RELACIONES ABIERTAS, PIERNAS CERRADAS
En algún momento, en el basto mundo de
los chats, llega un chico que parece el zapato de la cenicienta, calza perfectamente.
Posee sonrisa de estrella de cine, sentido del humor, buen trabajo, con metas,
afín a tu signo del zodíaco, odia la rutina, el comunismo y es, decentemente,
un siete y medio de físico apetecible. Prácticamente es un príncipe azul
moderno con muchas cualidades que siempre busca todo gay promedio en esta
ciudad. Hace poco, mi amigo Gustavo conoció a ese chico perfecto, lo único malo
que encontramos fue su novio.
Se enteró a penas conoció a este chico. Aún
así, se acostó con él.
Yo me indigné. Sin embargo, Gonzalo
respondió de inmediato una oración lapidaria del romanticismo.
-
Ahora las relaciones abiertas
son lo más normal. Es más, empiezan así.
Y mi mente invadida de fantasías y cuentos
de hadas se acongojó y replicó:
-
No puede ser. Al menos no al
principio.
Mis amigos se miraron entre sí y me vieron
como a un bicho raro. Como si yo fuese un viajero del tiempo visitante de una época
medieval cuyas costumbres ya no existen.
-
Eso lo dices ahora. Espérate a
tener una relación tan larga que te consuma la rutina. Ahorita es normal que
pienses anticuadamente.
Gustavo llamó mi forma de ver las
relaciones como algo anticuado. Aun así, no permití que ejerciera sobre mí la presión
de grupo.
-
Lo siento chicos. Ante relaciones
abiertas mejor son piernas cerradas. No podría tener una cita o acostarme con
alguien que este ya en una relación. No me sentiría cómodo.
-
Y si esa pareja esta de
acuerdo ¿cómo te sentirías? – preguntó Giacomo.
Me quedé mudo. ¿Será acaso que ya no
existen relaciones gays monógamas en esta ciudad? ¿en qué momento termina la
exclusividad?
A la semana siguiente, conocí un prospecto
de príncipe azul. Todos los checks estaban cumplidos. Me dejé llevar y nos
acostamos. Poco después vino la revelación, y me indignó la naturalidad de la
misma.
-
Nos podemos ver mañana en la
noche, porque en la tarde estaré con mi flaco.
Sin anestesia, aquel chico que yo pensé podría
ser mi boleto de salida de la soltería, se convirtió en el villano del cuento. Me vestí y me fui de su departamento, asegurándome
de borrar su número de mi teléfono. Antes de irme, él advirtió.
-
Él lo sabe, no te pongas así.
Mi cargo de conciencia disminuyó y recién
pude responderle a Giacomo mi opinión.
-
Mejor no meterme entre dos. Exista
o no consentimiento. Porque es probable que yo pueda ilusionarme y en relaciones
abiertas, solo están permitidas las piernas abiertas, no los corazones
abiertos.
Tiempo a tiempo me dije a mí mismo y bajarle la expectativa al romance. En la búsqueda del hombre casi perfecto, ese que buscamos por tanto tiempo, muchas veces encontrarás que es solo una fabula con moraleja: no existen. Así que antes de asumir, mejor será preguntar.
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