EL CHICO DEL BUS Cap. #27 ¡TÚ ERES EL IMPOSTOR!
A veces, las cosas si suceden como uno las
desea o como se las imagina. En mi caso, aquello que se interpuso entré mi fantasía y
la realidad, fue el tiempo. No es la primera vez en que compruebo que las cosas
no suceden cuando nosotros queremos, suceden cuando estamos listos. Y
definitivamente en el colegio yo no estaba listo, y ciertamente A tampoco lo
estaba.
-
Ahí esta mi amiga – A señalo a una
chica gordita y de baja estatura.
-
Hola – saludó ella – amigo discúlpame,
pero estoy borracha como no lo había estado hace mucho la puta madre.
Luego de una
sonrisa, A me presentó con su amiga.
-
Te presento a un amigo del colegio
– Dijo A.
-
Hola
-
Hola
La amiga de A estaba tambaleándose y detrás de
ella se acercó otra chica, muy guapa, colgándose de su cuello.
-
Hola a todos – exclamó aquella
chica.
-
Chicos pero que hacen ahí parados
vamos a seguirla- Exclamó la amiga de A.
Mónica, así se
llama. Nos llevó a A y a mí al centro de la pista y nos dejó por breve minutos.
Luego regresó con aquella otra chica guapa; ambas tenían dos shots de tequila
cada una, eso solo significaba una cosa: Se avecina el descontrol.
-
Muy bien churros, que comience la
juerga.
Comenzaron a bailar con nosotros. Mónica con A
y la otra chica conmigo.
-
A _ _ _, es mi cumpleaños huevon.
Tienes que chupar – demandaba Monica.
-
Ya tomé bastante de hecho hasta he
bailado – respondió A.
Ahora entendía porque A había aceptado mi
propuesta de baile minutos antes. Y viéndolo bien, efectivamente ya estaba
tomado, pero no se le nota tanto como a mí. O en todo caso no tanto como ellas
dos.
-
Dale amigo tu también no te hagas
el sano – Mónica me extendió un shot de tequila.
Los cuatros teníamos un shot cada uno.
-
Ok a la cuenta de tres. Uno, dos…
y ¡zas!
Mónica no esperó al numero tres. De inmediato
se zampó el tequila. A y yo la seguimos. Fue la primera de tres rondas.
-
Así que ya bailaste – Mónica
comentó – ¿y con quien? ¿Contigo? – preguntó
señalándome.
-
Hacen una bonita pareja – me dijo
la chica que al parecer es la novia o algo mas de Mónica.
Me puse rojo como un tomate y traté de
explicarle.
-
No es eso, lo que sucede...
-
Sabes siempre he creído que el
amigo de Mónica es... bueno ya sabes. – Insinuó aquella chica mientras Mónica y
A seguían bailando.
-
¿Tú crees? – pregunté ingenuo.
-
Bueno, no se lo nota nada ¡Ojalá
no! porque esta bueno. Yo me lo haría.
-
Creo que a Mónica no le gustaría
eso.
-
Ella sabe que soy bi, así que no
pasa nada – se justificó aquella chica sin nombre, no lo recuerdo. Mónica y A
bailaban y conversaban, no prestaron atención ni escucharon mi conversación con
la amiga.
Hice como si no
hubiese escuchado nada y seguí bailando. Canciones más tarde Mónica y su amiga
estaban besándose apasionadamente en uno de los rincones de la fiesta. K y sus
amigos habían desaparecido de mi vista, y si estaban cerca yo no me percaté de
ellos. Mis ojos estaban concentrados en A.
-
Ya estoy demasiado ebrio – exclamó
él.
-
Creo que yo también- insinué.
Salimos a la terraza a fumar. Mientras el
encendía el cigarro en mi boca, con la otra mano manipulaba su celular
texteando incesantemente.
-
Que concentrado andas – le dije
-
Creo que la cagué – dijo A
-
¿Qué hiciste?
-
Una amiga me escribió hace rato y
no le respondí. Creo que se quedo dormida.
-
Tranquilo ¿Estas saliendo con
ella? – le pregunté.
-
No. Solo somos amigos – dijo A con
una sonrisa pícara.
A estaba muy ebrio. Al punto que se sinceraba
más de la cuenta conmigo. Yo me divertía con sus ocurrencias y pensamientos en
voz alta. Creo que no se percataba que yo estaba allí con él.
-
Si hubiera visto este mensaje un
poquito antes - murmuraba y yo me reía porque al parecer se quedaría con las
ganas. La chica no respondía sus mensajes.
De repente entró a la terraza Mónica y tras de
ella su amiga cariñosa. Seguían pegadas de la boca, tan concentradas en ellas
mismas que no nos vieron.
-
Creo que vámonos nomas - susurró A
en mi oído casi riéndose.
-
Creo que sí – le dije.
-
Voy a pedir un taxi.
-
¿Me vas a jalar vecino? - le pregunté
en afán de bromear, pues obviamente yo tenia que irme con K a su casa, ahí
estaban mis cosas.
-
Cierto. Claro vamos juntos – dijo A
y yo no me negué.
Mientras A pedía el taxi, K se acercó por
detrás y me cogió por la cintura y me plantó un beso delante de A.
-
Hoy te quedas a dormir en mi casa
– insinuó K.
De reojo vi que A seguía mirando su celular,
pero él no sabe disimular, había visto como K me besó, no sé si eso lo incomodó
o no.
-
Voy al baño y vuelvo – dijo A.
Al decirme eso entendí que no volvería, que
probablemente se iría solo a su casa y eso me molestó. K había arruinado aquel
momento con A.
-
¿Quien es ese chico? – preguntó A
mientras bailaba a mi alrededor como una mariposa revoloteando alrededor de una
flor.
-
Un amigo del colegio - le respondí
cortante y algo apenado aún.
-
Pensé que era el impostor, como te
vi muy conversador con él...
En ese momento, parte de mi cerebro invadido por
el alcohol, entró en un profundo análisis. No podía ser, es descabellada la
idea.
-
No es él. Ni siquiera es gay – le
dije.
-
¡No me mientas G que no te lo voy
a quitar! Los vi bailando juntos - dijo K.
-
Solo somos amigos.
-
Bueno no sabia que eran tan
amigos.
Cuando K dijo eso, me quede meditabundo y
pensativo. A y yo no somos amigos. Es más solo nos conocemos superficialmente
por el colegio y porque nos encontramos rara vez en el bus. Y en medio de
ebriedad mi mente tropezó con las intrigas de K:
Y que tal si en verdad A es el impostor.
No puede ser. Simplemente es imposible. No hay
forma de que A sea el impostor. No tiene pies ni cabezas aquella hipótesis. Ni
siquiera una teoría sólida. Es solo un comentario tele novelesco de K y su gran
amor por el drama.
Llegaron los amigos de K y se lo llevaron al
centro de la pista de baile al momento que sonaba Hung up de Madonna. No quise
irme con K, así que aproveché el pánico para escabullirme por la puerta.
Eran más de las cinco de la mañana. Caminé un
poco por la vereda medio tambaleándome. Estaba tan ebrio como no lo estaba en
meses.
Y la idea de que A podría ser el impostor se
incrementó en mi cabeza cuando decidí entrar a grindr y buscar el perfil. Esa era
la única forma de resolver esta intriga.
Estuve mirando mi celular esperando que la
aplicación cargue cuando quise cruzar la calle no vi la moto a toda velocidad.
-
¡Cuidado!
A me jaló del brazo hacia un costado de la
pista.
-
Y eso que pensé que yo estaba
ebrio eh – dijo A.
-
Gracias, he tomado demasiado. Me
has salvado la vida.
-
Te he estuve buscando cuando salí
del baño.
En ese momento, supe que la vida tiene tiempos
distintos para las personas. Lo que alguien le puede tomar unos días o meses, a
otros puede tomarle años; muchos años. Es como si el destino supiera cuando
estamos listo para ciertas situaciones y cuando cree que es el momento nos pone
en el camino las cosas menos pensadas.
Cuando A dijo que me estuvo buscando, supe que
algo ocurriría.
-
Pensé que te habías ido con tu
amiga.
-
Ella se va a quedar hasta las últimas
consecuencias– rió A.
-
Hasta que la saquen.
-
Es probable que, aunque la saquen
ella la siga en cualquier lugar.
Ambos reímos.
-
El taxi ya esta cerca – dijo A
mirando la aplicación de Uber en su celular.
Caminamos en búsqueda de la placa del auto, y escuché
una voz llamándome.
-
Oye, vamos a ir a mi casa a
seguirla – dijo K que también había salido de la fiesta.
-
¡Hey! – exclamé sorprendido.
A llamó al taxista para indicarle donde
estábamos. Y aproveché en jalar a K hacia un costado y explicarle un poco la
situación:
-
Puedes llevar al impostor si
quieres – decía K mucho más ebrio que yo.
-
Cállate que la vas a cagar – dije.
-
Entonces si es el impostor. Lo sabia.
Anda y averígualo. Y de paso tíratelo porque esta buenazo, es más esta más
bueno que H.
En ese momento A regresó...
-
Creo que ya llegó el taxi, es aquel
que esta allá – dijo A.
Y sucedió lo que menos pensé que podía
suceder.
-
Oye tú – gritó K.
Oh no...
-
¿Me hablas a mí? – dijo A.
-
¡Tú eres el impostor! ¡Si tú! Tu
usas las fotos de H – fueron las palabras de K mirando a A.
K se había vuelto loco o es que el alcohol y
la marihuana habían atrofiado su cerebro.
A se quedó inmóvil y sorprendido ante tanto
disparate. Porque al escuchar esas palabras cualquier persona entendería que no
tienen sentido. Afortunadamente.
-
Vamos todos a mi casa – dijo K más
necio que nunca tratando de sujetar a A del brazo.
A no sabía como reaccionar mientras que el
taxista bajó la luna de su auto:
-
Buenas noches ¿señor A? – preguntó
el taxista.
-
Si, vámonos - le dije.
Y K se quedó gritando en medio de la calle:
-
¡Él es el impostor!
Continuará.
Por Carlos Gerzon
Instagram: @elchicodelbusblog
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