SEX O'CLOCK Cap. 9 NEGACIÓN

 



FEBRERO 2019

¿Cuánto tarda realmente el ser humano en enamorarse? ¿Es cuestión de tiempo o de momentos claves? Si se presenta un momento inolvidable yo podría enamorarme de manera pasajera. Sin hacerme reproche alguno y aceptando cualquier consecuencia.

Era febrero y, a pesar de que llevábamos pocas semanas de conocernos, todos pensaban lo mismo; entre Vasco y yo hay algo más que amistad. Los constantes avistamientos en lugares públicos no eran un secreto a voces. Desde enero, cada vez que coincidíamos en discotecas, se convirtió en una norma quedarnos juntos juergueando por el resto de la noche. Ignacio odiaba con todas sus vísceras aquello y verdaderamente no podría importarme menos. Ignacio y yo, en enero, estábamos peleados por motivos que contaré más adelante.

El primero de febrero fue un viernes, estábamos en Kid Club próximos a la medianoche. Repentinamente, en medio de la pista de baile, alguien me cubrió los ojos con las manos y, entonando una voz afónica desconocida, susurró a mis oídos “¿Adivina quién es?”.

Independientemente de la respuesta, me sentí halagado de que alguien se tomará la molestia de sorprenderme de esa manera. Y no, no era una discoteca gay, razón mayor para incrementar la intriga. Sus manos, a pesar de sentirse suaves y cálidas, pertenecían a un chico; o quizá eso quise creer. Pensé en decir algunos nombres en voz alta al azar, aunque podría ofender a la persona detrás de mí.

-       ¿Qué haces Vasco? – gritó Ignacio. Descubriendo así al autor de la travesura y arruinando el momento.

Sus manos abandonaron mi cara y volteé emocionado. Lo encontré recibiéndome con un abrazo. Aquella sensación fue muy bonita.

-       Ven conmigo – dijo Vasco y me llevó de la mano.

No volteé a ver a Ignacio, estuve seguro de que tenía dos flamas ardientes en los ojos. Él detesta que lo dejen de lado y si se trata de Vasco, se irrita aún más.

Vasco por su parte me introduzco con sus amigos, aquella noche conocimos a Doménico. Apenas interactué algunas palabras con él supe que ese chico es ideal para Ignacio. Despistado, guapetón, twink y, sobretodo, dócil.  Para Ignacio, que le encanta dominar sus relaciones, estuve casi seguro de que Doménico es el indicado para tranquilizar su ira, al menos por esa noche.

Ignacio nunca se da cuenta de su comportamiento. Lo niega, cee que actúa normal y es incapaz de ver como arruina todo. Aquella noche Ignacio se embriagó y me gritó de una forma demoníaca. Vasco lo aparto de mí y me llevó hasta mi casa en la playa. Evitó a toda costa que Ignacio se pasará de la raya conmigo. 

-       Tu amigo es un neurótico – desde ese momento, solo entre nosotros, lo llamábamos así.

-       Así se pone cuando las cosas no suceden como él quiere y si se emborracha, multiplícalo.

-       Aléjate de personas como él – advirtió Vasco.

-       Nos conocemos hace años...

-       Los años no siempre garantizan sabiduría. No los uses para tomar decisiones.

 

Afortunadamente Ignacio se quedó muy entretenido con Doménico, el amigo de Vasco.

 

-       Doménico se encargará de aguantarlo – dijo Vasco con una sonrisa maquiavélica.

-       Has encajado un rompecabezas.

-       Así parece.

 

El taxi de Vasco llegó a la puerta y antes de irse me invitó a una fiesta para mañana sábado. Acepté. Desde aquella noche, nos vimos todos los fines de semana siguientes e incluso algunos días de semana.

Mientras esperaba a quedarme dormido, entré al chat de Sex o’Clock. Quise averiguar si encontraba a Vasco conectado. No lo vi. Sin embargo, me encontré con tremenda sorpresa. Un usuario publicó un video de la discoteca donde estábamos hace unas horas. Se veía claramente a Ignacio y Doménico besándose como si el mundo se fuese a acabar, de la lengua a la tráquea. No importó que tan bien se ocultaron, el video se convirtió en viral entre los usuarios de la aplicación.

“Sabes que la brecha del mundo gay y heterosexual se disipa cuando ves dos chicos besándose a las cinco de la mañana en plena discoteca straight”; escribió el perfil anónimo autor de la publicación.

A la mañana siguiente, Ignacio despertó tranquilo hasta que entró a Sex o'clock. Intentó reportar el video en reiteradas ocasiones para que lo eliminen, no lo consiguió. Ignacio recibió mucha publicidad y, aunque mala, le sirvió para hacerse conocido y desde esa noche no había chibolo que se le resistiera. Al final se dio cuenta que debía aprovechar aquello.

El siguiente fin de semana 08 de febrero era la víspera para el cumple de Ignacio. Doménico y él tenían algo más allá que una amistad, nada formal. Aun así Doménico lo invitó a celebrar su cumpleaños en su casa de playa, en realidad en la casa de sus tíos. Ignacio invitó a sus amigos más cercanos y uno que otro chibolo que había conocido por Sex o’clock gracias a la popularidad de su video. Y por darse de casanova, Doménico lo mandó al diablo.

Hecho una fiera, Ignacio se emborrachó. Su lado oscuro no tardó en invadir el ambiente. Afortunadamente para él y desafortunadamente para mí, aquel lado oscuro solo lo demuestra conmigo. Ignacio disimulaba bien delante del resto.

Cuando se retiró hacia la sala, avanzó tan enojado que, sin darse cuenta, me empujó. Yo perdí el equilibrio y caí a la piscina. Nadie lo vio, la mayoría de invitados se encontraban dentro en la sala porque se preparaban para salir  rumbo a la discoteca. Vasco salió a fumar y se cruzó con Ignacio que regresaba a la sala y me encontró en la piscina. Me ayudó a salir y, sin preguntarme que había sucedido, dedujo que por culpa de Ignacio yo estaba empapado. Estuvo a punto de irse a golpes contra Ignacio, quien no dudo ni un segundo en enfrentárselo. La oportunidad que buscaban ambos. Nunca lograron llevarse bien y una confrontación llegaría en cualquier momento. Por fortuna, logré tranquilizar a Vasco.

-       Mejor vete a tu fiesta Ignacio – le pedí.

-       Gael fue un accidente. No jodas. Discúlpame.

-       Lárgate bro – le gritó Vasco.

Yo reforcé la petición de Vasco.  Avergonzado, Ignacio se fue. 

Luego de salir de la piscina, Vasco trató de darme calor con sus brazos y me condujo por las escaleras que daban hacia la playa. Me percaté que Ignacio nos vio irnos juntos desde la entrada de la terraza, terminó su  bebida de un solo trago y se marchó.

-       A ese loco de tu amigo le hace falta un par de puñetazos en la cara.

-       Déjalo. No quiero que se peleen.

-       ¿Por qué lo defiendes? – Vasco estaba indignado.

-       No lo defiendo. Estoy furioso con él. Es solo que no vale la pena que te pelees con él.

-       Si me lo pides así, no puedo negarme.

 

Vasco sacó unos cigarros y nos sentamos en la arena. Me puso su polera encima mientras terminaba de secarme. Conversábamos sobre Doménico.

 

-       Ahora que conozco más tu amigo, me parece que lo he jodido a Doménico – dijo Vasco entre risas.

-       Doménico debe estar odiándolo ahora.

-       ¿Qué pasó?

-       Ignacio es ególatra. Doménico se ha dado cuenta que estaba de picaflor con varios chicos que había invitado.

 

Vasco sonrió.

 

-       Doménico puede encontrar otro chico con un chasquido de dedos. Créeme me da más pena tu amigo que él.

 

Vasco se puso de pie y me extendió la mano.

 

-       No vamos a desperdiciar un viernes por la noche.

-       Estoy empapado.

-       Te acompaño a cambiarte.

 

Fuimos a la casa de playa, me cambié y fuimos a la discoteca. Ignacio ya estaba borracho, así que dejé que celebrara mientras Vasco, sus amigos y yo estabamos en otra zona del lugar. Vasco me decía salud mirándome fijamente y me guiñaba un ojo cada vez que daba un sorbo. Estábamos pasándola muy bien, parecía mi cumpleaños. Lo que más me agrada de Vasco es su buen sentido del humor, retorcido y sarcástico. No la pasaba tan bien en mucho tiempo. Aquella noche terminó siendo una de las mejores. Ignacio se acercó horas después y me pidió disculpas. Vasco regresó con Doménico a la barra donde estábamos e Ignacio se disculpó con ellos.

Terminó siendo una gran noche, un gran cumpleaños con un buen final. Y ese mismo final divertido debió tenerlo también Vasco la noche de su cumpleaños. A veces siento que lo veré el fin de semana que viene como si nada hubiera pasado. Aún no creo por completo que haya muerto. Debe ser la negación.

  

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