EL CHICO DEL BUS Cap. #44 AL AMOR DE TU VIDA NO LE INTERESAS



En un mundo paralelo yo estaría de su mano, besándolo en público y siendo amigo de sus amigos. No nos hubiésemos conocido en un bus, sino en alguna fiesta, o evento a los cuales él suele asistir. En ese mundo extraordinario me gustaría estar ahora mismo, donde no tenga que tomar decisiones radicales porque las consecuencias no son nada divertidas; de hecho, ahora mismo vivo apagando incendios. No salgo de una para meterme en otra y es algo constante desde que H se cruzó en mi camino; lo ha llenado de piedras con sus encantos, los cuáles hacen que me tropiece como un caballo recién nacido intentando ponerse de pie.

Besar a A para poner celoso a H, parecía una buena idea en mi mente, pero H al vernos pasó de largo, y sentí una brisa helada cuando lo hizo. En ese instante, A despegó sus labios de los míos.

-       ¿qué te pasa?  Hay gente cerca – dijo A entre calmado y molesto. Una combinación extraña de emociones.
-       Creo que se me subió el Gin tonic.

Tomé asiento y mi mirada seguía a H mientras se dirigía hacia la puerta del baño. A no es estúpido, se percató de inmediato que algo extraño estaba pasando.

-       ¿querías que él nos viera?
-       ¿Qué? ¿Quién? ¿de qué hablas? – hice muchas preguntas haciéndome el tonto para tratar de hacer tonto a otro.
-       ¿Quién ese chico? Me besaste apenas pasó por nuestro lado.

No sabia que responderle a A . Me sentí mal por él, aunque esa sensación que tuve sería poco o nada comparado con lo que A estaba a punto de decirme.

-       Ese chico que pasó hace un momento es H ¿o me equivoco?

Si la tierra pudiera tragarme este sería un gran momento para hacerlo. No sé sí ponerme pimienta encima para tener un mejor sabor cuando lo haga.

-       Ese chico del tatuaje de estrella en la muñeca y barba. Es tal cual me lo describiste una vez. Ese es el famoso H, no lo niegues.

No supe que responder, levanté la mirada hacia A que estaba de pie mientras yo estuve apachurrado en el sillón del box reservado para gente que nunca se apareció. Una vez D me dijo en una de nuestras conversaciones algo que me dejó pensando:
“El hecho de que hayas conocido al amor de tu vida no significa que va a quedarse contigo, no significa que tú lo seas para él. En el caso de este chico al que llamas H, él tiene muchos conflictos en su cabeza, y lo más probable es que opte por el camino fácil ¿vas a esperarlo? Y si lo esperas ¿él vendrá por ti? ¿tienes esa certeza?”

-       Ese es el chico que tiene la suerte de que hagas todo por él. Aquella vez del reencuentro cuando estabas borracho y drogado me dijiste algo que se me viene a la mente: “Siento que es el amor de mi vida”.
-       ¿Dije eso?
-       Exageraste.

Estoy cansando de pensar en esto todos los días y todas las noches, es agotador. Parece que no va a detenerse jamás este auto con el acelerador a toda velocidad y yo en el asiento del copiloto esperando que se estrelle. Me gusta mucho, es más, creo que siento más cosas por él. ¿Es normal? A pesar de sus mentiras y su secreto que nos separa como dos continentes, parece que mi mente no puede concebir los años que están por venir sin él en ellos.

-       No sé si se buena idea a qué esperes que un día él venga por ti – decía A.

Vivo esperando que ese día llegué, sé que va a tardar meses quizá años. Por algún motivo mi corazón me dice “él es” no busques más, espéralo; como si no estuviese cansado ya de esperar. Absolutamente todas las veces que ha llegado alguien que está cerca de hacerme perder la cabeza, yo doy un paso al costado y me voy, y todo por él, por H, siempre termino recordándolo a él.

-       No lo conozco, pero por lo que me cuentas que ha venido con su novia, creo que al amor de tu vida no le interesas.

Mía se acercó casi corriendo hacía nosotros.

-       Baby ¿qué pasó?
-       Nada, sácame de aquí – le dije a Mía.
-       Ven conmigo – me dijo a mí- Fiorella te estaba buscando, está en la barra – le dijo A quien se fue dejándome a solas con Mía.

El lugar donde estuve sentado es perfecto, no había casi nadie. Mía se quedó conmigo allí conversando.

-       Vi todo – dijo ella.
-       ¿El beso también?
-       Todo.
-       ¿alguien más se percató? – pregunté sin ningún interés mínimo.
-       Creo que no.
-       ¿Dónde esta ella?
-       ¿Romina? Ella está cerca a la piscina.
-       Te molesta si me voy amiga, no me siento bien.
-       ¿te pido un taxi?
-       No te preocupes me voy solo.
-       Avísame cuando llegues a casa.

Caminé hacia los ascensores, pero Jojo me jaló del brazo.

-       Baby, tengo que presentarte a unas chicas que están buscando fotógrafo.
-       Jojo tengo que irme.
-       Dale, quédate un rato más, luego te vas con R.

R asintió con la cabeza, y me recordó que en eso habíamos quedado.

-       Bueno – dije y decidí quedarme un rato más.
-       Treinta minutos más, esta vez si va en serio – dijo R mientras brindaba con una copa de gin.
-       Ok – le sonreí y brindé con él.

Socializar cuando estoy deprimido suele ser fácil, porque no estoy en estado de alerta, suelo ser yo sin ningún tipo de adornos o cosas extras para caerle bien a las personas. En ese estado te llega todo al pincho, si caes bien o mal al momento de socializar te vale verga. Y en realidad funciona mejor en mi caso. Sin darme cuenta estaba tomando mi copa de gin número cuatro y, luego de conversar con las modelos que me presentó Jojo, necesitaba ir al baño.

-       Fuegos artificiales.
-       ¿Cómo dices? – pregunté.
-       Hace un momento una chica le decía a otra que para estar con un chico necesita sentir algo fuerte y me llamó la atención.
-       ¿fuegos artificiales?
-       Si, cuando sientes esos fuegos artificiales en tus ojos, y caes deslumbrado, supongo que en ese momento lo sabes.
-       Tienes toda la razón – le dije a R.

Alcé mi copa y brindé con R. Las palabras de mi amigo D daban vueltas en mi cabeza junto al destilado de ginebra, “Al amor de tu vida no le interesas ¿cuánto es tu limite? ¿cuántos meses más estarás esperando que él decida?”. Él tiene razón, no debería esperar más, pero al mismo tiempo las palabras que me acaba de decir R también son ciertas, solo H me hace sentir fuegos artificiales en la mirada cuando lo veo.

-       Salud por que llegué alguien que nos haga ver fuegos artificiales.
-       Salud.
-       Ahora si, tengo que ir al baño – dije mientras me hacía paso por la gente hasta que su mano grande y bronceada tocó mi brazo y me detuvo.

-       Tenemos que hablar – dijo H.


Continuará…

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