EL CHICO DEL BUS Cap. #29 ¿PUEDO CONFIAR EN TI?
Caminamos de puntillas por el pasillo del
edificio. La llave se escondía entre sus manos, en medio de la
penumbra al amanecer. A no lograba abrir la puerta de su casa. Mi cabeza daba
vueltas, y la de él aún más.
Finalmente, no se como entramos tropezando con uno de los
muebles cerca a la puerta. Yo no sabia que hacer exactamente. La casa de A era
acogedora, un departamento casi del mismo tamaño que el mío.
-
Sígueme – dijo A en voz alta.
-
¿Por qué gritas? – le dije temiendo
que despertáramos a alguien.
-
Tranquilo – decía A.
En mi casa no había nadie y había olvidado mis
llaves en casa de K. Lo lógico era que regresará a su casa a dormir, pero cuando
comenté que no tenia mis llaves, A me ofreció quedarme en su casa ¿Cómo podía
decirle que no?
El papá de A dormía boca abajo en una de las
habitaciones por las que caminamos antes de llegar a la suya. A caminaba y
aventaba sus cosas haciendo ruido.
- Vas a despertar a tu papá con tanto ruido – le dije
murmurando.
-
Tranquilo, mi viejo es un tronco.
Nada lo despertará.
-
¿Hay alguien más? – pregunté
tratando de peinar la escena.
-
Nadie.
Entramos en la habitación de A y de inmediato
él se sacó la camisa y se bajó los jeans quedando solo en calzoncillos color
blanco. Se miró en el espejo un buen rato tratando de contemplarse en medio de
la poca luz del amanecer. Como si estuviese a solas, luego me miró por el
reflejo y me dijo:
-
Ponte cómodo.
-
Eh... ¿duermo en la sala? –
pregunté ingenuo.
-
Puedes dormir aquí – dijo A.
-
Ok – le respondí con los nervios
colapsando.
Me excité como nunca. Me quité la ropa de K y
la puse sobre una silla y me quedé en boxers. La puerta de la habitación de A
seguía abierta.
-
Échate – dijo A y salió de la
habitación.
En ese momento, me entró una calma inmensa y
al mismo tiempo mucha pena. En el momento en que salió de la habitación, entendí
que A me dejaría dormir en su cama y de seguro el dormiría en la sala. Yo
seguía mareado. Me recosté boca abajo sobre su cama y estaba impregnada de su
olor. Me sentí cálido y poco a poco me fui quedando dormido.
Aun no amanecía cuando sentí que la cama se
movía. Era A que se recostó a mi costado y su pierna rozaba con la mía.
Entusiasmado y asustado volteé hacia él y ahí estaba A despierto con la mirada
fija hacia mis ojos y su calzoncillo blanco tenia una erección que se hacia sentir
hasta mi muslo.
Nos mirábamos y luego mirábamos alrededor, hacia el
techo y las paredes como buscando la siguiente instrucción.
Ni él se atrevía a decir algo y ni yo me atrevía a hacer nada.
-
Gracias por dejarme dormir aquí.
-
No te preocupes.
A se recostó de costado dispuesto a dormir. Yo
me quedé inmóvil y desencajado.
Estábamos semidesnudos y mi erección estaba a
apunto de reventar mi ropa interior. No podía más.
Mi sangre comenzó a bombear nuevamente. Y sin
pensarlo dos veces me senté sobre la cama. Él seguía despierto y erecto a mi
lado.
-
¿estas bien? – me preguntó.
-
Si
A se puso de pie y se paro frente a mí,
mientras yo seguía sentado al borde de su cama.
-
Seguro que estas bien – dijo A
mientras su cuerpo semidesnudo y erecto apuntaba hacia mi rostro.
Moví mi cabeza hacia adelante haciendo gesto
de afirmación y sin querer roce con su glande a través de su ropa interior. A
estaba excitado y yo también. Subí la mirada y lo miré fijamente y sus ojos me
dieron el permiso que necesitaba para seguir y con un breve movimiento de su
cabeza, procedí.
Bajé lentamente sus calzoncillos y puse su
glande en mis labios. Mi boca exhaló un suspiró prolongado. Y A cerraba los
ojos emitiendo pequeños gemidos de placer.
Seguí por varios minutos, A terminó de sacarse
la ropa interior. Se quedó de pie como una estatua de mármol, frente a mí
mientras mi boca hacia todo el trabajo. A tenia los ojos cerrados con mucha
fuerza como si temiera abrirlos, sus brazos colgaban a cada lado como inertes.
-
Tócame A – le dije, pues quería que
él también me sintiera, así como yo lo estaba sintiendo a él. Me puse de pie y
nos quedamos frente a frente.
A me tocó por la espalda, pero no bajo hasta
mis nalgas. Yo tenia su miembro en mis manos esperando que él me volteará y me pusiera boca
abajo sobre la cama y empezáramos la faena que imaginaba desde el taxi.
-
No soy gay - explicaba
innecesariamente.
-
No importa – le dije.
-
Sigue – dijo él
-
Al menos cierra la puerta de tu
cuarto – le solicité.
-
Igual es. Él no se despertará –
dijo A refiriéndose a su papá.
A pesar de la seguridad de sus palabras me
acerqué a la puerta y la cerré. A se recorto sobre la cama y yo intenté seguir con el juego, pero quise que él también tuviese iniciativa. Me recosté a su lado y A miraba el techo y luego cerró sus ojos . No me atreví a seguir. En ese momento pensé de que quizá todo esto es producto de la arrechura
incontrolable de la testosterona etílica recorriendo el cuerpo de A.
Probablemente el efecto que había dejado aquella chica que no le respondió los
mensajes de sexo texto.
Al ver de que la erección de A desaparecía lentamente, no insistí ni un poco. Miré el techo y las paredes buscando que hacer, finalmente cerré los ojos al igual que él y ambos nos quedamos dormidos.
A los minutos mi celular sonaba. Era la alarma
que siempre pongo en las mañanas. Eran las seis y media de la mañana.
El sueño desapareció de repente. Mientras A dormía
comencé a vestirme. Le escribí a K y afortunadamente seguía despierto.
-
Ven tonto, seguimos tomando.
-
Ok ya voy.
Salí por el pasillo hasta la puerta y cuando quise
salir esta estaba cerrada con llave. Pero detrás de mí llegó A.
-
Al menos despídete ¿no?
-
Perdón. Tengo que irme.
-
No te preocupes.
-
Chau, nos vemos.
-
Oye – dijo A en un tono de
preocupación reteniendo la puerta antes que yo saliese.
-
Dime.
-
¿Puedo confiar en ti?
-
Siempre.
Tomé un taxi de la calle hasta la casa de K. En el camino el taxi se detuvo en un semáforo en rojo y mi mente seguía asimilando lo
que acababa de ocurrir con A; parecía surreal, incluso me pellizqué y todo era cierto,
no estaba soñando.
Ingresé a grindr mientras aún estaba en el
taxi y tenía muchos mensajes de anoche. Al encontrarme con A me había olvidado
de todo y de todos, incluso de mi misión de encontrar al impostor. Revisé uno a
uno los mensajes hasta que encontré aquel que esperaba:
“Hola, ¿estas en matanza? Mándame fotos”
Era el perfil con la foto de H. El mensaje
había sido escrito a las tres de la madrugada, por el impostor. Soy un tonto al distraerme tanto con A (aunque valió la pena), aun así estuve tan ocupado con él y ni siquiera revisé mi grindr en la fiesta. El tequila también tuvo
mucha culpa. H volvía a tomar el control de mis pensamientos y aunque no sabia nada de él ya debería estar de regreso en Lima. Ayer en la tarde antes de ir a la fiesta de Matanza le
escribí un mensaje, pero no me ha respondido.
Llegué al departamento de K y subí. Estaba con
sus amigos tomando.
- Ayúdame, el impostor me ha escrito ¿que hago?
-
Mándale las fotos que buscamos en
google – dijo K.
Y así lo hice, respondí sus mensajes esperando
su respuesta, y luego de unos breves momentos escribió:
“¿Donde nos vemos?”
Continuará…
Por Carlos Gerzon
Instagram: @elchicodelbusblog
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