AMO MENTIRME

 


No hay nada mejor que una buena mentira. Sobre todo, si viene de ti para ti, porque en esta mitomanía de febrero no hay culpables más que nosotros; rehusándonos a remover la venda de los ojos, la usamos más que la mascarilla KN95. Y nadie puede discutirlo, porque por más cruda que sea la verdad, muchas veces amamos mentirnos.

 

Ojalá pudiera dormir todo el día y saltarme el 14 de febrero, pero no puedo cambiar el orden global de las cosas y no puedo inventarme un nuevo calendario; y aunque quisiera no podré omitir la celebración pues la gente en redes sociales se encargará de recordármelo. Gustavo, por otro lado, ama San Valentín. Había conocido dos chicos por Tinder, uno vive en el extranjero y el otro vive en Lima.

 

El chico que vive cruzando la frontera es la constitución del idealismo de una relación gay para Gustavo, todo lo que debe ser la pareja no perfecta, pero muy cerca a ello. Y ese era el problema, que aquel chico idealizado, bien podría la mentira que Gustavo creyó de él, sin embargo, vive lejos.

El segundo chico es el aterrizaje a una relación más realista y llena de defectos, como todas las relaciones, el problema de Gustavo es el siguiente, por cada defecto encontrado es una excusa para no dejarse llevar por completo.

 

Cuando llegó el momento de decidir escogió al chico que vive lejos, y una de las razones de su decisión fueron las dos semanas que aquel muchacho estaría en Lima por temas de trabajo. Ambos se hicieron la prueba Covid y salieron negativos y estaban listo para vivir su romance, el cual era transmitido en el Instagram de nuestro amigo Gustavo. Fue como ir al cine en plena pandemia, o así lo creíamos hasta que Gustavo nos reunió en su casa.

 

            No hemos hablado de San Valentín.

            ¿Y? - preguntó Gonzalo connotando su pregunta de un tono altamente insustancial.

            Estamos en una relación a distancia, para mí ese 14 es importante.

            Díselo.

            ¿Y si piensa que soy un cursi?

            Lo eres - dijimos todos

 

Eso no era el único problema. Cuando todos se fueron me quedé a solas con Gustavo y recién conmigo le invadió la honestidad.

 

            No ha subido ni una sola historia conmigo en sus redes sociales. Ni siquiera me ha re posteado nada ¿es grave?

            Depende; antes de llegar a Lima andaba publicando todo ¿y ahora nada?

            Quizá no quiere apresurarse – respondió Gustavo excusándolo.

            ¿Apresurarse? Entonces aún está “probando”.

 

No lo quería decir en voz alta, pero mi mirada traducía mis pensamientos: ese chico solo esta pasándola bien, y no quiere publicar nada porque teme perder su ganado, ese grupo de chicos que lo esperen de vuelta en su país.

 

Aún así, Gustavo continuó publicando cada acto de su romance en Lima, y aquel chico nunca publicó nada. Una noche que fue a visitarlo a su hotel, aquel chico no le abrió la puerta ni bajo a recibir a Gustavo porque estaba muy cansado por el largo día que había tenido. Gustavo le había dicho para ir juntos a correr por las mañanas, pero él no respondió, y cuando lo hizo alegó que ya había salido por su propia cuenta.

Aquella misma noche hablaron solo por whatsApp y cuando Gustavo le tocó el tema del 14 de febrero, no hubo respuesta hasta el día siguiente con un mensaje que decía “me quedé dormido, iré a correr”. Cómo si nunca le hubiese preguntado nada.

 

            Creo que está tan ocupado que ni tiempo tiene de responderme.

            ¿En serio crees que esa es la razón?

            Sí, él está haciendo teletrabajo, y allá son más estrictos que aquí.

            ¿Y no te hablado del 14?

            Creo que no le gustan esas cosas, y lo entiendo.

            ¡A ti sí te gustan esas cosas! También importa lo que tu quieres. Creo que deberías decirle.

            Debe estar agobiado de tanto trabajo a distancia.

 

Por más que queríamos hacerle ver la realidad, Gustavo se aferraba a la mentira que había armado en su cabeza. Un romance perfecto a la distancia donde el único final feliz era que algún día él se mudará al otro país, o aquel extranjero, que abusaba del buen corazón de Gustavo, se mudará a Lima.

 

El chico nunca le mintió, solo omitía la verdad, lo cual siempre me pone en mi cabeza la pregunta ¿Es peor que te mientan o omitir la cruda verdad?

 

Sea como sea la razón para mí era clara: simplemente no estaba interesado en algo serio. Al parecer es más consciente de las circunstancias que Gustavo, y sabe que la distancia no es algo insignificante. El único mentiroso en esta historia es Gustavo, quien se auto mentía para sentir que había logrado una relación ideal y bonita en medio de una pandemia. Aquella venda no iba a durar mucho tiempo en sus ojos. Gustavo vive apresurado y faltando 5 días para el 14 de febrero decidió mandarle un mensaje invitándolo a pasar ese fin de semana juntos. Luego de 24 horas nunca recibió una respuesta, y no era que no había leído el mensaje, puesto que aquel chico publicaba con normalidad en sus redes sociales. Pasaron los días y no hubo ninguna cita de por medio ni tampoco llamadas ni mensajes; su viaje de retorno era el 16 de febrero y sabía que aún estaba en Lima, solo que simplemente ya no quería verlo. Se desvaneció como un fantasma y Gustavo, aunque no reconoció su mentira ( hacía él mismo) simplemente omitió el tema y el 13 de febrero nos invitó a su depa. Nos recibió con pizza y una botella de vino, porque al final la única relación real que tenía en ese momento era con sus amigos.

 

                                                                                                                                   Por Carlos Gerzon

Instagram: @elchicodelbusblog 
Facebook: @elchicodelbusblog 

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL CHICO DEL BUS Cap. #45 NO SE PUEDE NEGOCIAR CON TERRORISTAS

EL CHICO DEL BUS Cap. #46 COMO UN PEÓN DEL AJEDREZ

SOLO ESTOY VIENDO