EL CHICO DEL BUS Cap. #20 EL PARADERO DE LAS PESADILLAS
“Quiero saber si me vas a querer”;es lo único
que pensé en ese momento. A pesar de todo ya no me sentí molesto ni rabioso al verlo de la
mano con Romina, que supuestamente es su ex novia. Lo único en lo que podía pensar es en aquella
pregunta que H no me supo responder; y que al parecer ya no era necesario que
lo hiciera.
H no parecía sorprendido de verme
allí. Me saludó como cualquier persona educada: “Buenas tardes” dijo y siguió
de frente hacia la oficina de mi jefa. Romina por su parte miraba su celular en
todo momento, no me vio, de lo contrario me hubiese saludado. Es la primera vez
que la veo desde la sesión de fotos que hice para su marca de ropa, hace más de
un año. Sigue igual de guapa.
Sentí
mi corazón romperse como un espejo al verlos juntos. Recordé la vez que Mía y
yo encontramos la selfie de él y Romina (CapítuloVI). En ese instante toda la historia del chico del bus volvía a mi cabeza.
Pía y yo entramos en el ascensor.
- ¡Qué guapo ese chico! Y ella es regia, quiero
ser ella - dijo Pía cuando bajamos.
-
Sí, lo es.
Pía
sacó dos cigarros de su cartera y encendió el mío con su encendedor.
-
Con un chico así yo también me casaría – Pía seguía
hablando de H, y yo no sabia si contarle que los conocía o no.
Pía
comenzó a hablarme de sus cosas y yo no la escuchaba. Tuve la mirada perdida y
fumaba en modo automático. “Se van a casar” pensé. “Por eso están aquí, para
planificar su boda”. Mi cabeza comenzó a darme vueltas.
Volvió
a engañarme. No había terminado su relación con Romina. Siguen juntos. Siempre H pensando en sí mismo. No debería sorprenderme de H; él es egoísta, él mismo lo dijo. (Capítulo XVIII)
Tengo
la costumbre de analizar todo lo que sucede a mi alrededor. Y así mi mente fue
llegando a varias conclusiones que no tenían certeza alguna. Como engranes que
giran a su máxima velocidad, pensando y llegando a las peores conclusiones.
“Con razón se masturbó, no quería
nada conmigo. Solo quería disculparse y seguir adelante con su vida. Sin karmas
en el pasado”. Es probable que haya querido limpiar sus culpas cuando estuvo buscándome.
¿Quería disculparse y empezar de cero? Mierda odio pensar de más, pero no puedo
evitarlo. H siempre que vuelve a cruzarse en mi camino lo llena de piedras. No importa cuan lejos lo lancé, él siempre vuelve como un boomerang. (Capítulo XVII)
Pía lanzó la colilla del cigarro al
piso y la aplastó con el zapato varias veces hasta asegurarse de que estuviese
apagada. Luego entramos al edificio. Eran cerca de las seis de la tarde
comenzaba a hacer frío.
Subimos y fui directo al baño. Me
miré en el espejo un buen rato tratando de no ponerme nervioso.
“Cálmate, nadie tiene que
enterarse”. Tengo que cuidar mi reputación en el trabajo. Si me encuentro con H
en el pasillo de la oficina tengo que actuar profesionalmente.
Se escuchó la cadena de uno de los cubículos.
Abrí la llave del caño y comencé a lavar mi cara. Cuando alcé el rostro para
sacudir el agua vi por el espejo a H saliendo del cubículo. Él se quedó de pie
en la puerta, igual de sorprendido. No me había seguido. Realmente coincidimos
en el baño.
-
¿Cómo estas? – me preguntó.
-
Bien ¿y tu?
-
Bien, gracias.
-
¿Has venido a planear tu boda? ¿Han vuelto? –
fui directo a la yugular. Mi yugular.
-
Romina conoce a tu jefa, a Kara.
-
Que pequeña es esta ciudad de mierda.
No
pude evitar algo de rabieta.
-
¿Estas molesto G?
-
No. Ya ni se como estoy.
H
se acercó y puso sus manos sobre mis hombros.
-
Alguien puede vernos. Pueden sospechar si nos
ven aquí.
-
Romina nos presentó ¿recuerdas? No tiene nada
de extraño. (Capítulo VIII)
-
Si, pero…
-
Pero nada. Tranquilo. Quiero hablar contigo.
-
¿De qué?
-
¿Por qué te fuiste de mi casa esa vez?
El
G de siempre estuvo a punto de salir por mi boca con una interminable marcha de
reclamos y celos. Pero lo detuve. Por que cada vez que ese G sale complica más
y más las cosas. La ultima vez termine en su departamento cuando todo pudo
haber terminado en el bar donde estuvimos.
No
quiero ser el postre después de una larga conversación, como sucedió la primera
vez que fui a su departamento a hablar. (CapítuloV) Quizá lo mejor era hablar ahí en ese baño. Pero ¿De que podríamos hablar?
Acaso no seria mejor dejar todo como esta y buscarme otro a quien querer…
-
No quiero complicarte más las cosas H.
-
Déjame explicarte, pero no aquí.
-
Ya no es necesario que me expliques nada. En
serio. No estoy molesto.
Eso
es mentira. Sí quiero saber que esta pasando. Puede que a veces quiera mandar
todo al diablo, pero la verdad esta ahí: Quiero saber el porqué de su
insistencia. ¿Le gusto o que? Quiero saber si me va a querer. Pero no podía preguntárselo
en el baño de mi oficina.
-
Romina se va a ir con tu jefa a tomar un
café. Le dije que me iré a casa. Espérame abajo.
-
Nos van a ver.
-
Tienes razón.
-
Vete y otro día hablamos.
-
No, a lo mejor no te vuelvo a ver y te
desapareces como ese día de mi casa… Y con el trabajo que me costo averiguar
donde trabajas.
-
¿Cómo?
-
La cagué – exclamó H tapándose los ojos con
ambas manos en señal de haber cometido una indiscreción. Y vaya que lo hizo.
Entendí
que esto no era una coincidencia. Él lo había planeado todo.
-
Espera ¿Sabias que yo trabajaba aquí? – pregunté
indignado, pero a la vez hubo una mezcla de satisfacción. H me esta buscando.
-
Ya vas a salir, baja y camina hacia la calle
del frente dos cuadras más arriba. Espérame en el café francés.
Me
sentí más confundido que nunca y a punto de estallar de la desesperación y preguntarle
como averiguo donde trabajo, pero en ese momento entró alguien más al baño y ya
no pudimos hablar.
Aproveché
para salir. Ya eran casi seis y media de la tarde, hora de salida. Cogí mis
cosas y salí rápido.
El
chico de las fotocopias al verme caminando hacia el ascensor, me sonrió y se
despidió de mí.
Que fácil seria que me guste aquel a quien le gusto y no estar detrás de aquel a quien no le gusto; pensé al verlo.
Que fácil seria que me guste aquel a quien le gusto y no estar detrás de aquel a quien no le gusto; pensé al verlo.
Al
salir del edificio decidí caminar para despejarme. Compré cigarros y llamé a
Mía. Tenia que contarle todo. Sin embargo, Mía no era ajena a la situación.
-
Amigo perdóname.
-
¿Cómo?
-
Yo le dije a Helmut donde trabajas.
Mía
no lo llamaba H, ella usaba su nombre completo. Yo me sentí extraño conmigo
mismo. En cualquier situación parecida estaría molesto y renegando, pero estuve
calmado todo el tiempo. Nuevamente Mía metía la pata como la primera vez que
llamó a H (Capítulo III) cuando él
me dejó su número telefónico anotado en el boleto del bus. (Capítulo II)
-
No entiendo ¿Cómo es que ustedes se hablan?
-
Acuérdate que soy amiga de Romina – Mía
respondía.
-
No debiste decirle nada.
-
No pensaba hacerlo. En realidad, él no
pregunto por ti. Preguntó por Kara. Lo que sucede es que Romina le pidió a
Helmut que me llamé para averiguar donde trabaja Kara. Cuando me llamó se
presentó como el novio de Romina y supe que era él, el chico del bus.
Auch.
Se presentó como el novio de Romina. Entonces si han vuelto.
-
No entiendo nada.
-
Amigo ¿estas molesto conmigo? Perdóname no debí
“comentarle” que te conseguí ese trabajo allí. Apenas oyó eso. Su voz cambió y
me preguntó más cosas.
-
Lo acabo de encontrar y quiere hablar conmigo.
-
Hazlo. Aclaren todo.
-
Pero es que cada vez que intento aclararlo
todo, todo se vuelve mas confuso Mía.
Hablé
varios minutos con Mía y sin querer caminé tanto que estaba cerca a mi trabajo
anterior. De repente sentí una gota de agua en mi frente, y luego otra y así. Comenzó
a llover.
Corrí
hacia el paradero de bus cercano que tiene un techo y me resguardé allí. Mi teléfono
estaba un poco mojado aún así seguí conversando con mi amiga. Necesitaba un buen
consejo.
-
Mía no se que hacer – le decía a mi amiga por
teléfono – No sé que decirle.
-
Yo sí sé – Interrumpió la voz de H que llegó
mojado por detrás y me puso una mano al hombro. Lo miré con esa expresión de
siempre.
-
Te dije que me esperaras en el café francés –
H Separó el teléfono de mi oído.
Lo miré y no tenia nada que decirle.
-
Mía te llamo luego.
Y
allí estuvimos viendo la lluvia caer y la gente correr para subir a los buses. H
temblaba de frío tenía puesta solo una camisa la cual estaba casi mojada por la
lluvia, pude ver las estrellas tatuadas y también recordé las estrellas que me
hizo ver alguna vez (Capítulo VII).
Se
sentó a mi lado bajo en el paradero y puso ambas manos juntas cerca a su boca
para darse calor con el aliento, ese momento me recordó aquella vez que me
invitó a salir (Capítulo IV). Todo
me recordaba a las primeras veces con él.
Eran
las primeras lluvias de abril que traen las flores de mayo, o las primeras
lágrimas de nostalgia que trae el chico del bus nuevamente donde todo empezó. (Capítulo I)
-
Aquí fue – rompí el silencio.
-
¿Cómo? – preguntó H.
-
En este paradero fue donde te vi por primera
vez.
-
Estamos donde todo empezó – dijo él.
-
Así es. Debemos cerrar el circulo ¿no?
H
miraba hacia el suelo buscando una respuesta.
-
Romina quiere casarse – ahora él comenzaba a
romper el silencio.
-
Felicidades.
-
Yo no quiero. Acabamos de regresar hace unas semanas.
-
Pero ya tienen años de relación.
-
No es eso.
-
H, si yo fuera tu estaría con una chica y me casaría
con ella. No sabes cuantos dramas te ahorrarías en este “mundillo”.
-
¿Cual mundillo?
-
El mundo gay.
-
No soy gay – H dijo esto, pero esta vez, ya
no usaba el tono enojado.
-
El mundo bisexual es lo mismo
-
Vamos a mi auto, no podemos conversar de esto
aquí.
-
¿Me vas a llevar a tu casa?
-
Si no quieres ir a mi casa, lo entiendo. Te
llevo a la tuya.
-
¿Como esa vez después de la sesión de fotos?
No gracias ya se como terminaría. (Capítulo IX)
Nuevamente
quedamos en silencio. Y no estaba actuando, yo realmente comenzaba a resignarme
desde que mencionó lo del matrimonio. Entonces decidí hacer el primer corte quirúrgico
para arrancármelo de mí.
En
ese momento me puse de pie y extendí mi mano hacia H. Él levantó la mirada y se
quedó boquiabierto.
-
Me tengo que ir – le dije.
-
Todavía no hemos hablado – H se negó a
despedirse de mano.
-
Olvídalo amigo. Que quede todo así.
H
se quedó mudo. Volví a despedirme y avancé. Ya no necesite mucha fuerza de
voluntad. Estaba cansado de esa situación. Como si de pronto hubiese cambiado
algo en mí. Ni yo mismo me reconocí.
-
G si depende ti – gritó H.
-
¿Como?
-
Depende ti.
-
No entiendo.
-
Cuando me preguntaste si yo había salido del
closet ¿recuerdas? Me preguntaste si depende de ti. Te digo que sí. Depende de
ti.
Ahora yo me
quedé helado.
-
Te dije que no me dieras esa responsabilidad
– le dije haciéndome el fuerte, pero poco a poco mis emociones volvían a
iluminarse de un rayo de esperanza.
-
Te la doy – dijo él.
-
No lo hagas – me negué para saber que tanto H
podía insistir.
Ambos nos miramos y nos
quedamos en silencio. Ninguno sabía como seguir la conversación. Mi mirada fue intensa y de dudas. Entonces tomé
la iniciativa y saqué la pregunta que H no me respondió aquella vez en su
departamento.
-
Respóndeme – rompí el
silencio.
-
¿Cómo?
-
Respóndeme la pregunta que
te hice.
Ambo nos quedamos callados.
-
¿Vas a decirme algo H? – insistí.
H volteó la mirada hacia un lado.
-
Tu mirada H… me estas evadiendo.
-
No te evado – dijo él.
-
Estas mirando hacia cualquier lado menos a
mí. Mírame a los ojos.
H volteó y me miró a los ojos.
-
Dime – le dije.
-
¡Te estoy mirando G! ¡Te estoy mirando! - H
comenzaba a ponerse nervioso.
-
¿Sabías que tu mirada no sabe mentir?
-
Yo ...
H es experto en mantener el suspenso. Pero yo
estaba mojado, cansado y esperando este momento desde hace tiempo. Esta vez si
no obtenía una respuesta honesta y clara, sería yo quien se vaya y tendría la
ultima palabra, como la tuvo él hace casi dos años (Capítulo X). Así que toda esa mezcla de emociones salió de mi boca:
-
Cállate, mírame y dime.
-
¿Qué quieres que te diga?
-
Quiero saber si me vas a querer – le pregunté
nuevamente (Capítulo XIX)
La respuesta era muy simple pero muy difícil
para H. Como un examen de admisión en la San Marcos1. H me miró
fijamente y yo tenia los nervios a punto de colapsar. Cuando finalmente
comenzaba a decir algo, para su suerte su celular comenzó a sonar. Era Romina.
-
Discúlpame tengo que contestar.
Mis ojos miraron hacia arriba poniéndose
blancos. Tenía que esperarlo, no me quedaba remedio.
En ese momento recordé a A, el chico más lindo que he conocido (Capítulo XIII y (Capítulo XIV) sin embargo H es el hombre que
siempre he querido. Desearía que H fuese A o A fuese H. Más que perfecta, esa
combinación seria la que yo necesito. Alguien que me atrae como H, pero con los
sentimientos de A.
Traté de buscar un cigarro mientras H atendía
la llamada. Luego H volvió al paradero y sabía que no me daría la respuesta tan
fácilmente. Traté de conversarle para que pudiera relajarse.
-
Sabes hace como dos o tres meses estuve aquí
y te vi conectado en grindr. Y me moría de ganas de verte y hablarte. Pensé: “Si
H ya usa grindr quiere decir que ya salió del closet” Hasta usabas tu foto de whatsapp.
(Capítulo XI) Aunque no se veía tu
cara reconocí tus tatuajes, tu lunar y…
-
¿Cómo?
H me interrumpió y su rostro cambió por
completo. Guardó su celular y se acercó hacia a mí con mucha preocupación.
-
¿Mi foto? ¿Qué carajos estas hablando?
-
Te vi H.
-
¿En grindr?
-
Sí
-
¿Viste mi foto? – el tono de H se mostraba escéptico
y preocupado. Genuinamente preocupado. Como si le hubiesen dado una mala noticia.
-
Fue hace como dos meses.
H tenia una mirada extraña y desconcertada. No
era una pantomima más para evadir mi pregunta. Realmente H estaba preocupado
por lo que acaba de escuchar.
-
Yo jamás he usado mi foto en esa aplicación.
-
Es inútil que lo niegues, tengo el screenshot2
-
¡Carajo no niego nada! Te estoy diciendo la
verdad. A ver enséñame esa mierda.
H se transformó en un paranoico. Le enseñé la
foto y él me arrebató el teléfono de la mano y se quedó mirando la pantalla con
el rostro anonadado. No parecía fingir nada. Pensé que podría ser parte de su
juego, pero no lo era.
-
Huevon ese no soy yo.
-
Pero que dices, si es tu foto.
-
Es mi foto, pero este perfil no es mío.
-
¿Cómo?
-
Mi perfil no tiene foto, te dije que estaba de
incógnito (capítulo XVI) esa vez que
hablabas con el argentino pastrulo ese (CapítuloXV)
-
H, cortaste la foto, pero te reconocí por el
tatuaje y tu lunar es la misma foto que usas en tu whatsapp.
H comenzó a reírse de una manera nerviosa y
asustada. Yo nunca lo había visto así. Parecía que vivía la peor de sus pesadillas.
-
G te juro que este no soy yo ¿Acaso te hable?
-
No
Ambos nos quedamos callados. Efectivamente, H
nunca me habló desde ese perfil. Es más cuando encontré esa foto en grindr
estuve molesto con él, por no buscarme (capítuloXII).
H cogió su celular, descargó el grindr y
entró al perfil que había creado y me lo mostró. Efectivamente no usaba foto.
Le creí. Vi su rostro y su mirada.
Esa mirada no miente. H estaba diciendo la
verdad. Ese perfil con su foto no es él. Alguien más estaba usando su foto en
la aplicación. Catfish3
-
Pero si no eres tu, entonces…
-
¿Quien es? – preguntó H
instagram @elchicodelbusblog
1. La Universidad Nacional
Mayor de San Marcos (UNMSM) es una universidad pública ubicada en la
ciudad de Lima, Perú.
2. Captura de pantalla en un
teléfono móvil.
3. Un “catfish” ocurre cuando
una persona finge ser otra en las redes sociales para engañar, ya sea por
diversión o para realizar fraudes.
Hermoso, simplemente bello. Llore con algunas partes en especial esa donde lo tienes cara a cara, lo imagine y experimente el mar de emociones que transmitías. Y se que tiene para esto el chico del bus. Éxitos
ResponderEliminarMe dejó muchas sensaciones y al mismo tiempo en suspenso. Me encanta la historia y es increible como se va desarrollando. H decídeteeee. G, estaré a la espera del proximo capitulo... espero no pase mucho tiempo...
ResponderEliminarKeh! Es en serio? Así termina? Noooooo... Me dejó intrigado! Eso se llama usurpación de identidad, pero está interesante... :D i like it
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