SALIR DE UNA RELACIÓN ES COMO VOLVER DE LA GUERRA
En algún momento de la vida, saldrás con un chico que acaba de terminar una relación tóxica y aquello es como salir con un veterano de la segunda guerra mundial; un hombre lleno de traumas.
Ha vivido una relación bélica que lo ha dejado
mal herido. Hasta ha perdido partes importantes de su cuerpo. Como su corazón,
su cabeza y su habilidad para confiar en otros chicos. Constantemente lo atormentan las
pesadillas, el insomnio, la paranoia y los recuerdos que parecen reflujos
estomacales. Es una persona vulnerable que ha vuelto a la soltería con los
fantasmas de su relación anterior que no lo van a abandonar de inmediato. Ni El
conjuro 3 es tan escolofriante.
Si te topas con uno de ellos, debes saber que esos
fantasmas también te van a atormentar a ti. Hasta podrian espantarte y
alejarte de esa persona como si se tratase de una casa embrujada.
Y sí. Siento lastima por ellos, pero al mismo
tiempo me enojan. Porque dichas consecuencias solo pueden provenir de la
desconfianza, y a su vez esta proviene de una mala experiencia.
A Giacomo lo conozco hace años. Y sé que vuelve de cada una
de sus rupturas como un soldado herido que debemos cuidar. Recientemente acaba de volver
de una guerra y no ha salido ileso. Sabemos que su corazón se encuentra en
estado frágil, como una copa de cristal sin embalar dentro de la caja de un
motorizado de Rappi. Aunque ya escapó, sabemos que su mente sigue en la guerra recibiendo órdenes
del General del ejercito, su ex.
Le tomará tiempo darse cuenta de que dejar la guerra
fue una decisión difícil pero necesaria. Giacomo estaba a punto de dejarlo todo en el campo de batalla y no valía
la pena.
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No sé en qué
momento pasó. Estabamos Bien– contaba Giacomo.
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Cuando el
hombre quiere, encuentra la manera de hacer sus cosas a escondidas.
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Los pendejos
son como perros, esconden bien el hueso.
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Si ya sabias que te sacaba la vuelta ¿Por qué esperaste tanto tiempo para dejarlo?
Así son las relaciones tóxicas, nadie pensaría que esos detalles que pasamos por alto pueden tener desenlances catastróficos. A veces esperamos que todo cambie sin mover un dedo. Y otras veces esperamos la gota que rebalse el vaso. O como en la guerra, a la espera de una bomba nuclear detonando en nuestra cara para recien entender que debemos alzar bandera blanca y darnos paz.
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Salvar una relación tan
dañada por un engaño es vivir una guerra – dijo Giacomo.
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Nos cuesta salir de ellas,
y cuando lo hacemos los beneficios no se ven de inmediato. No puedes esperar
que todo se ponga nítido como una polaroid cuando sale de la cámara.
Eso lleva tiempo.
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Por eso, a mí
me gustan las cosas como las cachetadas; en la cara. Así duelan, prefiero eso a
vivir como un ciego – respondí.
Giacomo habia dejado la guerra, pero el estrés postraumático
lo acompañaría en la siguiente etapa donde nos encontramos con viejas “amigas”
a las cuales no extrañabamos:
La ansiedad que nos lleva a cuestionarnos ¿cuándo
llegará el próximo?; y la expectativa que convierte lo bueno que
tuvimos anteriormente en el requisito mínimo para aquellos que
estan por venir. Y nosotros los gays
somos expertos construyendo condiciones y expectativas altas.
Sé que Giacomo saldrá de esta guerra, una vez gané
la otra: la guerra contra sus malas decesiones y excusas para defender lo
indefendible y perdonando más de una vez el mismo error.
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Lame tus heridas y
párate, huevón – le dije.
La próxima vez que salgas de una relación vas a
asegurarte que vuelves a la soltería como saliste de la misma, sin ningún
trastorno. Salir de una relación no está mal, lo que esta mal es la terquedad
de quedarse donde uno vive justificando.
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