EL CHICO DEL BUS Cap. #11 LA FOTO DE GRINDR
Como las manzanas en la teoría de Newton, he caído del árbol. He madurado, quiero creerlo así; ya escarmenté. Si hoy aparece un nuevo chico disfrazado de oveja debo ser más lobo que él. Calcular cada movimiento, enfriar todas mis emociones y ser el primero en abandonar el juego antes que otro lo haga. Así empecé el año nuevo.
Ha pasado un poco más de un año, desde que dejé mi anterior trabajo. Hoy por hoy tomo taxis. Ya no creo en los buses. He leído manuales para dummies sobre como conocer personas en lugares inesperados y como bloquear recuerdos innecesarios. Mi corazón sigue dándole la contra a mi cerebro, para él es tan fácil recordar lo bueno y mucho más fácil es olvidar lo malo.
Este año comencé a trabajar en otra empresa, muy cerca de la anterior. Mi nuevo trabajo tiene una oficina pequeña y consiste en ver felices a los demás; ayudarlos a obtener lo que desean. La felicidad se ha vuelto un negocio.
Una de mis funciones es fingir y decirles a estas personas que todo saldrá bien, que lo dejen todo en mis manos. A veces debo reír hasta que me duela el rostro, escuchar aunque me importe tres pepinos lo que tengan que decir y hacer lo que hace tiempo nadie hace por mí: crear un día perfecto. Soy coordinador de wedding planner.
Una de mis funciones es fingir y decirles a estas personas que todo saldrá bien, que lo dejen todo en mis manos. A veces debo reír hasta que me duela el rostro, escuchar aunque me importe tres pepinos lo que tengan que decir y hacer lo que hace tiempo nadie hace por mí: crear un día perfecto. Soy coordinador de wedding planner.
Nadie sabe que me dediqué a hacer este trabajo porque ni yo mismo pensaba trabajar mucho tiempo ahí, a lo mucho un par de meses o lo que dure el verano. Pensé mantenerlo en secreto, pero cuando consigues este tipo de trabajo es una noticia que quieres dar de inmediato a tus amigos. En la primera oportunidad de reunirme con ellos a inicios de año, sus advertencias comenzaron a llover más rápido que el arroz que se lanza sobre los novios al salir de la iglesia:
“Nada de enamorarse del novio”
“No te lo tomes personal, las novias son histéricas”
“No te enamores del novio”
“No te tires al novio”
“No te chapes al novio”
“No tomes las medidas al novio”
Básicamente, la regla número uno es la de evitar al novio. Me quedo claro.
La paciencia no es una de mis virtudes y yo me estreso más que cinco novias juntas. Será un reto; algo divertido y aprenderé a manejar mi carácter con novias más temperamentales que yo. Mi objetivo es ahorrar para seguir invirtiendo en un negocio de fotografía. Todos los trabajos que consiga los tomaré de manera momentánea.
Luego de dos semanas llegó la primera boda; un desastre. Una ceremonia sencilla en el campo, pero al borde del divorcio.
No me gusta justificarme cuando sé que me he equivocado, sin embargo, no fue enteramente mi culpa. No había un manual de procesos, y muchos detalles quedaban al aire - como para resolverse en el momento -
La novia recibió el vestido equivocado. El cura no llegó a la ceremonia (cuando lo llamamos no respondía) y luego nos dejó un mensaje de voz que sonaba a ron (hasta pude oler el limón y la sal de los shots de tequila). Y para acabar al pastel de nueve pisos no se le ocurrió mejor idea que decorar el césped en lugar de la mesa.
Me gustan los retos. Así que tomé esta experiencia como un seco y volteado.
La novia recibió el vestido equivocado. El cura no llegó a la ceremonia (cuando lo llamamos no respondía) y luego nos dejó un mensaje de voz que sonaba a ron (hasta pude oler el limón y la sal de los shots de tequila). Y para acabar al pastel de nueve pisos no se le ocurrió mejor idea que decorar el césped en lugar de la mesa.
Me gustan los retos. Así que tomé esta experiencia como un seco y volteado.
Sin darme cuenta llegó febrero, y nos esperaba una nueva boda. Para ser viernes hay poco movimiento, eso es raro porque son cerca de las siete de la mañana. Pía es mi asistente y mi mano derecha en toda la logística.
Ella y yo teníamos todo listo para el gran día. La boda será en el sur de Lima, en una hacienda bellísima. Contratamos una camioneta espaciosa que llevaría todas las cosas pequeñas que nos llegan a la oficina, por ejemplo algunos decorados florales, adornos de mesa, lazos, entre muchas curiosidades para la hora loca. Mantenerme ocupado es bueno, pero el estrés comenzó a invadirme como sarampión. Ya teníamos casi todo listo. Solo es cuestión de bajar lo que falta y viajar hasta el sur. La boda empieza a las diez de la mañana.
Mientras subíamos las cosas a la camioneta, comenzaron a llegar llamadas de clientes. Después de esta boda tenemos otra dentro de tres semanas con una novia histérica y su suegra. En todas las reuniones, discuten y discrepan en todo, y el novio solo se ha dejado ver una o dos veces. La última discusión fue sobre el banquete.
El chófer tuvo toda la paciencia del mundo y se reía cuando me escuchaba hablar por teléfono. Ya solo faltaba bajar de la oficina una caja con las tarjetas de recuerdos. Pía, la asistente, subió por ella mientras me prendí un cigarro, el humo puede despejarte y desconectarte por breves momentos.
Mi celular empezó a vibrar varias veces, es Pía llamando. Se estaba demorando más de la cuenta, una caja que no pesa nada no debería darle tantos problemas. Le contesté la llamada y habló para decirme que es probable que demore unos minutos más porque la novia de la próxima boda estaba dictándole una nueva lista de invitados y las invitaciones ya habían sido enviadas al diseñador para que escriba una por una gracias a su hermosa caligrafía. Ahora tenemos que detener el avance para agregar a los invitados extra.
Sin más remedio, el chófer y yo tuvimos que esperar, esta vez conscientes de que esperaríamos un largo rato. Eran cerca de las siete y media de la mañana y casi de manera automática mientras miraba el celular mi dedo oprimió el botón anaranjado ingresando a una aplicación llamada grindr.
Estuve al pendiente de la puerta para ver si aparecía Pía con la caja que faltaba para irnos. Tomé asiento dentro del taxi a esperar mientras la aplicación en mi teléfono comenzaba a cargar.
Quizás algunos no sepan que es grindr. Es una aplicación de citas para teléfonos móviles donde chicos buscan chicos.
¿Qué buscan exactamente? Pues es difícil de decir.
La mayoría quiere solo encontrar a alguien igual de arrecho para encuentros casuales. Sexo al paso. Mientras otros buscan citas o conocer amigos. Es todo un experimento social en la comunidad. Creas un perfil y subes una foto. No todos los miembros de grindr suelen subir sus fotos, hay más de uno que solo coloca fotos de paisajes o no colocan nada.
Algunos son muy ingeniosos con los nombres usados para sus perfiles y otros son muy sutiles: right now, sugars, viendo, gym only e innumerables “S/C”, solo para conocedores.
Otros prefieren mantener algo de misterio con rostros cortados por la mitad dejando ver solo la barbilla y parte del pecho. A estos, especialmente, yo les llamo “los decapitados”, porque suben fotos donde se les ve el torso desnudo pero sin cabeza. Sin embargo, el factor interesante y excitante, al cual debe su éxito esta aplicación es el gps. Un sistema que muestra que tan cerca están estos chicos. Puedes ver en metros o kilómetros la distancia entre un usuario y otro, en tiempo real.
Deslizar tus dedos sobre esta aplicación puede ser muy entretenido. Aunque, si te quedas sin moverte en un mismo lugar por mucho tiempo, los perfiles no varían mucho. Sigues viendo las mismas fotos.
Por lo pronto sé que el chico que saca copias usa la misma aplicación, no tiene reparos en mostrar su foto descaradamente. Rara vez encuentras usuarios nuevos en la zona. Hoy no había novedad alguna: carne fresca. Son los mismos rostros y decapitados de siempre.
Por lo pronto sé que el chico que saca copias usa la misma aplicación, no tiene reparos en mostrar su foto descaradamente. Rara vez encuentras usuarios nuevos en la zona. Hoy no había novedad alguna: carne fresca. Son los mismos rostros y decapitados de siempre.
Yo soy algo discreto con mi foto, no uso un retrato directamente, solo tres cuartos de cara. Me gusta mantener un perfil bajo. Hubo un tiempo en que subí una foto fácil de reconocerme, luego elimine esa cuenta. Este nuevo perfil lo he creado hace dos semanas aproximadamente y aún no he conocido nada. Las conversaciones no pasan de un “hola”.
Yo exijo una conversación interesante. Alguien que rompa el hielo de manera violenta e inesperada, que no sea predecible pidiéndome y enviándome fotos desnudo. No busco. Prefiero encontrar alguien que al saludarme tengo la capacidad de crear y sostener una conversación más allá de lo cotidiano. Y eso es muy difícil.
El 90% de usuarios buscan cosas diferentes a los que me gustaría encontrar. El 10% suele aparecer cuando menos te lo esperas. Solo un 2% logra captar mi atención y solo uno logra obtener mi número telefónico, sin necesidad de anotarlo en un boleto de bus…
Mientras la asistente nos hacía esperar en la camioneta, comencé a chequear los perfiles de grindr. Luego de un rato actualicé la aplicación, esto suele demorar unos segundos. Pasado ese tiempo, a menos de 9 metros apareció una foto. Es uno de esos "decapitados".
Es un usuario nuevo, no lo había visto antes. Estaba tan cerca, que puede ser intimidante sentir que alguien te está observando, es una sensación de película.
Ingresé al perfil de la foto nueva, quise observar más de cerca esa persona.
De inmediato mis ojos se agrandaron y mi boca se abrió en son de sorpresa. Reconocí el lunar en el cuello y las estrellas tatuadas. Más claras que el día.
Reconocí esa barbilla y también sus labios. Eran los mismos que besé alguna vez.
- No puede ser- pensé en voz alta.
- Sucede algo joven- Preguntó el chófer.
Lo veía y no lo comprendía. Pero no cabe dudas. Es él. Está cerca, a solo 9 metros de distancia.
¿Me habrá reconocido? Que coincidencia. O quizá no lo era.
¿Está buscándome? No lo creo.
Mi mente comenzó a acumular teorías en tiempo récord. Si es él no debería importarme. Pero me importa, y mucho. Maldita sea, acabo de darme cuenta que me importa demasiado. Quiero descubrirlo, quiero verlo. Pero al mismo tiempo me da miedo. Es mejor ignorar su aparición. No debería dejar que regrese su sombra a mi vida. Porque la última vez que estuvo en ella, la dejo hecha mierda.
¿Está buscándome? No lo creo.
Mi mente comenzó a acumular teorías en tiempo récord. Si es él no debería importarme. Pero me importa, y mucho. Maldita sea, acabo de darme cuenta que me importa demasiado. Quiero descubrirlo, quiero verlo. Pero al mismo tiempo me da miedo. Es mejor ignorar su aparición. No debería dejar que regrese su sombra a mi vida. Porque la última vez que estuvo en ella, la dejo hecha mierda.
Empecé a actualizar la aplicación una y otra vez como demente, con el fin de descubrir si estaba moviéndose lo cual significaría que solo pasó por ahí. Pero si no se mueve quiere decir que trabaja cerca o suele concurrir por aquí muy seguido.
Seguí actualizando y cada vez que lo hice los metros de separación eran menos, miré por todos lados pero no había nadie. El chofer seguía leyendo su periódico mientras en el asiento de atrás yo empecé a hiper ventilarme cuando noté que la ventana se oscurece y una sombra se para en la puerta de la camioneta.
- Regresé – Se escuchó una voz.
Era mí asistente.
Continuará...
Nooo!!!! No la cortes de esa manera 😫
ResponderEliminar