EL CHICO DEL BUS Cap. #33 BUENAS INTENCIONES





Me quedé desnudo frente al espejo y me peiné tranquilamente, luego de afeitarme fui hasta mi habitación a vestirme. El otoño ya había llegado, comenzaba a hacer frio por las noches y gracias a que bajé de peso en las ultimas semanas pude ponerme los pantalones de cuero que me compré hace semanas. Me puse una camisa gris y una casaca bomber encima.

Mía me esperaba en su casa, acudí a buscarla en mi auto y fuimos a la galería en Barranco.

-       Te has puesto guapísimo amigo ¿A quien vas a ver?
-       De hecho, es alguien que tú conoces.
-       ¿El chico del bus?
-       No, no es H.
-       ¿Lo conozco?
-       Si
-       ¿El chico del colegio?
-       ¿Quién es el chico del colegio?
-       A.

En ese momento, Mía había colocado un titulo a A, y me encantaba.

-       No es A, ni H.
-       ¿Quién?
-       Si, ¿Te acuerdas de S?
-       ¿El hermano de Mariana? ¿el del colegio?
-       Si, él me ha invitado a una fiesta en la galería.  

Llegamos a Barranco y estacioné en la Alameda. Mia y yo bajamos y compramos unos cigarros antes de ingresar. Algo que noto siempre en este tipo de eventos relacionados al arte, sobre todo en Barranco, es la cantidad de personas que salen a la puerta a fumar con aires bohemios, caricaturizados peculiarmente, solo este tipo de eventos podría hacer que salieran de sus madrigueras.

En cuanto me vio, S se disculpó con las personas con la que conversaba y acudió casi corriendo a recibirme.

-       Pensé que no vendrías.
-       Aquí estoy.
-       En un rato más habrá un desfile de una propuesta independiente, una retrospectiva por la época del jazz y art deco.
-       Me fascina. Ah, te presento a Mía ¿te acuerdas de ella?
-       Hola – saludó Mía.
-       Que gusto que hayan venido, pasen – S nos abrió paso entre las personas, nos sirvió un trago a ambos y se disculpó mientras recibía más invitados.

-       Ya me acuerdo de él - dijo Mia susurrándome al oído.
-       Es gay.
-       ¡¿Qué?! – gritó inesperadamente
-       Baja la voz, que nos están viendo.
-       ¿En que momento sucedió esto?
-       Siempre lo fue ¿Acaso no te diste cuenta?
-       Jamás. Si estuvo con una chica de nuestra promo.
-       Eso no quiere decir nada.
-       Es verdad.

El desfile comenzó a las ocho de la noche, casi una hora después según el programa.
Los diseñadores que participaban eran en su mayoría extranjeros, y la temática dejó mucho que desear.

Mía comenzó a socializar con un grupo de chicos y yo me quedé cerca al bar. Al cabo de unos minutos él se acerco.

-       Sírvanos dos piscos sours, por favor.

Era S que ya iba por su tercera copa y me invitó una a mí. Luego caminamos por el jardín y tomamos asiento en una banca que daba hacia el final de un camino donde se podía ver la exhibición a través de una pared de vidrio enorme. Incluso podíamos ver a Mía conversando con los chicos.

-       ¿Qué te pareció el desfile?

Odio suavizar mis opiniones cuando la persona con la que hablo no me agrada, pero tenia que hacerlo.

-       Me pareció interesante.
-       A mí me pareció aburrido, y decepcionante – dijo S.
-       Jajaja – solo me reí.
-       En fin, solo vine a trabajar.
-       La verdad es que a mi tampoco me gustó mucho.
-       Entonces, tienes buen gusto.
-       ¿lo tengo?
-       Parece que si – dijo S y luego alzó su copa para brindar conmigo mirándome a los ojos.
-       Salud.

Pasaron como veinte minutos y S ya iba por su cuarta copa de pisco sour y yo aun seguía con la mismo que él me ofreció y ordenó al mozo que le sirviera una más. Sus ojos ya estaban desorbitados y su sonrisa se extendía más de la cuenta. Supe que esa era mi señal para atacar.

-       Señor, tráigame una a mí también – le pedí al mozo.
-       ¡Salud! – exclamó S ya en un estado cerca a la ebriedad.


S parecía muy contento de verme ahí. En cada momento que había un silencio entre nosotros, me decía que le parecía genial verme después de tanto tiempo.

-       ¿Y ya tienes novio? – preguntó S, sin preámbulos ni preparación previa. Como si ya supiera todo de mí, como si fuera una conversación normal, y si lo era, solo que aún me cuesta trabajo asimilar que tengo frente a mí al impostor que se hacia pasar por H en grindr y a la vez es alguien que conozco de hace años. S parecía agradable y simpático, alzó la copa y me miró con la astucia y picardía que me recordaba a H, entonces me dejé llevar por su juego.
-       Estoy soltero.
-       Qué raro – exclamó él.
-       ¿qué tiene de raro? – pregunté, no respondió.

En ese momento, solté una pequeña risa y el mozo llegó con las dos copas que pedimos.

-       ¡Salud! – dije yo esta vez.

S de acabo media copa en un solo sorbo. Mientras que yo apenas probé bebida.

-       ¿y tú? – le pregunté.
-       ¿yo qué? – preguntó S con una sonrisa suspicaz y mirando hacia el cielo.
-       ¿no tienes novio? – le pregunté y nótese que no él jamás me había confesado que es gay, simplemente ataqué sin ningún reparo y esperando confesiones indiscretas.  

S rio y acabó el resto de pisco sour en la copa. Luego sacó su celular y abrió grindr frente a mí.

-       Estoy hablando con este chico, pero nada serio.

Ambos reímos.

-       No uso grindr -le dije.
-       No hay nada bueno ahí – agregó S.
-       Me gustan chicos diferentes.
-       ¿en que sentido?
-       Me gustan chicos que no estén expuestos, o mejor dicho que no sean abiertamente gays.
-       De closet.
-       Algo así.
-       ¿Bisexuales?

Me quedé callado y tomé un sorbo de pisco.

-       Así que te gustan heteros, o heteros que dicen serlo, pero no lo son – agregó S y luego sonrió.
-       Me gustan varoniles y que no tengan un pasado en el mundo gay de Lima.
-       No hay muchos así.
-       Siempre hay- le dije.

En ese momento S comenzó a hablar.

-       Yo conocí uno hace tiempo.
-       ¿te enamoraste? – pregunté.
-       No. Bueno no sé que sucedió. Simplemente me encapriché y al final no resultó.
-       ¿Y ya no se hablan más? – pregunté.
-       Es curioso que lo digas, precisamente hemos retomado conversación. Pero, ahora busco alguien que no le tema a ser libre y abiertamente gay.
-       y ¿crees que suceda algo esta vez?
-       Tiene novia.
-       ¿en serio? – pregunté tratando de fingir un gesto de sorpresa y admiración.
-       Si, es más era mi jefe.
-       ¡No te creo! – le dije.

S estaba mareado y con la lengua floja, así que haciéndome el tonto logré sacarle toda la información que pude.

-       Entonces ¿no van a regresar? – pregunté
-       Nunca tuvimos algo, pero me encanta ese pendejo.
-       Te tiene embobado.
-       No, no estoy enamorado. Solo es sexual. Quiero tirármelo.
-       ¿nunca tiraron?
-       No, ni nunca nos besamos. Lo único que tocaron mis labios fue su verga.

S estaba ebrio, no se daba cuenta de las cosas que decía.

-       Entonces ¿no eran novios?
-       No, te digo que tiene novia. Ya caerá, sé que no podrá contenerse.
-       ¿Y como lograrás que caiga? – le dije entre risas y con un gesto desinteresado.
-       Tengo mis trucos.
-       Dile a la novia – le sugerí para conocer su reacción. Tenia que darle malos consejos disfrazando mis buenas intenciones para poder ayudar a H. Así es la vida ¿no? porque a veces debemos esconder nuestras buenas intenciones.
-       Lo he pensado. Aunque no creo atreverme a tanto, tengo un par de fotos de una vez que estuvo en mi casa, incluso hice un video de unos cuatro segundos a lo mucho.

S sonaba honesto cuando decía que no se atrevería. Aun así, no podía confiar en él. La conversación que tuvo con H por whatsapp, sonaba a alguien dispuesto a hacer de todo para conseguir lo que quiere. Sin embargo, aquel S frente a mí no parecía capaz de hacerlo.

-       Y ¿él sabe que tienes esas fotos?
-       Claro, te digo que hemos vuelto a hablar y le hice una propuesta.
-       ¿Una propuesta?
-       Terminar lo que empezamos.
-       ¿A que te refieres?
-       Solo quiero hacerlo con él y se me pasará este capricho.
-       Y por eso serias capaz de exponerlo.
-       Solo me gusta molestarlo, el otro día le dije que le enviaría el video a su novia, aunque no se ve la cara, se puede apreciar los tatuajes; si vieras la cara que
puso, pobre de seguro se asustó.
-       No es para menos, y donde tienes todo eso.
-       En mi celular nomas.
-       A mí no me gustaría que me hicieran eso, mejor olvídalo. – le aconsejé.
-       Tienes razón. Es solo una obsesión. – dijo S mirándome a los ojos.
-       Esa obsesión te esta nublando el juicio y la vista, habiendo tantos chicos, pronto puede que conozcas uno – cuando le dije eso, traté de mirarlo a los ojos fijamente.
-       Tienes razón, tal vez ya conocí uno – agregó.
                                                                                        
S se puso de pie y me dijo que lo acompañé de vuelta a la galería. He averiguado mucho, lo único que tengo que hacer es quitarle el celular y eliminar esas fotos de H, o desparecerlo. Es la única manera de ayudarlo.

A mitad de camino en el jardín, S se detuvo y miró hacia el cielo.

-       ¿Qué es eso? – preguntó
-       ¿Qué? – dije sorprendido.
-       Mira arriba.

Miré hacia arriba y no vi nada. Entonces cuando bajé la mirada S parado frente a mí me dio un beso en los labios, se rio y se fue.

Continuará. 

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