ONE HIT WONDER
¡V amos, vamos, vamos! Insistieron mis pies y la llamada de unos cuántos escépticos amigos que dudaban de mi gripe artificial, no tuve excusa y me ví obligado a salir. Además era un viernes como otros tantos, con la diferencia de que fue el último día del séptimo mes hace un año (2009). Vencí mi ficticia negación, llené de perfume mis recovecos, cargué de centavos y billetes mis bolsillos; despegué. Mis especulaciones no se dieron cita esa noche. Llegué con un inapetente entusiasmo a esa discoteca o lo que fuese. Mi cuerpo no pedía baile, pero allí me encontraba, conversando, bebiendo del cáliz jaranero, poniendo cigarrillo tras cigarrillo en mi sosa boca. Mis labios se movían solo a cada pregunta, mas se negaban a emprender un diálogo. Mi sed de celebración se veía nula, no estaba con los entusiasmos necesarios de estar en un club lleno de luces cegadoras y bohemios de clósets, que solo dictaban el rock n roll desde la barra con sus cabellos enrula...