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Mostrando entradas de julio, 2010

ONE HIT WONDER

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¡V amos, vamos, vamos! Insistieron mis pies y la llamada de unos cuántos escépticos amigos  que dudaban de mi gripe artificial, no tuve excusa y me ví obligado a salir. Además era un viernes como otros tantos, con la diferencia de que fue el último día del séptimo mes hace un año (2009).  Vencí mi ficticia negación, llené de perfume mis recovecos, cargué de centavos y billetes mis bolsillos; despegué.  Mis especulaciones no se dieron cita esa noche. Llegué con un inapetente entusiasmo a esa discoteca o lo que fuese. Mi cuerpo no pedía baile, pero allí me encontraba, conversando, bebiendo del cáliz jaranero, poniendo cigarrillo tras cigarrillo en mi sosa boca. Mis labios se movían solo a cada pregunta, mas se negaban a emprender un diálogo. Mi sed de celebración se veía nula, no estaba con los entusiasmos necesarios de estar en un club lleno de luces cegadoras y bohemios de clósets, que solo dictaban el rock n roll desde la barra con sus cabellos enrula...

RESPIRANDO LA NOCHE

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M is pies cada mañana son dos cubitos de hielo,  el invierno se disfraza de un absurdo helado  que recorre todos los nervios que dotan de calor mi cuerpo,  se empujan mis dientes unos con otros como si  se encontraran dentro de un bus donde no hay espacio. Si no me encuentro sumergido frente a un ordenador, quizá ando haciendo zapping en alguna pantalla de la habitación. Cuando madrugo lo hago por presión maternal,  como si ella me abortara de la cama  para no terminar durmiendo 14 horas al día,  y no miento puedo llegar hasta las 15 sin abrir los párpados  con mis narices obstruidas, la garganta hecha trizas  y los cabellos haciendo un festín en ausencia del peine.   Primero lo primero: quito las vendas de mi momia cama, curo el comezón diario de mi espalda con las garras que debo reducir,  me dirijo al estéreo conecto el ipod y dejo la música que juegue con mis sentidos, mis ventanas me muestran el mundo tras...

COMPLICIDAD DE LA MENTE

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E n la habitación del lado derecho del pasillo ausente de luces, pernoctaba  Nan  de cuclillas en  un rincón. Al otro lado, en un sillón lleno de resortes chiflados que se resisten a permanecer dentro de su lugar, se encontraba Ers , mi amigo. Un chico ingenuo, buena gente y experto en cautivarse por el más mínimo detalle de la vida. Cada quien en un extremo de aquella habitación, Ers estaba perplejo observando a su compañero tentando sus muñecas con un vidrio. Meses antes Ers era el último de la fila en clases, el primero en salir al golpe de las campanas. Sus cerquillos cubrían sus ojos verdes muertos en pardo. Vestía de negro o gris y usaba un aro en la ceja derecha. Yo no lo conocía mucho, él era una especie de extra en las clases, prácticamente invisible. Creo que nadie hablaba con él ni de él. Eso era atractivo para algunas chicas y para otras era un misterio que nadie se animaba a resolver.  Fue un día de junio cuando Ers caminaba sobre las hojas s...

LLORA SIEMPRE A SOLAS

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C uando el bus de la tarde se detuvo frente  al asiento que aguardaba a Sob, él no tenía movimiento alguno en su expresión, sus mejillas colgaban, sus parpados se doblegaban ante la evidencia de su tristeza, su sombra era húmeda, su faz con rastros de un recorrido que tenía su inicio en una fuga de las tuberías del alma. El reloj en su mano derecha molestaba su paciencia, la hora no importa exactamente, pero si quieren saberlo, alrededor de las cinco de la tarde, aquella soledad que rodeaba ese pedazo de aislamiento fue todo lo que Sob necesitaba para poder reemplazar su almohada, aquella que ya no podía resistir mas gotas ni lamentos. Puentes de caídas libres, hasta trenzas del techo, inclusive un pelotón de cápsulas y una copa del más añejo de los licores, todos habían desfilado en un carnaval lúgubre frente a sus ojos. Pero Sob admite que su amilanamiento es una de sus grandes virtudes, o quizás un don que espera su cometido. El veredicto era tácito, él sabía que aunque la noche...