pudor.

Es la primera vez que conozco un ruso gay. Conversamos más y resultó ser un artista. Dibuja y tiene una marca de ropa interior. 

- Me mudé a Madrid hace año, en Rusia todo es complicado.

Me imaginó. Rusia no ha sido amigable con la comunidad lgtbiq+. 

- Chupamela - dijo el ruso el cuál me djo su nombre, pero olvidé por completo.

Tuve mis dudas. Antes que nada le pedí por favor cargar mi celular. Intenté sentirme menos nervioso hablándole, pero él no parecia muy interesado en hablar. Al ver que no me acerqué a su pene como solicitó, se sentó a mi costado y me bajó el cierre.

En ese momento intenté besarlo, pero el alejó el rostro y yo pusé una cara de sorpresa.

- No soy gay - advirtió él.

No entendí nada. Entonces que estamos haciendo aquí, ¿jugar al sauna? 

- No entiendo ...
- No me gusta besar chicos.
- Solo follarlos - respondí en modo automático.

Me pusé de pie para ver mi celular. La bateria aún estaba muy baja. Tenía que cargar un buen rato. Él se acercó a mí por detras, yo estaba rígido como una piedra, pero él supo como convertir mis músculos en mantequilla derritiéndome por completo. 

Me bajó los jeans de un solo manaso. No tuve opción más que dejarme llevar. En realidad, si quería dejarme llevar. Ese cuerpo definido y marcado sin ningun tatuaje y lleno de pecas, solo me bloqueaba el juicio. 

Su manos eran grandes y agarraron mis nalgas como masa de pan. Las nalgadas sonaban en todo el loft. Me besó la espalda y su boca llegó hasta allí abajo. 

Regresamos al sofa y me apoyó contra el respaldar, semi en cuatro. Su boca se entretuvo varios minutos con mi trasero. Me tuvo sometido. Sentí toda su fuerza bruta sobre mí lo cual me empezaba a asustar, pero ¿acaso quería irme? Para nada. Resistí cada maniobra suya. Luego logré ponerme de píe y besé cada centímetro de su pecho.

El agarró mi menton y puso mis labios sobre uno de sus pezones. Lo miré hacia arriba y me miró dando esa aprobación con la cabeza. 

Besé sus pezones, abrí los ojos y pude ver y sentir como se estremecia bajó mi lengua. Luego bajé hasta sus abdominales y finalmente llegué a su verga. Y allí abajo me entretuve varios minutos. 

Luego él se puso de puso de pie y me levantó. Me apoyó contra el sofa en cuatro y lentamente me penetró. Fue doloroso y recuerdo haberle dicho, "mejor no", pero él decidió olvidarse del español y siguió de largo como si no hubiese entendido lo que dije. Y siguió hasta que mi cuerpo ya no puso resistencia y me dejé llevar con todo el placer. Al ritmo de su cuerpo que se movía como una ola en el mar. 

Sentí sus piernas azotando mi cuerpo como un toro en pleno golpe de muleta. ¡Olé! gritaba mi yo interior. 

Cuando ya estuve dentro del placer al igual que él, me monté encima de él mientras mis manos se extasiaban tocando sus músculos. En ese momento cuando lo tuve frente a frente, e intenté besarlo.

- No me gustan los besos - repitió él. 
- A mí sí - le dije y lo besé.

Al inicio puso resistencia y su boca quedó hermética. Abrí los ojos y él los tenía abiertos tambien. Luego terminó por dejarse llevar. Solo un poco. me vine en Europa.

Él se puso de pie y yo fui al baño. 

La sobremesa 

Al salir él seguía desnudo. Y comenzamos a hablar. Ahí fue que me mostró los diseños que había hecho. Es talentoso, pero al mismo tiempo comencé a notar que es temperamental. Comenzó a hablar sobre lo mal que la pasó cuando recién llegó y lo poco que ganaba. Como un monólogo que sonaba a desahogo.

Yo siempre he dicho que es fácil contarle tus problemas a un extraño. Pero escuchar los problemas de un extraño en su departamento a miles de kilometros de casa, quizá no es tan buena idea. Sobre todo si el extraño resulta tener un caracter fuerte y encima es ruso. No quiero decir que los rusos sean malos, pero tienen mala reputación de homofóbicos y sangre fría.

No sabía como irme. No sabia si decirme ya me voy o quedarme un rato demostrando que no estaba huyendo. Me sentí como atrapado. 

Al final me dí cuenta que me quedaba tan solo una hora para regresar al aeropuerto y mi celular tenia suficiente bateria. Y sin dar muchas vueltas, le dije que tenía que irme.

- Me dio gusto conocerte - dijo él.

Cuando el ruso dijo eso, me sentí aliviado. 

- Regresó a Madrid en dos semanas y media - le dije.

- Que bueno - dijo él.
- Nos escribimos.
- Ok - dijo él. 

Nunca más lo volví a ver. Luego de las dos semanas y media. Necesitaba espacio en mi celular para las fotos y videos, borré varias aplicaciones entre ellas grindr; perdiendo así la conversación con él.

Luego de las dos semanas y media, de vuelta en Madrid, el tiempo me quedó corto. No pude salir del aeropuerto porque tan solo tenía dos horas libres. No podía arriesgarme a perder el vuelo de regreso a Lima.

Te dejo Madrid. No conocí mucho esta ciudad, pero al menos me quedó una historia interesante con él, y eso es mejor que cualquier souvenir. 


Instagram: @elchicodelbusblog 

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