LA DELGADA LÍNEA ENTRE QUIERO Y DEBO

Cuando Giacomo me invitó a desayunar unos
wafles, sabía que quería que le contará lo que me había sucedido en mis
primeros días del año, y obviamente dicha curiosidad se avivó con las frases románticas
y confundidas, que suena como indirectas y compartí en mis historias de Instagram.
Y es verdad. He conocido dos chicos muy
diferentes uno del otro. Uno esta
maravillado conmigo y siente un inmenso cariño en tiempo record; y ha visto cosas
en mí que yo pensé que ya no existían y me lo hace saber como puede, es un romántico.
El otro chico ni tiene el mismo interés, es más cauto y prefiere no apresurar
nada. Es sarcástico y no se molesta en decirme que quiere tener sexo conmigo de
inmediato. Es frontal, directo, fresco, conchudo y eso me gusta. Me gusta su
descaro. Me atrae su descaro. Y estoy seguro que también le atraigo, porque uno
se da cuenta cuando le gustas a alguien.
El primero va tan rápido que me hace
querer correr a mi también al punto que, si me ponen escoger, tengo dos opciones;
el yo debo y el yo quiero.
-
Obviamente debería elegir al romántico
buena gente, porque me ha demostrado su interés genuinamente.
-
¿pero que es lo que quieres? –
me preguntó Giacomo.
Guau. Lo que quiero… Una vez escuché en
una película que cuando tienes dos opciones, sin pensarlo mucho, debes hacer lo
que quieres. Aunque mi criterio me dice que "debo" irme con el chico romántico
y bueno que se muere por mí, realmente lo que yo "quiero" es conocer
más al chico descarado y cauto que no se muere por mi, pero si llego a
conocerlo más podría suceder algo bueno.
-
El chico romántico ha
demostrado mucho interés en poco tiempo. Amigo la vida ya te ha demostrado antes
que siempre que alguien llega así de rápido, rápido se va.
Giacomo tenía razón. En cambio, el otro chico
que quiero conocer más, no es apurado, es cauto, como si caminará sobre una
capa delgada de hielo y, al principio, yo entendí que solo quiere sexo y estaría
feliz de dárselo, pero una noche me dijo: “Tengo miedo de que las cosas entre
nosotros no se den bien" aquello me confundió. Le respondí: “si no fluye,
nos diremos adiós" y respondió: “Ah bueno, yo pensaba diferente”. Y esa
noche me demoré en conciliar el sueño y la pregunta se quedó girando en mi
cabeza ¿quiero meterme a una relación que parece muy complicada y sin garantías,
donde ninguno de los dos esta dispuesto a correr el riesgo?
Del otro lado se encuentra el chico que
quiere conocerme más porque esta deslumbrado por mí. No le importa si corre
para alcanzarme, lo hará. quiere esa maratón. Es bueno, inteligente y tenemos
buena química sexual y, desde el primer día, me dijo que yo le gustaba y quiere
seguir conociéndome. Yo no presté atención porque para mi solo fue sexo, pero
parece que él quiere correr el riesgo. Y me preguntó ¿debería ir a lo seguro con el chico que sé
que no me hará pasar malos ratos, pero que está tremendamente cegado por la ilusión
o la idea de mí?
No tengo que hacer cálculos matemáticos
para tomar esta decisión solo debo repasar mi vida sentimental y analizar estos
dos casos que he tenido anteriormente y como me fue en ambos.
Antes yo hice lo siguiente, al chico romántico
lo mandé a volar y terminó dolido y odiándome y, al chico cauto le insistí que
nos diéramos la oportunidad, pero resultó alejándose de mí, porque yo corría y
él no. Entonces ¿qué sucedería sí, esta vez, hago las cosas diferentes? Al romántico
le doy la oportunidad que busca y al cauto, solo lo uso como fuckbuddy y nada
más.
-
La decisión parece fácil. “Debes”
quedarte con quien te demuestra más interés desde el día uno.
-
Pero, yo “quiero” conocer más
al cauto, porque tu personalidad me atrae demasiado, y esa forma en que hablo
con él llena de sarcasmos y como “desinterés”, hace que quiera conocerlo más. A
veces nuestros ideales románticos están tan fallados, y buscamos el final que
queremos y no el que debemos tomar.
-
Los sentimientos también son
caprichosos.
-
Aunque existe una tercera
salida, alejarme de ambos. Así no hago daño al ilusionado y no dejo que el
cauto me haga daño.
-
¿podrás? – preguntó Giacomo
comiendo el último pedazo de wafle.
¿podre? Esa es la verdadera interrogante
a este dilema.
Continuará.
Comentarios
Publicar un comentario
Continua leyendo